martes, 29 de julio de 2014

BARRANCOS ARRIESAS Y AS FUEBAS.

El domingo 20 fue un día grande. Después de mucho anunciarlo y de más convencerla, Pirene, se decide, por fin, a desacartonar un neopreno que la última vez que se lo puso tenía hasta acné juvenil (ella, no el neopreno) Así que nos juntamos una buena chupipandi formada por Silvia y J.C, Pirene, su amiga y Josu y Pol y yo. Ahora lo suyo es decidir a dónde vamos para el magno evento.

Hay dos otres barrancos en la cabecera del Sorrosal, allá por los altos puertos de Linás de Broto, que nos hacen tilín hace días. Silvia y J.C ya bajaron uno recientemente y vinieron con buenas noticias en cuanto a su belleza y demás atractivos. Además, hay una piedra misteriosa que me gustaría mirar y localizar... venga, pues pallí que vamos.
Ocho y media en el bar de siempre. Después de las presentaciones y los cafeses que nos pide el cuerpo, cogemos carretera y en un tris estamos aparcando en el puente del Sorrosal, metros después de pasar la población de Linás.
Hace frío, mecaguenlaputa... vaya mierda de verano ¡coño!
Nos cambiamos, repartimos el material y subimos que casi apetece andar y todo para quitarte el frío...
El camino, ya conocido de otras incursiones y excursiones por este valle, sube paralelo al río sin demasiada pendiente y entre un variado, tupido y hoy lustroso y brillante bosque mixto. Cuando nos damos cuenta estamos ya en el puente de la Mercera, donde comienza uno de los descensos. Sin embargo, nosotros continuamos para salir a una pista donde, en frente, vemos el desarrollo del primer descenso que vamos a realizar, el barranco d'as Arriesas. Por evitarnos la cabecera y recortar un poco el descenso, nos metemos en una curva con un hito donde parte un camino, aparentemente muy fácil de seguir..... hasta que andamos 100 metros. Misteriosamente, lo que era un camino muy bien trazado, se ha convertido en una selva impenetrable de buxos, arizones y ortigas arborescentes que hacen las delicias de nuestras piernas y brazos.... Improperios, mentadas a los ancestros de los guías... al final, llegamos a no sabemos exactamente dónde del barranco en cuestión.
Echamos un bocado (afortunadamente la conversación con vino todo lo apacigua) e iniciamos el descenso.
Largo rato entre rampas hasta llegar a una cascada francamente maja. El equipamiento, como cabía esperar, no es todo lo bueno que debería si esto fuera un barranco frecuentado y algunos destrepes se las traen... Aún así, se avanza rápido. Tanto que, cuando nos damos cuenta, estamos cruzando la pista y dos o tres rápeles y una rampa después estamos ya en la desembocadura.
Pues no ha estado mal, pero vamos... tampoco es para tirar cohetes...
Pirene y Susana terminan aquí su jornada barranquista. Se bajan a las furgos y nos esperarán allí charrando y echando cafeses o lo que tengan a bien hacer mientras nosotros nos vamos al de As Fuebas.
En 10 minutos escasos nos plantamos en la cabecera. Hacer no hemos hecho, pero tengo un hambre... Bajamos al río, justo debajo del puente y se hecha a llover... pero a llover con ganas de forma que nos comemos lo que llevamos como indigentes, debajo un puente y mojándonos.
Allí mismo ya tenemos un salto muy majo. Parece que este barranquillo promete un poco más que el otro y así es. Los dos o tres primero rápeles la verdad que son bonitos y el minipasillo estrecho vigilado por un señor tejo varias veces centenario también es francamente chulo. Lo malo es que eso es todo... Se acabó el barranquillo en cuestión. Bastante menos de una hora nos hubiera o hubiese costado descender si no fuera porque, una de las razones de la visita a este paraje, es la existencia de una piedra y una fuente llamadas respectivamente Piedra y Fuente de la Pata del diablo. ¿Y qué tiene que ver esto con el barranquismo?  Pues nada, pero a los sitios hay que ir con ojos abiertos y ganas de aprender que los abuelos cuentan historias muy majas y de un alto valor antropológico, cultural y recreativo. Y si no, echarle un ojo a éste vídeo que hemos encontrado por esto del internete... que ahora si que veo que hay de todo. (el otro día encontré hasta una chica enseñando las tetas, con que no te digo más...) Estooooo... ¡A sí!, ¡El vídeo!.... Este es...
Se que lo estaréis pensando.... Los turistas, para el indígena autóctono, tenemos la misma
consideración que los ladrones y los maquis... Y sí, bebimos en la fuente, aún a riesgo de nuestra salud, así que me vais a aguantar varias décadas más...
Hala pues...

jueves, 24 de julio de 2014

UNA VUELTA POR ZONAS DESCONOCIDAS DEL BALNEARIO

El sábado me quedo solo. Hay veces que las cosas vienen así y no hay nadie con quien ir a darte un rulo por el monte (excepto el perro que siempre está dispuesto y contento por venir). Así que, como en casa, por supuesto, no me voy a quedar, me organizo varios planes a ver cual me apetece más una vez levantado.
Subo valle arriba, me desvío en Panticosa y, casi sin darme cuenta, estoy aparcando en el balneario. pues nada... algo haremos por aquí. Y eso será, dios mediante, el pico Sarrato que, con sus 2884 m. de vellón domina la cuenca lacustre de Bachimaña. Hace días que le tengo echado el ojo a un pikachu del que no hay mucha información... y es que, rodeado como está de tresmiles, quien va a subir a 2884 m.? Pues yo, y alguno más... allí que vamos.
Camino de Brazato y desvío conocido a las balsas de Lumiacha. Hace un mes estuvimos por allí fotografiando droseras. Hoy lo que hay es una espectacular, preciosa, grande y llamativa mata de Lilium pyrenaicum en plena floración pese a lo tardío de la fecha. Por supuesto, le hago los honores y
"pierdo" allí mucho rato fotografiándola desde todos los ángulos que se me ocurren. Pocas veces se tiene el placer de estar solo y ante semejante maravilla como para fotografiarla a placer si que nadie te de prisa... Y ya que estoy allí, voy a almorzar al lado de esta joya que huele a semen....cada cual que piense lo que quiera.
Una vez almorzado, cojo una mínima senda que primero va hacia la izquierda y luego hacia el norte. Es la senda de los mulos que subía a Bachimaña sin pasar por la cuesta del fraile de la que había oído hablar más de una vez pero que nunca había transitado. Al principio está un poco confuso pero luego se clarifica y es una senda perfectamente trazada con muros de mampostería que la sostienen y todo en los pasos más empinados.
Pues lo cierto es que es muy maja y, será por la novedad, pero se me hace bastante más llevadera que la otra. Cuando me doy cuenta, estoy ya muy cerca del refugio que se ve allá abajo.
Sin embargo, tras vistazo al gipi, me voy hacia naciente a intentar llegar al segundo de los ibones de los que pretendo disfrutar hoy. En un pis-pas, entre prados floridos y algún nevero residual del que sale un mangazo de agua como el Ebro en sus mejores días, llego al ibón de Coanga, escondido, casi acurrucado, tras un umbral glaciar.
Lo rodeo y los hitos invitan a continuar por la orilla izquierda y a ir subiendo sin camino definido.  El siguiente será el ibón de Xuans. Pero mira por donde, se ha nublado mucho y empiezan a caer las primeras gotas. Echo mano a la mochila y el goretex que debería estar allí, no está. ¡Cojonudo! Que me calo en un minuto y  que suenan dos truenos demasiado cerca, me hacen cambiar de planes casi sin reflexionar. Vistazo al GPS y a coger un camino que me va a pasar de la cuenca lacustre (o ibonustre, en este caso) de Xuans a Labaza. Parece imposible pero sí, en una cresta defendida por abismos en todos lados y con la roca demasiado resbaladiza para mi gusto ahora que llueve, veo un hito gigante que me invita a ir hacia él. Al otro lado, se abre un corredor de roca suelta, con alguna traza de paso, que es el único sitio por el que se puede bajar. Joder, sin el GPS no encuentro este paso ni de coña!!! aún va a resultar que son útiles los chismes éstos... Más mal que bien, llego a orillas del ibón de Labaza . Ha dejado de llover pero sigue muy nublado y tronando hacia el Garmo Negro... no se yo... estoy muy lejos de cualquier sitio ahora mismo...
Me acerco a una cota que tengo allí mismo. Apenas una colineta que levanta 100 m. por encima del nivel del agua y resulta que tiene nombre y todo. Pues mira, no voy a subir al Sarrato pero he subido al cerro Gascón que con sus 2517 m, domina estos parajes. Desde aquí descubro dos nuevos ibones, los de Serrato,  y la bajada acojonante que me queda para llegar al balneario. Así que nada, con paciencia, me ato bien las botas e inicio el descenso por un camino no demasiado bien marcado pero que, con un poquito de intuición y ahora que ha parado de llover, se sigue medio bien.
Ya está, a la altura de una pequeña caseta parte un sendero perfectamente trazado que continúa haciendo lazadas a coger el que sube a Brazato. Sin embargo yo, como no he andado bastante, allí mismo cojo el trazado de una tubería que me lleva muy cerca de dichos ibones.
No se que haga, si continuar hacia arriba, a Brazato, o bajar definitivamente hacia el balneario. Brazato ya lo conozco, casi hace frío y tengo un hambre que me comería un cochín sin pelar... hala, me voy para abajo definitivamente.
Pues ya. Bajo despacio, disfrutando del día que se ha quedado, de las miles de flores que tapizan estas laderas y casi sin darme cuenta, estoy otra vez en el balneario después de 12 km y más de 1100 m. de desnivel. No he estado en el pico Serrato, al que iré más pronto que tarde, pero me he hecho una circular bien maja pese al tiempo y por parajes que desconocía.
Bueno, pues aquí tenéis el track del recorrido.
Hala pues...

lunes, 14 de julio de 2014

I ANDADA SOBREPUERTO (y 2)

Madre mía que dolor de cabeza!!!!!! ¿Será la altura? No, estamos apenas a 1300 m. ¿Habré dormido
mal? Pues no, me dicen que roncaba como un gorrino y que no me he enterado de nada en toda la noche. Y esta botella de güisky vacía??? A ver si va a ser eso???? De una forma o de otra, me arrastro dando tumbos al refugio donde han dormido la mayoría en busca de la señora de las drogas. La mayoría están moviendo ya y David hace ratos que ha preparado las mesas y está haciendo café. Joder, que gustazo!!!! La señora de las drogas me administra un ibuprofeno que, junto con el café de cafetera, me deja nuevo en unos minutos.
Desayunamos como en un buffet libre y con buen ánimo recogemos el refugio y nos disponemos a concluir estas dos jornadas intensas de convivencia y buen rollo.
De momento, toca ir de Cortillas a Sasa. Y el camino, para variar, empieza bajando que, parece que no, pero también anima... Así que en apenas una hora nos plantamos en el valle del barranco d'a Balle donde yace, cautivo y desarmado, lo que queda del orgulloso molino de Casa Cosme. Hace unos años lo visité por primera vez y se podía apreciar toda la maquinaria. Hoy, apenas se puede andar por entre las ruinas.
Unos metros nos separan de las movedizas y casi peligrosas pasarelas que cruzan el río. Hoy, sin embargo, no supone ningún problema vadearlo por un lateral aunque algún@ se arriesga a pasar por encima ante la atenta mirada del resto que esperan, como buenas personas que son, que se cruja, se caiga al agua y tengamos material para descojonarnos durante muchos días.
Una subida suave y umbría nos lleva a Sasa donde paramos un rato para ver lo que queda de las antaño altivas casas señoriales e infanzonas. Como es pronto, vamos a coger el precioso camino que parte de este pueblo y que nos llevará a la Pardina Fenérs.
La verdad es que yo tengo debilidad por este paraje. Es lo más cercano al paraíso que hay en estos contornos. Bosques, prados y ríos... no hay abismos, no hay peñas, ni riscos, ni escarpaduras.. solo bosque cerrado y montañas de perfil redondeado.
Aquí paramos a almorzar mientras se levanta viento y en el ambiente se respira esa  sensación de que, más pronto que tarde, nos va a caer la mundial.
Tampoco nos preocupa demasiado... hasta Bergua queda un corto paseo por medio de un bosque denso y tupido que nos hará de paraguas llegado el caso. Así que almorzamos, nos hacemos fotos y nos entregamos a unos minutos de asueto y holganza que nos los hemos ganado y el lugar bien lo merece.
En fin, que cogemos la pista que nos llevaría Fiscal para dejarla a nuestra izquierda y coger otra que enlaza, a su vez, con la que de Bergua va a Sasa. La seguimos un rato y nos metemos en el precisos camino que, rodeado de paredes y musgo, nos lleva directos a nuestro objetivo. Y aquí sí, aquí empieza a llover como si no lo hubiera hecho en muchos días y nos jode el final de la travesía. Más todavía, había previsto una comida campestre de todos los participantes y allegados y ahora a ver donde coño la hacemos.
Nuestra salvación se llama Teresa y su bar "La Tiendecita".  La invadimos,  la ocupamos y ella, con una sonrisa, nos deja hacer. Así que, como podemos, nos apretujamos los 30 de la travesía, más algún invitado de la Asociación Amigos de Sobrepuerto, más los Gaiters de Samianigo que habían venido a darnos la bienvenida, más alguno de los autores de la guía que se va a presentar en apenas dos horas, má algún@ allegado de uno y de otro, somos más de 50 los que disfrutamos de una ensalada y un fidegüá maridado, magistralmente, con vino rancio.
Ha dejado de llover. Ha salido un sol tibio que reconforta y que hace corta la sobremesa. Tanto que hay que recoger a toda prisa para irnos a la preciosa ermita de San Bartolomé de Bergua (afortunadamente salvada de la ruina... parece hasta raro y todo...) donde se procede a presentar, rodeados de muchísima gente, -¿Qué tendrá este paraje que no deja indiferente a nadie y el que lo conoce se enamora de él?- la Guía de Sobrepuerto donde numerosos autores hemos volcado lo mucho (o lo poco en mi caso) que sabemos de este rincón privilegiado y casi perdido del Pirineo.
Y se acabó. Lo que pretendía ser un experimento ha superado, con creces, nuestras expectativas.
La presentación de la guía a sido la excusa, pero visto lo bien que ha salido, los días tan majos que hemos pasado y la gente tan chachipiriguay que ha andado por estos caminos, ya estamos cavilando la II andada... Esto lleva camino de convertirse en un clásico.
Hala pues...

miércoles, 9 de julio de 2014

I ANDADA SOBREPUERTO (Parte I)

Bueno, pues ya está. Después de varias reuniones (con merienda incluida), cientos de correos, guasaps y llamadas cruzadas y un accidente de última hora de una de las personas que más habían trabajado y apostado por esta actividad, las asociaciones O Zoque de Yebra y Erata de Biescas, organizaron, el fin de semana del 5-6 de julio la I Andada de Sobrepuerto con dos motivos fundamentales, a saber: Divulgar los valores patrimoniales, culturales, deportivos, paisajísticos y medioambientales de ese espacio que un día quiso ser espacio protegido y que por culpa de media docena de impresentables no lo fue y presentar al respetable la guía definitiva de Sobrepuerto escrita por varios autores de renombre, cada uno en su campo, y por el que esto escribe que, aunque no es un autor de renombre ni falta que le hace, también fue convocado para participar en esta magna obra.
Sábado a las seis de la mañana en la plaza de Yebra. A ella acuden 28 personas apuntadas más cinco de la organización. Pese a que la mayoría de gente no se conoce entre sí, empieza a respirarse buen rollo. Nos organizamos con los coches y arreamos para Bergua donde aparcamos.
Los primeros momentos de cualquier grupo que no se conoce son siempre igual. Uno, que ya lleva muchos años en estos menesteres, intenta motivar, hacer participar y romper los grupúsculos para que interrelacionen entre ellos... esto lo aprendí hace muchos años ya en un curso que creo que se titulaba algo así como Psicología y pedagogía aplicada a actividades en el medio natural o algo así.... cuando en el monte se buscaba algo más que segregar adrenalina y subir a más de 3000 m.
Bueno, pues que no hace falta aplicar esos conocimientos. Que enseguida la gente se interrelaciona, habla y comenta mientras alguno empieza a sudar subiendo a Escartín.
Llegamos al pueblo. Hoy se celebra la XVI Fiesta del recuerdo en la que se reúnen exhabitantes, descendientes de éstos y amigos de este pueblo. Ya subió un grupo ayer. Varias tiendas de campaña dan fe de ello aunque gente, lo que se dice gente... no se ve hasta que no nos ponemos a pasear por las calles y los sacamos de su letargo.
Almuerzo en una era, un poco de charrada para irnos conociendo y vamos a buscar el camino de Matils que anda que no nos queda ni nada...
De Escartín a Otal hay una buena tirada. Se sube mucho en la primera mitad para mantenerse justo en el límite del bosque y bajar en picado hacia el pueblo. Todo el camino se sigue bien y en él, encontramos innumerables huellas de la vida que hubo por esos parajes. Campos, paredes, casetas, bancales.... todo en acelerado proceso de ruina. Somos la última generación que lo verá esto en pie... Eso sí, la naturaleza se muestra exuberante, exultante, fértil y feraz como pocos años por estas fechas.
En Otal visitamos su arruinada iglesia. BIC desde 2004, nuestro Desgobierno no debería habérsela dejado caer ya que es responsabilidad suya el mantenerla en pie. No lo hicieron, claro, es mejor destinar dinero a eventos ruinosos como la Expo y se cayó. Es lo que tienen los edificios, que si no se mantienen se caen. Poco después, y ante la presión de varias asociaciones, (mientras otras escondieron la cabeza o los jalearon de forma servil) anunciaron a bombo y platillo que la iban a restaurar y que las obras empezarían la primavera pasada. Como siempre ¡Los cojones! Estamos gobernados por sinvergüenzas que mienten impunemente y sin que se les exija ninguna responsabilidad. Y esta es una más, quizá no la más importante, pero da idea de la calaña de gente a la que votamos y, lo que es más grave, mantenemos a cuerpo de rey (y reina, e infantas, y cuñados, y escoltas, y asesores, y los del protocolo, y los jardineros de palacio, y....). En fin... que vamos a seguir con lo que nos ha traído hasta aquí. De momento damos una vuelta para ver  lo que va quedando de sus casas y comemos al lado del nogal de la plaza.
Como anécdota curiosa se enamora de Pol y de mi una Rosalia alpina. Para muchos es un cuco asqueroso y azul, para otros un bioindicador de bosques bien conservados y de naturaleza prístina que, como la iglesia, merece la mayor de las protecciones.
Una vez comidos y alguno dormido, y aún a riesgo de motín del que hay algún conato, continuamos la marcha bajando a coger el recién nacido barranco de Otal.
Por senda bien maja, umbría y boscosa, cruzamos el río un par de veces hasta dar con el vehículo que nos sirve de apoyo.
Pensamos que sería buena idea llevar una nevera llena de galimbas y otras bebidas al único sitio de los que vamos a transitar en el que se puede llegar con coche... Pues mira sí, ha sido buena idea... hay que joderse, la gente con qué poco se conforma.... Claro que echarte una cerveza fresca allí tiene mucho más mérito que echártela en casa repantingado en el sofá viendo Mira quien salta (por poner uno de los mejores programas de la parrilla televisiva).
Hidratados y salados, continuamos por la orilla izquierda del barranco. Primero por pista y luego otra vez por sendero precioso que nos lleva al simpar, singular y sorprendente puen d'as crabas.
Algunos ya lo conocía pero otr@s se quedan embobados con un lugar donde el agua, la roca y la vegetación se conjugan de forma perfecta. No en vano los antiguos ya vieron, en la conjunción de estos tres  elementos, manifestaciones de la divinidad que, hoy por hoy, deben activarse todavía en nuestro córtex cerebral cada vez que llegamos a alguno de estos parajes.
Apoteosis de fotos, exclamaciones y vueltas por un lado y otro. Aunque nos queda un buen rato aún, no me importa perder aquí todo el tiempo que haga falta para que la gente disfrute del paraje.
Pero al final hay que volver a la "dura" realidad. Tenemos delante más de 400 m. de desnivel para subir a Basarán y por un camino no demasiado limpio. Aún así, la gente lo coge con buen ánimo y alegría (la conjunción galimba+belleza natural debe tener algo que ver) y nos plantamos en Basarán casi sin enterarnos.
Poco se puede ver en este lugar y la ermita de la virgen (ante la promesa de ver otra gemela en Cillas) la dejamos allá, mirando con su aspillera vacía el desarrollo del valle del Forcos o Glera.
De Basarán a la cruz y de allí a Cillas se hace sin parar y sin hablar. Llevamos ya una buena somanta y la gente está más por llegar y descalzarse que por ver piedras desubicadas. Aún así, recorremos Cillas, visitamos la ermita de San Vicente pese algún conato de rebelión (esta vez con motivos) y ya, sin más demora, vamos a Cortillas donde ya vemos fumiar a chaminera.
Efectivamente. David nos está esperando con todo preparado para cenar. Y cuando digo todo, digo todo. Desde cerveza fresca a chorizo y chulla como pa una boda, sin olvidar a nuestr@s amig@s vegetarianos que tienen menú especial acorde con sus querencias (que no comparto pero respeto.... con lo bueno que está el chorizo ¡por Dios!).
Claro, hay vino y cava y hasta licores espirituosos, de forma y manera que, tras los postres, los muchos se van a dormir y los menos salimos a la plaza donde la noche discurre plácida entre buena conversación, y buen rollo al principio y descojonos generalizados al final mientras esculamos lo que queda de una botella de güiski... lástima de no tener música. Este tema, para el año que viene, habrá que pulirlo un poco.... Hala a dormir, que son las dos de la mañana y hay que madrugar... pero eso, ya será otra historia.
Hala pues...

miércoles, 2 de julio de 2014

BARRANCO DE FORRONIAS

Había una vez, en un valle muy lejano, muy lejano, cerrado por unas montañas muy altas, muy
altas, un barranquillo muy bonito, muy bonito que unos chicos y alguna chica muy valientes, muy valientes, querían bajar. Pero mira por dónde que había un alcalde muy malo, muy malo, que se sacó de la manga un decreto por el que prohibía su descenso a cuenta de no sé qué  traída de agua que resultó que era papel mojado (nunca mejor dicho) porque un alcalde no te puede prohibir bajar por un río que, por lo visto, debe ser propiedad de otras administraciones. Destituido, muerto o derrocado el alcalde susodicho, (que te mandaba a la benemérita a poco que te veían sacar cuerdas de un maletero aunque fuera o fuese para ahorcarte en un árbol próximo) se abre la veda para bajar dicho curso de agua, -o barranco- que, además por su belleza, deportividad e interés medioambiental bien merece una visita -o dos-.
Así que, por una cosa o por otra, ninguno de los valientes montañeros lo habían bajado pese su obviedad desde la carretera del balneario, excepto uno que lo había hecho (el bajar, se entiende), por última vez, el día 18 de junio de 1995.
Sobre él recae la responsabilidad de buscar y encontrar el camino de acceso pese a que, desde que lo bajó por última vez, el Pirineo se ha elevado 6'43 cm y el barranco, probablemente, se habrá ahondado un par de palmos, pulgada arriba, pulgada abajo.
Aún así, el valiente montañero despliega todas su dotes de orientación, rastreo y guiaje (bueno y un gps) y lleva a sus amiguitos y amiguita a la cabecera del barranco en un plis plas sin dudar, titubear ni vacilar un ápice.
Llegados a este punto, constatan con alegría y cierto temor que en la cabecera (que siempre o casi siempre está seca) baja agua abundante y que ésta se incrementará notablemente por un par de surgencias, auténticas curiosidades a la vez que bellezas naturales, que encontrarán por el camino (descenso, en este caso).
Desayunan tranquilamente, se avían con los instrumentos propios y necesarios para realizar la actividad a la que han sido convocados en este paraje e inician el descenso.
El barranco presenta un marcado perfil en V  desarrollado sobre calizas y, aunque nunca se llega a cerrar, la belleza va in crescendo conforme bajan y descienden las numerosas cascadas, resaltes, escalones y marmitas que les salen al paso.
Más o menos a la mitad, un rumor sordo y aparentemente lejano les delata la existencia de la supraescrita surgencia que, como si la rotura de un dique de contención se tratara, amenazada con reventar la montaña,  tal es la presión y caudal que sale por esa raja húmeda, voluptuosa y epicúrea como pocas. Tal es la sensualidad y belleza del lugar que las parejitas (cada cual que piense lo que quiera) se arrogan a un festival de besos, tocamientos y roces que hacen subir la temperatura ambiental bastante más que la del agua que, ahora mismo, es fría de cojones.
Tres cascadas, tres...(cataratas o saltos de agua se entiende en este caso) son las que les quedan para finalizar esta actividad gozosa, divertida y solaz que promete un fin de fiestas casi épico dado que las cascadas (o cataratas) que quedan por descender son largas como un día sin pan y el caudal, ahora mismo, se ha incrementado alomenos un cuatrocientos por cien con respecto al que han disfrutado en cabecera.
En la cascada (o catarata) antecedente (¿o precedente?) la que va después, coño!!!! de la surgencia les asalta una duda que, pertinazmente, les rula por la cabeza. Si llegarán las cuerdas y, en caso afirmativo, si habrá debajo un rebufo comebarranquistas dado el incremento notable del caudal. Tras acalorada deliberación, mandan a uno de los valientes en misión exploratoria  mientras éste, consciente de su funesto destino, les increpa y les asegura, que si sale vivo de ésta, no les vuelve a hablar nunca más.... todo esto de buen rollo, of course.
Pues bien. No hay problema. Ni en esta ni en la subsiguiente pese a que ésta presenta una marmita colgada con paredes pulidas y profundidad variable que les hace patinar, resbalar y resoplar para salir de ella más de lo que, por dignidad, sería deseable.
Una última cascada (o catarata) les queda para rematar la faena. Y ésta es la más larga, de cuarenta y pico metros de vellón de los cuales, más de la mitad, son volados.
Y ya está. Pese a las dudas y reticencias iniciales y finales, el guía valiente los devuelve otra vez al coche sin dilación y sin dudar para concluir la jornada (al menos en lo que se refiere de su parte barranquista-aventurera) en el cortijo de la novia de uno de ellos mientras éste les deleita con un concierto de violonchelo (con más voluntad que acierto) entre trago y trago de cerveza.
Hala pues...