jueves, 20 de febrero de 2014

BARA-MIZ-BIBÁN-ALASTRUÉ-MIZ-BARA

Para cualquiera que no sea de por aquí, parece un trabalenguas ¿verdad?. Sin embargo se trata de un
recorrido bien majo por la Guara profunda,que nos hicimos este pasado domingo.
Después de la experiencia mística del barranco de San Cristóbal, el sábado sale un día para disfrutar del sofing, ponernos al día en cuestiones varias y salir a echar tragazos mañana y tarde. En uno de estos, nos juntamos con J.C. y Silvia que están igual de frustraos que yo con esto que venimos llamando mierdatiempodeloscojones. Sin embargo, pal domingo, hay indicios, versiones, previsiones y sospechas de que el tiempo se va a comportar así que no nos vamos a quedar en casa. Al sur, otra vez...y ya van no se cuántas.
Entre trago y trago trazamos una posible ruta por la zona de Bara, allá por la lejana cara norte de Guara. Nos han dicho que hay mucha senda de reciente apertura, muchas posibles combinaciones y mucho monte para patear. Cruce de guachaps y ya está. Al final vamos Silvia y J.C, Pirene y Josu, y el Yeti y yo. (habéis visto...todo parejitas...como se nota que ha sido San Calentín...).
Pues sí, mira. El domingo sale un día radiante, sin una nube hacia el sur, sin viento y con unos 3º sobre 0 que prometen un día de manga corta. ¡Hostí tú, qué ganas teníamos!!
Y tanto. Hemos quedao con los de Tierra baja a las 9 y media en Nocito y llegamos todos a las nueve, tales son nuestras ganas. Venga va, media hora más de coche por carreteras entretenidas y estamos en Bara.
De lo primeo que nos coscamos es que el Alcanadre baja como el Duero y esto nos va a condicionar un poco a donde vamos y a donde no... De momento, se deja cruzar camino de Miz por unas pasaderas en las que hoy da francamente miedo pasar. Para amenizar el trago, el Yeti, se dedica a pasar una y otra vez por entre las piernas de la gente mientras hacemos equilibrios para no irnos a hacer Gorgas negras con el traje de los domingos.
A partir de allí, dejando el molino de Bara a nuestra derecha y en la otra orilla, el camino trepa entre lomas descarnadas de conglomerado y arenisca hasta que, casi sin darnos cuenta, llegamos a Miz. Miz era una aldeucha de apenas dos casas con sus correspondientes edificios auxiliares. Como es de suponer, la propia miseria del entorno obligó a marchar a esas gentes que construyeron una iglesia acorde y a escala de la exigua población a la que tenía que dar consuelo espiritual. En las calles, salvadas porque aquí nunca a llegado una pista, hay un par de magníficas piedras coladeras camino de convertirse en restos arqueológicos.
No vieron venir la despoblación...si no, de qué iban a hacer, los de la casa más baja, una profunda reforma en la que revocaron con cal todas las fachadas, derribaron la que sería la chimenea tradicional y la sustituyeron por una de uralita e hicieron una reforma en la torre de la iglesia en 1913. Paramos a echar un bocao en el cementerio, al lado de un par de nichos profanados que dejan ver los restos de sus ocupantes en su interior.
Después de bien fartos y bien bebidos, emprendemos la marcha hacia el norte para desviarnos enseguida a nuestra izquierda, en dirección a Bibán.
Me gusta pensar que, hace 1008 años, probablemente por esta misma senda, cabalgó el hijo del que fue considerado el Anticristo. Así es, queridos y queridas amiguitos y amiguitas. Abd al-Malik ibn Abi Amir al Muzaffar, digno sucesor de su padre, el que fue considerado el anticristo que habría de llegar en torno al año 1000, Abu ʿAmir Muhammad ben Abi ʿAmir al-Maʿafirí  (Almanzor, pa los amigos) cabalgó por estos parajes en el verano del 1006 hostigando el Castillo de Buil y arrasando las poblaciones de Bibán (hacia donde nos dirigimos) y el monasterio de San Juan de Matidero, situado para algunos en la actual pardina de San Juan, al lado de la carretera de la Guarguera, y para otros, en la actual Pardineta de Bibán, lugar interesante por donde no vamos a pasar hoy pero que prometemos pasar cualquier día de éstos.
Al final, entre espesos bosques de pino y cajico, amplias leneras y monte bajo llegamos a Bibán. Lo encontramos como si  Abd al-Malik acabara de pasar hace dos horas. Ruinas por doquier, casas arrasadas e iglesia completamente hundida. Hasta los gigantescos olmos que debió haber en su día están muertos. Aún así, en una de las casas, se conserva una piedra que hacía días que buscaba en otros pueblos. Aparentemente, es una losa situada a la derecha de la ventana sin mayor interés. ¿Qué para qué servía? Pues unos dicen que para poner allí el puchero y que se enfriara, otros que para colocar una maceta. Echar un vistazo a éste artículo y cada uno que piense lo que quiera...allí está, y es de las pocas que quedan.
Vistazo rápido por el pueblo (por donde nos dejan las barzas) y retomamos camino hacia el este en dirección a el último pueblo de este periplo, Alastrué al que llegamos siguiendo la misma tónica de paisajes áridos salpicados de bosquetes.
Dos casas con los bajos abovedados, los pajares, yerberos y bordas y la iglesia que aguanta con dignidad separada del pueblo, es lo que queda de un lugar que, como los demás, está abocado a ser, dentro de muy poco, un mero topónimo y un yacimiento arqueológico para que lo estudien generaciones venideras (eso si este gobierno del Partido Podrido no se ha cargado la universidad, nos ha vuelto a todos analfabetos y/o seguidores incondicionales de Paquirrín, la Esteban y la Eurocopa).
Casa Bara, la de más empaque, es la que sirve de portada para el libro de mi amigo Arturo González titulado "La montaña Olvidada" extraordinaria guía, imprescindible para moverte y saber más de estos parajes.
Pues una vuelta por el pueblo y continuamos senda que se ha nublado y se ha levantado viento. Amago de rebelión. Unas quieren comer aquí y otros preferimos continuar un poco. Al final pensamos que mejor comer un poco tarde y asegurar el tiempo que, ahora mismo, no pinta demasiado bien pese a las previsiones que prometían sol todo el día.
El camino continúa paralelo al barranco Foroñón que, de repente y para salvar una imponente muralla de conglomerado, se despeña en una cascada de unos 30 m sin instalación. ¿Será posible, que a estas alturas del siglo XXI haya todavía ¡¡Y en Guara!! barrancos sin descender?? Pues mira, parece que sí.
Prometiéndonos volver cuando seamos más mayores y hayamos visto y hecho en esto del monte todo lo que queremos y pergeñamos, continuamos senda hasta llegar a un collado donde, ahora sí, decidimos echar un bocao. Bocao que cae rápido, que hace un frío que pela y no apetece nada estar allí parados.
Conforme comemos vemos que, como nacida de la nada, se ha formado una borrasca justo en frente y que está nevando con ganas en el Tozal de Guara y en la zona de Nocito-Belsué. Temiéndonos lo peor, aceleramos el paso y llegamos, esta vez por el este, otra vez a Miz.
Ahora lo que queda ya lo conocemos. Vuelta a cruzar un Alcanadre embrutecido y vuelta hacia Bara a donde llegamos cuando la borrasca, igual que se ha formado, desaparece y hasta luce un sol tibio de febrero.
Nos cambiamos, cogemos carretera y llegamos a Nocito donde esperamos encontrar algún garito abierto para echarnos una galimba o un café, cada un@ lo que le pida el cuerpo. No solo está abierta casa Ortas si no que está Alfredo, de casa Molinero (con el que tuve el privilegio de recorrer el camino de San Úrbez) y nos reciben como si fuéramos familia. Largo rato de tertulia al fuego nos hace salir, habiendo ya anochecido, con una sonrisa de oreja a oreja y con la sensación de que, por días de éstos, nos gusta tanto salir al monte. No hacen falta barrancos adrenalínicos ni pikachus con pasos de V+ (aunque si llegan tampoco les haremos ascos). Lo que hace falta para un inolvidable día de monte es buena compañía y paisajes que aúnen naturaleza, historia y un poco de esfuerzo para recorrerlos. Pues eso....que seáis muy felices (si os dejan) y que aquí tenéis el track del recorrido.
Hala pues...

sábado, 15 de febrero de 2014

ERMITA Y BARRANCO DE SAN CRISTÓBAL, EN BOLEA

Ayer, día de los amorcillados, del Corte Inglés y de Interflora, habíamos quedado que, pa celebrar
nuestros respectivos amores, nos iríamos Vicente y yo a hacer algo por el monte, que pa eso tenemos fiestuki...así nos hacemos de rogar y de querer que es algo que hacen mucho los machos alfa de la casa.
En Biescas, a las nueve de la mañana, amanece lo que viene siendo conocido como undiademierda. Agua, viento, nublado, gris tirando a negro...el día perfecto para celebrar San Valentín con una alegría matinal si nuestras respectivas jefas no se hubieran ido ya a trabajar, quisieran y/o no les doliera la cabeza y/o estuvieran en esos días... demasiadas variables y/o imponderables como para arriesgarnos a quedarnos en casa, pese al tiempo que hace.
Llamadas, algún guacha a informantas  sureñas ¡Gracias Pirene! y nos decantamos hacia el sur que, pese a que llueve, parece que la cosa no pinta tan negra como aquí.
Sin rumbo ni dirección, buscando algún rayo de sol, cruzamos Monrepós. Las Gorgas de San Julián que podían ser una opción interesante ya que correrá el agua y habrá limpiado las pozas de ese olor a gallinero que las caracteriza, están tapadas con una nube negra como mi alma y espesa como caldo de nabos.
Hacia el sur y al oeste, parece que quiere intuirse un poco de claridad...para convencernos del hecho, un rayo de sol ¡Oh, oh, oh! incide sobre nuestro coche reactivando nuestras ganas de hacer algo útil.
¿Y el barranco de San Cristóbal? Hace días que lo tengo en la cabeza. Silvia y JC lo hicieron (el barranco, se entiende) y dijeron que era majísmo pese a no salir en guías y apenas en un par de reseñas en esto del internete...Pues yastá....pa Bolea que vamos.
Cruzamos la encastillada población, quebradero de cabeza que fue de Ramiro I y de su hijo Sancho Ramírez, y cogemos una pista que nos lleva, en pocos minutos, a la ermita de Santa Quiteria donde aparcamos.
Nos preparamos los atalajes (pese a estar nublado y casi lloviendo, hace una temperatura primaveral tirando a estival...) y cogemos allí mismo una senda indicada que en 50 minutos y paralelos al barranco que ruge allá abajo,  nos lleva a la extraordinaria ermita de San Cristóbal.
Creo que ya lo he mencionado en alguna otra entrada pero a mi, esto de los santuarios rupestres, me resulta interesantísimo. Que alguien, en el siglo VIII o IX decidiera abandonar todo y venir a vivir a parajes como este me resulta inconcebible e inquietante. Máxime cuando allí, a poco sensible que seas, se nota la presencia impregnada en las rocas de miles de personas que han pasado antes que nosotros. Ésta, en concreto, data del siglo XVII aunque hay indicios suficientes como para retrotraer el culto a este santo en estos parajes allá por el lejano siglo VIII.
Todo cuadra; no podía estar advocada a otro santo que no fuera San Cristóbal ya que la hagiografía de este santo cuenta que era un gigante que buscó para servir al señor más poderoso de la tierra. Como en aquellos tiempos no habían nacido, afortunadamente, ni Merkel ni Bárcenas, se enroló en el ejército de un Rey que no era escopetero, putero y borranchín si no valiente y aguerrido pero que, sin embargo, temía al demonio. Abandonó a este rey cobarde y no paró hasta encontrar a Belcebú y ponerse a sus órdenes. Pero un día, mientras recorrían el mundo gastando putadas (que es, básicamente, a lo que se dedica el diablo además de participar en orgías multitudinarias donde le son presentadas tiernas doncellas para que las cate contranatura...) vio con asombro que Lucifer, (que no se inmutaba ante 500 doncellas a las que
satisfacer carnalmente), se ponía a temblar de miedo ante la visión de una cruz en un cruce de caminos. Abandonó al demonio y se puso a buscar a aquel que llamaban Cristo cuyo símbolo era la cruz y que, supuso, sería el más poderoso de la tierra. Mientras tanto, para ganarse la vida y dada su talla, se dedicaba a cruzar a la gente a hombros en un río muy caudaloso donde no había puentes porque los políticos de la época habían dilapidao el dinero de los impuestos en cenas, yates, trajes y confeti para ellos y sus amigotes.
Pues un día estaba Cristóbal fumando en la puerta de su cabaña cuando se le presentó un crío y le dijo que lo pasara al otro lado del río. Éste lo cogió como una pluma pero, conforme se adentraba en el cauce, el cabrón de crío, empezó a pesar y pesar y pesar de forma que el pobre Cristóbal casi no tiene güebos de llegar al otro lado. Y es que, queridos y queridas amiguitos y amiguitas, el crío en cuestión, como luego le explicó al ojiplático Cristóbal, era el mismísimo Jesucristo y sobre sus hombros había llevado, además de a él, todo el peso del mundo.
¿Y a santo de qué viene esto que os cuento? Pues a que las advocaciones de iglesias y ermitas no son porque sí, si no que responden, como norma, a cristianizaciones de dioses antiguos que tuvieron algún tipo de culto en el lugar en cuestión y las que están dedicadas a San Cristóbal siempre estarán al lado de ríos (por lo de la leyenda precedente) y las dedicadas a San Martín siempre estarán en cuevas y/o lugares de paso y las dedicadas a San Miguel en alturas etc, etc, etc...una cosa es mirar y otra ver...el río por el que pretendemos bajar. (¿¿Habéis visto que bien hilo una cosa con otra....???)
Bueno, pues una vez solazados, hidratados, nutridos y empapados de presencias y energías sutiles, en y de la ermita, bajamos a orillas del barranquillo, nos cambiamos e iniciamos el descenso.
Sorprendente. Así se puede catalogar este barranco. Pese a no haber casi información, pese a no salir reseñado en guías, pese a no tener más de dos rápeles obligatorios...el sitio tiene rincones bellísimos que recuerdan a otros barrancos con mucho más nombre y bastante menos interés. Estrechos, meandros, pasillos inundados, algún destrepe, toboganes, estratos, viseras, decenas de manantiales que surgen de todas partes, que se descuelgan de los laterales y que incrementan, a cada paso, el caudal....todo pequeñito. Como si fuera el barranco de la Nancy. Sin grandes paredes, sin largas badinas pero con todo lo que tiene un barranco para ser atractivo (o estético que dicen los guays). Desde luego, hemos bajado barrancos mucho más feos y más lejanos... como se viene a decir, en caso de guerra, cualquier agujero es trinchera....esto.....no. Era el de a todo cerdo le llega su San Cristó....eeeeh, no, este tampoco....¡Ah!, sí....que en peores plazas hemos toreao...este era.
Además, conforme vamos bajando, sale el sol a ratos y nos muestra toda la belleza de los estrechos con luz tamizada y niebla producida por los manantiales... De verdad que hay sitios de belleza extraordinaria... claro que hoy es San Valentín y puede que estemos un poco sensibles, enamoradizos y moñas.
Bueno, pues como todo en este mundo, cada cara tiene su cruz. Si hasta ahora habíamos andado y nadado por un paraje con historia, evocador y bellísimo, llega un momento en que todo aquello se acaba y el cauce se convierte en un río cubierto de juncos, hierbas, bloques desprendidos y, sobre todo, una interesantísima muestra de plantas pinchudas y/o lacerantes que hacen francamente penoso el avance. Previamente habíamos visto un hito a nuestra izquierda que nos invitaba, mediante guiños, a que saliéramos por allí pero nosotros, fieles a nuestros principios de que hasta el rabo todo es perro, nos empeñábamos en salir justo al lado de la ermita.
Media hora de sufrimiento hasta que vemos una ladera que, pese a estar cubierta de coscojas, parece que nos permite abandonar el cauce e ir a buscar la senda, cosa que hacemos arrastro como los jabalises que bajan a beber por allí.
Pues sí, aparecemos muy cerca de la senda y del vehículo al que llegamos en un tris.
Poco más, obligaciones paternofiliales nos impiden echar en Bolea la galimba correspondiente pero no en Biescas donde cae, no una si no dos, per cápita mientras nuestras santas, sin importarles el olor a barbo, nos ponen ojitos y, arreboladas, nos miran en lo que parece ser la promesa del colofón perfecto a un día por el que no dábamos ni un duro esta mañana.

Hala pues...


miércoles, 5 de febrero de 2014

DESCUBRIENDO (OTRA VEZ) CAMINOS NUEVOS POR SOBREPUERTO...Y RECORRIENDO (OTRA VEZ) LOS YA CONOCIDOS.

Que el único día decente de todo el mes me voy a quedar en casa???? Ni en sueños.
Domingo 2 de febrero. Entre borrasca y borrasca, se intuye una ventana de buen tiempo. Y a dónde vamos??? Por arriba ni de broma. Aparte de que no apetece (que bastante frío pasamos ya en el día a día en el fondo de valle) hay una ventisca fina filipina que se resiste a marchar. Sobrepuerto es un valor seguro. Además, tengo pendiente recorrer un camino nuevo que ha redescubierto y limpiado (él solo muchos días y con algún amigo/a los menos) el incansable Enrique. Así que lo llamo para confirmar que está transitable y me dice que, si quiero, me acompaña. Hombre que no!!! Cojonudo tú. Al final, somos Enrique, Mamen, Kankel y yo los que nos juntamos en Bergua en una de las pocas mañanas soleadas que nos ha brindado este año. Nos acompaña, claro, el Yeti.
Para ir a Cillas desde Bergua hasta ahora, solo se podía cogiendo el Pr que sale dirección oeste paralelo a la pista. Es un camino majo, apto para cualquier época menos el invierno ya que discurre mucho rato por la umbría y hay que cruzar el barranco d'a Pera por unas inestables y acojonantes (dícese de lo que produce acojono, miedo o congoja) troncos a modo de pasarela. Este lo recorrí hace ya un tiempo. Lo tenéis reseñado aquí.
Bueno, pues el caso es que, esta senda, se llama la senda d'o Solán d'Arrás y se caracteriza, como su propio nombre indica, que discurre por un solano. Arrás, voces mucho más autorizadas que la mía, nos dicen que probablemente, proceda de lenguas preindoeuropeas
donde el sufijo Arr- indica lugar áspero y agreste. La abundancia de estratos rocosos que vuelan sobre nuestras cabezas, quizá confirmen esta afirmación.  Porque si, queridos y queridas amiguitos y amiguitas, para coger esta nueva senda hay que bajar hasta las archiconocidas y archipateadas pasarelas de Bergua y coger la senda que nos lleva a Basarán por la umbría d'o barranco A Glera. A los pocos minutos, Enrique colocó un poste con una señal que nos indica que, por allí, iremos a Cillas en apenas 70 min.
Al principio sube con ganas mediante cortas lazadas pero enseguida coge cota y, mucho más suave, rodea la base de la corona de Cillas. Al final, entre pinos al principio y caxicos y fajas después, teniendo justo en frente el lugar de Sasa, llegamos a empalmar (o confluir) con el PR antedicho a pocos metros del barranco Arnitio. A partir de ahora la senda ya es común. Le recorremos y llegamos en breve a la ermita de San Bartolomé donde paramos a echar un bocao que, entre pitos y flautas, llevamos casi dos horas andando.
Una vez almorzaos y con buenos tragazos de vino en el cuerpo, Enrique y Mamen se van a explorar nuevos caminos y Kankel y yo nos vamos de rulo pues éste buen mozo no conoce los secretos de estos parajes y uno, que ya lleva días andando por aquí, se los pretende mostrar.
Así, con Oturia cubierta de nubes como testigo mudo (boira en a Outuría, augua a l'otrol día se decía por estos parajes)  llegamos al arruinado lugar de Cillas donde cada vez hay menos que ver. Si acaso, la ermita de San Vicente resiste con dignidad, aunque herida de muerte, los embates del invierno, los expoliadores y las vacas que se refugian en ella y se rascan en sus jambas hasta que la tiren.
A mi me parece bien lo de subir las vacas a estos parajes en verano, por supuesto. Y que hay que apoyar la ganadería y todas esas milongas, claro que sí. Pero que las vacas campen absolutamente por todas partes, pues no me parece bien, qué quieres que te diga. Todavía vive gente que tiene a sus padres o abuelos enterrados en esos cementerios donde ahora se cagan esos bóvidos que no se caracterizan, precisamente, por su inteligencia y discernimiento. Quizir, que ya que hay monte más que suficiente, tampoco estaría de más que los ganaderos que suben allí los bichos éstos, se molestaran en evitar que circulen por dentro de pueblos, cementerios e iglesias...es una cuestión, a mi modo de ver, de respeto elemental.

Bueno, pues comentando estos razonamientos, y otros que no vienen al caso, salimos del pueblo en dirección a septentrión por el antiguo camino que abandonamos al poco para coger la pista que nos llevará, con nieve abundante, a pasar por al lado de las ruinas de la  ermita de San Blas (Pa Santa Aguedeta -5 de febrero- a nieu hasta a bragueta, pa san Blas -3 de febrero- un palmo más...) y poco después a la Cruz de Basarán donde cogemos la senda que, en pocos minutos, nos lleva a este pueblo.
Justo llegando nos juntamos, sorprendentemente, con unos conocidos con los que charramos un rato hasta que el aire que se ha levantado nos invita a marchar cuanto antes, que empieza a hacer un frío que pela.  
En Basarán, ruina, ruina y más ruina, cogemos otra senda (cada vez más desdibujada) que baja a buscar el barranco d'a Glera al que llegamos tras hacer cientos  de lazadas (bueno,...igual cientos no hay pero ochenta seguro!!!) paralelos al barranco Abe que bajamos este otoño y que ruge a nuestra derecha.
Como me temía, baja furo de cojones y para cruzar nos las vamos a ver. Más si cabe, cuando las dos orillas están heladas y un salto desafortunado dará con nuestros cuerpos (y nuestras mochilas, y nuestros teléfonos, y nuestras cámaras, y nuestras gafas y nuestra comida...) en una poza que cubre suficiente como para amargarnos el día. Kankel se la juega y salta. El Yeti también. Yo, mucho más comedido y prudente, opto por descalzarme. Jodo...pues no se lo que ha sido peor. Salgo con los pies moraos y con el agua que me ha llegado bastante más arriba de la rodilla mojándome todos los pantalones. Venga va, no passssa ná. A disfrutar d'o Puen d'as Crabas.
Después de hacer fotos y asomarnos al inicio de la garganta, cogemos la senda que va por la orilla izquierda orográfica y que, en poco más de 30 minutos nos lleva a la confluencia del barrando d'a Glera con el d'a Pera justo en el único momento del día que entra el sol. Este va a ser el colofón perfecto a la jornada. Paramos, nos descalzamos, nos echamos largos en esas losas que están tibias y nos solazamos un rato (por separado, que os veo venir) antes de comernos los bocadillos y rematar las existencias de vino y té que portamos.
Ahora ya está. Una subida de pocos minutos a Bergua, un vistazo a ver si hay alguien conocido (que no hay), llamada a Enrique para asegurarnos que están bien y no se han caído en algún pozo y bajada a Fiscal donde cae una galimbaza mientras el sol declina y nos calentamos la riñonera en el hogar del bar.
Hala pues...