domingo, 18 de noviembre de 2012

BERGUA-AYERBE-OTO PASANDO POR A ISUALA

Bergua desde el camino a la Isuala
Sigo con el trabajo de Sobrepuerto. Cada vez va quedando menos. Ayer tocó recorrer la zona oriental aunque, a las ocho de la mañana, no dábamos ni un duro por el día. Nada más pasar los túneles de Petralba y Berroy nos metemos de lleno en marrón de boiras bajas, lluvia intermitente y otoño con tintes invernales aunque, por suerte, la temperatura sigue siendo perfecta.
A las nueve estamos aparcando en Bergua Pol, Chaime, Bizén el perro y yo. (Bueno, aparcar, aparcar...aparco yo, que soy el que conduzco...) Nos calzamos, echamos un vistazo al cielo y bajamos por enésima vez a la confluencia del Forcos y el Pera. La última vez que estuve allí (la semana pasada, sin ir más lejos) me pareció que el otoño no daría más de sí en ese rincón mágico del Pirineo. Sin embargo, me equivocaba. Hoy los colores todavía son más vivos, más brillantes. Pocos lugares tienen esa belleza tan sencilla y a la vez tan cautivadora. Me diréis, queridos y queridas amiguitos y amiguitas, que Ordesa, Añisclo o cualquier valle más septentrional son mucho más bonitos en otoño. Para mí esos lugares son mucho más barrocos, más recargados y más inabarcables de puro grandiosos. Este rincón es sencillo, antrópico...y precioso. Bueno, hala, que es un sitio bien majo y ya está, que me estoy poniendo en plan moñas.
Forcos más abajo de las pasarelas.

Una vez cruzado el Forcos, nos desviamos a la derecha y cogemos el camino que, por un espeso caxicar y sin un desnivel apreciable nos va a llevar a otro de los pueblos abandonados del Sobrepuerto, Ayerbe de Broto. Nos ha costado sobre dos horas tomándonoslo con mucha calma. Durante mucho trozo la senda va flanqueada por grandes paredes de piedra salpicadas aquí y allá por casetas y bordas, algunas de ellas todavía en buen uso. Ya cerca del pueblo desembocamos en una pista que seguimos para cruzar el barranco de San Pedro y volver a tomar la senda que nos deja en las primeras casas del pueblo.
Ayerbe, iglesia y Casa o Yerno
Recuerdo este pueblo como uno de los que mejor conservados estaban. De hecho, la primera vez que llegué por estos andurriales debía tener 16 o 17 años y todavía vivía gente en una casa. No había pista por la que pudieran acceder expoliadores y ladrones y las casas estaban abiertas pero intactas. Me llamó mucho la atención ver en una cocina la vajilla como si sus habitantes fueran a volver en cualquier momento. El pueblo, al final, lo compró un ganadero del valle, hizo una pista para subir en coche y abrió la veda para que cualquier cabrón subiera a llevarse lo que pudiera arrastrar. Hoy, como todos los demás pueblos del entorno, se arruina a marchas forzadas. Damos una vuelta, visitamos la iglesia, comemos arañones que los hay gordos como mi cabeza y almorzamos en la puerta de Casa o Yerno. El día aguanta aunque de vez en cuando caen gotas.
Vamos a intentar subir a la Isuala, un despoblado medieval situado a poniente del pueblo. Ya estuvimos allí una vez hace bastantes años y no nos acordamos ni por dónde se coge el camino (si es que lo hay). Tirando de intuición, pasamos la fuente, cruzamos el barranco de San Pedro y cogemos una senda aparentemente trillada por bichos, que nos lleva en la buena dirección. Llegamos a un punto en que hay una balsa donde se bañan los jabalíes. Pero eso no es un bañadero como otros muchos que hay a orillas de los caminos...aquello es un auténtico spa jabalineril. Allí se deben reunir todas las noches, por como está el entorno y la propia forma de la balsa, cientos de bichos de esos a retozar, bañarse y rascarse en los árboles adyacentes. Y resulta que el camino que veníamos siguiendo debía ser la interestatal que llevaba hasta el spa porque, a partír de allí, desaparece. Ya que estamos, por no desandar lo recorrido, subimos por una loma cubierta de caxicos y arizones durante buen rato. Los críos cada vez están más cansados, petaos, más bien hasta que llegamos a un sendero más claro que lleva la dirección correcta. Pa mí que es éste...pero se nos ha hecho tarde y estos críos, si pudieran, nos tirarían piedras y mentarían a nuestros muertos...Me voy yo con el Yeti y Pol se vuelve con ellos hacia Bergua, que todavía les queda una buena tirada. Así que sigo la senda recién encontrada, paso por debajo de Las Peñas Blancas, paso al lado del abrigo llamado "a cueba os palomos" (ahora si que se que voy bien) y me planto en el despoblado de la Isuala.
Antigua casa de la Isuala
La Isuala fue un pueblo de dos casas al menos desde 1475 año del que tenemos las primeras noticias documentales. Sin embargo, estudiosos como A. Castán hablan de poblamiento ya en el S. VIII momento en que oleadas de montañeses tuvieron que huir de los valles, fértiles y mejor comunicados, a las zonas más recónditas para evitar las razzias musulmanas. Lo que hoy se ve en la Isuala son inmensos espedregales que un día fueron casas (algunas de ellos, como el de la foto, todavía conservan lienzos de paredes con ventanas aspilleradas), las ruinas arrasadas de una iglesia románica y otra del S. XVII que en el siglo XIX la convirtieron en borda.
Pedregales donde antes había casas
Me rula por la cabeza lo que leí en algún lado. En 1674 vivían en ese paraje, absolutamente recóndito y dejado de la mano de Dios, dos familias. Los cabeza de familia eran hermanos, Pedro Acín y Jaime Acín. El primero, casado con Ana Escartín tuvo cuatro hijas; María Benita, Juana, Gracia y Orosia. El segundo, casado con Gracia Ferrer, no tuvieron hijos haciendo heredera de sus menguados bienes a su sobrina María Benita. La pobreza extrema les obligó a pedir dinero prestado, dinero que no pudieron devolver. Muriendo Ana en 1690 de fiebres, Pedro se casó en 1692, en segundas nupcias, con María de Bergua. Fallecería ese mismo año. (Ambos deben estar enterrados muy cerca de donde ahora mismo estoy) María y las cuatro hijas del matrimonio anterior aguantaron en la Isuala hasta 1693 en que abandonan definitivamente ese lugar. 
De repente se me ha echado la niebla encima y hace frío. Una intensa sensación de soledad y abandono me envuelve. Me imagino a esas cinco pobres mujeres viviendo en ese paraje, completamente desamparadas, un día como hoy y no puedo menos que agradecer lo que tenemos y maldecir a los que pretenden desmantelar esta sociedad y retrotraernos, otra vez, al siglo XVII.
Casi a tientas y gracias al Gipiese, vuelvo sobre mis pasos a coger el camino que, ahora sí, sigo sin problemas hasta Ayerbe. Me ha costado una hora bajar de la Isuala hasta el pueblo envuelto en un silencio denso. Las vacas que había, de repente, se han quedado todas quietas y no suena ni una esquilla...joder, casi da escalofríos esto.
Valle del Ara desde el camino de Oto a Ayerbe
Aprovechando que Pol está en Bergua con el coche, voy a recorrer y documentar otro sendero de los que accedían a Sobrepuerto. Así, desde la parte alta de Ayerbe se coge un camino precioso que, a media ladera, nos baja por la falda Gabalos con preciosas vistas hacia el valle del Ara. En poco más de una hora estoy a orillas del río y sigo una pista hacia el norte que nos lleva, en otra hora más, hasta Oto.
Estoy viendo ya el pueblo, sus torres defensivas y su pinta de pueblo medieval, cuand me llama Pol y me dice que están ya en Oto. Me recogen justo cuando el sol empieza ya a declinar y el día se está empezando a poner francamente gris y triste.
Paramos en Broto donde nos echamos una cerveza mientras los críos comen (son las cuatro y media de la tarde). La verdad es que ha sido un día intenso. Para ser que no pensábamos hacer nada ha cundido. Tres nuevos senderos trillados y descritos...ya queda menos. Aquí tenéis el recorrido Bergua-Ayerbe-Oto y aquí el de Ayerbe-La Isuala.
Hala pues... 

jueves, 15 de noviembre de 2012

DE OLIVÁN A SANTA OROSIA PASANDO POR CASBAS Y SUSÍN. BAJADA POR O FABAR D'IPE.

Oturia desde el puerto Javierre
Otra vuelta bien maja para disfrutar del otoño. Salgo de Oliván, cruzo el barranco por el puente (que baja muy furo), subo un poco por la pista y enseguida cojo el sendero que me lleva a Susín justo cuando está empezando a salir el sol. Colores y ambiente plenamente otoñales, incluido el sonido de las esquillas de las vacas pastando. El paraíso, si lo hubiera o lo hubiese, debe ser algo parecido a ésto. De Susín a Casbas hay un suspiro. El camino, lleno de barro, te deja al lado de la arruinada iglesia. Del pueblo no queda escasamente más que el nombre y alguna pared. El ICONA de los años 60-70 desmanteló todas las casas para llevarse la piedra a los diques de los barrancos de Arás, Arratiecho y Sía. Con todos los campos plantados de pinos, Casbas desapareció. Dentro de unas pocas décadas, solo la vegetación antropófila que se empeña en vivir allí, les dirá a nuestros nietos que allí hubo un pueblo. Subo un poco por la pista completamente embarrada de los camiones que sacan madera en ese monte, hasta ver el desvío de una senda a la derecha. Señalizada con marcas amarillas y blancas de PR, sube recta cortando la pista en varios puntos. Esta senda se emplea últimamente como descenso de BTT y para ello se ha limpiado, cortado los árboles caídos y señalizado las piedras que sobresalen con pintura rosa fosforito. Tiene rincones muy majos. Túneles de vegetación, pequeñas zonas llanas donde medran hayas y abetos, alguna fuente y balsas donde se bañan los jabalíes y hoy el Yeti. Porque sí, pese a estar a las nueve de la mañana y a mitad de noviembre, hace un calor casi veraniego.
Bal d'Ipe
El último tramo de senda, antes de salir del bosque, es todo un muestrario de árboles y arbustos. Abedules o barrazeras, acebos o cardonderas, abetos o abetes, tejos o taxos, cerezos o zireseras, hayas o fabos, arces o escarroneros, serbales o bixurderas... La senda sigue faldeando Oturia, que está allí mismo, por la cabecera del desconocido valle de Ipe. Es un trozo de senda preciso, prácticamente vamos llanos, sobre los 1700 m. y en el límite del bosque que se desarrolla más abajo. Vemos grandes hayas varias veces centenarias y retorcidas y pinos que llevan aguantando tormentas y nieves desde que Franco era cabo.
Salimos al puerto, verde como si fuera primavera, y rezumando agua por todos sus poros. El perro se mete en una buchera grande y saca tres jabalises. Los sigo con la vista casi cinco minutos, lo que les ha costado cruzar casi todo el altiplano de Sta. Orosia hasta que se han metido en el barranco de las Gargantas. Di que estos bichos no deben ser muy inteligentes y su capacidad de organización será más bien limitada pero como algún día se pongan de acuerdo y se vuelvan hacia el perro...aquél día se acordará el chucho este y se le quitarán las ganas de putearlos.

Fuente Coronas
Cruzo toda la planicie y paro a almorzar en la ermita de la Camarada Orosia. Así la llamaban los del batallón de la FETE que estuvieron atrincherados allí para la guerra del 36-39 antes de que los hicieran retroceder el ejército del glorioso alzamiento hacia Ainsa y Bielsa. Hasta hace poco, ahora habrán muerto ya casi todos, era fácil encontrarte abuelos que habían luchado allí a los que subían sus hijos o sus nietos para ver el santuario de la Camarada Orosia por última vez. Te contaban historias con lágrimas en los ojos de cómo aguantaron allí un invierno disparando dos veces al día a las fábricas de Sabiñánigo con un cañón emplazado en al cueva de Isún, de como los atacaron de noche el 29 de junio tropas de legionarios y moros (o musulmanes) subiendo por todos los caminos que acceden al puerto y de cómo mataron 18 de los suyos y los enterraron en una ladera situada a naciente de la ermita.
Después de bien comido y bien bebido, sin ver un alma, me voy a bajar por un sitio que, aunque parezca mentira, todavía no he bajado por nunca. Si os digo que habré subido cientos de veces a Sta. Orosia , y por todos los caminos posibles, seguramente me quedaré corto. Sin embargo, por el que me dispongo a bajar, no lo he recorrido nunca...manda güebos. Para eso, cojo el camino de Javierre, paso por la mallata y por la fuente Coronas y continúo hasta que, en un momento dado, me desvío a la derecha por una senda que, aparentemente, está recién desbrozada. En pocos minutos se coje una antigua trocha, casi convertida en senda, que nos introduce en el precioso hayedo que cubre el fondo del valle de Ipe.

Bal d'Ipe. A la izquierda se intuye uno de los espedregales.
Cruzamos el incipiente barranco, pasamos a la vertiente derecha y el cambio es como de la noche al día. Si hasta ahora nos acompañaban caducifolios y abetos, ahora son los caxicos y las aliagas las que cubren las laderas. Cuando se empiezan a  ver los primeros campos cultivados, en una explanada a la derecha cubierta de aliagas, se adivinan los espedregales del pueblo de Ipe. Es curioso. El pueblo ha desaparecido casi por completo y, sin embargo, los documentos que generó, todavía se conservan.
Así, sabemos que en 1397, el rey Martín I, el mismo que tuvo la ocurrencia de llevarse el Santo Grial de San Juan de la Peña a Valencia, cedió el lugar de Ipe al concejo de Jaca o que, en 1471, el concejo de Jaca alquila el lugar y el valle de Ipe a los vecinos de Lárrede para que hicieran aprovechamiento de leñas, pastos y caza a cambio de 20 sueldos jaqueses, tres cahíces y medio de trigo y otros tantos de cebada y con la obligación de mantener en pie la iglesia. Hoy, 500 y pico años después, allí no queda ni edificios, ni iglesias ni nada de nada. Únicamente un yacimiento arqueológico que nadie jamás, sacará a la luz.
En poco llego a la carretera y por ella me acerco hasta Lárrede para seguir hacia el norte y desviarme por la pista que, paralela a la carretera, circula por encima de la iglesia de San Juan de Busa. Para llegar a Oliván, que lo veo allí mismo, tengo que cruzar el barranco que hoy baja furo de cojones. Para ello me descalzo que, además, mis pies lo agradecerán. Me cubre, casi, hasta la rodilla y baja muy fuerte de corriente. De allí solo me queda una subida por la fuente vieja de Oliván antes de dar por concluída otra jornada silvestre y montaraz. ¿son imaginaciones mías o este otoño está durando más que otros?...bueno aquí tenéis el track de un recorrido absolutamente recomendable.
Hala pues...

domingo, 11 de noviembre de 2012

SOBREPUERTO, UNA VEZ MÁS ( y todavía me quedan viajes...)

Que si, que a este paso me voy a empadronar en Bergua. O en la iglesieta os moros o en o Puen d'as crabas. Últimamente voy más para allí que a la discoteca. Aprovechando una de las excursiones botánicas que tengo que hacer (pese a la crisis y los recortes en educación) con mis alumn@ del  CPEPA de Sabiñánigo voy a recorrer alguno de los caminos que me faltan. Esto se llama matar dos pájaros de un tiro. Hoy vamos a hacer uno de los recorridos clásicos. Desde Bergua a Escartín por el camino del solano, bajar al molino y de allí, otra vez, al Puen d'as crabas y a Bergua. Día otoñal a las ocho de la mañana. Pese a las nubes amenazantes, las nieblas de fondo de valle y a que ha estado lloviendo toda la noche (y que va a volver a llover), todos los que estaban apuntados aparecen puntualmente.
A las nueve estamos aparcando en Bergua. Aprovechamos el paso por el pueblo para ver ejemplos de vegetación antropófila mientras disfrutamos de las chamineras fumiando a esta temprana hora.
El tantas veces recorrido camino a las pasarelas del Forcos, esta hoy especialmente húmedo. Entre la lluvia, la inversión térmica y las nieblas que suben del fondo del valle, hay un ambiente amazónico que da gusto.
Una vez cruzadas ambas pasarelas, emprendemos el camino hacia Escartín por la orilla izquierda del Forcos que baja hoy como si fuera el Ródano. La semana pasada, que ya estuve por aquí, estaban bajando las vacas y hoy el camino está completamente amasado de barro y mierda. Hay trozos que, si no andas con cuidado, metes la pata hasta más arriba del tobillo en ese caldo. Afortunadamente, los rayos de sol, la atmósfera limpia como solo se ve en otoño y los colorines del bosque hacen el paseo más que gratificante. Dejamos a la izquierda el desvío al Puen d'as Crabas e iniciamos la subida hacia el pueblo.
Se cruza el barranco Bergazo, también cargado de agua y llegamos a la borda d'as eretas donde paramos a almorzar. Ha salido el sol y hace calor. Una vez reconfortados con el almuerzo y los tragazos de vino, iniciamos el camino que se sube y se retuerce enre tapiales y campos abandonados. "Yes más retorcido que o camin Escartín", me deciba a mía lola fa ya muitas añadas.
Pasamos al lado de la piedra donde, cuenta la leyenda, mora el alma de una mujer muerta hace décadas y enseguida vemos las primeras casas del pueblo. Justo cuando entramos, como si hubiera surgido de la nada, vemos una negra, compacta y espesa cortina de agua que se nos viene encima desde el oeste. Apenas nos da tiempo a meternos en una de las pocas bordas que quedan con tejado antes de que empiece a llover y a granizar como si no lo hubiera hecho nunca. Aguantamos un rato allí hasta que, tal como ha venido, se va y el agua da paso a un sol radiante que arranca reflejos por todos lados. Recorremos el pueblo disfrutando del sol. Nos metemos en las ruinas, hacemos fotos a diestro y siniestro, visitamos la iglesia y las escuelas donde todavía pero por poco tiempo, se puede leer el diario desgarrado de la última maestra que ejerció en este pueblo dejado de la mano de Dios.
El arco de la puerta que daba acceso a la iglesia, el cementerio y la escuela hace unos años que se cayó. La clave, donde había tallada una custodia, le di la vuelta para que no se viera y evitar su expolio. Ayer había desaparecido.
Como parece que el tiempo nos va a aguantar, nos vamos a bajar por el molino. Debajo el pueblo se coge el camino, cada vez más vestido que nos baja en picao hasta donde estan las ruinas. Antes de llegar a ellas hay que cruzar el barranco os Güertos que hoy baja algo más que crecido. Es inevitable que alguno meta la pata dentro del agua. De allí no queda nada al Puen d'as Crabas a donde llegamos enseguida. Cruzada en el camino, por donde hemos de  pasar sí o sí, hay una vaca muerta que empieza a aromatizar el entorno. Aún así, le pasamos por encima y nos llegamos a ese paraje que, pese a ir cada poco tiempo, no deja de ser especial y sorprendente.
Vueve a llover con ganas. Por suerte, una balma de tosca que hay allí nos protege a todos. hemos tenido suerte. No es fácil encotrar refugio para 23 personas justo cuando llueve en un paraje como éste...
Como antes, llueve durante 15 o 20 min y después vuelve a salir un sol radiante que nos invita a retomar el camino. Sin darnos cuenta, entre buena conversación y barro abundante, llegamos a las pasarelas donde vamos a parar a comer.
Encontramos allí un grupo numeroso entre hombres mujeres y críos. Todos vestidos y calzados como si fueran a un centro comercial (incluido zapatos cassual golf ellos y bolso en bandolera diseño Louis Vuitton ellas)   Me preguntan (son las tres y media de la tarde) que por dónde se va a Escartín y cuánto cuesta llegar. Les sugiero, amablemente, que vuelvan a su ecosistema. Que extremen la prudencia con los críos que están jugando a orillas del Forcos que hoy baja francamente embravecido y que, si no, van a tener que recoger alguno en Fiscal o, a lo peor, en Mediano. Una vez comidos emprendemos la subida al pueblo donde visitamos las torres del XVI y sobre todo la magnífica, antiquísima y valiosísima ermita de San Bartolomé y su misterioso grafitti antes de acabar, como no podía ser de otra manera, con una cerveza en la mano en el camping de Fiscal charrando con unos y con otros mientras nos rodean tropas perfectamente uniformadas y pertrechadas de cazataires pirenaicus (traje de Rambo, caras rojo colesterol, panza prominente y puro a medio consumir y apagado en la boca) y de una colla de boletaires catalanes que se anuncian a sí mismos mediante chalecos naranjas fosforito con una enorme  Amanita caesarea bordada en la espalda.
Bueno, pues nada...aquí tenéis el track de la jornada
Hala pues...

lunes, 5 de noviembre de 2012

BARRANCO DE LA OLLAZA, DE LA HOLLAZA O DE A CUASTA (Que de todas formas se llama o lo llaman)

El domingo iba a ser un día de esos que más te valía no levantarte de la cama. Previsión de lluvioso o muy lluvioso, con chubascos generalizados más probables en la primera mitad del día debido a un frente ocluído que está atravesando la Península de sur a norte y bla, bla, bla... menos mal que todavía hay gente pirada que te saca de casa y hace que lo que iba a ser una jornada anodina y doméstica, se convierta en un día majo.
Había quedado con JC y Silvia, para hacer algo (de montaña, se entiende...) pero las malas condiciones climatológicas parecía que nos iban a joder el puente a todos. Yo, por lo menos, le habia pegado un empentón al trabajo de Sobrepuerto pero ellos habían tenido que abortar varias de las excursiones que llevaban en mente. Así pues, el domingo en Biescas llovía como si no lo hubiera hecho nunca y, aún así, decidimos irnos al barranco de la Hollaza que normalmente baja con un hilo de agua y el sábado, que lo estuve mirando, bajaba bien majo. Además mis compañeros no lo conocían, es corto y nos permite volver a comer a una hora prudente.
Con dos vehículos (Y con permiso para circular por la pista del puerto), se va de coche a coche. Nos cambiamos en el coche de abajo aparcado al lado de la carretera (algún día vamos a provocar algún accidente) y subimos a la cabecera ya disfrazaos (sin casco, eso sí).
El barranco se cierra justo debajo del puente que lo cruza, se compone de cinco rápeles (el más largo el último de casi 40 m.) y de varios resaltes que sin agua no dan ningún problema pero que ayer había que tener cuidado con ellos.
No ha parado de llover en todo el rato que llevamos aquí metidos. El agua, que cuando hemos entrado tenía un color grisáceo "caldonabos" está empezando a ponerse marrón y, aunque el barranco en cuestión no tiene ni pozas ni rincones comprometidos, hay indicios evidentes de que el nivel puede subir (y de hecho ha subido recientemente) bastante por encima de lo que sería deseable si nos pilla dentro.
Lo cierto es que este barranco está injustamente olvidado. Se trata de un recorrido corto pero muy bien formado, con detalles geológicos interesantes y hoy, con el otoño en plena efervescencia de gran belleza pese al día asqueroso que hace. Afortunadamente, no hace ni pizca de frío.
La guinda del pastel la pone a boira en la cabecera del último rápel. Se cierra y no se ve el final. Silvia baja la primera y desaparece envuelta en niebla como si esto fuera un barranco de esos de Isla Reunión en pleno monzón (salvando las distancias geológicas, orográficas, climáticas, geográficas y demás -icas).
Al final, sin novedad pero contentos, acabamos el barranquillo en cuestión en Biescas charrando tras una galimba y haciendo planes para futuras salidas combinadas Termo-Pelaires.
Hala pues...

sábado, 3 de noviembre de 2012

DE BERGUA A CILLAS Y DE ALLÍ A BASARÁN. OTRA VUELTA POR EL SOBREPUERTO

¿No querías agua? ¡Pues toma agua! Ayer, con el otoño en pleno apogeo y el monte rezumando agua por todos sus poros y manantiales y paules  y barrancos y pochancos fui otra vez a Bergua con intención de continuar el libro que llevamos enre manos del Sobrepuerto. La primera intención era ir de Bergua a Escartín y de allí a Otal por Matils pero las nubes bajas, la inminencia aparente de la lluvia y el ir solo (que uno ya no tiene edad de quedarse a dormir llegado el caso -Dios no lo quiera- con el perro en el monte) me convencieron de buscar objetivos más asequibles y menos comprometidos. Me falta recorrer el camino Bergua-Cillas. Una vez en ese pueblo, el de mi abuela, ya veremos como se desarrolla el día y ya veremos hacia donde tiro. Así pues, salgo de Bergua por un camino precioso, pero difícil de coger al principio, que va paralelo a la pista que lleva a Sasa. Salgo a la pista, ando 50 m. por ella y vuelvo a coger otra senda a la derecha marcada con un poste sin señal. Ésta, lamentablemente, se anda poco y está bastante vestida aunque no es difícil de seguir una vez encontrada. Bajo a cruzar el barranco d'a Valle Cortillas que hoy parece el Duero. Para cruzarlo hay unas pasaderas a las que les faltan tablas y están húmedas y resbaladizas. Hombre, si me caigo matarme no me voy a matar pero la hostia va a ser acojonante. Además, con el mangazo que baja, adios cámara y móvil.
Como soy muy buena persona, mando primero al perro para que compruebe la solidez y/o estabilidad de la infraestructura en cuestión.  Pasa sin problemas y yo detrás aunque no las tengo todas...A partir de allí el camino circula por un solano -O Solán d'as Ras- perfectamente marcado y empedrado en numerosos puntos. Aquí y allá surgen casetas, fajas y paretazos comidos poco a poco por un incipiente pero pujante bosque de caxicos. En la ladera de enfrente, un espectáculo multicolor de hayas, abedules, chopos temblones, arces, abetos y pinos hacen que el andar por allí sea más un continuo orgasmo cromático que una excursión normal y corriente. Supongo que, en cualquier valle del Piri, hoy por hoy, la experiencia será la misma. No hace falta entender de carotenoides y antiocianinas. Solo hace falta un mínimo de sensibilidad.
El camino sigue subiendo y cruza un barranco (O barranco Arnitio) que hoy baja también cargado de agua. Hay una gorga bien maja justo debajo del camino. Me asomo e investigo un poco por allí. No se ve ni un cordino ni una instalación...igual es de los pocos barrancos vírgenes que quedan en el Piri.
Cuando la pendiente disminuye ostensiblemente, aparece a nuestra derecha lo que aparenta ser una borda. Sin embargo, mirándola con detenimiento, vemos que las bordas, que se sepa, no tenía ábside semicircular ni sepulturas en torno a ellas, como se aprecia aquí. En efecto, amiguitos y amiguitas, estamos ante la ermita de San Bartolomé (o San Bertolo, como le decía mi abuela), templo residual de un poblado indocumentado y desaparecido y que estas gentes que vivieron aquí, una vez arruinado, lo reconvirtieron en borda. Almuerzo allí, en un lugar sagrado hace siglos, sentado en una sepultura (Para eso ayer era día de difuntos) mientras medito sobre la futilidad e insignificancia del ser humano y sus obras. Si alguno de los que nos está jodiendo en estos tiempos se parara a pensar que va a acabar, sí o sí, como el hombre o mujer que hay aquí enterrada y de la que asoman los huesos por el talud, nos iría mejor a todos. De todas formas, para mí esto también es un consuelo. El Yeti ha desaparecido persiguiendo una liebre que estaba encamada a menos de cinco metros de donde estábamos. Me voy, ya llegará.
 Queda ya muy poco hasta Cillas a la que se entra tras pasar al lado de la ermita de San Vicente, calcada a la de la Virgen de Basarán, y por debajo de la iglesia.
Ruinas por doquier. El pueblo es imposible cruzarlo por las calles. Hay que saltar tapias y escombros para salir hacia el norte y coger la pista que va a Basarán. Por ella ando un rato hasta que me desvío a la derecha sin senda para llegar al gigantesco y arruinado edificio que albergaba la fuente del pueblo. ¡Cuántas historias debieron ver estas piedras! La fuente fue el único edificio público durante siglos. Allí se articulaba la vida del pueblo, donde se vivía, donde se abrevaban los animales mientras se seducía y cortejaba a las mozas que bajaban a hacer la colada, de donde salía un elemento vital para la vida...Ahora ese mundo y esa sociedad que levantó estos edificios y esas creencias se han ido a tomarpolculo arrollados, respectivamente por los expoliadores y el ejército epañó unos y por la Cocacola y Jolliwod otras. Si cualquiera de los que aquí vivieron hubieran visto ayer mismo cualquier calle de cualquier pueblo y los críos disfrazaos por el puto Jalogüin les hubiera dado un chungo...joder, esto de ir solo al monte no pué ser bueno. Me pone trascendental y melancólico.
Cruzo el pueblo, cojo la senda que baja al barranco y disfruto de otro orgasmo cromático en la ladera del barranco Abé. Decido bajar al Puen d'as Crabas en vez de continuar por el hayedo. Este es otro de los sitios mágicos de estas montañas. El barranco Forcos se hunde en una garganta estrecha y sinuosa mediante una cascada de 7 o 8 metros en un rincón donde se conjuga a la perfección el agua, la roca y la vegetación, lo que Mircea Eliade llamó la trilogía hierofánica. No fue éste un lugar sacralizado, pero podría haberlo sido. Cruzo el barranco de un salto (largo) y voy a coger la senda que por la orilla izquierda me bajará otra vez a las pasarelas de Bergua. Me junto con dos vaqueros que están recogiendo ya los bichos. Las que están paridas y algunas jovenachas, me dicen. De allí a las pasarelas es un paseo sin apenas desnivel. Solo queda la subida hasta el pueblo.
Cuando cruzo el pueblo veo que, en una casa concreta, sale fumo por a chaminera (no, no sale humo por las chimeneas, aquí sale fumo por as chamineras) y llamo. De esta casa es quien publica este precioso blog y me apetece conocerlo. Él no está, pero sí su familia. La tradicional, y casi legendaria, hospitalidad montañesa tiene aquí su más exquisita representanción. Se presenta un tío en casa, lleno de barro, con barbas, con un perro grande y negro y no solo no me echan a los perros (si los tuvieran o tuviesen) si no que me invitan a pasar y me ofrecen todo tipo de manjares y bebidas. Un rato charrando hace aflorar sentimientos y familiares conocidos y/o comunes. Al final, ya lo decía yaya Vitoria, os de Sobrepuerto semos toz familia...
Con una agradable sensación, recorro el pueblo, entro un momento en la iglesia para fotografiar con detalle el magnífico crismón que guarda, y emprendo la vuelta a casa que, con la nueva carretera, es un paseo. Hoy ni cerveza ni nada. El Yeti es abstemio (lo que le faltaría que encima se diera a la bebida) y a mi no me apetece ir a un bar solo a echarme un lamparazo.
Bueno, pues nada...a disfrutar del puente lluvioso. Aquí tenéis el track de la ruta.
Hala pues...             

Estooooo, ejem. Que lo del barranco Arnitio de virgen nada. Que ya está bajao. Me lo acaba de decir uno de los autores de este libro que, al parecer, es como Dios que está o ha estado en todos estos sitios.  
También colabora en el libro de Sobrepuerto y en él nos descubrirá seguramente alguna más de estas joyas  aparentemente desconocidas y escondidas. Pos eso, cuerda de 40 m. o dos de 20.