martes, 26 de enero de 2016

ESTRECHOS DE CARRUACA Y DE SENDERISMO POR SOBREPUERTO (O CERCA...)

Uno que creía conocer el Piri, nunca dejará de sorprenderse. Esta es una certeza que ya me iba por la cabeza hace días pero que se confirmó hace un par de fines de semana con dos descubrimientos a cual más interesante. (descubrimientos míos, que hay mucha gente que los conoce)
Viernes. Aunque parezca mentira, todavía me quedan días de fiesta del año pasado, así que vamos a gastarlos antes de regalárselos al patrón y nos vamos a Guara con Vicente. La idea inicial es ir al Lenases, que Vicente no lo conoce pero, una vez llegados al párquing de la Bal d'Onsera, un cielo encapotado y un viento frío como la muerte nos invitan a replantearnos la situación. No es día para meterte en un barranco largo, con multitud de rápeles y estrechos que canalizarían el viento hasta despeinarnos el tupé que tanto nos ha costado peinar hoy por la mañana.... Oye ¿has estado en los estrechos de la Carruaca? ¡¡¡Pues no!!! Y son de esos sitios donde hacía tiempo que tenía pensado ir.... Dicho y hecho, vuelta hacia atrás, carretera vieja de Monrepós, Túnel de la Manzanera, Belsué y, en poco tiempo, nos plantamos en la salida muy evidente desde la carretera, donde constatamos que
baja más agua de la que nos gustaría (por la temperatura, que no por el caudal que es muy llevadero.
Ha salido un sol mortecino y frío pero, al menos, no hace viento, lo que anima a despelotarse y, en bañador, cubrir los apenas veinte minutos de aproximación por senda evidente en apenas diez.
Nos calzamos el neopreto y vamos al lío.
Al principio aquello es un riachuelo abierto sin más interés que evitar el agua, fría como aquella novia que tuve que cuando le tocaba..... estooooooo..... Bueno, que estaba muy fresco el asunto.
Poco a poco se van acercando las paredes, se va conformando el barranco hasta convertirse en un recorrido precioso, con rincones francamente bonitos y sin ninguna dificultad. Marmitas arrosariadas que se recorren a saltos o a nado, algún sitio francamente estrecho, troncos empotrados, algún salto buscado..... un sitio para volver las veces que hagan falta y para recomendar sin ninguna duda.... lástima que se termine en apenas una hora (hoy no, hoy se agradece...). Comida en el dolmen de Ibirque y a otra cosa, lepidóptero.

Sábado, sabadete.
Hemos quedado con Pirene y sus "jóvenes castoras" para hacer una raqueteada sin rumbo. La cosa es que el tiempo ha empeorado notablemente y todo el Piri está cubierto de nubes, ventisca y borrascas  varias. ¿Todo? ¡No!  Unas aldeas despobladas hace años resisten todavía y (casi) siempre al viento norte. P'allí que nos vamos.
Nos juntamos en Fiscal Pirene, Chus, Cheles y Helena en el equipo femenino y Kankel, Ángel, el Yeti y el que esto, con mayor o menor acierto, escribe en el equipo de los maziellos.
Echamos un café y nos vamos a recorrer una zona que, sin ser Sobrepuerto, está muy cerca y comparte todas sus características.
De Fiscal a Lardiés en coche, en apenas un minuto. Allí cogemos la senda que, en subida, nos deja en el despoblado de Berroy en una hora escasa. De allí, señalizada como ruta de bicicleta, sale una senda preciosa que bordea todo el monte por el este dejándonos unas vistas del valle del Ara bañado por el sol, sin un ápice de viento y con una temperatura que para ellos la querrían los que estén ahora mismo en Formigal.
Entre grata conversación y sin apenas desnivel, llegamos a la pardina de Asué, completamente arruinada excepto algún edificio que parece haber tenido un mínimo de mantenimiento hace poco.
Hemos dejado poco a poco la vertiente este y ahora estamos en la norte. Sin hacer frío, desde luego no es la temperatura que hemos disfrutado hasta ahora, amén de que la pista está cubierta por una fina capa de nieve. Por ella continuamos, dejamos la que bajaría a Bergua a la derecha, y seguimos en ascenso suave hasta una zona donde hay otra bifurcación, una fuente y un abrevadero. Si vamos por la izquierda subiremos al monte de Berroy y disfrutaremos de sus vistas. Si vamos por la derecha, iremos al collado Rematrices, disfrutaremos igualmente de las vistas, del sol y de una birra tranquilamente pues nos ahorramos una hora. Decididamente, por la derecha.
Llegados al collado. Aquí termina la pista y comienza uno de los senderos más bonitos que he hecho últimamente. Son 5 km de puro placer por un camino muy bien trazado, limpio, con pendiente moderada que nos lleva otra vez a Berroy donde comemos y nos damos un homenaje gastronómico mientras el sol acaricia nuestros cuerpos serranos hasta hacernos desear que ese rato no termine. Pero queridos y queridas amiguitos y amiguitas, el día es el que es y tiene las horas que tiene. Al poco, se esconde el sol tras peña Canciás y la temperatura baja invitándonos a continuar el camino, ahora ya conocido, que nos baja en pocos minutos a Lardiés.
Como lo prometido es deuda, nos acercamos al camping de Fiscal a echar una hermosa galimba, que nos la hemos ganado, mientras hacemos votos de volvernos a juntar, más pronto que tarde, y hacer esa raquetada que hoy no ha salido pero que es una excusa como otra cualquiera para salir al monte en inmejorable compañía.
El track del recorrido aquí.
Hala pues...

lunes, 18 de enero de 2016

PASARELAS DE MONFALCÓ. UN FINDE POR LA RIBAGORZA.

Ya hacía días. Ya hacía días que me iba por la cabeza visitar la magna obra que supusieron las
pasarelas de Montfalcó más que nada para poder criticar (o no) con conocimiento de causa el famoso "camino natural" dentro del que se enclavan. Ya habíamos visitado tramos de este camino en el piedemonte de Guara y habíamos flipao con la desmesura, hiperequipamiento y sinsentido de alguna de las instalaciones que lo componen.
Así pues, una vez pasada con creces la prueba de carga y antes de que la falta de mantenimiento las hagan intransitables (que pasará, ya lo veréis...) nos juntamos en Huesca un grupo de conocidos y otros que no lo son (para mi) hasta conformar una cuadrilla compuesta por Pirene y Josu, Alberto y  Mónica e Izarbe y Miguel, más el que esto escribe, seguro servidor para lo que gusten mandar que acude, como siempre, sin pareja.
Nos organizamos en coches y furgonetas y arreamos a la Ribagorza profunda. Y digo profunda porque, tras pasar por Barbastro, Benabarre y Viacamp, todavía nos quedan 15 km de pista que nos llevan al albergue de Montfalcó, único edificio superviviente de la aldea homónima y convertido por la FAM en un albergue/refugio de montaña.
Alberto conoce a la pareja de guardias y éstos nos reciben como si fuéramos de la familia.
Nos instalamos, echamos un bocao rápido y nos vamos a lo que hemos venido.
La senda, como cabía esperar, perfectamente señalizada, parte de la misma plaza delante del albergue, baja a la fuente y continúa en busca de un barranco para situarnos ya a la altura de las paredes en las que se construyó un primer tramo de pasarelas grapadas a la roca.
Hay que subir por una pared que cae a pico al pantano que tenemos debajo y del que solo nos separa cinco centímetros de madera bajo nuestros pies. Perfectamente instaladas y protegidas, el recorrido es una delicia para notar el vértigo sin consecuencias y sin peligro. No opinan lo mismo algunas de mis acompañantes que lo pasan francamente mal en este primer tramo... no hay más que verles la cara y las manos agarrotadas en los pasamanos, para darse cuenta de que prefieren estar pisando roca y no madera.
Un poco de senda bien trazada y pisada y otras pasarelas, estas mucho más espectaculares que las precedentes. Se salvan más de 100 m. y, a cada paso, se amplían los horizontes y se acrecienta la sensación de vacío mientras subimos cada revuelta.

Al final se llega a una cota que domina todo el entorno, para alivio de alguna del grupo, antes de bajar en picado a buscar la orilla del pantano en el único sitio donde era posible construir un puente que constituye, además, la frontera entre la república de Catalunya  y el glorioso, invicto, leal e imperial Reyno de Aragón, Mallorca, Valencia, Sicilia, Córcega, Cerdeña y Nápoles, amén de los ducados de Atenas y Neopatria.
Sin visado y sin mosus d'escuadra que controlen nuestros pasaportes, cruzamos el puente temblón y nos preparamos a realizar la segunda parte del trayecto, el llamado congost de Monrebei. Ya había estado aquí hace unos años, desde el pueblo de Corça, pero me sigue pareciendo un recorrido imprescindible y que todo y toda senderista y senderisto deberían realizar.
Lo recorremos sin prisa, recreándonos, haciendo fotos y saludando a mucha gente a que nos encontramos. Al final, cuando el terreno se abre, damos por finalizada la mitad de la excursión, buscamos un sitio para comer y nos solazamos un rato entre tragos de vino y viandas compartidas.
La vuelta es igual pero al revés... quizir, que no hay forma de hacer una circular y, por tanto, volvemos por el mismo recorrido disfrutando otra vez de las vistas y del vértigo hasta llegar al albergue justo para ver un atardecer que hace arder las paredes del Montsec en un espectáculo que nos deja boquipláticos y ojiabiertos. Solo por este rato, ha merecido llegar hasta aquí.
Ya en el albergue, tenemos tiempo para echar alguna cerveza, ducharnos y charrar un rato mientras esperamos la cena.
Cena, por otro lado, exquisita y abundante, que nos da pie a valorar el día y conversar largo rato.
No se exactamente que es lo que esperaba encontrar pero, francamente, a mi me ha resultado muy interesante la excursión. No es que la obra esté integrada, que no lo está, pero, como bien dice aquí mis nuevos amig@s y sobre todo los guardas del refugio, se ha puesto en valor una zona que, de otra manera, no iría ni Dios. ¿la recomendaría? Pues si. Pero, además de hacer senderismo, hacer como nosotros y disfrutar de una noche en el albergue. La hospitalidad, la comida, el edificio y el entorno merecen la pena.
Y para redondear el ya de por si redondo finde, domingo visitando románico. El colgado del abismo en la ermita de Santa Quiteria y San Bonifacio del Montfalcó y el idílico pueblo de Montañana sacado, desde cualquier sitio que lo mires, de un decorado de película de Ridley Scott.
Hala pues.... No hay track. Las paredes del congost no dejan triangular satélites pero no hay pérdida

jueves, 7 de enero de 2016

PEÑA RETONA, DESDE EL PUERTO DE BIESCAS

Si, Peña Retona. Pero no es la Retona de 2775 m de vellón y que constituye la cota más alta de la Sierra de Partacua, si no otra que se ve desde muchos sitios, con un corredor característico que la parte de arriba a abajo, que enseñorea los puertos de Biescas y Acumuer y que, como está ligeramente desplazada del eje de la sierra, recibe pocas o muy pocas visitas.... tantas que ni el titán de David cuando se hizo la impresionante integral de Partacua la pisó ni yo que vivo debajo y que creía haber subido a todos los picos la había visitado... venga, vamos a ponerle remedio.

Sábado 26 de diciembre. Pese a la proximidad de fechas solsticiales en las que, creemos, ha entrado el invierno, el clima se empeña en demostrarnos, una y otra vez, que hace lo que le sale de los mismísimos. Hace calor, no hay prácticamente nieve y podemos permitirnos el lujo de subir a cotas que, cualquier otro año, serían implanteables para estas fechas. Nos juntamos en Biescas Pirene (a partir de ahora la reina) y David, Iñaki, Ángel, Chema y yo (a partir de ahora los zánganos).
Después de las presentaciones y los cafeses, en dos vehículos subimos por la pista del puerto de Biescas (llave y permiso en el excelentísimo y acojonantísimo ayuntamiento de Biescas) hasta más arriba del refugio de Plan d'Isús donde termina cortada por un desprendimiento.
En apenas unos minutos nos aviamos, cogemos la pista que enseguida se convierte en sendero y en menos de lo que cuesta decirlo, estamos a la altura del refugio de Plan d'Usabas pero un poco más altos.
Subimos sin senda, pero sin problema, hasta que cortamos el sendero que constituye la vía normal de Telera desde esta vertiente y que nos introduce en un valle ciego formado por Peña Parda y Telera a nuestra derecha y Zarrambucho y Retona a nuestra izquierda.
Pasamos al lado de la cueva d'as grallas, más que cueva, gigantesco abrigo formado por el desmantelamiento de un estrato y donde una pareja de quebrantahuesos revolotea dejándonos ver donde tienen el nido.
Paramos a echar un bocao, en un lugar donde nos pega el sol, no hay viento y ya empieza a haber buenas vistas. Aunque parezca mentira, estamos en mangas de camisa.
Continuamos. Al fondo del circo se alzan paredes que, desde lejos, parecen infranqueables pero que, conforme nos acercamos, vemos que no lo son. Que hay múltiples pasos que nos dan acceso a la parte de somital de la sierra. Si pretendiéramos ir a Telera, ahora nos desviaríamos a la derecha buscando los mejores pasos marcados con hitos, pero como vamos hacia la izquierda, subimos en dirección a una cota que destaca justo en frente nuestro y que resulta ser  la que en los mapas figura como cima sin nombre y a la que, sin apenas esfuerzo, nos encaramamos.
Hemos subido por lomas pedregosas pero sin dificultad. Cuando llegamos al filo de la cresta vemos el impresionante abismo que se abre a nuestros pies y que constituye la famosa nord face de la sierra de Partacua. Nuestra amiga, la orogenia alpina, que tantos buenos ratos nos ha dado, se explayó, cebó y recreó conformando una geografía torturada de agujas, corredores, goulottes, paredes y extraplomos en esta cara mientras que, por la que hemos subido, son lomas y valles de perfiles suaves, redondeados y amables.
Un flanqueo sin perder altura nos sitúa en el collado entre la Punta Plana y la Peña Zarrambucho a la que nos dirigimos, más que nada porque nos cae de paso hacia nuestro objetivo que ya se ve, al final de una alargada y sencilla cresta.
Una última y moderada dificultad. Para acceder al punto más alto debemos calzarnos los punchos para cruzar un nevero que se ve brillar como si fuera cristal y que, al final, resulta mucho más sencillo de lo que aparenta.
Si impresionante es la vista hacia el sur, no lo es menos hacia el norte, con toda la Sierra de Partacua ofrecida ante nosotros y desde una perspectiva muy poco usual. Tanto es así que, después de disfrutar unos minutos de la cima, bajamos hasta el collado y echamos un bocao antes de iniciar el descenso que promete ser, como poco, entretenido.
Porque si, queridos y queridas amiguitas y amiguitos, vamos a bajar por otro valle, el situado al oeste de la peña y que termina en la conocida como canal de los Pazines.
A ellos nos aplicamos, perdiendo altura suavemente al principio y más rápidamente después ya que el terreno se concreta en escalones herbosos, no difíciles pero si entretenidos de destrepar, hasta que la pendiente cede y la nieve nos permite, previo calce de punchos, avanzar mucho más rápido y situarnos casi sin querer, a la vista de la peña Gabacha, un precioso monolito, defendido por paredes por todas sus caras, y en el que tengo yo algún trabajo pendiente del que daré noticia en tiempo y forma (o no... ya veremos).
Aún tenemos que bajar más, rodear la peña por su cara oeste, y subir un poco para coger un collado (el llamado pilón d'Acumuer) que nos devolverá a Plan d'Usabas y poco después al coche.
Aunque a estas alturas del día ya empezamos a estar cansados, subimos enseguida al collado donde paramos a descansar un rato sabiendo que ahora, está todo hecho.
Pues poco más, la bajada al refugio no tiene nada de particular y de allí al coche queda apenas un kilómetro que lo hacemos mientras vemos como los últimos rayos de sol doran las peñas donde hace pocas horas nos hemos encaramado.
Venga, a echar una cerveza en Biescas. Aquí tenéis el track.
Hala pues....