domingo, 28 de octubre de 2012

BARRANCO DE ESCOMENTUÉ

También llamado, barranco Pinzas. Otra vez hemos vuelto a Guara a barranquiar. Una vez que el mirlo culidorado (Turdus culiaureus) y el buitre carroñero (Gyps politicobanqueriensis) han hecho sus cosas de follar y demás, se han reproducido y han sacado adelante a sus retoños (Hace falta valor para reproducirte en este mundo que se nos viene encima) se levantan las prohibiciones que pesan sobre este espacio a la hora de barranquiar. En la zona de Vadiello, labrados a favor de las fracturas que presentan los paquetes de conglomerados oligocenos, se han formado increíbles barrancos, estrechos como el pichín de la Nancy y de una belleza única. El problema es que, para bajarlos, hay que buscar una fecha que no les jodamos el rollo romántico-sexual a nuestros amiguitos plumíferos, que respetemos las fechas y normativa, que haya llovido lo suficiente como para que no haya pozas estancadas, que no haga demasiado frío y que haya horas suficientes de luz porque son recorridos largos y bastante complejos. Todos estos factores se aliaron ayer y nos decidimos por el que dicen que es el mejor barranco de toda la cuenca del Guatizalema (del árabe Wadi "río" y de Salama, linaje de nobles oscenses por cuyas tierras discurría el río). El barranco de Escomentué (Ni idea de dónde procede dicho topónimo. Únicamente deciros que el sufijo -ué- da idea de pertenencia).
Madrugamos, ya que el día va a ser largo. A las siete y media quedamos en Villa Cloro con Pol y entre echar un café y demás, son las nueve cuando estamos aparcando en la chopera de Vadiello. Nos ataviamos con la moda barranquista primavera-otoño 2012 y cargados como mulos iniciamos el camino de acceso. Como este barranquillo no se debe hacer mucho nos llevamos cuerdas de sobra, material de instalación, comida, vino abundante y un mini kit de supervivencia en medios hostiles consistente en una manta térmica para cada uno, pastillas para que, en caso de sufrir un accidente -Dios no lo quiera-, nuestra carne se vuelva amarga y no se nos jalen estos buitres que ya nos sobrevuelan, un mechero para fumar cualquier cosa verde que encontremos mientras nos vienen a rescatar, y en el peor de los casos, navajas para hacernos el harakiri mutuamente.
Subimos un primer repecho perdedor y sin camino definido hasta cojer la senda que sube al pico Borón. Aquí ya tenemos una senda prefectamente marcada que nos introduce en una canal cubierta de vegetación y con vistas cada vez mejores de ese paisaje espectacular. Cuando subimos por la canal, del mallo de San Jorge que lo tenemos justo a la derecha, se desprende una enorme piedra que nos deja acojonaos. La erosión en directo y amenazando nuestros frágiles (alguno más que otro), cráneos. Llegamos a una especie de colladito, hasta aquí prácticamente hemos ganado todo el desnivel, y nos metemos en un bosquete de carrascas en el que hoy abundan las setas, especialmente el Boletus satanas que, como sagazmente habréis adivinado, es venenoso. En medio del bosquete oímos un ruido extraño y vemos unas formas peludas que se nos acercan a la carrera. ¡Mecagonmiputacalavera.! ¡Viene una manada de jabalises sesinos y sanguinarios!...pues no, se trata de un rebaño de cabras asilvestradas que se detienen a nuestro lado y nos miran como si fueran el mismísimo Belcebú.
Cruzamos el pelado lomo de Ligüerre, evitando entrar en el cauce del barranco de Lazas y enseguida llegamos a la cabecera del nuestro.Echamos un bocado, nos cambiamos y vamos al lío.
Después de pasar estos dias algo parecido al ciclón tropical Jessika por el Alto Aragón, el barranco lleva abundante agua que no sabemos de donde la saca pues apenas tiene cuenca de recepción.
Enseguida se cierra enre altas paredes, con resaltes y estrechos típicos de conglomerado. Para ser que no debe ser un barranco frecuentado, las instalaciones están muy bien. Algunas tienen pinta de ser nuevas y hay bastantes más de las que marcan las reseñas con lo que nos evitamos rápeles muy largos y problemas de recuperación de la cuerda. Por contra, hacemos bastantes más, lo que implica que los tiempos pueden alargarse notablemente. 
Después de un buen rato retorciéndonos por los estrechos, rapelando resaltes más o menos largos y haciendo más oposición que si te presentaras a notario, llegamos al umbral de las rampas. Jooooodo!!!! ¡¡¡¡Que ambientazo!!!! Tenemos a nuestros pies más de 200 m de pared arrampada que se resuelven en cinco rápeles algunos con reunión casi colgada en la pared. Además, el viento provoca un curioso y desconcertante fenómeno llamado aquarribing que consiste en que el líquido elemento, en vez de bajar ayudado por nuestra amiga la gravedad, sube hacia arriba entrando encañonado otra vez en el barranco mientras te golpea inmisericorde en la cara. Con este panorama (la verdad es que es un lugar que atrae y acojona a partes iguales) instalamos la cuerda tras acceder por un corto pasamanos y nos lanzamos al abismo. El fenómeno del aquarribing hace que, en los primeros metros, el agua incida en tus partes pudendas mísmamente como si estuvieras en una especie de bidé ciclópeo. Acostumbrados a que el agua nos golpee en la cabeza y en los hombros y/o costillas cuando descendemos por una cascada, no deja de tener gracia este nuevo sistema de ducha genitourinaria.
La verdad que, salvo lo que pesan las cuerdas por el roce del agua, y algún nudo cabrón que se hace en el sitio más inoportuno, no tenemos demasiados problemas y vamos bajando por un paraje único y espectacular.
Al acabar el último rápel de las rampas, paramos a descansar los brazos y a echarnos un par de tragazos de vino, -Bonum vinum laetificat cor hominis- , mientras contemplamos el desarrollo de todo lo que acabamos de bajar.
Ahora, pese a que el barranco continúa, ya nos podemos relajar. Los rápeles son bastante más cortos, el sol nos pega de lleno llenándolo todo de luz y calor y el paisaje sigue siendo igual de impresionante.
En cuatro horas justas llegamos a la confluencia con el barranco de Isarre. Se acabó el grandioso Escomentué. Ahora hay que bajar por otro barranco, que se estrecha en algunas ocasiones y que tiene badina en las que incluso tenemos que nadar. Dejamos el barranco de Lazas a nuestra derecha, hacemos un corto rápel en un sitio muy majo donde hay una cueva formada completamente en tosca, y al poco llegamos al coche. Han transcurrido más de seis intensas horas desde que hemos salido esta mañana
Comemos, aprovechando los últimos rayos de sol mientras vemos a numerosos escaladores evolucionando en las parede de encima nuestro, nos damos un corto paseo para desentumecer mientras Pol coge arañones para hacer pacharán y flipamos con la inflación de cartelitos des e informativos que hay allí. Desde uno que te describe los bichos que pululan por allí, hasta otro que te señala la ubicación y forma de subir por la Canal del Palomo pasando por el que te advierte del peligrosísimo paso del barranco de Isarre (hoy, que baja crecido, se puede cruzar de un salto), otro que te indica (viéndose desde allí) la proximidad de la carretera por la que debe haber una media de tráfico de 0,3 vehículos/h. Hay que ver en qué gilipolleces se gastaron los dineros las administraciones cuando los había...
Bueno, para terminar el día, cómo no, nos falta una buena cerveza. Vamos a por ella.
Hala pues...

lunes, 15 de octubre de 2012

MESA DE LOS TRES REYES 2444 m.

O Mesa d'os tres Reis, o Tabla d'eths Tros Rouyes o Table des Trois Rois o Hiru Erregeen Mahaia. Esta peña, formada a partir de calizas cretácicas que forman el cercano karst de Larra, a tenido la desgracia de formarse cerca de una de las comunidades autónomas que tienen un afán desmedido de fagocitar montes y toponimia, entre otras cosas. Si no se tiene en su territorio una montaña de más de 2400 m., pues se dice que sí, que está en el límite, o que están cerca o que ha formado parte del acervo cultural de brumosos pueblos extintos y perdidos y ya está,se cambia la toponimia, la ch se convierte en tx y apañado. Igual pasa si no se tiene la montaña más alta del Pirineo dentro de su comunidad. Se pone en los libros de texto que si, se difunde en la televisión y se prepara un intento penoso y vergonzoso de manipulación sin sentido ni ética. En fin, que en realidad me la pela este tema. Que cada uno siente el monte como quiere pero me parece patético que lo primero que haya que hacer en una cima, en vez de disfrutar del paisaje, chocar la mano al colega con el que has subido o, incluso, echarte un cigarrito, es sacar a pasear la banderita de los cojones. Bueno pues eso es lo que pasa, por lo visto, en esta montaña que visitamos ayer. Que aquellos que aseguran que es la montaña más alta de su territorio suben en procesión a sacar la banderita arriba. Eso sí, a "su" montaña tienen que subir por Aragón donde otra cosa no habrá, pero montañas de más de 2400 m.....
Así pues, después de pensar si me iba a Sobrepuerto solo o aquí con Óscar, Montse y Ángel la balanza acabó decantándose a favor de la grata compañía. Lo que no me imaginaba era que aquello sería como la romería del Rocío donde solo faltaban la Pantoja y Julián Muñoz. Será por el puente en el que se celebra el genocidio de los pueblos precolombinos a manos de los imperialistas hispanos??? Pues, seguramente. Que cada uno saque la lectura que le plazca. A las diez de la mañana el parquing del refugio de Linza (ubicado en Aragón) está petao de coches, furgonetas y autocaravanas. Aunque hace buen día, hay muchas nubes orográficas que anuncian un cambio de tiempo inminente.
Se podría subir a este monte con los ojos cerrados. El camino no es tal, si no una trinchera de casi 50 cm de hondo que sube entre prados alpinos trillado por miles de personas. Ayer subiríamos allí más de doscientas. (y 50 perros + o - )
Del refugio, la senda/trinchera se encamina hacia el este, dejando a la izquierda un pequeño valle cubierto por un hayedo residual. Es el Barcal de Linza. Lo bordea por arriba y trepa por la ladera sur de la Paquiza (que no Pakiza), del latín opacum "ladera umbría de una montaña" hasta llegar al collado de Linza. Hasta aquí hemos adelantado bastante gente pero ahora lo que tenemos delante deben ser los pasajeros un par de autobuses que había en el parquing cuando hemos llegado. Hay que descender por un camino perfectamente trazado hacia el norte, bordeando las Foyas (del latín fovea "foso, agujero" y no de lo que estáis imaginando ¡enferm@s!) de la Solana. Paisaje karstico cuajado de dolinas, sumideros y descarnados lapiaces en algunos puntos. Rebasamos una primera barrera rocosa de calizas donde se abren numerosas simas y viven a duras penas añejos ejemplares de pino negro. Delante nuestro se abre un valle seco, modelado a favor de los estratos que conforman el macizo, que tenemos que recorrer de oeste a este hasta situarnos casi debajo de la punta. Aquí, aunque el camino sigue perfectamente trazado, se anda despacio ya que el terreno está suelto y es un no parar de pegar saltos de piedra en piedra alternando trozos más o menos llanos con fuertes repechos en los que se amontona la gente. Además, las nubes que nos han venido acompañando hasta ahora se han compactado y nos rodean sin dejarnos ver el paisaje donde asoman, a veces, las agujas de Ansabere y el Anie (ambos ubicados en Francia, en el Bearn, concretamente). Un pequeño collado, entre la Mesa y el Budoguía, es el último descanso antes de enfilar la pirámide cimera a la que nos encaramamos por un sendero lleno de fitas en el que no hay ni que apoyar las manos. De hecho, el Yeti ¿no os había dicho quer venía el perro?, pues sí, también venía, decía que el perro se encarama arriba y nos espera rodeao de gente y mendigando un cacho de bocadillo gimiendo y poniendo cara de pena el bicho cabrón. 
La cima, concurridísima, está adornada por una especie de castillo envuelto en papel albal y por la estatua de San Francisco Javier, patrón de Navarra. En ella, cuenta una leyenda moderna, los reyes de Aragón, Francia y Euskal Herría ¡Ah! ¡No!, perdón de Navarra, se juntaban para dirimir cuestiones referentes a sus reinos sentándose, cada uno, en su territorio. No será verdad. De hecho no me imagino a ningún rey subiendo aquí ya que hay que sudar y cansarse y ni siquiera hay un mísero elefante al que disparar, pero si desde la Edad Media hemos estado separados negándonos a juntarnos y empatizar con el vecino, así nos va y así nos irá.
Bueno, pues después de echar un bocao y un trago iniciamos el descenso para constatar, como siempre pasa, que conforme más bajamos más se despeja y se arregla el día. La bajada la hacemos con calma siguiendo el mismo camino que para la subida. Hay un par de dólmenes con su túmulo y todo a orillas del camino que pasan completamente desapercibidos. Los hemos visto a la subida pero no hemos parado. Ahora, a la bajada, por lo menos los fotografío ya que nunca los veremos excavados ni estudiados.
Con esas luces preciosas de final de tarde otoñal y con una temperatura perfecta, teniendo en frente el Pico de Maz o Maze (que no Txamantxoia, al menos por ista bal) llegamos al refugio bastante más despejado de vehículos que esta mañana. La galimba cae en el cámping de Zuriza donde nos despedimos de Ángel.
Con Óscar y Montse todavía nos quedan casi 100 km por delante hasta llegar a casa. Viaje en el que se alterna buena conversación, discusiones acaloradas sobre temas de actualidad y cabezadas (bueno, ellos, yo no, que era el que conducía).
Pues nada, amiguitos y amiguitas...otra más pa contar. Que os vaya bien la semana que se prevee lluviosa. A ver si salen setas de una vez.
¡Se me olvidaba!, aunque es casi imposible perderse, os dejo el track por si algún día se os echa la boira que estonces si que debe ser ese terreno traicionero. Aquí está.
Hala pues...

lunes, 8 de octubre de 2012

SENDA AMARILLA 2012

Organizada por la Asociación "O cumo" de Oliván, el sábado tuvo lugar la VI Ruta de la memoria Oliván-Ainielle. La actividad consiste en unir andando el pueblo de Oliván con los despoblados de Berbusa y Ainielle por una senda que se desarrolla en la orilla derecha orográfica del barranco de Oliván. Inmejorable organización para un día interesante en le que casi 200 personas recorrimos esas sendas que eran la entrada al Sobrepuerto. Se sale a las ocho y media de Oliván tras pagar 8 € en concepto de inscripción y recibir una camiseta. Con paso pausado, entre buena conversación y saludos a unos y a otros, se sube hasta casi situarte en la divisoria del monte con el de Barbenuta. Una vez allí, se llanea contorneando numerosos barrancos hasta que se inicia una buena bajada que nos lleva a los campos abandonados primero y a las ruinas de Berbusa poco después. Allí se para a almorzar. Después de un rato de cháchara y güenos tragazos de vino, se retoma el camino que sube ahora pausadamente, hacia Ainielle. El día inmejorable. Quizá demasiado calor. Allí, es ese solano, estamos protegidos del viento y sudamos de cojón la mayoría. Se pasa por la cabecera del barranco Rimualo (el único que lleva un hilo de agua) y llegamos al cruce donde se unen el camino que llevamos con el que viene de la pista de Oliván y que seguimos hace menos de una semana con nuestros nuevos amigos del Termo. A partir de aquí, en apenas diez minutos y charrando tranquilamente con unos/as y otros/as nos plantamos en las ruinas del pueblo. Yo creo que ni pa la fiesta, cuando el pueblo estaba vivo, había tanta gente y de tan diversas procedencias. Buscamos sitio para comer. Todavía nos da tiempo para bajar algunos al molino, otros entretenerse recogiendo moras y otros, simplemente, tumbarse a la bartola (que es lo que yo he hecho)  o charrar con unos y con otros (que también lo he hecho)
Después de comer, nos obsequian con un vaso (o dos) de melocotón con vino y un café. Mientras nos lo tomamos, una persona invitada nos da una conferencia silvestre. En este caso, Carmen Rábanos, profesora de Historia del Arte  en la Universidad de Zaragoza, nos habló de la arquitectura popular en las diversas zonas geográficas de Aragón. Una vez concluida la charla y las preguntas, poco a poco, iniciamos el camino de vuelta.
Bajamos por el mismo camino de subida hasta Berbusa y, para evitarnos la larga subida a Oliván, la gente baja por el camino que cruza el barranco y va a salir a la pista. Allí nos vuelven a esperar los de Oliván con agua fresca y los de protección civil que en todo momento han estado velando por nuestra seguridad.
De allí pista abajo, con sombra y viento fresco, es un paseo llegar a Oliván donde las mujeres mayores del pueblo nos obsequian con un chocolate con bizcochos mientras los gaiteros de Leciñena animan la tarde. Al chocolate le hacemos los honores, eso sí, previo paso por el bar donde nos apretamos una buenas cervezas.
Iniciativas como esta son las que hacen falta para animar (o dinamizar y desestacionalizar que dirían los listos) este territorio. No hemos necesitado ni telecabinas, ni arrastres, ni infraestructuras demoledoras para pasar un magnífico día en plena naturaleza.
El track del recorrido, pos si te mola hacerlo solo/a o con tu amigo/a, esposo/a, amante/a o perro/a es este
Hala pues... 

miércoles, 3 de octubre de 2012

BARRANCO DE FAJALATA

Lo que hace veinte días se veía lejaníííísimo va a ocurrir de forma inminente. Mañana se me acaban las vacaciones. Y lo cierto es que, aunque parezca mentira, se me han hecho largas. A eso habrá contribuído que prácticamente no he parao. Que todos los días, poco o mucho, he salido a hacer el mangui por el monte. No todo lo pongo aquí, claro. Si de normal lo que escribo tiene un interés relativo, contar la enésima vez elevada al cubo que he bajado por la senda de la Caseta las Brujas con la bici pues eso, que pa qué. Al final acabaré poniendo las veces que me hago las ingles.
 Bueno, pues hoy, como traca fin de fiestas, nos hemos ido a bajar el barranco de Fajalata que lo tenemos en la puerta casa y no lo habíamos bajado nunca. Bueno, estar, estar, está en la puerta casa pero son dos horas largas de andar y, aunque ha salido publicado en varias guías como Barranco Fajalata, el topónimo correcto es Canal d'as Palomeras. La aproximación es magnífica, con unos paisajes soberbios pero si pones en una balanza lo que te cuesta en tiempo y lo que te aporta el barranco al final es de esos para ir una vez y no volver. Si eres de los machacabajabarrancos que buscas peligro y adrenalina, éste no es tu barranco. Si lo que buscas es soledad, anclajes viejos y movedizos un poco de aventura y bonitos paisajes, entonces sí, ven a darte una vuelta por aquí.
Dejamos un coche en el refugio de arriba del valle de Lasieso y con el otro bajamos valle abajo para subir al castillo de Sta. Elena. Hay que seguir el camino de Fajalata durante dos horas largas hasta el conocido como "Lomo d'os vascos". Allí veremos como el camino enfila de frente la ladera dirección norte en dirección al pico Fajalata y Peña Blanca. Aquí hay que dejar la senda y buscándote la vida entre arizones, bajar al cauce del barranco que, hoy, baja francamente menguao. Cuando estamos llegando al cauce nos sorprenden unos gritos. Prestamos atención ¿será posible que haya alguien bajando este barranco? Luego nos damos cuenta que son en la ladera de enfrente. Deben ser seteros  o qué sé yo pero gritan como si los estuvieran capando...hace falta ser gilipollas.
Llegamos al cauce, por el que circula un hilo de agua y empezamos a bajar. La ladera sur de la sierra de Tendeñera, donde estamos, está formada por una serie de estratos de caliza que, en el plegamiento alpino, se verticalizaron más o menos. El agua ha aprovechado una zona de fractura entre el flanco de un gigantesco anticlinal a la izquierda y un chevron a la derecha para circular y ha labrado un profundo surco por el que vamos a descender. Claro que no es todo caliza, hay también estratos de areniscas calcáreas, mucho más blandos, que hacen que no se llegue a encajonar más que los últimos metros de su desarrollo. Empezamos a destrepar numerosos escalones. Siempre por terreno abierto, pero muy inclinado, bajamos y bajamos sorteando pozas plagadas de tritones hasta donde aparecen las calizas. Aquí sí que se ha labrado una garganta guapa. El agua culebrea formando un tubo estrecho y muy pulido. Es la parte más maja del barranco. Hay varios rápeles, sobre anclajes en general sólidos pero muy mal instalados y cuando te quieres dar cuenta sacabó. ¿¿¿¿Ya???  No puéser... Vamos a ver, acceso : 2h largas, descenso del barranco 1h:30 de las cuales lo realmente majo y deportivo no llega a 30 min. Pues sí, justo en frente circula el agua del barranco de Lasieso. Diez minutos por senda y nos plantamos en el coche de recepción.
Hombre, para pasar el día es majo, te das una vuelta por donde Cristo perdió as alpargatas pero como actividad barranquista no...
Pues eso, que aquí estoy con el síndrome postvacacional y quitándome punchas de as garras.
Hala pues... 

lunes, 1 de octubre de 2012

OTRA VUELTA POR EL SOBREPUERTO


Otal
 Sigo haciendo el trabajo de trackquear ¿se debe escribir así? todos los senderos de Sobrepuerto. Lo que yo pensaba que iban a ser excursiones solitarias, en compañía únicamente del perro, se están convirtiendo en magníficas experiencias acompañado por gente excepcional. Ayer tuvimos el placer de compartir una de esas excursiones con Los del Termo, gente maja no, lo siguiente. Vienen de Binefar, Barbastro y Monzón. Viene también Pol y Teo, un amigo suyo. 
Quedamos con ellos en el puente Oliván a las ocho de la mañana. Llegamos, recién levantaos y medio sobaos aún, y los encontramos almorzando de forma contundente. A base de bizcocho y magdalenas caseras, chocolate, café y orujo. Claro que ellos llevan ya dos horas levantados. ¿Tendrá que ver el nombre del grupo con estos almuerzos? decidimente sí. Presentaciones. Al final desayunamos todos, nos organizamos en los coches y subimos hasta el punto donde la pista corta el camino de Ainielle. Vamos once, a saber; Javier, Cristina (que padece perrofobia), Pili, Loli, Miguel, Juan Carlos, Silvia, Teo, Pol, el Yeti y yo mismo.


Ainielle
De donde el camino sale de la pista hasta el pueblo que se hizo famoso en todo el mundo a raíz de la publicación de la novela "La lluvia amarilla", hay media hora escasa por un camino cómodo que primero sube por un espolón rocoso con buenas vistas hacia el valle, y después llanea entre campos repoblados de pinos hasta llegar a los, cada vez, más menguados restos del pueblo. En las eras situadas a poniente, se inicia el que es, para mí, el camino más bonito para subir a Erata. Primero se va paralelo al barranco para, a los pocos minutos, introducirte en un precioso hayedo por el que subiremos (a veces muy fuerte) hasta un cerro desde el que se domina el pueblo y todo el valle de Oliván. De aquí se coge un lomo completamente despejado de vegetación que nos lleva, entre vacas y vistas cada vez mejores, primero a la ermita de San Benito y en pocos minutos a la punta Erata.
Almorzamos en la ermita, vuelven a correr las botas de mano en mano, y de allí a Erata y a la punta del Puerto Yésero, dos metros más alta que la que tiene el vértice geodésico. Aquí se inicia una bajada, siguiendo marcas blanquirrojas del Gr-15, hasta el pueblo de Otal. Lo primero que nos sale al paso es la arruinada iglesia, declarada BIC y que se hundió hace un año ante la indiferencia, apatía, dejadez e incultura del, paradógicamente, Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Oregón y su Dirección General de Patrimonio Cultural. Claro que, el  excelentisimo y acojonantísimo Ayuntamiento de Broto, tan preocupado por su patrimonio, tampoco hizo nada...bueno, sí, llenar Sobrepuerto de cartelitos gilipollas, indicándote que estás en su término municipal. Carteles pagados con dinero público que se podría haber destinado, yo qué sé, a subir un albañil un par de días a retejar. No hubiera sido la solución pero sí que hubiera servido para detener el proceso de deterioro. Claro que la iglesia es del Obispado y no iban a intervenir en un edificio que no es público...claro que el tejado lo hundió una nevada y las nevadas las anuncian, o no, los hombres del tiempo. ¿A ver si la culpa va a ser de ellos? De telecinco, concretamente por poner la previsión a las 15:50, cuando el funcionario de turno, que debió alertar del inminente derrumbe, estaba con el cafelito de media tarde.
Con una profunda sensación de asco y desamparo (al menos yo) entramos en la iglesia (eso sí, las fotos interiores ahora salen de puta madre). Nos damos una vuelta por el pueblo (hay varias personas comiendo y cogiendo moras en los zarzales arborescentes que ocupan las calles) y cogemos el sendero que nos llevará de vuelta a Ainielle. Al principio baja entre tapiales hundidos hasta cruzar el barranco Labañera. A partir de aquí, faldea a media ladera entre un precioso bosque mixto donde destacan monumentales abetos y hayas centenarias hasta llegar a un collado donde se da vista ya al valle de Oliván presidido por la Punta Oturia. Allí paramos a comer para continuar, poco después, faldeando el cerro de Castillón (donde se ubicó algún tipo de poblamiento defensivo allá por el siglo X), coger la pista que desde el Cuello Ainielle baja a esta población y retomar el camino de subida otra vez a los coches.
La despedida, una vez llegados a la civilización, en el Molino de Escuer donde caen, grandes y abundantes galimbas, alguna cocacola y demás bebidas estimulantes y/o refrescantes que sirven para acompañar y acabar de rematar las magdalenas y el bizcocho entre risas y animada conversación. No creo yo que sea la última vez que nos juntemos con esta gente...
Por cierto, Cristina, la que le tenía miedo a los perros, ha acabado siendo amiga del Yeti...si es que...es más majo y más simpaticón este perro....
Hala pues....

Se me olvidaba el track...hala ir andando estas sendas que si no se cierran y no hay Dios que pase por allí