lunes, 8 de septiembre de 2014

PICO ROYO Y CULIBILLAS.

Recién llegado de los Alpes y con vacaciones por delante (sí, ya... que bien vivo... quién fuera funcionario... se os está de cojón que os quiten las pagas... sois todos unos vagos...etc, etc, etc...) decido que no es bueno bajar desde los 4600 m. a los 890 sin un paso intermedio, así que me voy a darme una vuelta por la Bal sin rumbo fijo. Además, ya tengo ganas de salir con el perro que lleva un montón de días sin hacer mas que comer, dormir y perseguir gatos.
Aparco en el Corral de las mulas. Conforme subía me doy cuenta que en el Anayet y zonas aledañas he estado un montón de veces pero en los picos que lo anteceden no he estado nunca. Allí que voy, a ver que sé hacer.
El camino (carretera en este caso) es común hasta llegar a las maravillosas, integradas en el entorno y futuristas instalaciones de Arramón. Allí, la senda hacia la zona de Anayet se va a la derecha, por el barranco, y yo tiro de frente por una pista de esquí con sus cañones, sus desmontes, su vegetación alóctona y su erosión que tira hacia el sur.
Afortunadamente, en menos de una hora la abandono y entro en un vallecillo colgado que me deja en uno de esos rincones paradisiacos que tenemos, a veces, tan cerca de casa.
Se trata del ibón de Lapazuso situado en una cubeta que, como un balcón, nos muestra todo el Pirineo axial allí mismo, al alcance de nuestros ojos.
Geológicamente, la zona es muy interesante. Estoy caminando sobre areniscas volcánicas de un intenso color rojo que, al ser bastante blandas, han sido intensamente erosionadas. Por eso, todo está salpicado de bloques de diferentes tamaños y el ibón prácticamente está colmatado y llamado a convertirse, más pronto que tarde, en una turbera.
Continúo por una canal y salgo a otro resalte donde ya veo el pico Royo, a mi izquierda y bastantes metros más arriba. Con paciencia sorteo algún nevero que todavía queda en pleno agosto y cojo una arista herbosa que me deja en un canalizo de roca, señalado con un gran hito, que debe ser el paso clave para acceder a la punta del pikachu. 2429 m y unas vistas de espanto. Toda la muralla de la Partacua enfrente, a mi derecha se extiende hasta perderse más allá del Bisaurín y a la izquierda en Monte Perdido. A mi espalda, todos los picos de la Bal de Tena y justo debajo la Canal de Izas.
 En el GPS veo que hay paso por toda la cresta para acabar si quiero, si me acompañan las fuerzas y me deja el tiempo, en el vértice de Anayet. Así que como todavía es pronto ni me lo pienso. Bajo del pico hasta el primer rellano, vuelvo a sortear los neveros y subo hasta un collado que lo separa del pico Culibillas que, visto desde aquí, casi que acojona.
 Al final es bastante más fácil de lo que aparenta, aunque si pretendemos ir justo por el filo de la cresta, hay un paso en calizas grises pulidas como un espejo que acojona un rato. Tanto que el perro se niega a pasar después de intentarlo dos o tres veces y tener que recular por que no había forma de que se agarrara allí. Anda que no va a tener que contar a sus nietos este perro!!!!
Él por un lado y yo por otro, llegamos a la cima de Culibillas de 2509 m. de vellón.
No se que me ha pasado pero, de repente, me ha dado bajón. Sin más.
Decido abortar aquí la arista y buscar, si se puede, un descenso directo hacia el barranco y la senda de subida a los ibones que veo muchos metros más abajo. Desciendo del pico por su cara oeste y llego a un collado en el que, aparentemente, es factible la bajada hacia el  norte aunque no hay una sola traza de paso ni hitos ni nada que indique que, por allí, se puede bajar.
Y lo cierto es que se baja relativamente bien hasta lo que parece un ibón colmatado convertido hoy en una planicie idílica de hierba verde y aguas serpenteantes. El umbral del antiguo ibón es un barranco que, más mal que bien, me permite, tras destrepes varios, llegar al trilladísimo y atestado de gente camino de los ibones de Anayet.
Antes aprovecho para fotografiar la rarísima Gentiana burseri que, pese a las alturas del año a las que nos encontramos, está lozana y con la cara recién lavada.
Ahora solo me queda volver por terreno conocido al coche no sin antes visitar algunas droseras que tenemos controladas en los humedales cercanos al río y que encuentro machacadas, comidas y cubiertas de mierda de las putas vacas... cada día les estoy cogiendo más asco a estos bichos... no me extraña que nos las comamos.
Aquí tenéis el track. Joooodo.... 1200 m. de desnivel y en ayunas... ya se que me ha pasado. Cagüenlaaaa!!! No voy a aprender nunca, coño!!!!
Hala pues...

Inciso:
Cerrando este post, me llega un tráiler del vídeo que está preparando Roberto de nuestra estancia en los Alpes hace quince días... la verdad es que no me puedo resistir. Aquí lo tenéis:


1 comentario:

Pirene dijo...

El vídeo ya lo veré en casa que ahora estoy currando.

Peazo excursión te me has marcao mozé!! pa que veas tú las cosicas que tienes ahí al ladico de casa mismo. Menuda "endivia" te tengo.

Ale pues! nos vemos pronto.