domingo, 28 de diciembre de 2014

BELÉN MONTAÑERO EN ERATA, 2014

Si el año pasado, en este mismo programa, dábamos la noticia de que 36 personas habíamos subido,
convocados por la Asociación Erata de Biescas a colocar el belén en la ermita de San Benito, me llena de odgullo y satisfacción comunicar que este año han sido ¡¡¡¡48!!!! a las que se han unido varias más en Espierre lo que hace más de 60 las que, de una manera u otra, han colaborado para que salga, el domingo 21 de diciembre, -Dies Natalis Solis Invicti- un día solsticial y festivo redondo.
Vamos por partes.
Ocho de la mañana en la plaza de Biescas. Al frío matinal propio de estas kalendas se opone el calor humano, los saludos efusivos y los besos de reencuentro mientras nos organizamos con los vehículos.
Partimos hacia Espierre donde llegamos al poco.
A partir de San Chuan, hay que dejar los vehículos y ponerse a andar. Al principio por pista hasta llegar a los baciones d'a fuen d'os comos, luego por senda cómoda donde el numeroso grupo se ahíla yendo cada uno a su ritmo.
Una vez cogida altura, se hace patente el simpático fenómeno de la inversión térmica, de forma y manera que sobra toda la ropa que llevamos y que hace poco nos echábamos encima de forma compulsiva. De una forma u de otra (acaloraos o enfriaos quizir), llegamos a la ermita donde desplegamos todos nuestros encantos gastronómicos y/o enológicos mientras disfrutamos de un día primaveral en pleno diciembre.
Los más pequeños se encargan de montar el belén mientras los demás charramos, bebemos o
hacemos la fotosíntesis cada uno a su manera y cada uno rezándole al dios que más le conviene.

Da pereza, pero hay que marchar. Subimos al vértice de Erata, después a la punta d'o Puerto Yésero y bajamos por la senda normal hasta el collado de Yésero y poco después al coche.
Aun perdemos un rato visitando la ermita de San Chuan haciendo tiempo para que la intendencia nos prepare la comida.
Porque si, queridos y queridas amiguitas. Este año, como novedad, hemos preparado, con la colaboración de nuestras sufridas, abnegadas y santas esposas, una comida vikinga a base de ensalada para abrir boca y chulla, chorizo, longaniza y manjares varios (todos con colesterol por encima de 3000 ppm.).
La cosa es que, si la subida ha estado bien y los dioses nos han sido propicios, la comida y posterior sobremesa se convierte en un banquete digno de hacer los honores al mismísimo Mitra.
Y en eso estamos hasta que los tragos, el sol que se pone y el frío que muerde nuestros entumecidos huesos, nos sugieren que ya es hora de marchar cada mochuelo a su olivo, u caxico según los casos, hasta el solsticio que viene.

Pues nada, que aunque tarde, feliz navidad para unos, feliz solsticio para otros y a esperar que el año que viene, como poco por estas fechas,  hayamos mandado a donde se merecen a toda la banda de malnacidos que gobiernan, mangan y estafan en este país. Igual, en el próximo belén, hay muchas más cosas que celebrar.

Hala pues...que los dioses os sean propicios esta añada que entra.

martes, 16 de diciembre de 2014

OROEL, CARA NORTE

Sábado sabadete 6 de diciembre, día de la Prostituida prostitución inmaculada y único día del puente
que pinta medio bueno para hacer algo... pero solo por el sur. El marrón lleva días enganchado en las cotas altas limitándonos notablemente el terreno de juego.
Hace días que quería hacer esta vía directa a Oroel pero no me atrevía a hacerla sin el apoyo, consejo y experiencia de alguien que la hubiera subido ya, que yo en esto de embarcarme tengo varios cursos y un master.
Al final vamos a ir J.C y Silvia (que ya la conocen), Lolo y Ale (que también) y Pol, Kankel y yo que, pese a la proximidad geográfica, no habíamos catado esa roca de conglomerado.
Sin madrugar, quedamos en Villa Lindano y nos acercamos hasta el parador de Oroel. 11 de la mañana y parece Puerto Venecia el día 5 de enero... es imposible aparcar y cientos de personas pululan por allí como pollos sin cabeza.
Preparamos las cuerdas, cascos y demás atalajes ante la atenta mirada de unos y otros que se preguntan que a donde coño vamos con tanto preparo e iniciamos el camino de Oroel en romería.
Afortunadamente, en pocos metros nos desviamos a nuestra derecha y, a partir de aquí, no vamos a ver más que a nuestros compañeros y los buitres que nos sobrevuelan durante un par de horas.
La senda se desvía de la normal y va a buscar las paredes que defienden la cruz yéndose cada vez
más a la derecha. Sube a piñón durante un rato y, en general, no es muy complicado seguirla hasta que te deja en un primer escalón de roca donde hay que trepar.
Un diedro sin dificultad, si quitamos el hielo que hoy ameniza la marcha, nos deja en el llamado "Jardín colgante", una estrecha y emboscada faja que recorre toda la pared de la montaña en horizontal durante muchos metros. Sin duda, es un recorrido sorprendente, audaz y precioso.
La faja termina en otro lugar sorprendente. Una pared tumbada, sin apenas vegetación si exceptuamos algún pino torturado por el viento.
Por allí hay que subir sin asegurar y sin dificultad aunque el patio del que gozamos hace que midamos nuestros pasos... no es para ir acojonao, pero un resbalón, una piedra que se suelte o cualquier otro imponderable hará que acabemos pinchaos en el pararrayos del parador 600 m. más abajo.
Una cosa nos llamó la atención. Como cabe esperar en un monte tan simbólico y evocador, habrá mucha gente que querrá que, una vez en compañía de Elvis, sus cenizas se esparzan por esas laderas.
Pues muy bien, oye, nada que objetar... lo único que, los que estáis pensando hacer eso,  digáis a vuestros deudos que la urna se la lleven pa casa y que se hagan un jarrón y que no la tiren ladera abajo como es el caso, que lo que viene a ser una cosa íntima y bonita, deviene en una marranada sin fundamento ni justificación.
Comentando estas divertidas anécdotas y algún más que no viene al caso, nos colocamos justo debajo de la cruz donde disfrutamos del frescor salvaje del Pirineo, en forma de viento, frío de cojones y presencia de hielo lo que nos hace acelerar las trepadas y suspirar por esos rayos de sol que se ven metro más arriba.
Otra trepada protegida por clavos y algún parabolt nos deja en la mismísima cruz donde nos volvemos a juntar con cientos de personas que han subido por el camino de las personas y no por el de las cabras y los difuntos como es el caso.
Recogemos bártulos y bajamos a comer protegidos por las matas de bucho y disfrutando del sol que no habíamos tenido en las tres horas que llevamos danzando por aquí.
La bajada, para disfrutar nuevamente de la soledad en esa montaña masificada, la hacemos por la senda de los lobos, alternativa más que interesante si no quieres ir oliendo los pedos del de delante o pisando perros lamechochos.
Pues ya está. Solos, como hemos subido, hemos bajado.
Llegamos a la carretera y nos queda a un km al parador donde nos espera una galimba hermosa para calentar el cuerpo y un rato de conversación mientras miramos de reojo por dónde hemos subido y que, desde aquí, se nos antoja imposible.
Si queréis el track de un recorrido recomendable 100% aquí está.

lunes, 8 de diciembre de 2014

SUBIDA A GÜÉ. Los 13000 m. vallas.

Quedada (Kedada) bloguera anual  que se retrasa por unas cosas u otras.
Al final, es el día 23 de noviembre cuando nos juntamos todos para realizar una andada y, después, dar cuenta de la comida de mesa y mantel previamente reservada en el Camping Valle de Tena donde se come bien a muy bien y a un precio más que razonable.
El problema es que, el día previsto, sale de malo a muy malo, con nubes, frío y previsión de lluvias más pronto que tarde. Ruta corta se impone pues. Y la más cercana, sin duda, es la subida a Güé, donde algún@ se perdió en tiempos y otros no han estado pese a su cercanía y evidencia desde cualquier punto de este valle en le que tenemos (algunos) la fortuna de vivir. Con todo, propongo realizar una ascensión exótica, por senderos poco conocidos y menos hollados a los que todo el mundo dice que sí ipso facto.
Pues así, pese al tiempo y lo desapacible del día, somos nada más y nada menos que 11 personas y tres perros, a saber, Pirene y Josu, David, Campillo y Sonia, Pol, Luisa y Bizén, J.C. y Silvia y yo mismo.
Vamos a lío. El único que se sabe el camino es el que esto escribe y, a la primera, coge una senda que enseguida se convierte en pista que ¡oh sorpresa! se encuentra vallada. Pese a que otras veces que he estado por aquí esa valla estaba abierta (y a fe mía así debería estar al ser un acceso público) nos toca saltar nada menos que dos veces sendas cletas para iniciar, ahora sí, el camino que pretendemos seguir. Camino que trepa suave por sendas hasta que cruza una pista donde ¡oh sorpresa otra vez! un grupo de cazadores nos dicen/amenazan conque van  a cazar ese trozo de monte y que allá nosotros y que los perros han de ir atados en virtud de no sé qué prohibición. (los suyos no... esos pueden ir sueltos...). No les hacemos puñetero caso, por supuesto, así que seguimos un poco por la pista hasta que cogemos la senda que limpió en su día un abuelo de Arguisal y que nos sube, sin prácticamente enterarnos aunque la subida es criminal, a la punta Güé donde paramos un rato a echar un bocao y admirar las vistas que, hoy por hoy, están difusas y neblinosas.
Todavía es pronto para volver por el mismo sitio. Por otro camino que baja directo a Arguisal están los amigos de la naturaleza dándole (aunque no hemos oído ni un solo tiro) así que bajamos por la normal y ya veremos por donde atajamos para llegar a los coches a buena hora.
El descenso no tiene ningún misterio. El camino está perfectamente trazado. Lo malo es que nos está llevando justo en dirección contraria...
Una vez llegados a la base de la montaña, justo encima del pueblo de Sorripas, decidimos buscar un lugar alternativo para bajar al pueblo y evitar una pista que deberíamos coger bastante más abajo y que da bastante más rodeo...
Pues allí vamos. Salto de vallas continuo (¿¿¿¿pero esta gente a qué le tiene tanto miedo????), nos metemos en alguna finca privada y hacemos cosas que no deberíamos hasta salir, ahora sí, a las calles desiertas del pueblo.
Desde la iglesia cogemos otra senda, esta ya conocida y transitada por alguno que, por la base de la montaña y dando un largo rodeo, nos vuelve a dejar en los coches. Previamente, hemos pasado, esta vez sí, por medio de la batida y acobardados ante tanta arma desenfundada, tanto traje de camuflaje y tanto ruido gutural contestando a nuestros buenos días.
Jodo, pues pa ser una cosa corta nos ha salido más de 1000 metros de desnivel en un monte que no supera los 1600 y más de 13 km de recorrido... y pa terminar la jornada justo ahora se pone a llover... Jodo como nos va a sentar esa comida que estoy oliendo desde aquí...
Aquí tenéis el track de la amigaza Pirene con puntualizaciones de David. Seguro que no le importa que se lo coja... es que el mío me da vergüenza ponerlo.... igual que a David y a Pirene que por no hacer no han hecho ni la crónica... juas, juas, juas...
Hala pues.... con la tontería, con poca sed y ninguna hambre, la jornada acaba sobre las seis de la tarde.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

VUELTA A FORATATA

Muchos días llevábame  este recorrido dando vueltas por mi cabeza. Al final, el sábado que no hay nadie disponible para ir al monte (excepto el perro, claro está) me decido a hacerla viendo que no hay ni gota de nieve en la cara sur y que es un recorrido, en principio, sin ningún compromiso ahora que el día es corto y voy solo.
Sin embargo, a las nueve de la noche me llama Kankel y me dice que me acompaña. ¡Pues cojonudo tú! Aunque no me importa ir solo al monte y mantener largas conversaciones con el Yeti, la verdad es que siempre se agradece la compañía... y más si es un tío como Kankel.
Ocho y media de la mañana en Biescas. Salgo a la calle y hace una temperatura que no la ha hecho ni en agosto. (De hecho, para las fiestas había que ir con abrigo y ahora se puede estar perfectamente en manga corta.... este tiempo está pirao)
Carretera a la Bal y aparcamos en Formigal que a estas horas es como Chernóbil.... ni un alma, ni un coche, ni un gato por la calle.

Cogemos una senda a la derecha que, enseguida, nos lleva a la zona conocida como La Pecariza. Corrales, casetas de falsa bóveda, portillos... todo este entorno nos habla de otros usos de las montañas, mucho más respetuosos que los que ahora se practican a muy pocos metros en línea recta y en la otra ladera. Afortunadamente (o no) la naturaleza y el clima pondrán a cada uno (a las vacas y al director de Arramón, quizir) en su sitio tarde o temprano.
Continuamos por una senda más marcada. Incluso vemos algún brochazo azul en alguna piedra. El camino sube a coger altura y después llanea haciendo una travesía que nos deleita con vistas cambiantes del todo el valle hasta llegar al collado entre Foratata y el emboscado pico Baladrás.
Paramos a echar un bocado con una temperatura y un día que lo que apetece, de verdad, es echarse una siesta en esta hierba tan mullida y con este sol tan tibio.
Después de sacudirnos la pereza y la abulia que nos embarga, iniciamos un descenso por sendero poco marcado pero que, aún así, se sigue muy bien. Alguien ha cortado algún bucho y a colocado señales de plástico azules en los pinos. Por contra, otro se ha dedicado a hacer hitos justo donde hay marcas de pintura tapándolas por motivos que nos son desconocidos.
De una forma o de otra, nos encaramos hacia el pico de la Laña que se yergue enhiesto, pinchudo y orgulloso en lontananza.
Una vez llegados  a su base, lo bordeamos e iniciamos una subida por canchal hasta el collado entre éste y las paredes de Foratata.
Y llegados a este punto, cambiamos de orientación, de mundo y de estación. Así es, queridos y queridas amiguitos y amiguitas. Si hasta ahora habíamos andado por prados, hierbas y pedregales, ahora, nada más cruzar el collado, nos encontramos con un mundo frío, yerto y nevado que parece sacado de otras latitudes o, al menos, de otras fechas.
Intentamos perder poca altura pero aún así, tenemos que faldear las paredes de Foratata oriental por laderas cubiertas de nieve blanda donde, tan pronto te hundes hasta la cadera como te juegas un tobillo que se introduce entre piedra y piedra tapadas con dos dedos de nieve traicionera.
Incómoda. Así es la travesía por estos pagos. Habíamos pensado subir a la Foratata occidental pero, visto lo visto, lo dejamos para mejor (y más seca) ocasión.
Con algún exabrupto y mentando (para mal) al Sumo Hacedor, ganamos el collado entre Foratata y el pico Barzapuchera e iniciamos un flanqueo penoso por la cabecera del recién nacido barranco del Ministirio que nos deja, a la postre, en otro collado, el que separa la arista occidental de Foratata con el pico del Forato.
Y vosotros y vosotras, queridos y queridas lectores y lectoras que habláis la lengua de Cervantes, os preguntaréis a qué idioma recóndito, arcano y atávico se debe tan singular toponimia de nombres tan sugerentes como impronunciables. Pues es al aragonés, de hondas raíces latinas pero aderezado también con voces de origen prerromano e incluso indoeuropeo. Así, forato en sus múltiples variantes, se refiere a "agujero" ya que la peña en cuestión, al estar formada por calizas hercínicas, ha tenido nada más y nada menos que 300 millones de años  para ir erosionándose. Laña, por su parte viene del céltico Lanna "lugar llano y despejado de vegetación"  los otros -Barzapuchera, Ministirio.... prometo buscar la etimología... que me pica la curiosidad.
Estando pues en el collado del forato, vuelve a cambiar el ambiente, vuelve a desaparecer la nieve y vuelven las altas temperaturas. Tenemos apenas media hora hasta el coche pero no apetece nada irse a casa. Así que, haciendo el remolón, comemos en unos bloques mientras hacemos la fotosíntesis y nos empapamos de vitamina D, que en el tiempo en el que estamos y hacia donde nos encaminamos,  cada vez va a ser más cara y menos abundante.
Pues ya está. Galimba en Formigal y pa casa que aún hay cosas que hacer hoy sábado.... sabadete....
Aquí tenéis el track.
Hala pues...

martes, 11 de noviembre de 2014

VÍDEO DE NUESTRAS ANDANZAS POR MONTE ROSA.

Después de Titanic y Avatar, la superproducción que todos estábamos esperando.

Con las nuevas estrellas revelación haciéndole sombra a Juanito Ayarzabal y Pauner.

Bajo la dirección del director revelación Roberto Giménez y los especialistas Kankel, J.C, Silvia y yo mismo.

Sin especialistas en las escenas de riesgo, no como los medionenas esos de Chuachenaguer o el Stallone.

Que lo disfrutéis.


domingo, 9 de noviembre de 2014

MALLOS DE LECHERÍN, DESDE AISA

Domingo 2 de noviembre. Último día de veroño. Último día, si hacemos caso a las previsiones, que nos queda de subir por
encima de los 2000 m. sin que el elemento blanco (como dicen los guays) suba de dificultad todos los recorridos. Y lo vamos a hacer a lo grande, en un recorrido precioso, sorprendente, de dificultad moderada pero que aúna todos los ingredientes para volver a casa, como vulgarmente se dice, como una craba recién buquida.
Madrugando, pues el marrón entra a partir de medio día, nos juntamos en Villa Lindano Silvia y JC por un lado y Lolo y Ale por otro. Yo, como no me quiere nadie, (en el monte, se entiende) y el perro no está para subir por esos parajes me voy solo.
Carretera a Aisa donde llegamos con un día otoñal magnífico. Aparcamos en el final de la carretera y arreamos valle arriba, como si fuéramos a subir al Aspe.
Muy pronto hay que desviarse por el Valle de Riguelo y encarar la subida por tasca y coronada por el pico de Lecherín, al que subimos hace unos años, los mallos, a donde vamos, y el escarpado y preciso pico Riguelo que, desde aquí, presenta una cara impresionante y acongojante.
Plácida subida por tasca y piedras. Almorza os a la vera de un gigantesco bloque errático y continuamos hacia arriba, en busca del collado entre el lecherín y los Mallos por sendero cada vez más empinado y más pedregoso hasta que, en apenas dos horas, llegamos a la base de los mallos que, vistos desde aquí, parecen inexpugnables.
Hay que rodearlos por el este para buscar un punto débil en la muralla situado al sureste. Trepamos por terrazas y bloques sueltos hasta situarnos al pie de una chimenea muy evidente. Aquí nos aviamos con cascos, arneses, hierros y demás aditamentos necesarios para que esto sea un placer y no un sufrimiento y vamos al lío previo tragazo de vino para coger fuerzas.
La roca es buena, las botas agarran bien y la dificultad no pasa de IIIº en algún paso puntual así que hasta un espondilítico como yo llega sin ningún problema a la primera reunión situada al lado de una cueva y continuamos hacia arriba con otro largo de cuerda que nos deja, sin apenas darnos cuenta, en la cima de los mallos.
Sorprendente. No hay otro calificativo. Imaginaos un taco de madera rajado en cuatro partes perpendiculares... pues eso son los mallos de Lecherín. Cuatro torres separadas por profundos tajos  a los que hay que destrepar para recorrerlos todos. Alguno de esos pasillos, en ascenso y con roca suelta, terminan en un abismo que acojona al más pintao... más cuando ves que las piedras que tiras sin querer bajan rodando y desaparecen para desintegrarse muchísimos metros más abajo... glup!
Tan entusiasmados estamos recorriendo lo que parecen las ruinas de una fortaleza que no vemos que, en apenas unos minutos, se ha nublado completamente, empiezan a condensarse nieblas en los picos cercanos y la temperatura ha bajado escandalosamente.
Si nos pilla un marrón de granizo, rayos, truenos y viento huracanado, (Kortatu dixit) que nos pille más abajo del collado. Vamos para abajo echando leches.
Dos rápeles sin misterio, aunque largos como un día sin pan, nos dejan, nuevamente, en la base de la chimenea y en terreno seguro.
Ahora ya puede llover, aunque sería preferible que no lo hiciera... Y oye, que nuestros ruegos fueron gratos al sumo hacedor y no solo no nos llovió, si no que nos permitió llegar secos al coche después de haber dado cuenta de nuestras viandas y disfrutar de la placidez de una tarde otoñal en la que ya se ven indicios más que evidentes de que esto, amigos míos, se acaba. A partir de ahora, el invierno va a entrar en nuestras vidas y en nuestras almas igual que entró Olga María Henao Cárdenas en la vida y en las almas de los PePeros que, como bucos buquideros, dejaron vidas y haciendas por un momento de relax y placer... mira, igual que nos ha pasado a nosotros hoy....
Hala pues...

lunes, 3 de noviembre de 2014

GORGAS DE BESSE

O Arrec de Lusque, de ambas formas se llama este señor barranco que tenía, entre ceja y ceja, nada menos que desde el año 1992  cuando me compré en Pau el libro Gorges y Canyons du Haut Bearn y salía como uno de los imprescindibles del valle vecino. Pero, por unas cosas o por otras, no habíamos estado pese a su proximidad. ¿Porqué? Pues porque es Francia y siempre hace tiempo francés, siempre baja pasao de agua, le dan casi dos horas de aproximación y siete de descenso y porque no ha surgido el cómo, dónde, porqué y con quién.... hasta el viernes pasado.
Como siempre, se apuntan Silvia y Juan Carlos para darle un tiento aprovechando este miniverano otoñal que estábamos disfrutando. De agua bajará bien... lo malo son las horas de luz que vamos a ir muy justos. Pues eso se soluciona con una madrugada indecente.
A las siete y media estamos de camino, tres con dos coches. Uno lo dejamos en el balneario de les Eaux Chaudes y con el otro retrocedemos hasta la minipoblación de Goust.
Aparcamos, nos cambiamos y constatamos que, a las nueve de la mañana del día de difuntos de 2014,
hace una temperatura primaveral tirando a veraniega... pa flipar...
Arrancamos hacia arriba y, en cinco minutos estamos sudando como gorrinos, por la temperatura y porque el camino sube a saco por una ladera sin un minuto de descanso. Afortunadamente, en poco más de media hora, estamos en el plateau de Besse, una preciosa campa llana y cubierta de helechos. Abajo, ya se intuye el barranco.
Un descenso a media ladera por un camino poco marcado, nos deja a orillas de lo que que ahora es un curso de agua en medio de un hayedo.
Agua lleva como para que sepamos que es un barranco pero va a resultar escasa para nuestros fines... y tanto, al poco de empezar a destrepar, se filtra toda en un gigantesco caos de roca y desaparece.
Joder, ni tanto ni tan calvo... una cosa es que no de problemas y otra esto... pero ya que estamos... al lío.
Destrepamos algún bloque, pasamos algún nudo de troncos y, de repente, aquello se cierra a la vez que vuelve a salir el agua ¡Bien! poca baja, pero al menos encontraremos las pozas limpias.
A partir de aquí, se suceden los rápeles de altura media mientras que el barranco, poco a poco, se va encajando hasta llegar a un lugar espectacular en el que no hay más de medio metro de paso entre gigantescas paredes... jodo petaca... este paso se las debe traer si baja cargado. Hoy, sin embargo, es un lujo transitar por estos pasillos con este colorido otoñal y estas temperaturas casi veraniegas.
Seguimos rapelando. En las reseñas señalan más de una treintena y ya hace ratos que hemos perdido la cuenta de los que llevamos. Alguno se destrepa pero la mayoría, de tamaño pequeño y medio, los vamos haciendo coordinándonos un@s y otr@s de forma que la cosa va muy rápida... tanto que, cuando nos damos cuenta, estamos ya en una minirepresa que marca un poco más de la mitad del barranco y desde la que, en caso de emergencia, podemos escapar por senda. Vistazo al reloj....  No pué ser... llevamos dos horas y media y estamos a 10 rápeles de acabar... de hecho, ya se ve la carretera allá abajo.
Pues si, queridos y queridas amiguitos y amiguitas, diez rápeles después y estamos a orillas de la Gave d'Ossau y a un paso de la carretera y el coche.
Y llegados a este punto, hay que hacer balance. ¿Merece la pena el barranquillo en cuestión? Si, sin duda alguna. Se trata de un señor descenso, deportivo, largo y técnico si lo pillamos con agua.
¿Ha merecido la pena la madrugada? Pues sí. Quizá no sea la mejor época, aunque tiene su punto este color otoñal. A éste hay que venir en junio y con un día despejado de forma que te garantizarás días largos y, a poder ser, despejados, que hay trozos muy estrechos y muy sombríos.
Pues nada... vuelta a Goust a buscar el coche, comida allí mismo mientras dejamos que los últimos rayos de sol nos acaricien, y a casa, a echar una galimba que nos la hemos ganado (como siempre).
Por si os apetece darle un tiento, aquí tenéis el track de acceso.
Hala pues...

jueves, 23 de octubre de 2014

UNA VUELTA POR BUJARUELO

Simplemente una entrada corta para llevar la contabilidad y para que no se me olvide esto de escribir
aquí.
Sábado 11 de octubre. Se me preparan dos semanas en las que no voy a poder ir al monte así que decidimos hacer algo que merezca la pena. La idea inicial era, desde San Nicolás de Bujaruelo, subir al ibón de Bernatuara y luego hacer los picos de Bernatuara y se había ganas el Gabiet de dosmilsetecientosypico.
Se apuntan a la maniobra Ana, Begoña, Kankel y yo.
Fuerte calcetinada para recibir el otoño en un valle precioso. Además, anuncian potente anticiclón así que la atmósfera estará prístina y clara cual culito de bebé.
Quedamos a las ocho. Primer problema. No está despejado pese a todas las previsiones. De hecho hay un manto de nubes desde los 1600 m. y el día es gris y feo.... bueno, subiremos al ibón y yastá.
Segundo problema. Una vez dejado el coche y cogido el camino que sube al puerto, hay agua por todas partes, de forma y manera que hay tramos del camino que da la impresión de estar haciendo ascenso de barrancos con agua hasta el tobillo.
Tercer problema y éste insalvable. Los barrancos bajan en modo indómito tirando a brutal, se ha llevado la pasarela que deja cruzar al valle de Sandaruelo e intentar cruzar el río aquí es una temeridad.
Pues nada, ya que estamos aquí y como Kankel no había estado nunca en el famoso col de Boucharo, pallí que vamos por el transitadísimo, conocidísimo e historiquísimo camino que unía Torla con Gavarnie.
Un par de veces que tenemos que vadear el barranco, a la altura de la cabaña de eléctricas, nos vemos el culo... y eso que ahora no baja ni la mitad de agua al haber dejado atrás el barranco de Sandaruelo...
Sorteando regatos y zonas encharcadas nos plantamos en el puerto donde hace un viento de sur atroz y un frío que pela. Hasta aquí, no hemos visto ni un minuto el sol y el día es sumamente desapacible....pero es pronto todavía. ¿Y si vamos a comer a Sarradets?
Iniciamos la marcha bajo las murallas de los Gabietos y del Taillón donde se para un poco el viento pero cada vez se nubla más y cada vez hace más frío... joder con las previsiones.
Se nos quitan las ganas de todo. Nos damos la vuelta y volvemos por el mismo sitio después de comer rodeados de Marasmius oreades en una campa.
El colofón, hayamos o no hayamos hecho nada, como siempre con una galimba en el refugio de Bujaruelo gozando de los únicos rayos de sol que hemos tenido en todo el día.
Hala pues...

domingo, 12 de octubre de 2014

VIII SENDA AMARILLA Y BARRANCOS DE CAP DE POUNT Y BIOUS

Finde intenso e interesante el pasado. El sábado sabadete, somos los artistas invitados en la VIII Senda Amarilla y el domingo, una vez que logramos quitarnos de encima a las hordas de admiradoras, nos vamos a refrescar a la France donde ya se empieza a notar la inminencia del otoño. Vamos al lío:
Sábado 4 de octubre. Como ya es habitual, la asociación O Cumo de Oliván, celebra la senda Amarilla, un recorrido entre Oliván y Ainielle que trata de que no caigan en el olvido estos viejos caminos y estos pueblos. Además de la andada, todos los años invitan a alguna eminenecia que da una disertación o "Conferencia campestre" sobre algún tema relacionado con el entorno donde nos movemos. Este año nos ha tocado a Carlos, de la Asociación O Zoque, y a mi mismo presentar la Guía de Sobrepuerto recientemente publicada. Y, aunque cada uno es una eminencia en su casa y fuera de ella no dejamos de ser simples mortales con nuestras virtudes y nuestras miserias, dónde mejor que en Ainielle para presentar el libro del que ambos tenemos buena parte de culpa??? Bueno, quizá donde se hizo la primera presentación, en Bergua. Ambos son pueblos de Sobrepuerto pero en Bergua vive gente todo el año, que visto el paisaje que nos rodea, ya es mucho.
Salimos a las ocho sobre 150 personas y algún perro. A los pocos minutos, paramos a descubrir un monolito en memoria de uno de esos montañeses tenaces y anónimos que han dado todo por su tierra y que se han marchado ya a conocer y andar otras montañas.
Muy emotivo el acto, con la presencia de su viuda, sus amigos y sus compañeros de marchas.
Continuamos en un día radiante y con la temperatura ideal. La siguiente parada es Berbusa donde almorzamos para continuar al poco y llegar sin novedad a Ainielle.
Allí organizamos una visita al molino que, si no nos han engañado, se pretende restaurar en breve. Me toca explicar el funcionamiento de ese ingenio de herencia medieval ante un concurrido auditorio que tiene que hacer turnos para entrar ya que todos juntos no caben. Subimos otra vez al pueblo y comemos entre conversación cordial y tragos de vino de una y otra bota. Que no me deeeeis más de beber.... que me conozco... que se me empieza a trabar la lengua y luego tengo que dar una conferencia.....¡Coño! ¡Y ahora melocotón con vino! Yo solo uno que luego ya verás.... ¡oye!, ¡que bueno! venga va, otro más ¡pero el último eeeeeeh!!!!! (....) (...) Oye, gue si a de sobrrrarrrr hacemossss un sfuerrrrrzo y nosh bebemossss otgo ¡Hip!.
Al final, después de bien comidos y bien bebidos (café inclusive) procedemos a presentar la guía guardando la compostura y haciéndonos entender más de lo que nos esperábamos... oye, si hasta nos aplauden y todo... qué gente más maja.
Pues poco más queda que hacer aquí... los bares han cerrado ya y las discotecas pa ratos abren... venga para abajo.
Sin novedad, con agradable conversación con un@s y otr@s deshacemos el camino hasta Berbusa, cruzamos el barranco y por pista nos plantamos nuevamente en Oliván donde vuelven a caer firmes cervezas, algún baile con los Músicos de la Solana (bueno, ellos tocan... bailar, bailar lo hacemos algunos con quien se nos dejan) mientras hacemos tiempo para una charla, esta vez con diapositivas, sobre los valores, intereses y demás atractivos de estas tierras de Sobrepuerto. También, todo hay que decirlo, se venden muchos más libros que en cualquiera de los otros actos donde se ha presentado, incluida las cabeceras comarcales. Claro que no siempre se tiene la ocasión de que te lo firme y te lo de en mano uno de los autores con más éxito y más atractivos del panorama editorial....anda queeeeeee!!!!!!

Domingo 5. Sale un día radiante aunque fresco. Sin madrugar, quedamos en la gasolinera de Biescas Silvia, JC, Javier, Cristina, Miguel, Pol y yo. Lolo y Ale, no vienen pero se acercan a saludar al personal.
Rápidamente nos vamos a la France en busca de uno de esos barrancos que hace días que llevamos en cartera y que por una cosa o por otra, nunca caen.
En Francia, para variar, hace un día francés. Esto es, brumoso-grisáceo con nieblas y frío. Aparcamos en el parquing del lago de Bious-Artigues y echamos un bocao al cuerpo. Como siempre, cuando vienen los amigos binefarenses, no nos quedamos ni con hambre ni con sed.
Vigilados estrechamente por su majestad le Midí, nos despelotamos ante la atenta e incrédula mirada de los que hay por allí tapaos hasta las orejas, cargamos con los bártulos y arreamos hacia arriba. En una hora nos hemos recorrido todo el llano hacia el sur y llegamos al puente donde termina el barranco. Éste se desarrolla en un afloramiento calizo que ahora trepamos por una pista y que nos deja en la cabecera en apenas 15 min.
Frío el ambiente y gélida el agua. Si a esto unimos que el cauce es absolutamente resbaladizo, la primera impresión es más mala que buena. Sin embargo, conforme que vamos rapelando, destrepando y saltando por ese cauce labrado en caliza negra veteada de blanco, vemos que el barranquillo en cuestión es un compendio, en vivo y en directo, de todas las formaciones geomorfológicas, erosivas, kársticas y fluvionivales que podemos encontrar en un barranco. Quizir, que atravesamos meandros, marmitas, badinas, marmitas trampa, marmitas colapsadas, pozas, fallas, diaclasas, estratos... una gozada de sitio al que hay que volver para hacerlo despacio que hoy, lo que de verdad apetece, es salir al sol a ver si logramos recuperar la circulación periférica en nuestros maltrechos organismos.
15 minutos  nos ha costado subir andando desde la salida hasta la cabecera. Y bajar, moniando y haciendo muchas fotos, más de dos horas.
Justo en la salida unos tímidos rayos de sol, atraviesan las nubes y nos calientan lo suficiente como para que  todo el mundo esté de acuerdo en que todavía es pronto y que, ya que estamos, vamos a bajar otro de esos que hay por aquí.... si es queeeeee.... ¡anda que no nos va el barro!!!!
Vuelta a deshacer el camino, ante la atenta mirada de multitud de senderistas que nos ven bajar chorreando agua mientras ellos se arrebujan en sus goreteses y demás prendas caloríferas.
Cuando llegamos al parquing nos está esperando Luisa, que viene a buscar a Pol y que nos trae abundantes viandas a cada cual más buena y apetitosa. Pos cojonudo tú... después del esfuerzo, poco pero intenso, y nuestros organismos quemando combustible a todo trapo para mantenernos calientes, la verdad que se agradece llenar el depósito a base de butifarra, queso, patatas ecológicas de Orós compradas en Francia ¡ojo!, vino y cerveza a partes iguales.
Bien comidos y bien bebidos y aprovechando que Pol se va y nos hace la combinación de coches, nos bajamos el Cañon de Bious que va paralelo a la carretera por la que hemos subido.
Muy bonito también. Sin llegar al barroquismo geológico de Cap de Pount, la gave en cuestión es un señor río de aguas verdes turquesa con abundantes saltos, badinas idílicas y paradisiacas, algún rápel limpio y poco comprometido y rincones francamente bonitos.
Y dos cosas importantes. No resbala y lo mejor de todo, sea por los tragos sea por otra causa, el agua no está fría... o al menos no tanto como la otra lo que nos hace entretenernos en saltos y badinas sin correr como gatos escaldados cada vez que tocamos el agua.
Cuando nos damos cuenta, estamos cruzando el puente de la carretera general justo debajo del pueblo de Gabás donde tenemos el otro coche.
Todo perfecto. El día, la compañía, los barrancos... esto hay que rematarlo, como siempre, con una buena galimba... vamos a ello.
Hala pues...

miércoles, 1 de octubre de 2014

PICO DE LA ZAPATILLA EN CANDANCHÚ

Que los humanos somos seres gregarios y aborregados, eso está fuera de toda duda. Que donde va uno vamos todos, como las ovejas, también, pero que hay lugares que hay que conocer tarde o temprano pues también es así. Efectivamente, parece que esta ruta se ha puesto de moda y a todo el mundo le ha dado por recorrerla. En nuestro caso, aunque hace días que estaba en cartera, fue la completa y actualizada reseña de Bruno la que nos invitó (casi obligó) a ir ya. Este año, sin falta, antes de que empiece a nevar.

Lo cierto es que no es una ruta de senderismo ni tampoco de escalada ni tampoco de espeleología pero reúne todas esas disciplinas, con una dificultad muy moderada y en un entorno que si obviamos los hierros, sirgas, cables, desmontes y basuras de Candanchú, merece la pena. Está a la altura de otras rutas sorprendentes como la de las Escaleretas del Vero o la de la Fênetres del valle de Ossau por mencionar un par de las que ya conocemos.
Al lío. Sin madrugar, que empieza a hacer fresco, quedamos en Villalindano Silvia y J.C, Pol con Chaime y yo mismo. Carretera a Candanchú donde aparcamos al lado de un cuartel militar que se cae (aparentemente) a trozos... (Bueno todo no, la casa del coronel, o teniente o lo que sea está bien y recién pintada.). Desde allí ya vemos el pico de la zapatilla llamado así por la evidente forma de este aditamento que nos ponemos en los pieses. Para los listos, eso se llama una pareidolia y, aunque no vamos a entrar en el tema, esta tontería, la de ver formas reconocibles en montañas o paredes rocosas, ha jugado un papel muy importante en algunas creencias donde los fieles ven caras de dioses, demonios o santos en determinadas piedras o formaciones naturales.
Bueno, pues que nos desviamos a la izquierda y vamos a buscar un corredor que se desarrolla, nuevamente, a la izquierda del pico. Al principio la pendiente es moderada y se anda por hierba y senda pero luego la pendiente se acentúa y la hierba deja paso a la roca movediza y cascajera.
Afortunadamente se sube bastante bien y no hay que llegar al final. Después de comernos el primer tercio, justo donde las calizas grises que bajan desde la cima cabalgan sobre una veta de areniscas calcáreas, mucho más blandas ergo mas erosionables, veremos a nuestra derecha una cuerda fija. Por allí vamos a subir, aprovechando la erosión de la arenisca y sus estratos solapados.
Nos pertrechamos de hierros, arneses, cascos y demás aparejos e iniciamos unas trepadas que, sin ser difíciles, son entretenidas. La cuerda, roñosa, rota y con abundantes flores, nos sirve de guía  y de seguro psicológico ya que aguantar una caída, creemos que no la aguanta.
Esta primera parte se hace muy bien, tirando de gemelos pero sin mayores problemas hasta llegar a una hermosa campa donde termina la cuerda. Allí, entre flores de nieve, festucas, gencianas y Horminum pyrenaicum hay abundante hierro y chatarra de bombas y demás artefactos incendiarios y/o matadores. Manda cojones en qué nos gastamos el dinero público (aunque haga ya muchos días de eso) y, sobre todo, como se puede ser tan cerdo de no mandar un escuadrón, una compañía, un pelotón o lo que coño quieran mandar a recoger todo esa mierda que hay dispersa por allí... claro que, en el entorno de una estación de esquí (que desde aquí no se ve ¡ojo!) casi da igual.
Venga, que seguimos. Lo siguiente es una ladera con un lapiaz de libro en la que salen pasos de IV o buscar una vira herbosa que nos sube al mismo sitio previo rodeo. Como vamos con menores y a los mayores (algunos) tampoco nos apetece, por la hierba que vamos.
De una forma u de otra, llegamos a un nuevo pedregal donde se insinúa una mínima senda que nos lleva a un agujero situado en una pared arriba. Para allí que vamos y nos introducimos en una minicueva. En todo momento vemos luz. Trepando por terreno fácil, en dos patadas salimos desde la cara oeste donde estamos, nuevamente, a la norte a través de este curioso, simpático y dicharachero paso subterráneo.
Aquí vuelve a haber cuerda fija que nos guía casi por medio de la ladera, entre gravas, pasos de adherencia y lapiaz rompebotas hasta la cima de la montaña.... ¡si! ¡los cojones! eso es lo que os creíais.... La cima de verdad, la de 2225 m., se encuentra más al sur, previo paso de un simpático collado en el que, manda buebos, tenemos que sacar la cuerda para rapelar una grieta de chichinabo pero de mal subir y peor bajar.
Ahora si, cima herbosa de areniscas cretácicas conseguida. Fotos y pabajo.
Volvemos sobre nuestros pasos, trepamos lo que habíamos rapelado, y nos desviamos a la derecha por lo que debe constituir la vía normal de subir al pico equipado, igualmente, con cuerdas fijas.
Hasta aquí la primera parte. Continuamos hacia sol naciente, disfrutando de los desmontes, cables y demás mierda de la estación hasta llegar a un collado, enseñoreado por una integradísima y bellísima telesilla donde paramos a comer. La verdad que se está francamente mal. Hace viento y no demasiado calor así que comemos enseguida y nos tiramos a buscar la conocida sima de Tortiellas, una cueva con entrada y salida que, en tres rápeles, nos va a bajar casi al coche.
Oye pues si... recorrido bonito, curioso y espectacular a partes iguales. Muy bien equipada a base de parabolt de a 10, lo que parece una gatera al principio se convierte en un tubo escalonado que nos lleva a la base del pico de Tortiellas.  Casi una hora nos ha costado bajar a todos, disfrutando del sitio, haciendo fotos y explorando todos los recovecos (que tampoco son muchos, la verdad.)
A partir de allí, bajada guarra, muy guarra y guarrísima por piedra y barro a coger una de las pistas y al coche donde llegamos sobre las tres de la tarde. Galimba (grande) en Canfranc y pa casa.
Oye, muy majo. No creo que sea la última vez. Es un recorrido, sin duda, para sorprender a alguien. Quizá cuando Letizia vuelva a pedirme que la saque de palacio, en vez de llevármela al Gran Golf Spa&resort "Monasterio de Zerzito" como la última vez, igual me la traigo por aquí y la canso, que si no, luego se pone muy pesada....
Hala pues...

lunes, 22 de septiembre de 2014

UNA VUELTA POR DETRÁS DE MONTE PERDIDO.

Viernes12 de septiembre. Para mi poca vergüenza sigo de vacaciones aunque éstas están llegando ya a
su fin. Pocos años como este he aprovechado tanto, tan bien y tan abundante...será porque soy inmune a las crisis??? (la económica, la de los cuarenta y la de la pitopausia). Lo cierto es que lo que diga Montoro me la pela, la mentalidad la sigo teniendo de 20 años y la otra... pues la otra.... bueno, a lo que íbamos.
Me llama Montse que, como todos los años por estas fechas y coincidiendo con no sé qué de la Diada, se ha venido para las tierras de la Corona abandonando las del condado.
Decidimos, aprovechando el autobús de Nerín, darnos un rulo por la zona este del Perdido e intentar alguno de los picos que nos quedan en esa zona. A ella, en concreto, todos , menos Monte perdido y Cilindro y a mi, si no me equivoco, el Baudrimont de más allá y la espalda de Esparrets.
Madrugada indecente para llegar, por carreteras solitarias a estas horas, (no he visto mas seres vivos que un jabalí y un raboso) a Nerín a las siete de la mañana. Sorprendentemente, para ser un día entre semana y fuera ya de temporada, el autobús sube lleno.
A las ocho menos algo nos deja muy cerca del primer mirador. Allí desembarcamos y empezamos subiendo un repecho antes de entrar en la vertiente del Valle del Arazas y coger una senda, que en ligero descenso, se encamina decididamente hacia Goriz.
Recién amanecido, los contrastes entre el fondo del valle, todavía en penumbra, la ladera por donde andamos, ya con claridad suficiente y los picos más altos donde ya pega el sol, hace que se nos salten las lágrimas. Mira que hemos visto amaneceres de estos románicos y no nos acostumbramos snif, snif!! Que emoción.
En esas estamos cuando se nos acerca un simpático francés, de nombre Pierre, y nos empieza a dar conversación. Nos dice que quiere hacer, mas/menos lo mismo que pretendemos nosotros así que se une al grupo de dos. A partir de ahora somos trío los que nos dirigimos a intentar hollar esas cimas que se empiezan a ver en lontananza... bueno, verse, verse... se ven dos, las otras no.
Llegamos al desvío hacia el collado de Arrablo o de Goriz. Mientras que todo el mundo tira a la izquierda, suponemos que al refugio y luego al Perdido, nosotros tiramos a la derecha y, por paisajes lunares, ganamos el collado desde donde se amplían los horizontes. Al sur, como un hachazo en medio del altiplano calizo, se aprecia todo el desarrollo del cañón de Añisclo.
Bordeamos por la base al Punta d'as Soras (que no Punta de las Olas) buscando un punto débil en la muralla que tenemos a nuestra izquierda hasta que damos con él, ya empezando a bajar hacia el collado de Añisclo. Yo había estado por aquí hace mucho y no recordaba que este paso clave estuviera tan lejos, pero vamos, sí, debe ser éste.
Una trepada sin misterio y damos de bruces con una ladera de canchal de esas que, cuando las ves, se te caen los cojones al suelo. Afortunadamente, hay una senda muy pisada que hace que el terreno esté bastante asentado. Aún así, porque nos apetece, y somos así de guays, nos tiramos a la derecha hasta llegar a la arista que cae hacia el valle de Pineta, por donde se sube igual de mal pero por lo menos, tenemos vistas amplias hacia el norte.
Un esfuerzo más y nos encaramamos a la primera punta del día que, vista desde aquí, no aparenta ser más que una loma en medio de un desierto calizo. Punta d'as Soras, 3002 m. de vellón.
En frente, hacia el norte, se ven los dos Baudrimonts llamados, aunque bastante menos dada la costumbre que tenemos de no valorar la toponimia local y poner nombres que nada tiene que ver con los de toda la vida, Puntas de Tormosa o Mallos de Tormosa. Más todavía, hubo una iniciativa, que no llegó a cuajar, por la cual, ya que prescindimos de la toponimia milenaria, ponerles el nombre de Punta Rabadá y Punta Navarro en recuerdo de la mítica cordada de aragoneses. Pues ni aún por esas... nuestro complejo de inferioridad (de los aragoneses, me refiero) hace que estos picos, en todos los mapas, planos, esquemas y reseñas vengan con el nombre de Henri Baudrimont, ingeniero amigo de Juan Buyse que fue el que popularizó la actual lista de tresmiles que todo el mundo usa/usamos y que nos hace subir a peñascos que, hace apenas veinte años, ni sabíamos que existían y que, por supuesto, no merecía (ni merece) la pena subir.
Pero como todos, en mayor o menor medida, hemos sucumbido al coleccionismo de tresmiles, aquí estamos, Montse, Pierre y el que escribe encaramándonos al Baudrimont SE/Pico Navarro/Mallo Tormosa. Sin ser difícil, la ladera es muy empinada y la piedra muy suelta. Aún así, nos cuesta poco llegar a disfrutar de sus 3026 m. que caen a pico hacia el valle de Pineta.
Bajamos otra vez a la base y decidimos ir hacia el Baudrimont NW/Pico Rabadá/Punta Tormosa.
Hay que bajar una vallonada que da una pereza que te cagas para luego volver a encaramarse a un peñasco que, visto desde aquí, no parece nada fácil. Pierre decide que va a guardar sus fuerzas para el Soum de Ramond/Punta Añisclo así que somos Montse y yo los que bajamos al nevero y nos encaramamos, con cuidadín que esto está que se cae todo, a la cima del pikachu mientras que nuestro amiguito nos hace fotos desde el otro lado.  Allí estamos, dos puntitos rojo y amarillo, en medio de una pared que parece inexpugnable.
Una vez arriba tomamos dos decisiones, a saber, que la espalda de Esparrets se queda para mejor ocasión y que yo paso de subir al Sum de Ramond/Pico Añisclo que ya he estado tres veces arriba, que se está nublando y no se va a ver nada y que no me apetece, sin más. Así que bajamos y es ahora Montse, que ha demostrado ser, con diferencia, la que más fuerte está de los tres (si no me tacharan de machista diría que es la que más güebos tiene) la que sube con Pierre (que lleva mas/menos tres cuartos de hora tocándose los pitos al sol) a la cima del Pico Añisclo por un pedregal que me entran sudores fríos solo de verlos.
Ahora soy yo el que se pega una hora entre sol y sombra porque se ha nublado mucho. Incluso llego a echar una cabezada y todo.
Al fin, bajan. Efectivamente, una nube puñetera se ha instalado en las Treserols y no les ha dejado ver nada.
Bueno, pues ahora nos queda una buena pateada de vuelta siguiendo el mismo sendero de subida.
Lo cierto es que, al final, la vuelta se hace larga.
Yo me había hecho la composición mental de que, como el autobús te sube a 2200 m, esto iba a ser un paseo sin importancia y mira el track. Resulta que ha salido casi 1900 m de desnivel y casi 25 km de distancia. Jodo petaca... con razón tenía yo ganas de sentarme en este autobús...
Hala pues...