martes, 21 de abril de 2015

SESTRALES, DESDE AÑISCLO

Muchas veces  había visto las Sestrales desde muchos sitios. Incluso desde lugares tan lejanos como
Oturia u Oroel es inconfundible se perfil aserrado, fragoso, escarpado, abrupto... y eso que no son altos, apenas rozan los 2000 m. de altura... pero son montes llamativos y a los que todo amante del Piri debería subir alguna vez. Además, se sitúan en un paraje tan espléndido como el Cañón de Añisclo desde donde pretendemos subir. Y eso que hay otro recorrido, muchísimo más sencillo, corto y descansado. Es desde el final de la pista que sale de Bestué y sube hasta el límite del parque nacional. De allí, en apenas 300 m. de desnivel te plantas arriba para ver, a vista de buitre, el fondo del cañón de Añisclo muchos centenares de metros más abajo.
Bueno, pues que después de tantear, avisar, llamar y guasapear a unos y otros, nos vamos solos con Roberto... ni siquiera me llevo al Yeti ya que, uno es responsable y sabe que los perros no pueden ir sueltos por el parque y ni yo ni el perro estamos dispuestos a ir ataos uno del otro.
Bueno, pues que tras madrugada indecente nos plantamos en el parquing de San Úrbez en un día radiante. Nos calzamos e iniciamos la marcha.
La ruta se puede resumir en un "toparriba", aderezado con ratos de subida suave y con algunos ratos (afortunadamente pocos) de catalogación "suputamadre".
Efectivamente, queridos y queridas amiguitos y amiguitas.... El primer tercio es una subida entre bosque que no da tregua pero de buen andar, el segundo tercio son dos largos (larguísimos diría yo) flanqueos que sin dejar de subir, son bastante más llevaderos y el último tercio es una subida criminal por una canchalera que cuando la ves desde abajo te preguntas porqué tus padres, en vez de regalarte un par de botas, no te regalaron una Nancy en aquellos años en los que estabas forjando tu carácter y tus aficiones.
Eso sí, el premio a tanto esfuerzo es llegar al filo de la arista y, durante mucho tiempo, andar por fajas colgadas de abismos insoldables, trepar por escalones y sortear derrubios y torretas que la erosión a respetado (de momento) y que, a mí por lo menos, me dan la sensación de caminar por los restos de una fortaleza recientemente conquistada a sangre y fuego (a agua y tiempo, en este caso... bueno, y reacciones químicas, pero entonces no queda bonito el relato...)
Una vez llegados arriba, todavía queda un leve paseo entre bucólicos prados donde aflora el karst para llegar a lo que se supone que es una de las cotas del macizo, Sestrales baja de 2078 m. de vellón.
Largo rato parados allá arriba disfrutando de la temperatura, de la fotografía y de la labor callada de las fuerzas tectónicas hasta que decidimos que a Sestrales alta no vamos... que está relativamente cerca pero que, entre una cosa y otra, nos llevará una hora y que el día se está nublando y que nos queda un güebo y la yema del otro para llegar al coche con salud y secos, a poder ser...
Así que, con pereza, desandamos el camino. Con tranquilidad al principio que no está el terreno como para hacer el tonto por aquí y mucho más rápido después pues, aparte de que se está nublando de verdad, caemos en la cuenta que solo hemos visto una fuente en todo el camino y que ese será el sitio donde tendremos que comer pues todos los líquidos que portábamos se han acabado hace ratos y no es plan de comer el bocata y que se te haga bola.
Bueno, pues eso, que paramos en la fuente, comemos y, cuando casi estamos abajo, nos desviamos a visitar las bordas de Aso, lugar este mítico entre los estudiosos de las tradiciones pues no en vano, uno de los episodios más recordados de la hagiografía de San Úrbez, tuvo lugar aquí. ¿Qué cual es? Pues mira, no voy a contároslo. Eso si, recomiendo vivamente, si tenéis interés, la lectura de estas dos joyas bibliográficas, una de las cuales tuve el placer y el honor de prologar.
Bueno, pues na.... que al final no nos llovió aunque hizo amago, que llegamos al coche con salud, bien y pies recalentados y que el día se acaba, como no podía ser de otra manera, ante medio litro de cerveza que entra sin tocar.... si no condujera me echaría otra.... ah! que no conduzco! Pues hala, echa otra, moceta...
Hala pues...

martes, 14 de abril de 2015

NOCITO-CAN D'USED-USED-BENTUÉ-SAN ÚRBEZ-NOCITO

Jueves Santo de Pasión de Nuestro Señor y Salvador... y yo de vacaciones y sin plan (pal monte se entiende, para otras cosas sí, pero hay tiempo pa tó)
Hace mucho que tenía intención de visitar la arcaica ermita de Can d'Used. Máxime desde que, hace muchos años, oí de boca de una persona muy querida por mi, que allí siempre se había dicho que había grandes tesoros escondidos y que los habitantes de Used se empeñaron, durante generaciones, en encontrarlo. (Aparentemente sin demasiado éxito). Bueno, pues que, puesto sobre un mapa, sale un recorrido bien majo que une buena parte de lo que merece la pena verse en ese valle sorprendente y mágico como es el de Nocito.
Me planto allí (nos plantamos el perro y yo) cuando todos, aparentemente, duermen. Únicamente una chimenea humeando y un perro que nos sigue un buen rato y hace buenas migas con el Yeti, anuncian que allí hay vida.
Cruzamos todo el pueblo dirección este, cogemos una pista que enseguida se convierte en sendero muy bien trazado y señalizado que, desde un primer momento, anuncia "Can d'Used" y "Las Cañatas"
Camino que asciende suavemente, entre pinares cuajados, hoy por hoy de prímulas y hepáticas.
A cada paso vamos encontrando rastros de actividad humana secular.
Desde paredes de fincas a piso enrrollao, desde alguna mínima caseta a algún abrigo situado bajo rocas extraplomadas.
Llegados al cruce de la Cañatas, el sendero se torna amable, llano y de buen andar. Nos estamos acercando a Can d'used, un paraje idílico donde los prados, las bordas y el tozal de Guara conforman un lugar bellísimo donde apetece ser oveja o, en su defecto, retozar allí con alguien que no sea el perro (y, en mi caso puestos a pedir, de sexo contrario)... Si, si... pero.... ¿y la ermita? Recorro todas las paredes y casetas que veo, hecho mil vistazos al GPS y, al final la encuentro.
Esto solo pasa aquí. Resulta que estamos en un Parque Natural con su correspondiente dotación económica anual. Resulta que estamos ante un edificio que, según los que entienden, es nada menos que del siglo X con reformas en el XII y posteriores del XVIII... es decir, que estamos ante un compendio de estilos, en un marco inigualable, con un yacimiento arqueológico asociado y donde se han contado, desde tiempos inmemoriales, leyendas e historia que, no olvidemos, también son patrimonio... y aquí está, sin señalizar, sin estudiar, sin desbrozar y agonizando en medio de la vegetación, la desidia y la indiferencia de la gente.
Que si, que soy consciente que no se puede mantener todo el patrimonio que tenemos, que no merecemos y que nuestros antepasados si que supieron mantener con muchos menos medios. Pero, es que estamos en un Parque Natural, en una zona ampliamente visitada, en una zona mimada (creo),
fácilmente accesible y que no es una iglesia cualquiera... ni siquiera una iglesia románica... es que, esas piedras, son mucho más. Hay cuatro iglesias (cinco con ésta), en todo el Pirineo con esa datación y todas están restauradas (por asociaciones, no por la administración). No costaría nada...  apenas el coste de los posters con la jeta de sonrisa profident de cualquier candidato en estas próximas elecciones. Y no haría falta reconstruirla, simplemente consolidar las ruinas, desescombrar y desbrozar los alrededores.
En fin, que con la sensación agridulce de que he tenido el privilegio de ver algo realmente interesante y que mi hija, como se descuide, ya no lo verá, me despido de este paraje y me voy a buscar un sendero que me baja a la carretera.
Siguiente etapa. Hasta ahora habíamos andado por una ladera norte, con sus pinos, sus hayas, sus avellanos... Ahora subimos a Used, damos una vuelta por el pueblo (ni un alma pese a ser festivo nacional, autonómico, comarcal y municipal) y cojo otro camino que va a llevarme a Nocito previo paso por Bentué y el monasterio de San Úrbez.
Precioso. Así es ese camino. Bien trazado, bien señalizado, con pendientes moderadas va uniendo pueblos y campos entre vegetación submediterránea donde no faltan, de vez en cuando, monumentales cajicos varias veces centenarios conservados con mimo por los habitantes de ese valle mágico.
Una vez llegados al monasterio  de San Úrbez, extraordinario templo que todavía hoy desvela poco a poco sus secretos, nos queda un descenso corto y relajado a Nocito donde, ahora sí, bulle la vida por todas sus calles y casas.
Entre franceses, autóctonos y gente perdida con cara de  ¿donde coño estoy? el pueblo está petao de gente y perros lamechochos con los que Yeti se pone loco.
Venga, va, que me voy.. a ver si llego a la procesión. Aquí tenéis el track.
Hala pues...

domingo, 5 de abril de 2015

CRESTA DE LOS PEPES, BORÓN Y MALLO DE SAN JORGE. (El que no disfruta es porque no quiere)

Por fin cayó. Hace mucho, mucho, mucho que andábamos diciendo de hacer este extraordinario recorrido por un lugar extraordinario de la sierra de Guara. Y eso que la mayoría de los que fuimos, por diversas razones (acceso a barrancos, escaladas juveniles, descerebramientos adolescentes...) ya conocíamos casi todo el recorrido. Pero nos faltaba hacerlo lineal, enlazando todo y haciéndolo en modo travesía. Así que el domingo 29 del mes pasado nos ponemos de acuerdo una buena cuadrilla compuesta por Silvia y JC, Ana, Pol, Kankel, Begoña y yo mismo y nos vamos, en una mañana seminublada y fría, a tierra baja hasta llegar a Santa Eulalia la Mayor (Santolaria pa los amigos). Paramos un rato mientras hacen la combinación de vehículos (yo, pa variar, me quedo con el sector femenino) e iniciamos la andada una vez dejado un vehículo en Vadiello a donde llegaremos.
La primera parte se desarrolla cómoda, sin prisas y charrando tranquilamente por pistas
con desniveles razonables hasta llegar a la confluencia de la que sube desde Vadiello y, poco después, a la barrera que limita el paso de vehículos.
Hasta ahora la ruta está siendo anodina y poco atractiva, cosa que suple la grata compañía, la conversación y las vistas hacia el norte donde despuntan los murallones sobre los que vamos a cabalgar en breve.
Pues si, en una curva de la pista, se coge senda a la derecha que nos lleva, en un cómodo flanqueo, justo detrás de los Mallos d'a Liana, concidos popularmente como "los Pepes" y de donde la arista recibe su nombre. Parada refugiados del puto viento a echar un bocao y buscamos el único punto por el que se pueden flanquear, a no ser que seas spiderman o similar, para situarnos al este de los mallos ya metidos en un mundo absolutamente mineral y sorprendente.
La cresta, en realidad, no tiene nada de dificultad si exceptuamos dos pequeños pasos de clavijas que se pasan sin mayores problemas... bueno, alguna si que los ha tenido pero es que no hay costumbre, coño... y además este p*t* viento no ayuda nada.
La cosa es que, tras rebasar los pasos, que más que dificultad lo que ponen es el punto de divertimento, solo nos queda subir y bajar por esos conglomerados, con abismos por todos lados,
hasta llegar al punto clave donde se abandona momentáneamente la cresta para subir al pico Borón.
Si hasta ahora hemos andado por conglomerados deltáicos del oligoceno, la cúpula del Borón lo conforman calizas  del Eoceno (+- 10 millones de años más antiguas, día arriba, día abajo) cuajadas de foraminíferos. El punto de contacto y cabalgamiento es un bucólico collado, situado muchos metros más abajo y a donde nos tenemos que dirigir, no sin cierta pereza, pues ya se sabe que en la montaña nadie regala nada y lo que se baja, tarde o temprano, se tendrá que subir... a no ser que ya estemos llegando al coche, que no es el caso.
Pues una vez en el prado en cuestión, nos queda una ladera de gleras sueltas con multitud de caminos trillados por las cabras que nos suben, no sin esfuerzo, a los  1327 m. que constituyen la cúpula cimera y uno de los mejores miradores de toda la sierra de Guara (con permiso del Tozal y de Fragineto que los tenemos allí, al alcance de la mano.)
Vuelta otra vez a la cresta y paramos a echar un bocado que ya empieza a ser hora.
Para rematar un día que está saliendo perfecto vamos a intentar subir el Mallo de San Jorge que el que esto escribe subió en su juventud a pelo y lo recordaba como una de esas gestas que solo se hacen en los años mozos, como lo de beberte cuatro cubatas seguidos y de trago o lo de entrarle, con escaso éxito dicha sea de paso, a una docena de mozas en una noche. Llegados a la base del peñasco en cuestión, contemplamos con regocijo que se ha instalado una sirga en una vira colgada y, donde se abre un abismo de 200 m. protegido únicamente por clavijas, se ha colocado una cuerda a modo de línea de vida que facilita, o al menos así lo creemos, notablemente el ascenso.
Subimos solo los mastos. Las mujeres, mucho más prudentes, se quedan abajo. Lo cierto es que resulta muy fácil (y muy espectacular) llegar arriba mientras se me ponen los pelos como escarpias de imaginarme a mi mismo (y a una cuadrilla de descerebraos como yo), hace más de 20 años, vestidos con chándal de mercadillo y zapatillas marca "maripis" subiendo la Canal del palomo sin línea de vida y sin la mitad de las clavijas y luego, supongo que borrachos de adrenalina y testosterona recién adquirida, trepar a este zaborro creyéndonos invencibles e inmortales... si algún día encuentro las diapositivas de ese día, prometo colgarlas.
Bueno, pues que una vez arriba, en vez de destrepar, buscamos una instalación de rápel que te deja, 30 metros más abajo, donde nos esperan nuestras amigas o esposas... cada uno lo que considere de cada cual.
Ahora solo queda buscar la canal que nos llevará, entre destrepes y agarradas a buchos, a orillas del embalse de Vadiello donde la naturaleza se torna mansa y los caminos son llanos y asfaltados... nada que ver con los parajes por donde hemos transitado hace muy poco y que quedarán para siempre en nuestras retinas y en nuestros recuerdos. (Para algunas más que para otros...je,je,je...)
Aquí tenéis el track aunque no hay pérdida... de hecho, si dejáis el camino lo más fácil es que os despeñéis.
Hala pues,