miércoles, 26 de noviembre de 2014

VUELTA A FORATATA

Muchos días llevábame  este recorrido dando vueltas por mi cabeza. Al final, el sábado que no hay nadie disponible para ir al monte (excepto el perro, claro está) me decido a hacerla viendo que no hay ni gota de nieve en la cara sur y que es un recorrido, en principio, sin ningún compromiso ahora que el día es corto y voy solo.
Sin embargo, a las nueve de la noche me llama Kankel y me dice que me acompaña. ¡Pues cojonudo tú! Aunque no me importa ir solo al monte y mantener largas conversaciones con el Yeti, la verdad es que siempre se agradece la compañía... y más si es un tío como Kankel.
Ocho y media de la mañana en Biescas. Salgo a la calle y hace una temperatura que no la ha hecho ni en agosto. (De hecho, para las fiestas había que ir con abrigo y ahora se puede estar perfectamente en manga corta.... este tiempo está pirao)
Carretera a la Bal y aparcamos en Formigal que a estas horas es como Chernóbil.... ni un alma, ni un coche, ni un gato por la calle.

Cogemos una senda a la derecha que, enseguida, nos lleva a la zona conocida como La Pecariza. Corrales, casetas de falsa bóveda, portillos... todo este entorno nos habla de otros usos de las montañas, mucho más respetuosos que los que ahora se practican a muy pocos metros en línea recta y en la otra ladera. Afortunadamente (o no) la naturaleza y el clima pondrán a cada uno (a las vacas y al director de Arramón, quizir) en su sitio tarde o temprano.
Continuamos por una senda más marcada. Incluso vemos algún brochazo azul en alguna piedra. El camino sube a coger altura y después llanea haciendo una travesía que nos deleita con vistas cambiantes del todo el valle hasta llegar al collado entre Foratata y el emboscado pico Baladrás.
Paramos a echar un bocado con una temperatura y un día que lo que apetece, de verdad, es echarse una siesta en esta hierba tan mullida y con este sol tan tibio.
Después de sacudirnos la pereza y la abulia que nos embarga, iniciamos un descenso por sendero poco marcado pero que, aún así, se sigue muy bien. Alguien ha cortado algún bucho y a colocado señales de plástico azules en los pinos. Por contra, otro se ha dedicado a hacer hitos justo donde hay marcas de pintura tapándolas por motivos que nos son desconocidos.
De una forma o de otra, nos encaramos hacia el pico de la Laña que se yergue enhiesto, pinchudo y orgulloso en lontananza.
Una vez llegados  a su base, lo bordeamos e iniciamos una subida por canchal hasta el collado entre éste y las paredes de Foratata.
Y llegados a este punto, cambiamos de orientación, de mundo y de estación. Así es, queridos y queridas amiguitos y amiguitas. Si hasta ahora habíamos andado por prados, hierbas y pedregales, ahora, nada más cruzar el collado, nos encontramos con un mundo frío, yerto y nevado que parece sacado de otras latitudes o, al menos, de otras fechas.
Intentamos perder poca altura pero aún así, tenemos que faldear las paredes de Foratata oriental por laderas cubiertas de nieve blanda donde, tan pronto te hundes hasta la cadera como te juegas un tobillo que se introduce entre piedra y piedra tapadas con dos dedos de nieve traicionera.
Incómoda. Así es la travesía por estos pagos. Habíamos pensado subir a la Foratata occidental pero, visto lo visto, lo dejamos para mejor (y más seca) ocasión.
Con algún exabrupto y mentando (para mal) al Sumo Hacedor, ganamos el collado entre Foratata y el pico Barzapuchera e iniciamos un flanqueo penoso por la cabecera del recién nacido barranco del Ministirio que nos deja, a la postre, en otro collado, el que separa la arista occidental de Foratata con el pico del Forato.
Y vosotros y vosotras, queridos y queridas lectores y lectoras que habláis la lengua de Cervantes, os preguntaréis a qué idioma recóndito, arcano y atávico se debe tan singular toponimia de nombres tan sugerentes como impronunciables. Pues es al aragonés, de hondas raíces latinas pero aderezado también con voces de origen prerromano e incluso indoeuropeo. Así, forato en sus múltiples variantes, se refiere a "agujero" ya que la peña en cuestión, al estar formada por calizas hercínicas, ha tenido nada más y nada menos que 300 millones de años  para ir erosionándose. Laña, por su parte viene del céltico Lanna "lugar llano y despejado de vegetación"  los otros -Barzapuchera, Ministirio.... prometo buscar la etimología... que me pica la curiosidad.
Estando pues en el collado del forato, vuelve a cambiar el ambiente, vuelve a desaparecer la nieve y vuelven las altas temperaturas. Tenemos apenas media hora hasta el coche pero no apetece nada irse a casa. Así que, haciendo el remolón, comemos en unos bloques mientras hacemos la fotosíntesis y nos empapamos de vitamina D, que en el tiempo en el que estamos y hacia donde nos encaminamos,  cada vez va a ser más cara y menos abundante.
Pues ya está. Galimba en Formigal y pa casa que aún hay cosas que hacer hoy sábado.... sabadete....
Aquí tenéis el track.
Hala pues...

martes, 11 de noviembre de 2014

VÍDEO DE NUESTRAS ANDANZAS POR MONTE ROSA.

Después de Titanic y Avatar, la superproducción que todos estábamos esperando.

Con las nuevas estrellas revelación haciéndole sombra a Juanito Ayarzabal y Pauner.

Bajo la dirección del director revelación Roberto Giménez y los especialistas Kankel, J.C, Silvia y yo mismo.

Sin especialistas en las escenas de riesgo, no como los medionenas esos de Chuachenaguer o el Stallone.

Que lo disfrutéis.


domingo, 9 de noviembre de 2014

MALLOS DE LECHERÍN, DESDE AISA

Domingo 2 de noviembre. Último día de veroño. Último día, si hacemos caso a las previsiones, que nos queda de subir por
encima de los 2000 m. sin que el elemento blanco (como dicen los guays) suba de dificultad todos los recorridos. Y lo vamos a hacer a lo grande, en un recorrido precioso, sorprendente, de dificultad moderada pero que aúna todos los ingredientes para volver a casa, como vulgarmente se dice, como una craba recién buquida.
Madrugando, pues el marrón entra a partir de medio día, nos juntamos en Villa Lindano Silvia y JC por un lado y Lolo y Ale por otro. Yo, como no me quiere nadie, (en el monte, se entiende) y el perro no está para subir por esos parajes me voy solo.
Carretera a Aisa donde llegamos con un día otoñal magnífico. Aparcamos en el final de la carretera y arreamos valle arriba, como si fuéramos a subir al Aspe.
Muy pronto hay que desviarse por el Valle de Riguelo y encarar la subida por tasca y coronada por el pico de Lecherín, al que subimos hace unos años, los mallos, a donde vamos, y el escarpado y preciso pico Riguelo que, desde aquí, presenta una cara impresionante y acongojante.
Plácida subida por tasca y piedras. Almorza os a la vera de un gigantesco bloque errático y continuamos hacia arriba, en busca del collado entre el lecherín y los Mallos por sendero cada vez más empinado y más pedregoso hasta que, en apenas dos horas, llegamos a la base de los mallos que, vistos desde aquí, parecen inexpugnables.
Hay que rodearlos por el este para buscar un punto débil en la muralla situado al sureste. Trepamos por terrazas y bloques sueltos hasta situarnos al pie de una chimenea muy evidente. Aquí nos aviamos con cascos, arneses, hierros y demás aditamentos necesarios para que esto sea un placer y no un sufrimiento y vamos al lío previo tragazo de vino para coger fuerzas.
La roca es buena, las botas agarran bien y la dificultad no pasa de IIIº en algún paso puntual así que hasta un espondilítico como yo llega sin ningún problema a la primera reunión situada al lado de una cueva y continuamos hacia arriba con otro largo de cuerda que nos deja, sin apenas darnos cuenta, en la cima de los mallos.
Sorprendente. No hay otro calificativo. Imaginaos un taco de madera rajado en cuatro partes perpendiculares... pues eso son los mallos de Lecherín. Cuatro torres separadas por profundos tajos  a los que hay que destrepar para recorrerlos todos. Alguno de esos pasillos, en ascenso y con roca suelta, terminan en un abismo que acojona al más pintao... más cuando ves que las piedras que tiras sin querer bajan rodando y desaparecen para desintegrarse muchísimos metros más abajo... glup!
Tan entusiasmados estamos recorriendo lo que parecen las ruinas de una fortaleza que no vemos que, en apenas unos minutos, se ha nublado completamente, empiezan a condensarse nieblas en los picos cercanos y la temperatura ha bajado escandalosamente.
Si nos pilla un marrón de granizo, rayos, truenos y viento huracanado, (Kortatu dixit) que nos pille más abajo del collado. Vamos para abajo echando leches.
Dos rápeles sin misterio, aunque largos como un día sin pan, nos dejan, nuevamente, en la base de la chimenea y en terreno seguro.
Ahora ya puede llover, aunque sería preferible que no lo hiciera... Y oye, que nuestros ruegos fueron gratos al sumo hacedor y no solo no nos llovió, si no que nos permitió llegar secos al coche después de haber dado cuenta de nuestras viandas y disfrutar de la placidez de una tarde otoñal en la que ya se ven indicios más que evidentes de que esto, amigos míos, se acaba. A partir de ahora, el invierno va a entrar en nuestras vidas y en nuestras almas igual que entró Olga María Henao Cárdenas en la vida y en las almas de los PePeros que, como bucos buquideros, dejaron vidas y haciendas por un momento de relax y placer... mira, igual que nos ha pasado a nosotros hoy....
Hala pues...

lunes, 3 de noviembre de 2014

GORGAS DE BESSE

O Arrec de Lusque, de ambas formas se llama este señor barranco que tenía, entre ceja y ceja, nada menos que desde el año 1992  cuando me compré en Pau el libro Gorges y Canyons du Haut Bearn y salía como uno de los imprescindibles del valle vecino. Pero, por unas cosas o por otras, no habíamos estado pese a su proximidad. ¿Porqué? Pues porque es Francia y siempre hace tiempo francés, siempre baja pasao de agua, le dan casi dos horas de aproximación y siete de descenso y porque no ha surgido el cómo, dónde, porqué y con quién.... hasta el viernes pasado.
Como siempre, se apuntan Silvia y Juan Carlos para darle un tiento aprovechando este miniverano otoñal que estábamos disfrutando. De agua bajará bien... lo malo son las horas de luz que vamos a ir muy justos. Pues eso se soluciona con una madrugada indecente.
A las siete y media estamos de camino, tres con dos coches. Uno lo dejamos en el balneario de les Eaux Chaudes y con el otro retrocedemos hasta la minipoblación de Goust.
Aparcamos, nos cambiamos y constatamos que, a las nueve de la mañana del día de difuntos de 2014,
hace una temperatura primaveral tirando a veraniega... pa flipar...
Arrancamos hacia arriba y, en cinco minutos estamos sudando como gorrinos, por la temperatura y porque el camino sube a saco por una ladera sin un minuto de descanso. Afortunadamente, en poco más de media hora, estamos en el plateau de Besse, una preciosa campa llana y cubierta de helechos. Abajo, ya se intuye el barranco.
Un descenso a media ladera por un camino poco marcado, nos deja a orillas de lo que que ahora es un curso de agua en medio de un hayedo.
Agua lleva como para que sepamos que es un barranco pero va a resultar escasa para nuestros fines... y tanto, al poco de empezar a destrepar, se filtra toda en un gigantesco caos de roca y desaparece.
Joder, ni tanto ni tan calvo... una cosa es que no de problemas y otra esto... pero ya que estamos... al lío.
Destrepamos algún bloque, pasamos algún nudo de troncos y, de repente, aquello se cierra a la vez que vuelve a salir el agua ¡Bien! poca baja, pero al menos encontraremos las pozas limpias.
A partir de aquí, se suceden los rápeles de altura media mientras que el barranco, poco a poco, se va encajando hasta llegar a un lugar espectacular en el que no hay más de medio metro de paso entre gigantescas paredes... jodo petaca... este paso se las debe traer si baja cargado. Hoy, sin embargo, es un lujo transitar por estos pasillos con este colorido otoñal y estas temperaturas casi veraniegas.
Seguimos rapelando. En las reseñas señalan más de una treintena y ya hace ratos que hemos perdido la cuenta de los que llevamos. Alguno se destrepa pero la mayoría, de tamaño pequeño y medio, los vamos haciendo coordinándonos un@s y otr@s de forma que la cosa va muy rápida... tanto que, cuando nos damos cuenta, estamos ya en una minirepresa que marca un poco más de la mitad del barranco y desde la que, en caso de emergencia, podemos escapar por senda. Vistazo al reloj....  No pué ser... llevamos dos horas y media y estamos a 10 rápeles de acabar... de hecho, ya se ve la carretera allá abajo.
Pues si, queridos y queridas amiguitos y amiguitas, diez rápeles después y estamos a orillas de la Gave d'Ossau y a un paso de la carretera y el coche.
Y llegados a este punto, hay que hacer balance. ¿Merece la pena el barranquillo en cuestión? Si, sin duda alguna. Se trata de un señor descenso, deportivo, largo y técnico si lo pillamos con agua.
¿Ha merecido la pena la madrugada? Pues sí. Quizá no sea la mejor época, aunque tiene su punto este color otoñal. A éste hay que venir en junio y con un día despejado de forma que te garantizarás días largos y, a poder ser, despejados, que hay trozos muy estrechos y muy sombríos.
Pues nada... vuelta a Goust a buscar el coche, comida allí mismo mientras dejamos que los últimos rayos de sol nos acaricien, y a casa, a echar una galimba que nos la hemos ganado (como siempre).
Por si os apetece darle un tiento, aquí tenéis el track de acceso.
Hala pues...