miércoles, 23 de septiembre de 2015

PIC GAZÌES. (2457 m.)

Una entrada muy corta únicamente para llevar la cuenta y para acordarme de mis andanzas cuando,
dentro de 50 años, se me caiga la baba y no pueda hacer otra cosa que rememorar estos días felices en el monte.
Espero que, a partir de noviembre, este blog vuelva a ser lo que era... o no.... ya veremos.

13 de septiembre. Al final vamos Cheles, Pol y yo.
La idea inicial es subir al Pic Gaziés desde Bious Artigues y continuar por la cresta haciendo, por este orden, Gaziés, Turón Garié y Soum de Aas. Al final, como ya viene siendo habitual, los gurús de la meteorología la cagan y el tiempo nos permite solo subir hasta el primer pico rodeaos de tormentas por todos lados... eso sí, supongo que por suerte, no nos cayó más que alguna gota sin más consecuencia.
Magnífico paisaje (cuando se veía) donde destacaba sobremanera la omnipresente silueta del Midí.
El que nos ocupa, es un pico solitario, sin dificultad pero que se hace desear ya que hay que comerse más de 1000 m. de desnivel.
Al final, un buen día con buena compañía y que rematamos con una cerveza en la frontera mientras vemos, ahora si, que llueve que da gusto.
Aquí tenéis el track.
Hala pues...

sábado, 12 de septiembre de 2015

DOS RUTAS (muy) INTERESANTES POR LA RIBAGORZA


Tengo completamente abandonado este blog.... y no es que no salga al monte este verano....pero es que me dedico a otras cosas.
No todo va a ser subir tresmiles, dosmiles y miles y realizar grandes hazañas.
Al monte también se puede ir a investigar, estudiar, descubrir y disfrutar de cosas que, hasta ahora, me eran desconocidas.
Este verano estoy descubriendo otro Pirineo, el que hicieron los hombres desde la prehistoria, el de la historia, las ermitas, los dólmenes y las gentes que son los herederos de los que lo  construyeron. Un Pirineo lejos de barrancos "deportivos", de picos adrenalínicos, de trails runnigs (o como coño se llame ahora a correr por el monte) y de ferratas "kañeras".
Y sin embargo, al menos para mi, es un Pirineo que llena igual, que colma expectativas, que, cuando vuelves a casa (cansado también), te sientes igual de lleno y satisfecho que si hubieras escalado la Torre Costerillou, por decir algo que tengo metido entre oreja y oreja hace días...

Bueno, pues que el otro día estuve en la Ribagorza, territorio para mi, absolutamente desconocido y absolutamente sorprendente. Y como me levanté a las cinco de la mañana, y pese a estar lloviendo, me permitió, aparte de buscar, fotografiar y medir varias piezas interesantísimas, hacer dos pequeños recorridos que recomiendo encarecidamente y que paso a describir. Vamos allá:

Ruta de las ermitas de Bonansa.

La ruta se inicia en el mismo pueblo pero, como el día está como está, y yo he venido a buscar solo una piedra que la llaman de los nueve agujeros (dels nueve cadollas dicen por aquí...) empiezo a andar en el Puerto de Bonansa, a dos kilómetros del pueblo dirección Obarra.
Allí, perfectamente indicada, parte (o continúa) una senda que nos introduce en un pinar. Al poco salimos a una zona rocosa donde, entre niebla y niebla, aparece el magnífico paisaje de los desfiladeros de Obarra.
La senda está marcada recientemente con profusión de pintura, estacas y flechas. Si no, de qué me iba a meter yo por aquí con este tiempo y con la niebla que se me hecha encima todo el rato. Bueno, el llevar un GPS también ayuda, je,je,je.... El caso es que, a los 20 minutos escasos, llego a una desviación que me invita a ir a visitar la Piedra de los nueve agujeros que es, ni más ni menos, lo que me ha traído hasta aquí desde las lejanas montañas occidentales donde moro. (de morar/habitar)
La piedra en cuestión es un afloramiento calizo en la que la inclemente disolución kárstica ha labrado hasta nueve agujeros o cadollas, algunas muy grandes, donde la tradición asegura que lavan la ropa las encantarias.
Pues mira, el ambiente es de lo más propicio. No hace frío pero la niebla me envuelve y hay una quietud sorprendente. No se oye ni una mosca. Tanto que me da no sé qué dar vueltas alrededor mientras la fotografío ya que mis pasos suenan como si fueran martillazos en una puerta de chapa... o eso me parece...
Pues aquí, ya he cumplido... pero echando un vistazo al cielo creo que no va a llover de forma inminente y, aunque el día no está como para muchas florituras, decido hacer la ruta circular de las ermitas que, si no me han engañado, dura apenas tres horas. Así que, en vez de volver sobre mis pasos continúo hacia el norte, por senda entre pinares hasta dar con una pista donde una nueva desviación me invita a visitar la ermita del Salvador.
Debe estar allí mismo, en la punta de un tozal pero ni la veo hasta que, de improviso, aparece delante como un fantasma en medio de la niebla una diminuta ermita románica.
Está cerrada, así que solo la visito por fuera. Si hago caso a una mesa interpretativa que hay cerca, desde allí debe haber una vista acojonante hacia el Piri pero hoy lo que se ve es  un muro gris.... que lástima.
Retrocedo sobre mis pasos durante unos metros y cojo otro sendero que me llevará a otra ermita, la de Sant Roc (que no San Rock, aunque también se podría sacralizar alguna canción y algún grupo.... otros... otros no....)
Llego a ella después de bajar durante un buen rato por un pinar en el que veo boletus, robellones y hasta cantharellus.... ¿será posible? Pero hoy no he venido a coger setas y me queda todavía mucho día por delante, así que las dejo estar para otro que venga y continúo  hasta llegar a la ermita, situada muy cerca del pueblo.
Restaurada con mimo y gusto, la ermita, como la precedente, es diminuta y preciosa. Siglos más tarde a su construcción, le añadieron dos capillas laterales que hoy forman una planta de cruz latina absolutamente desproporcionada pero bellísima.
Aunque el pueblo está muy cerca, aún nos queda otra que, si hacemos caso a los carteles, es una de las ermitas más antiguas de Aragón, junto con la de San Juan y San Pablo de Tella. (otro lugar, por cierto, imprescindible para visitar).
Para llegar a ella, advocada a San Aventín hay que volver a subir a un tozal que tenemos justo encima y al que llego mientras que los rayos de sol, de una puñetera vez, empiezan a romper las nubes.
Diminuta también. En esta sorprende el uso, no parece que casual, de numerosos sillares de arenisca volcánica, areniscas amarillas y bloques de pizarra metamórfica lo que confiere al ábside un colorido curioso... como si fuera un tetris medieval...
Aquí me entretengo un buen rato en almorzar bañándome de sol que ha salido con fuerza. No se me ocurre un sitio mejor par estar un buen rato... aunque me queda mucho viaje todavía.
Con pereza, bajo a Bonansa, lo recorro con detalle fijándome en la multitud de casas restauradas con mimo exquisito (se nota que allí ha habido perras... igual que el expresidente Marcelino Iglesias sea de allí tiene algo que ver.... o no...) y cojo el GR 15, que en este tramo coincide con la Vía romana que unía Labitolosa  (Hoy La Puebla de Castro) con Lugdunum  Convenarum (Hoy Saint Bertrand de Comminges).
No se a vosotros y vosotras, queridos y queridas amiguitos y amiguitas pero a mi, estos caminos que han visto pasar gente desde los albores de la historia - o incluso antes- me motivan y, si voy solo como es el caso, me suponen un esfuerzo de imaginación que hace que vea legionarios romanos, peregrinos, bandoleros o  caminantes a cada paso. Hay enormes bolos, inamovibles desde que se trazó, que retienen -estoy seguro- parte de la fuerza, de los pensamientos, de las alegrías y de las cuitas de las miles de personas que pasaron por allí.
Con estos pensamientos (comúnmente llamados pajas mentales), sin enterarme, he llegado nuevamente al puerto de Bonansa donde hay un sol que da gusto verlo, notarlo y sentirlo.... vámonos al siguiente paraje... Ah!, se me olvidaba... aquí tenéis el track.

Estación megalítica de Cornudella.

Lo más difícil aquí, es llegar a donde hay que aparcar el coche. Por la carretera de Benabarre a Viella, a la que he accedido desde Bonansa a través de Pont de Suert, hay un desvío hacia Cornudella y Sobrecastell que nos introduce en un bucólico valle con un hábitat disperso de masías, casas y pardinas sin que ninguna se concrete en un pueblo tal y como lo conocemos por estos valles. Y, claro, a cada caserío parte una pista asfaltada que, como han asfaltado recientemente, no hay ni una puñetera señalización que te permita deducir siquiera donde estamos.
Aún así, a puro de intuición y de dar la vuelta en algún sitio, llego al caserío de l'Ostalet, el último del valle donde se supone que están.
Allí charro un rato con Lucía y con su madre Montse mientras me dicen que, ese bosque que se extiende más allá de la casa, aparte de dólmenes, guarda maquis enterrados, tesoros de carlistas y rituales atávicos que se trataban de conjurar haciendo fuego la noche de San Juan y la de San Pedro encima de la Pedra de la basa, un gigantesco bolo de conglomerado a orillas de una balsa muy cercana a la casa.Joder, como me gusta esto!!!!!! Y pensar que hay gente que paga dinerales por ver un partido de fútbol y esto es gratis...!!!! En fin.... Pilarín.
Paso por la balsa, cruzo el barranco y guiándome con el GPS (si no es muy difícil encontrar los piedros, de hecho Lucía me decía que había gente que, después de dar vueltas toda la mañana, no los había encontrado) decía que guiándome por el GPS me introduzco en un bosque mágico, donde los rayos de sol, las piedras, los pájaros que cantan por todas partes y el ambiente previo a una tormenta que se está formando hacia el norte crean un ambiente difícil de describir y de olvidar.
Y los encuentro, claro. Hasta tres megalitos perfectamente conservados. A saber, y por este orden,  el dolmen llamado Cabaneta del forno, un menhir dudoso pero magnífico en su simplicidad y rotundidad y el dolmen llamado Cabaneta del Tancat d'Alt.
En éste último paro, a echar un bocao y a digerir sensaciones mientras me empapo de otras.
Sin duda es un paraje que no nos dejará indiferentes si nos decidimos a visitarlo.
Estamos, o yo por lo menos lo estoy, acostumbrado a ver los dólmenes en lugares sin apenas vegetación. Campos, collados, lugares ampliamente antropizados.... sin embargo estos están como si
ese bosque no se hubiera tocado jamás, como si estuviéramos todavía en la Hispania de Estrabón  y la dichosa ardilla pudiera recorrerse la piel de toro de árbol en árbol... Además, no hay ni un solo cartel, indicación o panel que, en otros lugares, convierten a estos sitios en una suerte de parque temático. Cuesta encontrarlos, si, pero da gusto verlos así.
El caso es que estoy tan bien que no me apetece para nada moverme de allí pero el estampido de un trueno y el aire que de repente se ha levantado me obligan a marchar. Llego al coche que ni me entero.
Aun queda mucho día... así que todavía voy a visitar Peña Lucía de Azara y el túmulo de cruzelós de Adahuesca pero eso.... eso es otra historia que, si todo va como debiera, la leeréis (el/la que quiera) en un libro que publicaré dentro de uno o dos años.
El track de esta ruta (imprescindible) es este de aquí.
Ir a las dos, en un día da tiempo sobrado y me lo agradeceréis.
Hala pues...