lunes, 27 de enero de 2014

CIRCULAR POR BELSUÉ Y CIFUENS.

Ya era hora, coño. Entre los fenómenos meteorológicos adversos, las guardias y otros eventos incompatibles con el monte, hacía días que no salíamos a ventilarnos de buena manera. Así que allí estábamos, agazapados en nuestras guaridas esperando a que los dioses tuvieran a bien concedernos una tregua para poder sacar nuestros mohosos huesos a pasear.
El domingo se vislumbra una ventana de buen tiempo entre frente y frente de lluvinieve. Y de ir, hay que ir al sur, que por aquí arriba está todo de mírame y no me toques. A Guara, claro. Será por rutas chachis y por parajes espectaculares. Llamo a Roberto que está igual que yo, mordiendo los barrotes intentando escapar, y consensuamos en zerocoma una ruta que hace días que le tengo ganas. No es por la dificultad ni la deportividad (que no la tiene) si no por que es una conjunción perfecta de paisaje, historia, patrimonio y un poquito de dificultad para darle sabor. Allí que vamos.
Quedamos, sin madrugar, en el Mesón la Foz donde nos echamos un café rodeaos de escopeteros con gorras color butano. De allí, por la carretera vieja, a Belsué y poco más allá al puente de Lúsera donde aparcamos.
La senda, sin pérdida, bordea el embalse de Belsué por su orilla izquierda y desemboca en la presa. Presa que se construyó en 1909 para abastecer de agua de riego a la tierra llana y de la que desaparece casi toda el agua por sumideros, grietas y simas que tienen estas tierras calcáreas. Cuentan que, cuando los naturales del país les decían a los ingenieros que d'ixe entibo s'en iría toda l'augua éstos les contestaron que nunca habían visto un ingeniero con abarcas y calzón. Al final, los ingenieros de verdad, los que debían ir con pajarita, se la tuvieron que envainar y, ante el descojono de los aldeanos y las coplas que les hicieron, construir otro embalse debajo, el de Cifuens, que, como su propio nombre indica, trata de recoger las surgencias, manantiales y fuentes filtradas de uno y otro.
Vaya currada que se cascaron allí la gente. Todavía queda, debajo de la presa, lo que parece ser un pueblo en ruinas y que no es más que los barracones y talleres donde vivieron aquellos currantes. Visto con la perspectiva de ahora, aquello no era trabajar, aquello era joderse la vida por una miseria en un paraje que a nosotros nos parece idílico pero que aquellos hombres lo debieron ver de manera muy diferente. Y pensar que hay malnacidos que, hoy en día, pretenden que volvamos a trabajar por la comida...mira, mira, que me pongo de una mala hostia.....
Bueno, hala, que seguimos. Cruzamos la presa y cogemos un camino tallado en la roca en la orilla derecha orográfica. Completamente llanos, vamos cruzando pequeños túneles. En este tramo se instaló una vagoneta con raíles que trasportaba el material desde el embalse de arriba mientras se construía el de abajo. En un momento dado, vemos sobre nuestras cabezas la cueva de Toro, uno de los lugares que nos hemos propuesto visitar.
Porque si, queridos y queridas amiguitos y amiguitas, la cueva del Toro de Belsué es un lugar mágico. En ella se encontró cerámica romana y visigoda, un tesorillo de monedas bajoimperiales y la leyenda cuenta que hay un toro de oro a tamaño natural, escondido para el guay que lo busque y lo encuentre.
Hace muchos años, me metí en esta cueva. Siguiendo las más elementales normas de seguridad en montaña, vine solo y no dije a nadie a dónde iba. Por supuesto, me perdí dentro, se me acabaron las pilas del frontal y aquella búsqueda del toro de oro se convirtió en uno de los días más angustiosos de mi vida hasta que, después de mucho rato dando vueltas a oscuras, salí al exterior. Y el caso es que la topo de la cueva es bien sencilla pero algo debe tener porque no soy el primero al que le pasa.
Justo cuando entramos, sale el sol por Gabardiella y nos obsequia con un juego de luces y sombras que, solo por eso, ya ha merecido la pena venir. Entramos hasta que hay que arrastrarse para seguir. Como todavía queda mucho día por delante, decidimos continuar y dejar el barro para otra ocasión. Además, a ver si vamos a encontrar el oro y este gobierno de sinvergüenzas nos hace pagar el 20% para hacienda...claro, que igual lo podemos pasar por obra de arte y entonces solo nos piden el 10%. O lo desmontamos (porque se podrá desmontar) y nos lo llevamos a piezas a Suiza...hala, venga lo pensamos y volvemos otro día.
Bajamos nuevamente al camino, que sigue prácticamente llano durante mucho trozo, hasta que, a la altura de la presa de Cifuens, empieza a subir ligeramente.
Así se mantiene, en ligera subida y recién desbrozado, hasta el collado donde, pocos metros más al sur, encontramos el dolmen del Gargantal  o de Belsué o de la Piatra, que de todas formas se le llama. Llama la atención el tamaño de la losa de superior y, sobre todo, la diferencia de tamaño de los dos ortostatos, de forma que el del norte es mucho más pequeño que el del sur y le da apariencia de chapuza neolítica más que de sepultura colectiva que lleva allí más de 5000 años, día arriba, día abajo.
Ahora toca coger una pista, convertida en senda, y que, en fuerte subida, nos deja en otra pista que nos llevará, ya en descenso por medio del paco Adriana, al refugio cerrado de Peña Guara. Durante este tramo, hemos visto varias flores de Crocus nevadensis, lo que nos indica (A Dios gracias) que la primavera cada vez está más cerca.
Solo nos queda descender un centenar de escaleras hechas por los currantes del embalse, para llegar nuevamente a la presa y de allí al coche.
Pero esto no acaba aquí, queridos y queridas amiguitos y amiguitas, resulta que, pegada a la escalera, una grieta en la caliza, que casi pasa desapercibida, nos abre un mundo nuevo de estalactitas, estalagmitas, gourgs, coladas, banderas y demás espeleotemas. Se trata de la cueva de la Artica y que, por supuesto, visitamos.
En la década de los 70 del siglo XX, espeleólogos del GIE Peña Guara desobstruyeron una grieta que ocultaba una cueva sepulcral donde hallaron cenizas, restos humanos y algunos objetos de cerámica.
No podrían, aquellas gentes que vivieron 5000 o 4000 años atrás, haber elegido lugar más bonito para dejar a sus muertos. Lástima que las fotos no salgan bien y no sean capaces de describir la belleza de esa cueva que recorremos de cabo a rabo durante un buen rato.
Al final, cansados, sudorosos y aquejados, en mayor o menos medida, por el síndrome de Stendhal, abandonamos las entrañas de la Gran Madre para bajar a comer a la presa del pantano mientras el cielo se cubre y empieza a soplar un viento que, a ratos, resulta francamente desagradable.
Poco más. Lo que queda es un trámite que nos lleva al coche y éste a Arguis donde nos apretamos una galimba con la sensación de que el día a merecido realmente la pena.
Track esta vez no hay, que entre túneles, cuevas y demás, el Gipi se ha vuelto loco. De todas formas, buscando en esto del internete no es difícil encontrar uno ya que debe ser una ruta que se hace bastante.

Otra cosa, y ya termino, hay un usuario de wikiloc llamado Alex Sanma que ha intentado ponerse en contacto conmigo y yo no le puedo (o no se) responder. Si crees que soy la persona adecuada para darte consejos, que lo dudo, mándame por aquí tu correo electrónico y me pongo en contacto contigo.

Hala pues...

domingo, 12 de enero de 2014

SANTA OROSIA-CUEVA DE ISÚN Y PASO BARRENAO

Creo que todo el mundo, de los que salimos habitualmente al monte, debemos tener algo así como una montaña preferida. Un sitio al que vamos desde pequeños y que recurrimos a él cuando no se puede (o no se quiere) acometer empresas mayores. Bueno, pues para mi, esa montaña, es Santa Orosia.
No pongo todas las veces que subo porque la mayoría de las veces lo hago por la senda de Isún para bajar por la de Sanromán. Tengo calculado al minuto el tiempo que me cuesta. Al final, a lo tonto, son más de 700 m. y 10 km los que te comes en un par de horas. Bueno pues esto lo hago habitualmente, cuando quiero entrenar un poco, cuando me despacha la jefa de casa, cuando quiero huir del mundanal ruido, cuando me persiguen los colombianos, cuando me entran ganas de matar (o por lo menos de escupir) a algún ministro/a....y no siempre lo pongo aquí, queridos y queridas amiguitos y amiguitas, porque el camino es el que es y el recorrido es el que he descrito ya varias veces. Sin embargo, el otro día, subí como siempre por Isún pero introduje algunas variantes que me gustaría contaros por si alguno o alguna se decide o decida a subir y repetirlo o repetirla y, de paso, conocer algo más de la intrahistoria de esa montaña sagrada.
Eso sí, si la repetís, llevar el track, porque el recorrido no es evidente y ya sería gordo que a vosotros y vosotras, curtidos y curtidas montañeros y montañeras, os tuvieran que sacar enrriscaos (o enrrallaos) de un monte como ese, de apenas 1600 m. sobre el nivel del mar en Alicante.
Pues nada, de Isún hasta mucho más arriba del pinar, como siempre, por la senda. llegamos a un punto en el que pasamos casi por debajo de las p*t*s antenas de Santa Movistar y San Vodafone de la cobertera y metros mas allá (puse un mojón que no se cuanto durará) hay una zona débil en la muralla por donde trepamos hasta subir al puerto.
Se trata del llamado "Bajadero Periel), lugar por donde bajaban los de Isún cargados con las patatas que cultivaban arriba hasta que uno de Casa Periel, se mató despeñado.
Pues hombre, difícil, lo que se dice difícil no es...ahora bien, un patinazo allí y la hostia es guapa, más si cabe, si vas con un saco de patatas en la chepa. Una vez superado, nos recibe una ladera pendiente de arizón que, en pocos minutos nos deja donde estaba la mallata de Isún y que hoy está completamente arrasada.
En vez de subir un poco más y coger las plácidas campas que nos llevarían a la ermita, sigo sin ganar altura para introducirme en la cueva de Isún, donde ya estuvimos el invierno pasado.
Aún está allí el belén que colocan los del GMS y la estrellita de navidad de la que no voy a volver a decir nada. Bueno, pues siguiendo la vira hasta el final, hacia sol naciente, donde parece que termina y que nos vamos a despeñar, encontraremos una mínima faja que nos permite pasar al puerto de Sanromán.
Se trata del "Paso barrenao" llamado así porque varios hombres (incluido mi abuelo) lo abrieron a base de dinamita a principios del siglo pasado para que pastores y ganado pudieran pasar de lado a lado sin tener que volver a subir.
No es difícil pero a nuestra izquierda tenemos la pared y a nuestra derecha un abismo del copón, hay que ir agachado, la mochila te pega arriba y hoy, además, chorrea agua por todos lados. El Yeti, sin embargo, lo pasa y lo vuelve a pasar una docena de veces encorriendo algo que me ha parecido un armiño o una paniquesa.
Una vez superado, solo tenemos que buscarnos la vida sorteando buchos y erizones para coger la faja que, en descenso, nos lleva a otra mallata, la de Sanromán.
Situada en un lugar idílico, rodeada de paredes rocosas y de bloques desprendidos que la protegen de los vientos del norte, aparecen las ruinas de la caseta donde los pastores debieron refugiarse desde mucho antes de la edad media. Merecería la pena, con muy poco dinero, restaurar esta pequeña joya de la etnología.
Allí, en ese lugar, aparecieron también varias "puntas de rayo", lo que demuestra la antigüedad de la presencia humana en esa montaña.
Ya sin pérdida, se coge el camino que desciende entre rocas primero y entre bosques de caxico después hasta llegar al pueblo de Sanromán. Poco más. En apenas un cuarto de hora recorro la pista que une este pueblo con Isún al que llego justo cuando está empezando a llover.
Hala pues...

martes, 7 de enero de 2014

PICOS BACÚN Y LETA, CIRCULAR DESDE IGUACEL

Actividad postnavideña y prenochevieja que trata de desengrasar, de licuar y de osmotizar todo lo que en estos bonitos días donde nos dice el Corte Inglés que reina la paz y el amor,  nos hemos metido entre pecho y espalda.
Quedamos el día 29 Kankel, J.C, Silvia, el Yeti y el que esto escribe (Bueno, con el perro no quedamos, que no tiene guasap, viene y ya está...) y, desde Villacloro, nos acercamos al valle de la Garcipollera, que no es que se llame así (como seguramente habéis pensado todos y todas) por el desmesurado aparato reproductor de un tal García si no que el curioso topónimo procede de la voz medieval Vallis cepollaria o valle de las cebollas que, como todo el mundo sabe, van bien para la p*ll*. ¿Veis? Al final no ibais tan desencaminados...en el fondo, todos tenemos alma de filólogo.
Pues eso, que nos subimos valle arriba hasta donde termina la pista, previo paso por un dique de contención en el que hoy baja agua más que abundante. Bien se nos vale de los polvorones y el ternasco que nos han hecho ganar un par o tres de kilos a cada uno y esa kangoo ni se menea pese a que le llega el agua más arriba de mitad de la rueda.
Aparcamos, nos cargamos de atalajes y subimos por una senda marcada como GR. Hemos cruzado el río y dejado muy cerca, a nuestra derecha, la impresionante iglesia de Sta. María de Iguácel, primera iglesia de estilo románico pleno que se construye en la península y situada en un circo enmarcado por los picos que hoy pretendemos subir.
La senda hace que, en breve, deseemos no habernos comido aquel último langostino. Afortunadamente dura poco y enseguida llegamos a la cuerda de la loma por donde discurre una pista y la pendiente se suaviza ostensiblemente.
Poco dura la alegría en casa de la familia Urdangarín-Borbón. Enseguida sale una senda marcada con hito que nos introduce en un pinar donde hay que ir buscándose la vida, como debe hacer el Exmo. sr. Bárcenas en la cárcel. Paramos, echamos un bocao y nos calzamos las raquetas que la nieve es ya continua.
No hay pérdida, ahora consiste en no decantarte ni a la izquierda ni mucho menos a la derecha y, con talante y siempre por el centro, llegar al primer pico de Bacún o Bacún sur situado, ni más ni menos, que a 2113 m. sobre el nivel del mar en Alicante. Aquí ya nos podemos relajar. Prácticamente hemos ganado todo el desnivel y tenemos por delante una cresta suave en desnivel pero dura por la nieve y el viento que nos azota inmisericorde y que hace bajar nuestra temperatura hasta equipararla a la de Ötzi. Aún así, el recorrido, es precioso. Pese a tener que echarnos toda la ropa que llevamos encima, pese al viento que no nos deja hablar y que nos hiela las partes desprotegidas (y alguna de las protegidas) el recorrido hacia el Bacún norte (donde la cresta se inflexiona y coge dirección sur), y hacia el pico la Leta es magnífico. Hay unos contraluces y un ambiente digno de montañas de 4000 m. pese a estar a poco más de 2000.
A la nieve dura, que te deja andar sin problemas, hay que sumar la vista hacia la muralla de Collarada que tenemos justo en frente y que aparece y desaparece con las nubes. A nuestra izquierda, el valle del río Aurín, casi 1000 m. más abajo, y la masa compacta e imponente de peña Retona que subimos hace un par de años.
Afortunadamente, el viento disminuye un poco y nos permite llegar al Pico de la Leta (2120 m.) donde paramos, nos hacemos una fotigrupo y descansamos unos minutos que desde que hemos salido esta mañana esto es un sinvivir de mover piernas tú.
Ahora nos queda un buebo y la yema del otro para bajar así que nos  lo vamos a tomar con paciencia monacal.
Cresta pabajo, desvío a nuestra derecha para no llegar al collado y coger una pista que vemos debajo nuestro, tortura de abductores, tobillos y las diversas articulaciones del tren inferior hasta llegar a ella. Esto de ir con raquetas mola hasta que tiene que bajar de lado una ladera helada en la que no agarran. El Yeti ni te cuento, clava las uñas como si fuera un gato hasta que ve que, sentándose y dejándose resbalar, baja mejor. Una vez en la pista, hay que seguirla durante muuuuchos km mientras vemos como el hielo da paso a la nieve chompa (nieve primavera la llaman los guays) y ésta al agua de escorrentía y ésta al barro pegajoso y éste, por fin, a terreno seco, estable y pedregoso. Llegamos al coche más contentos que paqué después de haber comido en un carasol unas latas que nos saben mejor que el asao de nochebuena. (bueno...si el asao lo ha hecho mi madre no...está más bueno que las sardinas en aceite del mercadona, ¡¡andevaparar!!).
El día concluye en el albergue de Villanovilla echando buenas cañas y haciendo planes pa más pronto que tarde mientras nos mentalizamos que se nos viene encima la nochevieja con todo lo que lleva aparejado.
Bueno, aquí tenéis el track de la jugada.
Por cierto, no soy mucho de estas cosas, pero creo que esto nos afecta a todos y a todas (incluido al perro). Si tu afición es el billar (americano o francés) o el vóley playa óbvialo, pero si te gusta andar por el monte (que es, básicamente, de lo que va este blog) deberías firmar aquí.
Hala pues...

jueves, 2 de enero de 2014

BARRANCO DE SAN MARTÍN DE LA BAL D'ONSERA

Tantos días de fiesta seguidos, tantas actividades, tantas comilonas y tantas resacas postfestivas que, al final, se nos amontona el "trabajo" este de actualizar el blog.
23 de diciembre. Lunes previo al festeje del nacimiento de nuestro señor Jesucristo, o de Nuestro Señor el Sol, o de nuestro Salvador Mitra, o de las Saturnales, cada uno que escoja lo que más le convenga. Mis navidades se parecen, cada vez más, a unas saturnalias...por las orgías y eso....Ah!!, no, que esas eran otras...las bacanales creo...bueno, en fin, a lo que íbamos...que nos fuimos a bajar, con Vicente y Úrbez, un clásico de la Sierra de Guara. De los que primero se exploraron. Este, además, en vez de descenderse se ascendió por esos pioneros que nos los descubrieron a los que vinimos detrás.
Bueno, pues si no me fallan los papeles, será la sexta vez que lo baje. Fue donde me desprecinté en esto de bajar barrancos. Lo hicimos, con la que entonces era mi novia, el 3 de mayo de 1989, en bañador, con una cuerda de escalar dinámica que nos dejaron y con arneses hechos con cinturones de coche cosidos por el zapatero del pueblo. Lamentablemente no conservo ni fotos, ni los arneses, ni la novia pero debíamos estar para vernos.
Sin madrugar, nos llegamos a San Julián y al aparcamiento donde empezamos a andar.
La última vez que pasé por aquí, fue en abril, cuando hicimos la San Urbeciana. Aquel día habíamos dormido en la ermita y nos había nevado. Hoy, por contra, la temperatura es ideal.
Por camino conocido, nos llegamos al paso de la Viñeta y al collado de San Salvador donde vemos los abismos en los que aquella gente construyó un monasterio que ha llegado a nosotros en forma de ermita. Una bajada corta pero intensa, muy pedregosa y protegida por sirgas recientemente puestas a modo de pasamanos, nos deja en el fondo del barranco y pocos minutos después en lo que queda del antiguo cenobio donde subían reyes y condes a pedir descendencia masculina (la femenina "no era útil" y donde, según la tradición, San Úrbez vivió y fue ordenado sacerdote.
Pese a las veces que he estado allí, no deja de producirme estupor el paisaje absolutamente irreal que nos rodea. Es uno de esos lugares que no tienen otro destino que ser sagrados, que debemos conocer y respetar y que, sobre todo, deben permanecer en el tiempo igual que lo han hecho durante siglos. Pues allí, empapándonos de energías sutiles, de agua desprendida de la cascada y de vino almorzamos y nos preparamos.
El barranco en sí no tiene ningún problema ni misterio. Rápeles limpios, cortos y alguno volado al ser, la mayoría, sobre bloques empotrados.
El agua anima pero no molesta, aunque algunas pozas cubren hasta la cintura y el agua está francamente fría. Que se lo cuenten a  Úrbez que se ha dejao el peto en casa y baja todo el barranco con el pantalón de chándal con el consiguiente cachondeo cada vez que el agua le rebasa la altura de las gónadas.
Sin problemas, salimos a soleada confluencia del barranco con el de Lenases y poco después al camino de acceso donde se da por concluido un descenso sencillo, majo y muy apropiado para esta época (si no te olvidas el neopreno, claro...).
Cuatro horas justas entre subir, almorzar y bajar.
La vuelta, en vez de hacerla por Loporzano, nos vamos de excursión por Apies y Barluenga para acabar comiéndonos un hermoso bocata en un restaurante de Arguis.
Bueno, ya estamos preparados para los días que se nos vienen encima.
Hala pues...