jueves, 23 de octubre de 2014

UNA VUELTA POR BUJARUELO

Simplemente una entrada corta para llevar la contabilidad y para que no se me olvide esto de escribir
aquí.
Sábado 11 de octubre. Se me preparan dos semanas en las que no voy a poder ir al monte así que decidimos hacer algo que merezca la pena. La idea inicial era, desde San Nicolás de Bujaruelo, subir al ibón de Bernatuara y luego hacer los picos de Bernatuara y se había ganas el Gabiet de dosmilsetecientosypico.
Se apuntan a la maniobra Ana, Begoña, Kankel y yo.
Fuerte calcetinada para recibir el otoño en un valle precioso. Además, anuncian potente anticiclón así que la atmósfera estará prístina y clara cual culito de bebé.
Quedamos a las ocho. Primer problema. No está despejado pese a todas las previsiones. De hecho hay un manto de nubes desde los 1600 m. y el día es gris y feo.... bueno, subiremos al ibón y yastá.
Segundo problema. Una vez dejado el coche y cogido el camino que sube al puerto, hay agua por todas partes, de forma y manera que hay tramos del camino que da la impresión de estar haciendo ascenso de barrancos con agua hasta el tobillo.
Tercer problema y éste insalvable. Los barrancos bajan en modo indómito tirando a brutal, se ha llevado la pasarela que deja cruzar al valle de Sandaruelo e intentar cruzar el río aquí es una temeridad.
Pues nada, ya que estamos aquí y como Kankel no había estado nunca en el famoso col de Boucharo, pallí que vamos por el transitadísimo, conocidísimo e historiquísimo camino que unía Torla con Gavarnie.
Un par de veces que tenemos que vadear el barranco, a la altura de la cabaña de eléctricas, nos vemos el culo... y eso que ahora no baja ni la mitad de agua al haber dejado atrás el barranco de Sandaruelo...
Sorteando regatos y zonas encharcadas nos plantamos en el puerto donde hace un viento de sur atroz y un frío que pela. Hasta aquí, no hemos visto ni un minuto el sol y el día es sumamente desapacible....pero es pronto todavía. ¿Y si vamos a comer a Sarradets?
Iniciamos la marcha bajo las murallas de los Gabietos y del Taillón donde se para un poco el viento pero cada vez se nubla más y cada vez hace más frío... joder con las previsiones.
Se nos quitan las ganas de todo. Nos damos la vuelta y volvemos por el mismo sitio después de comer rodeados de Marasmius oreades en una campa.
El colofón, hayamos o no hayamos hecho nada, como siempre con una galimba en el refugio de Bujaruelo gozando de los únicos rayos de sol que hemos tenido en todo el día.
Hala pues...

domingo, 12 de octubre de 2014

VIII SENDA AMARILLA Y BARRANCOS DE CAP DE POUNT Y BIOUS

Finde intenso e interesante el pasado. El sábado sabadete, somos los artistas invitados en la VIII Senda Amarilla y el domingo, una vez que logramos quitarnos de encima a las hordas de admiradoras, nos vamos a refrescar a la France donde ya se empieza a notar la inminencia del otoño. Vamos al lío:
Sábado 4 de octubre. Como ya es habitual, la asociación O Cumo de Oliván, celebra la senda Amarilla, un recorrido entre Oliván y Ainielle que trata de que no caigan en el olvido estos viejos caminos y estos pueblos. Además de la andada, todos los años invitan a alguna eminenecia que da una disertación o "Conferencia campestre" sobre algún tema relacionado con el entorno donde nos movemos. Este año nos ha tocado a Carlos, de la Asociación O Zoque, y a mi mismo presentar la Guía de Sobrepuerto recientemente publicada. Y, aunque cada uno es una eminencia en su casa y fuera de ella no dejamos de ser simples mortales con nuestras virtudes y nuestras miserias, dónde mejor que en Ainielle para presentar el libro del que ambos tenemos buena parte de culpa??? Bueno, quizá donde se hizo la primera presentación, en Bergua. Ambos son pueblos de Sobrepuerto pero en Bergua vive gente todo el año, que visto el paisaje que nos rodea, ya es mucho.
Salimos a las ocho sobre 150 personas y algún perro. A los pocos minutos, paramos a descubrir un monolito en memoria de uno de esos montañeses tenaces y anónimos que han dado todo por su tierra y que se han marchado ya a conocer y andar otras montañas.
Muy emotivo el acto, con la presencia de su viuda, sus amigos y sus compañeros de marchas.
Continuamos en un día radiante y con la temperatura ideal. La siguiente parada es Berbusa donde almorzamos para continuar al poco y llegar sin novedad a Ainielle.
Allí organizamos una visita al molino que, si no nos han engañado, se pretende restaurar en breve. Me toca explicar el funcionamiento de ese ingenio de herencia medieval ante un concurrido auditorio que tiene que hacer turnos para entrar ya que todos juntos no caben. Subimos otra vez al pueblo y comemos entre conversación cordial y tragos de vino de una y otra bota. Que no me deeeeis más de beber.... que me conozco... que se me empieza a trabar la lengua y luego tengo que dar una conferencia.....¡Coño! ¡Y ahora melocotón con vino! Yo solo uno que luego ya verás.... ¡oye!, ¡que bueno! venga va, otro más ¡pero el último eeeeeeh!!!!! (....) (...) Oye, gue si a de sobrrrarrrr hacemossss un sfuerrrrrzo y nosh bebemossss otgo ¡Hip!.
Al final, después de bien comidos y bien bebidos (café inclusive) procedemos a presentar la guía guardando la compostura y haciéndonos entender más de lo que nos esperábamos... oye, si hasta nos aplauden y todo... qué gente más maja.
Pues poco más queda que hacer aquí... los bares han cerrado ya y las discotecas pa ratos abren... venga para abajo.
Sin novedad, con agradable conversación con un@s y otr@s deshacemos el camino hasta Berbusa, cruzamos el barranco y por pista nos plantamos nuevamente en Oliván donde vuelven a caer firmes cervezas, algún baile con los Músicos de la Solana (bueno, ellos tocan... bailar, bailar lo hacemos algunos con quien se nos dejan) mientras hacemos tiempo para una charla, esta vez con diapositivas, sobre los valores, intereses y demás atractivos de estas tierras de Sobrepuerto. También, todo hay que decirlo, se venden muchos más libros que en cualquiera de los otros actos donde se ha presentado, incluida las cabeceras comarcales. Claro que no siempre se tiene la ocasión de que te lo firme y te lo de en mano uno de los autores con más éxito y más atractivos del panorama editorial....anda queeeeeee!!!!!!

Domingo 5. Sale un día radiante aunque fresco. Sin madrugar, quedamos en la gasolinera de Biescas Silvia, JC, Javier, Cristina, Miguel, Pol y yo. Lolo y Ale, no vienen pero se acercan a saludar al personal.
Rápidamente nos vamos a la France en busca de uno de esos barrancos que hace días que llevamos en cartera y que por una cosa o por otra, nunca caen.
En Francia, para variar, hace un día francés. Esto es, brumoso-grisáceo con nieblas y frío. Aparcamos en el parquing del lago de Bious-Artigues y echamos un bocao al cuerpo. Como siempre, cuando vienen los amigos binefarenses, no nos quedamos ni con hambre ni con sed.
Vigilados estrechamente por su majestad le Midí, nos despelotamos ante la atenta e incrédula mirada de los que hay por allí tapaos hasta las orejas, cargamos con los bártulos y arreamos hacia arriba. En una hora nos hemos recorrido todo el llano hacia el sur y llegamos al puente donde termina el barranco. Éste se desarrolla en un afloramiento calizo que ahora trepamos por una pista y que nos deja en la cabecera en apenas 15 min.
Frío el ambiente y gélida el agua. Si a esto unimos que el cauce es absolutamente resbaladizo, la primera impresión es más mala que buena. Sin embargo, conforme que vamos rapelando, destrepando y saltando por ese cauce labrado en caliza negra veteada de blanco, vemos que el barranquillo en cuestión es un compendio, en vivo y en directo, de todas las formaciones geomorfológicas, erosivas, kársticas y fluvionivales que podemos encontrar en un barranco. Quizir, que atravesamos meandros, marmitas, badinas, marmitas trampa, marmitas colapsadas, pozas, fallas, diaclasas, estratos... una gozada de sitio al que hay que volver para hacerlo despacio que hoy, lo que de verdad apetece, es salir al sol a ver si logramos recuperar la circulación periférica en nuestros maltrechos organismos.
15 minutos  nos ha costado subir andando desde la salida hasta la cabecera. Y bajar, moniando y haciendo muchas fotos, más de dos horas.
Justo en la salida unos tímidos rayos de sol, atraviesan las nubes y nos calientan lo suficiente como para que  todo el mundo esté de acuerdo en que todavía es pronto y que, ya que estamos, vamos a bajar otro de esos que hay por aquí.... si es queeeeee.... ¡anda que no nos va el barro!!!!
Vuelta a deshacer el camino, ante la atenta mirada de multitud de senderistas que nos ven bajar chorreando agua mientras ellos se arrebujan en sus goreteses y demás prendas caloríferas.
Cuando llegamos al parquing nos está esperando Luisa, que viene a buscar a Pol y que nos trae abundantes viandas a cada cual más buena y apetitosa. Pos cojonudo tú... después del esfuerzo, poco pero intenso, y nuestros organismos quemando combustible a todo trapo para mantenernos calientes, la verdad que se agradece llenar el depósito a base de butifarra, queso, patatas ecológicas de Orós compradas en Francia ¡ojo!, vino y cerveza a partes iguales.
Bien comidos y bien bebidos y aprovechando que Pol se va y nos hace la combinación de coches, nos bajamos el Cañon de Bious que va paralelo a la carretera por la que hemos subido.
Muy bonito también. Sin llegar al barroquismo geológico de Cap de Pount, la gave en cuestión es un señor río de aguas verdes turquesa con abundantes saltos, badinas idílicas y paradisiacas, algún rápel limpio y poco comprometido y rincones francamente bonitos.
Y dos cosas importantes. No resbala y lo mejor de todo, sea por los tragos sea por otra causa, el agua no está fría... o al menos no tanto como la otra lo que nos hace entretenernos en saltos y badinas sin correr como gatos escaldados cada vez que tocamos el agua.
Cuando nos damos cuenta, estamos cruzando el puente de la carretera general justo debajo del pueblo de Gabás donde tenemos el otro coche.
Todo perfecto. El día, la compañía, los barrancos... esto hay que rematarlo, como siempre, con una buena galimba... vamos a ello.
Hala pues...

miércoles, 1 de octubre de 2014

PICO DE LA ZAPATILLA EN CANDANCHÚ

Que los humanos somos seres gregarios y aborregados, eso está fuera de toda duda. Que donde va uno vamos todos, como las ovejas, también, pero que hay lugares que hay que conocer tarde o temprano pues también es así. Efectivamente, parece que esta ruta se ha puesto de moda y a todo el mundo le ha dado por recorrerla. En nuestro caso, aunque hace días que estaba en cartera, fue la completa y actualizada reseña de Bruno la que nos invitó (casi obligó) a ir ya. Este año, sin falta, antes de que empiece a nevar.

Lo cierto es que no es una ruta de senderismo ni tampoco de escalada ni tampoco de espeleología pero reúne todas esas disciplinas, con una dificultad muy moderada y en un entorno que si obviamos los hierros, sirgas, cables, desmontes y basuras de Candanchú, merece la pena. Está a la altura de otras rutas sorprendentes como la de las Escaleretas del Vero o la de la Fênetres del valle de Ossau por mencionar un par de las que ya conocemos.
Al lío. Sin madrugar, que empieza a hacer fresco, quedamos en Villalindano Silvia y J.C, Pol con Chaime y yo mismo. Carretera a Candanchú donde aparcamos al lado de un cuartel militar que se cae (aparentemente) a trozos... (Bueno todo no, la casa del coronel, o teniente o lo que sea está bien y recién pintada.). Desde allí ya vemos el pico de la zapatilla llamado así por la evidente forma de este aditamento que nos ponemos en los pieses. Para los listos, eso se llama una pareidolia y, aunque no vamos a entrar en el tema, esta tontería, la de ver formas reconocibles en montañas o paredes rocosas, ha jugado un papel muy importante en algunas creencias donde los fieles ven caras de dioses, demonios o santos en determinadas piedras o formaciones naturales.
Bueno, pues que nos desviamos a la izquierda y vamos a buscar un corredor que se desarrolla, nuevamente, a la izquierda del pico. Al principio la pendiente es moderada y se anda por hierba y senda pero luego la pendiente se acentúa y la hierba deja paso a la roca movediza y cascajera.
Afortunadamente se sube bastante bien y no hay que llegar al final. Después de comernos el primer tercio, justo donde las calizas grises que bajan desde la cima cabalgan sobre una veta de areniscas calcáreas, mucho más blandas ergo mas erosionables, veremos a nuestra derecha una cuerda fija. Por allí vamos a subir, aprovechando la erosión de la arenisca y sus estratos solapados.
Nos pertrechamos de hierros, arneses, cascos y demás aparejos e iniciamos unas trepadas que, sin ser difíciles, son entretenidas. La cuerda, roñosa, rota y con abundantes flores, nos sirve de guía  y de seguro psicológico ya que aguantar una caída, creemos que no la aguanta.
Esta primera parte se hace muy bien, tirando de gemelos pero sin mayores problemas hasta llegar a una hermosa campa donde termina la cuerda. Allí, entre flores de nieve, festucas, gencianas y Horminum pyrenaicum hay abundante hierro y chatarra de bombas y demás artefactos incendiarios y/o matadores. Manda cojones en qué nos gastamos el dinero público (aunque haga ya muchos días de eso) y, sobre todo, como se puede ser tan cerdo de no mandar un escuadrón, una compañía, un pelotón o lo que coño quieran mandar a recoger todo esa mierda que hay dispersa por allí... claro que, en el entorno de una estación de esquí (que desde aquí no se ve ¡ojo!) casi da igual.
Venga, que seguimos. Lo siguiente es una ladera con un lapiaz de libro en la que salen pasos de IV o buscar una vira herbosa que nos sube al mismo sitio previo rodeo. Como vamos con menores y a los mayores (algunos) tampoco nos apetece, por la hierba que vamos.
De una forma u de otra, llegamos a un nuevo pedregal donde se insinúa una mínima senda que nos lleva a un agujero situado en una pared arriba. Para allí que vamos y nos introducimos en una minicueva. En todo momento vemos luz. Trepando por terreno fácil, en dos patadas salimos desde la cara oeste donde estamos, nuevamente, a la norte a través de este curioso, simpático y dicharachero paso subterráneo.
Aquí vuelve a haber cuerda fija que nos guía casi por medio de la ladera, entre gravas, pasos de adherencia y lapiaz rompebotas hasta la cima de la montaña.... ¡si! ¡los cojones! eso es lo que os creíais.... La cima de verdad, la de 2225 m., se encuentra más al sur, previo paso de un simpático collado en el que, manda buebos, tenemos que sacar la cuerda para rapelar una grieta de chichinabo pero de mal subir y peor bajar.
Ahora si, cima herbosa de areniscas cretácicas conseguida. Fotos y pabajo.
Volvemos sobre nuestros pasos, trepamos lo que habíamos rapelado, y nos desviamos a la derecha por lo que debe constituir la vía normal de subir al pico equipado, igualmente, con cuerdas fijas.
Hasta aquí la primera parte. Continuamos hacia sol naciente, disfrutando de los desmontes, cables y demás mierda de la estación hasta llegar a un collado, enseñoreado por una integradísima y bellísima telesilla donde paramos a comer. La verdad que se está francamente mal. Hace viento y no demasiado calor así que comemos enseguida y nos tiramos a buscar la conocida sima de Tortiellas, una cueva con entrada y salida que, en tres rápeles, nos va a bajar casi al coche.
Oye pues si... recorrido bonito, curioso y espectacular a partes iguales. Muy bien equipada a base de parabolt de a 10, lo que parece una gatera al principio se convierte en un tubo escalonado que nos lleva a la base del pico de Tortiellas.  Casi una hora nos ha costado bajar a todos, disfrutando del sitio, haciendo fotos y explorando todos los recovecos (que tampoco son muchos, la verdad.)
A partir de allí, bajada guarra, muy guarra y guarrísima por piedra y barro a coger una de las pistas y al coche donde llegamos sobre las tres de la tarde. Galimba (grande) en Canfranc y pa casa.
Oye, muy majo. No creo que sea la última vez. Es un recorrido, sin duda, para sorprender a alguien. Quizá cuando Letizia vuelva a pedirme que la saque de palacio, en vez de llevármela al Gran Golf Spa&resort "Monasterio de Zerzito" como la última vez, igual me la traigo por aquí y la canso, que si no, luego se pone muy pesada....
Hala pues...