martes, 28 de mayo de 2013

UNA VUELTA POR LA SIERRA DE LOBARRE, EN BUSCA DEL OVNI DE PUSILIBRO

Buenas noches y bienvenidos a la nave del misterio. Hoy, nuestro equipo de reporteros y reporteras
van a investigar un tema de candente actualidad. Nada menos que una serie de avistamientos OVNI que han tenido lugar en las remotas, salvajes y frías montañas septentrionales. Para ello, hemos desplazado a Rasal a lo más granado de la ufología, parapsicología y de las ciencias ocultas hispanas. A las nueve de la mañana, venidos cada uno de sus respectivos lugares de veraneo y/o residencia, confluyen en el Mesón la Foz de Árguis, David Jiménez , Elena Porter, Pol del Oso, La Pitonisa Luisa, Pirene Selene y J.M. Benítez dispuestos a desentrañar, si lo hubiera o hubiese, el misterio que los había llevado hasta allí y del que da cuenta la prensa del día. El primer misterio con el que se topan lo encuentran allí, nada más salir del coche. Resulta que en ese mesón es donde se guarda memoria de un ser que, a decir de los lugareños, vive en la cercana espluga de San Climén, en la foz de Árguis. Se trata de O Fotronero, gigante mitológico que exige peaje, pontazgo y estipendio a los infelices -y a cojonaos- repatanes que bajan el ganado a Tierra Plana. Pero como no era el motivo de su viaje, nuestros amigos y amigas, se toman un café (pa mí descafeinao de máquina con leche fría y sacarina) y parten hacia la población de Rasal a la que llegan tras 18 km de carreta entretenida.
Inmediatamente se echan a la espalda sus instrumentos ufológicos y emprenden camino marcado y señalizado como HU-105 dirección Anies. El camino, -al principio pista- se interna decididamente en el regazo de la montaña. Atraviesan barrancos, acequias y veredas hasta llegar a las ruinas de la ermita de la Virgen de los Ríos. Un nuevo misterio asalta a los intrépidos reporteros. En ese lugar, a decir de los menguados habitantes del lugar, hay una cueva donde vive una bellísima princesa mora (del latín maurus "habitante de Mauritania" y éste a su vez del griego maurós "oscuro, moreno" nada que ver con determinadas expresiones peyorativas imperantes en determinados sectores sociales...) decía que allí vive una princesa que es peinada con un peine de oro por una mujer del pueblo. Es curioso, piensan los intrépidos ufólogos, la similitud de la actitud de esa princesa
mora  (pues ella no se ha dejado ver y eso que, para hacer tiempo, hasta han almorzado en la puerta de la ermita) con la adoptada por las Náyades, seres mitológicos de las mitologías clásicas que también estaban empeñadas en vivir en cuevas y humedales mientras peinaban incesantemente sus largos cabellos (lógico por otra parte ya que la humedad encrespa el pelo y lo torna quebradizo y sin brillo. Para eso hay un champú, recomendado por los mejores estilistas que....ejem, que nos dispersamos. ) ¿A ver si va a tener algo que ver la fijación de la iglesia católica de construir iglesias y ermitas, aparentemente, en medio de la nada? Se preguntan con buen criterio nuestros amiguitos y amiguitas.
Una vez saciada su curiosidad y su hambre, inician un ascenso suave pero continuado que, por medio de bosques de pinos salpicados de caducifolias varias, los lleva a un lugar dessde donde ven el Pirineo en Full HD y Tecnicolor. Desde el pico del Anie, en la muga con Navarra, hasta el Turbón en la güega con Cataluña se muestras sin pudor cual ectoplasmas plasmáticos. Así pues, sin tener contacto alguno con entidades alienígenas (de momento) cogen una pista que los lleva, en más rato del que parecía y hubiesen querido, a la divisoria de aguas. Extrañas presencias en forma de ciclistas se manifiestan ante ellos. Misteriosamente, los que bajan van zumbando varilla mientras que los que suben lo hacen muy lentos, congestionados y sudando. Esquivándolos con cuidado y animándolos a ratos siguen la pista en descenso hasta llegar al punto donde confluye la senda que, viniendo de Loarre, los llevará a la cima de su objetivo, el pico del Puchilibro lugar donde se producen encuentros en la tercera fase, abducciones y entrevistas con seres de otras dimensiones y/o planetas y planetoides. Dos de las integrantes del grupo, Selene y Porter, deciden no subir e ir directamente, por la base meridional del pico, a una base de comunicaciones situada a poniente a intentar encontrar la frecuencia para comunicar con Alfa-Centauri o con los Ummnitas del planeta Chorrapel.
La subida no resulta complicada pero si entretenida. Hay que recorrer una larga cresta que, a modo de espinazo pétreo, se descuelga desde una antecima. Justo aquí, por fin, nuestros intrépidos ufólogos
descubren el primero de los objetos volantes. Objeto al que le siguen otro, y otro, y otro más...hasta verse rodeados de extraños artefactos voladores que hacen amagos de atacar o de mostrarse en público, vete tú a saber. Claro que la presencia de la pitonisa Luisa, parece ser determinante ante la profusión de objetos que les rodean, que se aproximan y que realizan piruetas en torno a ellos. De una u otra forma, llegan a la cima donde hay un gran hito símbolo de la paz planetaria intergaláctica y saturniana. Además, el paisaje que disfrutan es de una belleza comparable  a las extensas planicies del planeta Raticulín. Al norte, el Pirineo nevado, al sur, la Plana de Uesca, con el Moncayo -maño- y la sierra de Alcubierre cerrando el horizonte. Dejan el Pusilibro (desde ahora por conocimiento y amistad pasará a llamarse para ellos "er Puchi") y empiezan a descender por la ladera de poniente siguiendo una curiosa cresta caliza que se muestra ora estrecha ora afilada y que, sin ser difícil, les obliga a mantener la atención. Al final, llegan a un lugar donde tienen que destrepar ayudándose de pieses y manos justo antes de volverse a juntar con Selene y Porter que los esperan relajadas y descansadas al lado de las antenas de comunicación interestelar.
Deciden, una vez cumplida la misión encomendada, coger la senda y bajar decididamente hasta una fuente marcada en los GPS y demás aparatos ultratecnológicos que portan. Pero mira tú que, tras
algunos conatos de protesta ante la lejanía de dicho lugar y tras pasar por varios prados que invitaban al relax y la holganza, llegan a la dichosa fuente tratándose ésta de un pochanco donde los jabalíses y demás criaturas silváticas acuden a solazarse y no siendo, para nada, lugar para beber ni disponer en modo alguno del líquido elemento. Aún así, paran a comer y el agua es sustituida por cervezas y vino abundante, de forma y manera que pronto la conversación deriva por temas escabrosos y controvertidos tales como la prevalencia en Andrómeda de los reptilianos frente a los más evolucionados tecnológicamente Lyrianos...bueno, sí, también hablan de la crisis y de tetas y culos...lo normal en una conversación con vino de por medio.
Una vez ahíta su curiosidad y su estómago, emprenden nuevamente la senda de bajada que, mira tú por donde, ahora le da por subir. No mucho, pero lo suficiente como para que resulte un poco fastidioso ese tramo. Al final, la senda empieza a descender decididamente para encaminarse a la conocida como Foz de Rasal donde abunda especialmente el Thalictrum tuberosum. La senda traza varias zetas, donde abunda el Thalictrum tuberosum y luego llanea entre bosque donde ven numerosas flores blancas de Thalictrum tuberosum. Ante las preguntas insistentes de qué tipo de flor es ésa, J.M. les explica que es Thalictrum tuberosum y el resto de la expedición se ríe pensando que se ha inventado un nombre tan curiosos como el de Thalictrum tuberosum. No solo eso, llegan incluso a insinuar que todos los nombres de las plantas que ven y que les va nombrando, incluido el de Thalictrum tuberosum  se los inventa, cosa que el aludido, como podéis imaginar, no se lo tiene en cuenta.
Pues entre numerosos Thalictrum tuberosum y abundante vegetación cuasi atlántica cruzan la menguada foz de Rasal y salen a unas campas donde ya se adivina la cercanía de la población a la que llegan tras cruzar el río Garona, interesantísimo hidrónimo de origen indoeuropeo, repetido en numerosos barrancos del Pirineo y allende de ellos, que viene a significar algo así como "río pedregoso".
Llegados al pueblo, tras 21 km y 1200 m.de desnivel (media maratón, pa no variar según el track) tienen a bien charrar con algunos lugareños que hallan tomando un sol mortecino y menguado (síntoma de que la estabilidad meteorológica se va a ir, mecaguenlaputadoros, otra vez al garete) sobre antiguas leyendas, cuevas y moras que a Benítez le interesan grandemente.
El día termina, como no podía ser de otra manera, en el mesón la Foz ante una buena jarra de cerveza mientras esperan la aparición súbita del Fotronero, los reptilianos y los Telosianos con los que creen haber contactado.
Hala pues...

jueves, 16 de mayo de 2013

BERGUA-ESCARTÍN-OTAL, DE PASEO POR SOBREPUERTO (OTRA VEZ)

Me faltaba de trackear una ruta por Sobrepuerto. La fui dejando pasar el año pasado y, al final, se echó el invierno encima. Pues casi mejor. El domingo pasado fuimos a hacerla y está todo exuberante, esplendoroso, rebosante, profuso y abundante de hierbas y aguas. Pégoles un toque telefónico a Pirene y otro a Pol y Luisa. Al Yeti, no hace falta que le diga nada, en cuanto ve el maletero del coche abierto se mete dentro como un sputnik. Así que, muy temprano, quedamos en Villa Cloro donde aparecemos  todas y todos, algunas y algunos más somnolientos y somnolientas que otros y otras.
Raudos y veloces enfilamos ruta hacia Bergua a donde llegamos al poco y aparcamos. Cogemos el archiconocido camino hacia las pasarelas del Forcos. Baja un mangazo de agua por su sitio. De allí, por senda llana al principio, pasamos por la finca de la Insola donde los perros que la custodian despiertan a todo el valle con sus ladridos, y cogemos el desvío señalizado que nos subirá hacia Escartín. Antes de llegar, nos desviamos del camino para buscar uno de esos lugares de los que hacía días que me habían contado historias y que quería visitar. Se trata de la "Raja os Moros", una grieta entre estratos de flysch sobre la que circulaban abundantes leyendas. Que si allí vivían los espíritus de los muertos, que si salían serpientes gigantes, que si se oían misteriosos ruidos...cuando los chicos de Escartín se atrevían a entrar unos metros allí, tácitamente, se convertían en hombres...aquello, como acertadamente escribió Arnold van
Gennep etnólogo alemán nacionalizado frances, era un rito de paso, como el que practican los Chocholisos del archipiélago de las Pitcairn cuando se cortan la oreja y se la comen guisada con ñame y abozos o como cuando nuestros hijos se apretan el primer cubata de garrafón de un trago mientras degluten una metanfetamina.
Bueno, pues al final encontramos el sitio en cuestión. Lo importante no es lo que realmente es (dos estratos verticalizados de arenisca separados por otro de consistencia más blanda y que la erosión desmanteló) si no lo que la gente creían que era, un lugar misterioso, mítico y cuasi sagrado.
Llegar hemos llegado sin problemas, pero en nuestro afán de explorar el lugar, por ver si hay algún tipo de marca en la piedra (cruces, cazoletas, signos...algo que delate antiguas prácticas paganas) empezamos a trepar por allí y nos metemos en un berenjenal guapo de aliagas y buchos. Afortunadamente, llegamos a la parte superior, desde la que disfrutamos de una vista preciosa de los estrechos del barranco de San Clemente, y enseguida retomamos la senda.
Alcanzamos a Luisa y Pirene en la entrada de Escartín. Ellas, más inteligentes y menos interesadas por la geoantropología, han proseguido camino mientras nosotros nos pinchábamos a base de bien. En Escartín saludamos a todos los vecinos que nos vienen a recibir y nos sentamos, tranquilamente, a echar un bocao en la plaza. Hace un día cojonudo. Cruzamos el pueblo, nos despedimos de los vecinos y autoridades que han venido a saludarnos y seguimos camino arriba, por una senda muy bien trazada pero que sube en línea recta en dirección a Manchoya. La senda se convierte en pista por unos metros mientras las vistas son cada vez mejores. Empiezan a asomar montes amigos y vecinos de Pirene. Gratal, Guara, Fragineto, Gabardiella...hasta el Moncayo reluce en lontananza cubierto todavía de nieve. La senda, una vez cogida altura, llanea y sube mucho más suave bordeando barrancos. Cruzamos alguna mancha de pinar y abundantes tascales pletóricos de hierba hasta llegar a la zona conocida como Matils, un lugar de esos evocadores y bucólicos donde las paredes se combinan con casetas y refugios mientras que un rebaño de caballos (¿los caballos amontonaos son un rebaño o son otra cosa?) nos sigue los pasos con intención...con
intención...estoooo, pues no se con qué intención pero ese, que hace un momento tenía cuatro patas, ahora tiene cinco....
Bueno, después de Matils el camino ya no sube más y empieza a bajar decididamente internándose en un pinar con añosos y retorcidos pinos. Salimos a una fuente, en la que no se puede beber porque nuestras amigas las vacas la tienen en propiedad, y en pocos minutos por una senda empinada y trillada, entramos en el pueblo de Otal mientras nos recibe la que es, para mí, una de las chimeneas tradicionales más bonitas de todo el Sobrepuerto y, si me apuras pues cada vez van quedando menos, de todo el Piri.
En Otal, la única casa que hay mínimamente habitable es casa o Royo. En ella vivieron, hasta la década de los 90, Presen y Pascual hasta que sus achaques les hicieron bajar a Biescas donde murieron sin hijos ni descendencia directa. Esa casa duró muy poco cerrada. Al poco una patada debió echar la puerta abajo y, a partir de entonces, se abrió la veda. Buitres de toda calaña y condición, auténticos carroñeros, miserables, ladrones...todos llegaron a Otal a repartirse los despojos que habían acumulado allí generaciones de montañeses. Llegué, una vez, a ver un reloj de pared, de esos que se
traían de Francia y que les hacía una caja el carpintero del pueblo, escondido a mitad camino porque el malnacido que lo robaba se debió cansar y lo escondió allí para recogerlo otro día.
Bueno, pues de esa casa sale una persona que nos dice que está pasando unos días allí, que la está apuntalando y que la está arreglando. Nos saca un porrón del que echamos un trago...en fin, debe ser algún hijo secreto de Pascual, o un sobrino de Presen...sí, seguramente será eso.
De Otal parten dos caminos, el que por la orilla derecha hidrográfica del barranco y bastante alto lleva a Ainielle y que ya hemos seguido numerosas veces, y otro por la orilla izquierda que, pegado al barranco, nos lleva al Puen d'as Crabas, o a Escartín, o a Basarán o a Bergua. Cogemos ese, descendemos a orillas del barranco y por aclamación popular, paramos a comer, que ya es hora. ¡Pero qué camino más majo, oye!. Mis acompañantes, y sobre todo mis acompañantas, no hacen más que glosar las maravillas, virtudes y bellezas de esta senda que primero llanea entre un bosque de ribera bien majo para luego ir a cruzar el barranco. En condiciones normales esto se debería poder pasar de un salto pero hoy no, hoy hay que descalzarse y meterse con agua hasta la rodilla para cruzar la senda que continúa con la misma tónica al otro lado. Hemos perdido a un miembro de la expedición que se empeña en ir, en vez de por una senda alfombrada de hojas mullidas, entre tapiales y vetustos ejemplares de haya, por do natura no corresponde. Se mete por la glera del barranco, por un camino usado por las vacas, sorteando y saltando de piedra en piedra. Al final, nos encontramos todos, a Dios demos gracias, en el paraje conocido como Planaglera, donde tenemos, nuevamente, que cruzar el barranquillo.
 Dos km por pista, y cogemos otra vez la senda hasta las cercanías d'o Puén d'as Crabas. Pese a ponderarles las virtudes del sitio en cuestión, alguna debe estar un poco más arriba de su aparato reproductor de andar y de la belleza sinigual del camino por el que llevamos trotando desde las ocho de la mañana. Así que lo dejamos para otra ocasión y continuamos, paralelos al Forcos pero bastante más altos, hasta encontrar el desvío de esta mañana y poco después las pasarelas de Bergua.
Uno de nosotros, sin ropa y mostrándonos su culo peludo, se mete en el agua sin pensárselo. Cuando sale, curiosamente, lo hace con el rabo enhiesto, como si no le afectara la frialdad del agua. Después del Yeti, también se echa al agua Pol. También nos muestra el culo peludo y también sale.....bueno, sale, se seca y ya está.
Un último esfuerzo y llegamos a Bergua. Lamentablemente, el bar con encanto que hay al lado de la iglesia hace días que está cerrado y no podemos disfrutar de él, así que nos bajamos a Fiscal donde paramos a echarnos una buena galimba unos y una buena bebida refrescante y gasificada otras.
Pues ya está. Ya tengo trackeaos todos los senderos de Sobrepuerto. Hay más, claro, pero están todos sin limpiar y no me parece bien enviar gente por allí. Ahora queda redactarlos todos y dárselos al maquetador para que vaya preparando el libro en cuestión del que avisaremos cuando salga en tiempo y forma. El track del día es éste.
Hala pues...

lunes, 13 de mayo de 2013

PUNTA ESPATA Y SOMOLA BAXA

Se me amontona la faena.
Domingo 5 de mayo, quedamos parte de los históricos (a saber, Raúl, Kankel, Roberto y yo mismo) para realizar una vuelta que hace días que llevábamos en mente.
No se trata de ir a un monte cualquiera a pasar el día, que también. Se trata de rememorar tiempos pasados, de recordar nuestra tierna adolescencia y de como, en aquellos años, la revolución hormonal de la que éramos víctimas nos hacía hacer y decir auténticas gilipolleces. Me explico, cuando las montañetas de alrededor de nuestras casas se nos hicieron pequeñas como terreno de juego (sí, en aquellos tiempos los críos jugábamos en la calle y no teníamos ni PSP ni Wii ni móvil ni maldita falta que nos hacía) descubrimos Santa Orosia. Una vez que exploramos aquella montaña que veíamos desde casa, nuestros ojos y anhelos se volvieron hacia la alta montaña. Y la alta montaña que teníamos más cerca, pues había que ir a ella en bicicleta, era el Alto Valle de Acumuer. Y cerrando el valle de Acumuer había un monte que se llamaba la Punta Espata. Este monte tiene un parecido homofónico con "la punta as patas". Y la punta as patas, para una mente fabloparlante adolescente, calenturienta y nublada por la testosterona, es el monte de Venus ¿lo entendéis? La punta as patas....el sitio donde terminan las patas, donde terminan las piernas, ¡coño! Es decir, para aquellos adolescentes semiasalvajaos, que jugaban a ahorcar perros y a hacer guerras a peñazo limpio, haber llegado a la punta as patas es haber culminado, haber ayuntamiento carnal, haber follao, vamos.
Pues eso, que a mis 43 años, al final culminé y subí a la Punta Espata. Para ello, fuimos a Villanúa y dejamos el coche al lado de la Fuente del Paco (nada que ver con una fuente propiedad de Francisco, paco viene del latín opacus "umbrío").
El camino, inicialmente, gana altura muy deprisa, entre un espeso abetal de abetos (obviamente) al que dan relevo bosques de pino negro. En menos de una hora llegamos al refugio del Cubilar de la Espata, donde se puede llegar en coche si, previamente, has sacado permiso en el excelentísimo y acojonantísmo ayuntamiento de Villanúa. Paramos a echar un bocao mientras vemos, muy cerca ya, nuestro objetivo. Seguimos por el llano de Bozuelo hasta que, cuando nos parece, nos desviamos por laderas herbosas muy inclinadas a coger un collado situado entre la Espata y Bacún. Antes hemos pasado por el lado de un crómlech y nos ha saltado de los pies un armiño, que hemos visto correr ladera arriba durante un buen rato. Hasta aquí he ido muy bien, se nota el entrenamiento de la San Urbeciana pero al llegar al collado y a la vista del Valle de Acumuer, me pega un bajón acojonante. No voy a aprender nunca, coño. He subido hasta aquí con un café y muy deprisa y ahora no puedo ni con el pelo, tanto que la subida de los último 200 m de la cúpula cimera se me hace eternos. Al final llego arriba, claro...hay que culminar, con dignidad a poder ser.
Desde la cima se ve que Espata está formada a partir de un enorme y largo estrato verticalizado que hizo aflorar un glaciar secundario, tributario a su vez del que labró el Valle de Acumuer. Se ve perfectamente, claro como un libro abierto. Pues cabalgando por el lomo de ese estrato, dirección este, nos manda un track que llevamos. No es difícil pero hay que prestar atención en algún paso con roca más suelta de lo que nos gustaría, hasta llegar al collado de Marañán situado al norte, entre Espata y Somola. Lo cierto es que nos hemos estado mirando a Somola desde la punta y no está demasiado lejos. Además no hemos pisado nieve y hemos traído pinchos, jadicos y demás aditamentos que, hasta ahora, no nos han servido para nada.
Así que enfilamos de frente esa ladera, seca el primer tercio, nevada los dos restantes, que nos sube directos a un hermoso balcón del Valle de Acumuer y de toda la depresión media. Pero mira por donde que los dioses me tenían reservada una desagradable sorpresa. Cuando el Gipi me indica que me quedan 20 o 30 m de desnivel y apenas 100 de distancia para culminar esta punta, noto un  dolor que nunca había experimentado en una pierna. Paro, pero no se pasa. Cambio de lado y me da en la otra. Me tengo que sentar porque no me sostienen. ¿Pero será posible? ¡Mecaguenmiputacalavera! ¿¿¡¡¡¡Pero qué cojones es esto!!!!?? Pues resulta, amiguitos y amiguitas que, donde yo pensaba que solo había acero, hay unos músculos que se llaman abductores y han decidido, ambos dos,
ponerse a contracturarse a la vez como si me estuvieran dando descargas eléctricas ¡Amos, no me jodas...! Les digo a éstos que marchen hacia arriba  mientras yo voy bajando como un viejete. Afortunadamente, el dolor, en el momento que empiezo a bajar, remite. Aún pruebo a subir un poco pero me vuelve a dar otra vez...joderrrrrr.
Pues nada, para abajo definitivamente.
Llego a la zona donde termina la nieve, me quito ropa, pues hace un calor de flipar, y me tumbo en el suelo mientras que me entretengo viendo las evoluciones de dos veleros justo encima mío. Pasan tan cerca que le veo la cara al tío que pilota. ¿A ver si me están viendo, les parece que estoy muerto y llaman al 112?... Llegan éstos ¿has estirao?, preguntan. Pues no..., contesto. Joder macho, eres peor que un crío...hala, vamos para abajo.
Lo cierto es que, aparentemente, me he recuperao de todo. Bajo sin problema por un nevero largo hasta el llano de Bozuelo y, en poco más, otra vez al refugio donde paramos a comer.
Lo hacemos al sol, (el comer, se entiende)  que se está de maravilla, y alguno hasta se echa una minisiesta. Con pereza pero sin dolores, emprendemos otra vez el camino de la Fuente el Paco a donde llegamos poco antes de las cinco de la tarde. Parada en Villanúa para la galimba de rigor (grande, hoy que conduce Kankel) y pa casa con la sensación agridulce de haber pasado un buen día en buena compañía, haber culminao en la Punta as Patas pero no haberlo hecho, por muy poco, en Somola. Bueno...así tengo excusa para volver.
Por cierto, Espata viene del latín Spata "Espada" por su perfil afilado, apuntado y agudo como podéis ver en la última foto...nada que ver con lo que estáis pensando...mentes sucias.
Hala pues...

miércoles, 8 de mayo de 2013

TRAVESÍA DE SAN ÚRBEZ 6 Y 7. NOCITO-SAN MARTÍN DE LA BAL D'ONSERA Y SAN MARTÍN DE LA BAL D'ONSERA-HUESCA

Viernes 26 de abril, San Pascasio

El día amanece nuboso o muy nuboso, con chubascos dispersos más probables en la Ibérica y Pirineos, con vientos flojos de componente suroeste...es decir, que amanece nublado y amenazando lluvia después de haber estado lloviendo casi toda la tarde anterior y toda la noche. Desayunamos e iniciamos el camino. Hoy se a unido Guillermo, de Nocito, que nos acompañará ya hasta el final.
La senda, en principio, coincide en su totalidad con el recorrido que hicimos hace poco con Pirene, Josu, Pol y Luisa hasta el mesón de Sescún. Es decir, pasamos por la orilla del Guatizalema, por el dolmen del Palomar (aunque aquí mis acompañantes oriundos de Nocito aseguran que fue el hombre y su amiga la dinamita los que volaron la cubierta del dolmen y no la ira de las Potencias celestiales como había leído en algún sitio) y por el cuello Salillas hasta llegar al arruinado mesón de Santolaria. Hasta aquí era terreno conocido y recordado y el tiempo, aunque muy nublado, aguanta.
Seguimos hacia el sur, como las grullas, para coger una pista que nos lleva a un nuevo collado. Ésta, viene desde Cuello Bail y por ella nos acercamos hacia el entorno de Vadiello. La abandonamos, cogemos otra en descenso y, al final, retomamos la senda, destrozada por las repoblaciones forestales que nos lleva, por un pedregoso collado de cuyo nombre no puedo acordarme, a la vertiente sur de la Sierra y, por tanto, a la Hoya de Huesca (Plana de Uesca pa los fabloparlantes).
Desgraciadamente, el entorno de Vadiello, los mallos de a Liana, los barrancos de San Chinés, Foratata y Escomentué o la zona de Isarre no los vemos debido a una persistente y pertinaz boira que nos lleva acompañando hace ratos. Lástima. Algunos de los que vamos conocemos el sitio y lo hemos visto en otras ocasiones pero otros tendrán que volver cuando esté despejado para disfrutar de ese mundo rocoso, fracturado y erosionado digno de ver y conocer.
De allí, volvemos a retomar la pista donde nos espera José Luis, el que lleva el coche de apoyo, que nos ha traído hasta aquí la comida y cena con la que subsistir este día y mañana.
De cuello Bail bajamos a los conocidos como Campos de Ziano  para coger una senda que nos introduce en la Bal d'Onsera. Ahora estamos recorriendo el camino de los de Santolaria a la ermita de San Martín y éste discurre por una ingente, inestable y espectacular pedrera. A decir de los que ya lo conocen, tenemos un abismo a nuestros pies, abismo que se adivina cuando, de vez en cuando, se aclara la niebla (u boira) que nos envuelve. Se anda lento, disfrutando a cada paso de la soledad y el silencio roto solo por algún patinazo en las piedras de los que me preceden y anteceden. Sorprendentemente, en este mundo mineral e inestable, crecen árboles dispersos, como si esto fuera un jardín zen. También, de vez en cuando, aparecen de la niebla, como si fueran el mismísimo Belcebú, cabras asilvestradas que se nos quedan mirando como si no hubieran visto nunca a un humano.
La senda en cuestión pierde altura y luego sube a cuchillo por medio de un espeso carrascal hasta dejarnos en el camino normal de acceso a la ermita, justo donde una placa recuerda a un mozo de Barluenga que "murió de desgracia" en 1843. De allí se coge el conocido como Paso de la Viñeta, un aéreo sendero con escalones tallados y una barandilla de hierro que, más que seguridad, da miedo. Afortunadamente (o no, pues le quita todo el encanto) se han colocado unas largas, brillantes y aceradas sirgas a modo de pasamanos que, al menos hoy, con todo mojado y resbaloso, se agradecen.
En el collado de San Salvador nos reagrupamos para bajar al fondo del barranco donde está la ermita.
También la bajada, que discurre por una ladera pedregosa, está equipada con metros y metros de sirga que facilitan el descenso.
Oscar se adelanta, sube casi corriendo los últimos metros, y empieza a tocar la campana anunciando que llegan peregrinos al que fue monasterio de San Martín.
San Martín de la Bal d'Onsera es otro de esos lugares de belleza indescriptible donde, desde tiempos inmemoriales, el hombre encontró la trascendencia. Al menos desde el siglo IX hubo una comunidad monástica allí. Primero fue masculina y después femenina. Las tradición asegura que San Úrbez fue allí ordenado sacerdote y la historia nos cuenta como reyes y duques acudieron al lugar en busca de descendencia, masculina a poder ser. Que el lugar esté advocado a San Martín y que allí se pida descendencia, no es casualidad, ni mucho menos...pero tampoco me voy a extender en explicarlo.
Llegamos a la ermita como llevamos todo el día, envueltos en niebla y con el sonido de la campana rebotando en las paredes del cañón lo que provoca un efecto casi mágico e irreal.
Lo primero que hay que hacer es secarse. Y los organizadores, en previsión de ello, no dejaron nada al azar. Nada menos que 80 kg de leña de carrasca se subieron en la chepa (dos horas cuesta a buen paso desde San Julián de Banzo) esta pasada Semana Santa para llegar hoy aquí y encender fuego para secarnos y cenar.
En el suelo de la ermita, que fue consolidada hace unos años, para evitar la humedad se echó una generosa capa de grava sobre la que vamos a dormir. Además, para el día de la romería, hay varias docenas de tablones que van a servir para aislarnos todavía más del suelo y para prepararnos una mesa y bancos en los que cenar.
Poco más hay que hacer que reunirnos en torno al fuego, charrar mientras secamos camisetas, botas y pantalones, mientras hacemos hora para dar buena cuenta de chorizos, longanizas y chullas asadas. ¡Ah, se me olvidaba!, también subieron varias botellas de vino a las que, por supuesto, no hacemos ningún asco.
La noche discurre plácida (para algunos más que para otros) entre ronquidos, piedras que caen del techo y piedras que se levantan del suelo mientras afuera llueve mansamente.
El track del día aquí.

Sábado 27 de abril, Santa Zita de Lucca y último día de travesía.

He dormido como si me hubieran drogao. Solo me he despertado una vez, (no como otros que, acostumbrados a camas mullidas y limpias, le echan la culpa a mi suave y acompasado respirar el no poder dormir...) Decía que solo me he despertao una vez, no recuerdo que hora era, y al mirar hacia afuera he visto que estaba nevando ¡¡¡¿¿¿¿Que está nevando?????!!! ¡¡¡No pué ser!!!! ¡Si estamos en abril y en Guara y en el fondo de un barranco y a apenas a 1000 m. de altitud!!...Pues sí, queridos y queridas amiguitos y amiguitas, emprendemos el último día de travesía rodeados de
nieve. Tampoco mucha, pero la suficiente como para añadir más belleza si cabe al paraje donde hemos dormido.
Subimos al collado y bajamos, en vez  de por el Paso de la Viñeta que estará francamente divertido, por la senda de los burros propia y diseñada para estos mamíferos solípedos y, hoy, para nosotros.
Conforme vamos bajando el día mejora notablemente, tanto que cuando llegamos a la puerta del Cierzo hace sol y empieza a soplar viento que se lleva las nubes.
El último tramo de camino, el que coincide con el cauce casi siempre seco del barranco, mira por donde, hoy no estaba seco. Bajan casi cuatro dedos de agua que nos hacen hacer pasos de equilibrismo y de contorsionismo  como si fuéramos, mismamente, artistas del Cirque du Soleil (eso sí, bastante más gordos...). Nos viene a recibir Pedro, uno de los que nos acompañó el primer día. Es curioso, recuerdo el primer día de la travesía como si hubiera sido hace meses... metros antes de llegar al parking, vemos que el camino está cortado con cinta de peligro y un cartel advierte que el camino está cortado por desprendimientos en la ermita...anda queeeeeee....y nosotros durmiendo dentro, claro que San Úrbez algo tendrá que decir y hacer ¿no?.
Llegamos al aparcamiento, donde luce un sol esplédido, echamos un bocao y cogemos la pista que nos lleva, en pocos minutos, a San Julián de Banzo. Muy cerca, cada vez más, vemos la Muy Noble, Leal, Invicta y dos veces vencedora Ciudad de Huesca (o Güeskonsin, pa los amigos).
De San Julián a Chibluco se transita por una fértil vallonada, entre huertos, acequias y areniscas meteorizadas...el sueño de cualquier musulmán de la Waska medieval.
En Chibluco, mientras me doy una vuelta, visito su iglesia románica y divago sobre el significado de los misteriosos grabados que hay en su puerta, alguien nos invita a cervezas. Lo cierto es que, durante estos días y si había cobertura, nos llamaban de Radio Huesca para que les contáramos como se iba desarrollando la ruta y debe haber mucha gente que sabe lo que estamos haciendo. Éste debe ser el caso, alguien que ha seguido la progresión de la travesía y que ahora nos tiene en la puerta de su casa, como el melonero de Villaconejos, que también te los lleva (los melones) a la puerta de su casa, señora.
De Chibluco cogemos una pista larga y recta entre campos que, después de pasar por un chinebro milenario, nos deja en la carretera del embalse de Montearagón. Cruzamos por allí y llegamos al  collado Ortialla donde, bajo la sombra de unos chopos, José Luis nos está esperando con la última comida de la  travesía. Le acompañan una pareja (no recuerdo los nombres, ya lo siento) que nos va a
acompañar hasta Huesca. Jamón, empanadas de varias razas, tortilla, croquetas...como viene siendo habitual, nos quedamos con hambre.
Del cuello Ortialla parte una senda, antigua calzada romana, que nos baja, entre campos de cereal y vigilados en todo momento por el Gigante de Guara, a la entrada de los polígonos industriales de Huesca.
Callejeando por entre naves industriales, desiertas a estas horas, llegamos a un parque, al lado de la zona deportiva donde nos tumbamos en la hierba y nos aseamos (si eso es posible) antes de llegar al extraordinario templo de  San Pedro el Viejo donde terminará la travesía.
Pues por la puerteta que nos franquea el paso de la muralla y por la calle de los Santos Justo y Pastor (hasta esto lo tienen controlado esta gente), llegamos a la plaza de San Pedro el Viejo donde se acaba de celebrar un bautizo o una boda y nos están esperando nuestras familias. Quizir, que en la plaza hay gente vestida de magno evento (tacones altos, maquillajes, vestidos de Vittorio y Luchino, o como se escriba...), y familiares y amigos que nos vienen a recibir. Y en medio de todos ellos nosotros, cubiertos de porvo del camino ¡arsa, mi arma! y oliendo, quien más, quien menos, a choto y/o cabritilla.
Caluroso recibimiento de la gente a la que queremos, presentaciones y un rato de charla antes de entrar en el templo, hacernos la foto de rigor en la capilla dedicada a San Úrbez y escuchar una misa oficiada por el párroco en la que nos felicita, nos abraza y nos exime de todos nuestros pecados...bueno esto último creo que no fue así, pero yo no tengo pecaos ¿no? ¿acomodarte las gónadas con la mano es cometer actos impuros?. Pues entonces no tengo pecaos, seguro...
Al final, nos hacen pasar a todos a la sacristía donde, entre galletas y vino, firmamos en el libro de romeros. Aún queda algo más...como colofón hay reservada una cena (a decir de los organizadores más y mejor que las precedentes) en un afamado restaurante de la capital. Lamentablemente (mi hígado, sin embargo, salta de alegría) yo no puedo acudir pues al día siguiente tengo que currar  así que me despido de todos y todas con el firme propósito de volver el año que viene, de juntarnos algún día para hacer monte y degustar la gastronomía del valle donde vivo y me marcho a casa con la sensación agridulce de haber acabado una cosa que no debería haber acabado aún. De haber conocido una gente extraordinaria y haberlo hecho por unos parajes y en un ambiente
inmejorable... sin duda alguna, ha sido una experiencia que nunca olvidaré.
Gracias a todos y a todas por haberlo hecho posible...veis, cuando quiero yo también soy tierno y sensible como un osito panda....
El último track de la ruta aquí.
Hala pues...


viernes, 3 de mayo de 2013

TRAVESÍA DE SAN ÚRBEZ 4 Y 5. LAGUARTA-CUEVA DE SALIELLAS Y CUEVA DE SALIELLAS-NOCITO

Miércoles 24 de abril,  San Wilfrido de York.

Hoy nos abandona Make y Antonio. No, no os asustéis, se van a sus respectivas obligaciones
laborales, nada que ver con un ataque de gota o un empacho de ternasco. Por contra, viene Ana, la compañera vital de Óscar que nos acompañará ya hasta el final.
Desayunamos bien, nos despedimos de los posaderos y empezamos a andar. Los primeros metros son por la carretera, hacia poniente, hasta encontrar un camino que baja, entre campos, a buscar el río Guarga. Antes, en un campo cercado por una pared y usado desde siempre para encerrar el ganado, crecen tres ejemplares de caxico excepcionales. Bien alimentados a base de sirrio de oveja, están declarados por el gobierno de Oregón como árboles singulares. (Ignoro si eso, en un momento dado, les servirá de algo si el dueño se empeña en cortarlos o venderlos).
Una vez fotografiados y grabados, seguimos por la senda que nos lleva, al poco, a cruzar el río. El colmo del sibaritismo...no solo esta gente que nos guía ha limpiado sendas si no que han hecho hasta un puente para pasar el hoy embrutecido por el deshielo y las lluvias, río Guarga. En la otra orilla cogemos un viejo camino medieval, desfigurado a ratos por las talas y los aterrazamientos madereros, hasta llegar a Secorún. El pueblo, que en su día fue una importante tenencia medieval y posteriormente ayuntamiento y cabeza de distrito, languidece comido, literalmente, por los espinos y las hiedras. Únicamente su iglesia se yergue digna aunque herida de muerte y cubierta completamente de hiedra, en medio de la desolación y las ruinas. En su interior guardaba hasta hace poco la imagen de un calvario pintada al fresco en un espacio escondido debajo de la torre. Tenía toda la pinta de ser una pintura románica aunque no lo era...yo la fecharía en el XVI. Hoy, constatamos que alguien se la ha llevado mediante  la técnica del strappo...quizir, que el que se la ha llevado sabía lo que hacía y el valor que tenía...por un lado esto te pone de mala hostia pero, por otro lado piensas que, vista la inoperancia, incompetencia, apatía, abulia e insolvencia de determinados departamentos que deberían velar por nuestro patrimonio, mejor estará en manos de un coleccionista privado que allí, donde estaba condenada irremediablemente.
De Secorún, nos internamos en la Guarguera profunda. Parajes resecos, fajas de areniscas de
sedimentación continental, pequeños cursos de agua, algunas plantaciones de pinos se van sucediendo en un recorrido que es un auténtico rompepiernas. Pasamos por el conocido como "Paso de San Úrbez", marcado por un caxico añoso llamado "Caxico Arialla", por el despoblado medieval de Trillo, donde se conservan informes y voluminosos montones de piedras que un día fueron casas e iglesias, hasta llegar, pasado el medio día y después de haber echao un bocao, a Aineto.
Aineto fue uno de los primeros pueblos que recibieron neorurales allá por los lejanos 80 del siglo XX. El pueblo, desde entonces, ha sufrido una importante remodelación y son muchas las casas que están restauradas o en proceso de.
Comentamos un fenómeno curioso según el cual, la mayoría de los críos que vemos corretear por las calles, son rubios aunque su padre y/o madre, sean de pelo negro como un cuco. ¿energías sutiles? ¿un gen recesivo que se activa allí? ¿agua oxigenada? ¿emanaciones sulfurosas? ¿efectos secundarios del lema paz y amor? vaya usté a saber.
De Aineto, por pista, llegamos a Sta. María de Perula, otro antiguo poblado medieval hoy convertido en casa aislada con iglesia y dependencias anexas (lo que viene siendo una pardina de toda la vida...). Tenemos que dar un rodeo y jabalinear un rato porque el tío guay que la ha comprado ha vallado todo el perímetro, incluida la senda sin importarle, y sin que nadie haga nada, por recordarle que es la servidumbre de paso y que los caminos son de uso y disfrute de todos los mortales. También ayuda a mantenernos alejados la presencia de varios perros gigantes con instintos claramente antropófagos.
El caso es que, de una forma o de otra, sorteando y cruzando varios barrancos de más entidad, llegamos a uno de los lugares claves de la hagiografía del Santo.
En un banco de arenisca, apenas marcadas e imposibles de ver si no te las enseñan, están las supuestas huellas de los pies y del bastón del santo eremita. Es el lugar conocido como "Las galochetas de San Úrbez".
Sea como fuere, esa piedra no es una piedra corriente, ni ese lugar es un lugar corriente. Se trata de una piedra sagrada mucho antes de la edad media cuando, casi con seguridad, surge la leyenda y la figura de San Úrbez. Por si eso fuera poco, todo, los árboles, el suelo, los buchos, absolutamente todo lo que nos rodea, está cubierto de líquenes blancos con una densidad mucho más alta de la normal.  Una vez perdido y olvidado el uso primigenio de ese lugar, el cristianismo vincula esa roca y las marcas allí talladas a un santo local, en este caso San Úrbez, de forma que, como bien dice E. Satué en su libro “Religiosidad Popular y Romerías en el Pirineo”, vienen a constituir lo que él llama “huellas de santos”,  una prolongación del  Santuario motivado tanto por el sentimiento de propiedad del santo o mártir en cuestión por parte de los montañeses, como por la necesidad, por parte de la iglesia, de crear un mecanismo pedagógico para que la mentalidad popular cobrase motivación ante algo tan vivo, directo y tangible como la huella, en este caso, del santo pastor.
Allí comemos, dejándonos empapar de energías sutiles, de historia y de leyendas. Además, un pequeño curso de agua, que nace allí mismo, nos permite refrescarnos los pies y el gaznate. Bueno, al revés, primero cogemos agua y luego nos remojamos los pies...
Bien relajaos, incluso nos hemos echao algunos una cabezada, subimos un collado llamado Portilillo que nos lleva, nuevamente, a orillas del Guarga que cruzamos, esta vez sin puente.
Dos km por carretera y unos metros por pista nos hacen llegar a otro de esos lugares mágicos, sagrados hace milenios...la cueva de San Úrbez de Ceresola en la pardina Saliellas.
Bajo una gran balma de conglomerado sobre la que se descuelga una cascada, un enorme y ruinoso edificio pastoril (originalmente este fue el templo) y una diminuta ermita advocada al santo construida, según reza una placa en 1889, constituyen uno de los santuarios rupestres más desconocidos del Pirineo.
Familiares y amigas de Isabel, una de las componentes del grupo, nos han preparado una cena que no la cambio ni por un menú degustación en el Bulli...bueno, si la que invita es Inma Cuesta (y paga ella), igual me lo pienso pero si no, ni de coña.
Una vez concluida la cena, buenísima, abundante pero no obscenamente copiosa como las anteriores, unos se van a sus casas (y otros a dormir en cama) y los demás nos quedamos a disfrutar de una velada inolvidable. Encendemos fuego, preparamos unos bancos y disfrutamos del reflejo de las llamas en la roca, de una noche serena de luna llena y de buena conversación mientras nos bebemos una botella de vino. Un cárabo, con su lúgubre canto, pone la guinda primitiva y atávica a una noche que será, al menos para mí, inolvidable. 
El track del día aquí.
 
Jueves 25 de abril, San Bonifacio Valperga.
 
Tras una noche inolvidable, en la que a gusto me hubiera levantao a soltarle una primitiva y atávica pedrada al bicho este que se ha pegao toda la puñetera noche cantando -es tiempo de amores  y ya se sabe lo pesaos que nos ponemos los machos cuando encontramos o buscamos una hembra receptiva con la que perpetuar nuestra progenie-, aparecen los que se habían ido a dormir en cama (sí, no voy a decir nombres ni como lo hacían, pero hubo algunos que se las ingeniaron para dormir en cama casi todas las noches) acompañados de Fernando, Carmen y Adrián que nos van a acompañar durante este día.
Desayunamos y emprendemos nuevamente la marcha. Lo primero que hay que hacer, para espabilarse, es volver a cruzar el Guarga con agua hasta la rodilla. Una vez superado -pediluvio llaman esto en los balnearios y te hacen pagar por ello-, cogemos una senda que nos lleva a Solanilla, otro pueblo en proceso de rehabilitación por neorurales que se esconden como alma que lleva el diablo cuando nos ven aparecer. Hombre, ayer no nos duchamos, es verdad, ¡pero vosotros tampoco, eeeh!, no hay más que veros. Pasada la aldea, se inicia un largo camino, a veces bien marcado y a veces no tanto, que nos sube primero a O corral de López, donde almorzamos, y luego a la punta de la sierra. Del corral a la punta  estuvimos limpiando el camino hace poco con algunos de los que vamos y con JC y Silvia que vinieron a ayudarnos lo que ahora se agradece enormemente. El camino, ancho como una autovía y suave en desnivel, nos permite subir charrando tranquilamente.
El día, que ha amanecido soleado y con temperatura agradable, ha cambiado radicalmente. Hay síntomas, muestras y signos evidentes de que se acaba la bonanza meteorológica de la que estamos disfrutando. Efectivamente, nada más coronar la divisoria del Guarga con el Guatizalema empieza a llover mansamente.
Cogemos una pista y luego una senda que nos lleva a la arruinada población de Abellada. Ni paramos, la idea hubiera sido dar un rulo por el pueblo pero ahora la lluvia arrecia notablemente.
Por entre antiguos campos y fajas, siguiendo a ratos trazas de camino y otras veces monte a través, cruzamos un collado y bajamos hasta la Pardina de la Torre donde también estuvimos no hace mucho limpiando la senda.
Aquí deja de llover, incluso sale el sol a ratos lo que nos permite parar y deleitarnos de la Bal de Nocito que se ve desde allí. Cerrada al sur por el muro del Tozal de Guara, presenta un verde primavera digno de ver y fotografiar.
De la pardina La Torre y por camino limpio, es un paseo llegar al santuario de San Úrbez no sin antes desviarnos a la peña del Santo, sacralizada con una cruz, bajo la que se abre la Cueva Airal, donde, según la tradición, se recluía el santo pastor a orar y meditar.
En San Úrbez de Nocito, donde la tradición y la historia nos dicen que vivió sus últimos años, donde se guardó su cuerpo incorrupto hasta que fue quemado durante la guerra civil y donde se guardan actualmente sus menguados despojos, nos espera el prior de la cofradía. Nos abre todas las puertas de par en par, nos enciende fuego para calentarnos y secarnos y nos permite recorrer, fotografiar y estudiar a placer cada uno de los rincones de un edificio milenario que primero fue monasterio, después iglesia y santuario y ahora ermita que convoca, el último domingo de junio,  la más multitudinaria de las veneraciones al santo eremita.
Mientras tomamos café, charramos y hacemos fotos por la iglesia, la lluvia ha arreciado y no tiene pinta de parar. Nos metemos goreteses, los que llevan, e iniciamos el descenso hasta Nocito siguiendo un precioso camino entre tapiales y caxicos centenarios hasta llegar a Casa Ortas, donde nos vamos a hospedar.
Dormir en una cueva acompañado de cantos de cárabos cachondos y con el sonido del agua escurriendo por la roca y dándote ganas de mear está muy bien...es romántico, bucólico y todo eso...pero donde esté una buena ducha de agua caliente y una cama...eso es lo que nos ofrece Casa Ortas. Pero no solo eso, nos ofrece un fuego para secarnos y charrar, nos ofrece cervezas y nos ofrece una cena tradicional y, cómo no, extraordinariamente abundante que no la cambio ni por un puesto en la cena de gala ofrecida con motivo de la coronación de Su Alteza Real Don Guillermo Alejandro y Máxima de Holanda...bueno, si me ponen al lado de Su Alteza Real Doña Letizia y se deja tocar la garra por debajo del mantel igual me lo pienso.... 
Entre buena conversación, buen rollo, buenos vinos y buenas pizcas de cordero se nos hace media noche...hoy no me despiertan ni cárabos, ni mochuelos ni ná de ná.
El track del día aquí
Hala pues...continuará (y acabará, que vaya chapa que os estoy metiendo) 

miércoles, 1 de mayo de 2013

TRAVESÍA DE SAN ÚRBEZ 2 Y 3. BUERBA-ALBELLA Y ALBELLA-LAGUARTA

Lunes 22 de abril, San Epipodio de Lyon.

Pues no os sabría decir...el caso es que después de la opípara cena yo caí rendido (y un poco bolinga, todo hay que decirlo) en la cama. La gente decía, al día siguiente, que el orfeón Donostiarra en pleno éxtasis del Nabucco de Verdi no llegan, ni de lejos, a alcanzar los decibelios que se oyeron a fuerza de ronquidos, bufidos y demás exabruptos respiratorios. El caso es que nos levantamos, pese a todo, descansados y dispuestos a emprender la segunda etapa de la travesía en la que nos hallábamos embarcados. Desayunamos, claro, bien y abundantemente. Recogemos los bocatas para la comida y nos despedimos de nuestros anfitriones y de Leticia, Fidel e Iván y emprendemos el camino que nos llevará a Yeba. Yo suponía que cogeríamos el que baja al barranco de Yesa, conocido porque he descendido ese barranco varias veces, pero no, queridos amiguitos y amiguitas, Arturo y Óscar, nuestros guías, nos llevan por un camino recuperado por ellos que atraviesa  la conocida como Sierra Navarra situada a poniente del pueblo. Pasamos por el despoblado medieval de Muriello, acompañados hasta aquí por el alguacil del pueblo, y bajamos a cruzar el río Yesa entre gigantescas carrascas, campos abancalados y ahora abandonados hasta llegar a Yeba, población situada en una eminencia rodeada de barrancos.
Yeba era, hasta hace pocos años, uno de los pueblos que mejor conservaban su arquitectura popular. Sin embargo, la especulación y la burbuja inmobiliaria también llegó a estos recónditos pueblos del Sobrabe profundo y nuevos ricos compraron casas que restauraron con mejor o peor gusto. Por un lado, pese a casas pintadas de rosa y tejados de teja color aguamarina, (como tus ojos, mi amor) en el pueblo se respira vida, aunque sea solo los fines de semana. Salimos por la carretera, que seguimos durante unos km, hasta desviarnos a la izquierda y llegar a un refugio en el paraje conocido como "A cruzeta Yeba". Aquí se inicia un espectacular camino, conocido como camino de las Gargantas, que construyeron los habitantes de estos valles, a pico, pala y dinamita, para bajar madera a finales del siglo XIX y principios del XX. Bordeando por poniente el monte Nabaín, disfrutamos de una senda a ratos talla en la roca y a ratos, literalmente, construida sobre los precipicios que caen a nuestra izquierda, hacia el barranco. Dejamos la senda principal y nos desviamos por otra a la derecha que nos llevará, tras pasar por su cementerio, a la arruinada, encastillada y abandonada aldea de Campol. Bueno, abandonada del todo no está...alguien ha decidido que las bordas más altas son suyas y allí han establecido un hábitat mezcla del campamento de Toro Sentado (en sus horas más bajas) y de Favela brasileira (Mais sin garotas bonitas y dançarinas, amigo meu...). Recorremos el pueblo, visitamos su iglesia, expoliada y arruinada, y nos asomamos a un mirador desde donde se ve buena parte de la abandonada Solana de Fiscal y el curso medio del río Ara. De Campol debería bajar una senda entre campos cubiertos de pinos repoblados hasta Billamana. Digo debería porque, recientemente, han cortado m
iles de pinos (plantados para evitar el entarquinamiento del inexistente pantano de Jánovas) y se han llevado por delante caminos sendas, paredes y casetas. De una forma u otra llegamos a Billamana donde nos recibe, como en Campol, otro campamento neorural guardado por un feroz chucho que huye nada más vernos. Del pueblo apenas quedan las ruinas de una iglesia románica que en su día guardó pinturas que se conservan, afortunadamente, en Barbastro y un extraño edificio (no había visto ninguno igual), que nuestros guías nos explican que es un aventador de ventilación forzada. De este pueblo comido por las barzas, hay un paseo hasta la carretera (paseo porque el camino lo limpiaron hace poco Oscar y Ana, su mujer). Cruzamos el barranco de las Guargas y nos llegamos hasta el puente colgante de Lacort que nos permitirá cruzar el embravecido río Ara. Pero antes, en un prado especialmente diseñado para ello (si no fuera por las putas hormigas rojas que te ponen a caldo a poco que te descuidas) paramos a comer y a remojar en las gélidas aguas del río nuestros doloridos, recalentados y abotargados pies. Aún cae una siesta antes de subir a la corona de Albella donde nos espera la ermita de San Úrbez y donde vamos a dormir.
La ermita de San Úrbez de Albella es un edificio del XVIII, sin interés arquitectónico pero interesantísimo y punto clave desde el punto de vista de la religiosidad y del culto al Santo por el que llevamos este camino. Es una de las pocas ermitas que no sufrieron, vaya usted a saber porqué, los desmanes de la guerra civil y se muestra ante nosotros tal y como la debieron ver durante todo el siglo XIX y el XX los romeros que a ella acudían. Nos esperan los pocos habitantes del
pueblo que nos la abren y nos reciben cordialmente. Nos permiten dormir dentro, si queremos, al lado del sepulcro del rector Xal que fue el que la mandó construir. Lo cierto es que, la promesa de una noche serena, no demasiado fría y con una luna casi llena hace que nos decantemos, algunos por dormir fuera (eso e imaginar la reverberación de los ronquidos de algunos especímenes en esas bóvedas de lunetos diseñadas para envolver con cantos y preces a los fieles).
Al poco de llegar llega José Luis y Ana que nos llevan en un pequeño microbús a cenar a Fiscal.
El dueño del restaurante, avisado previamente del motivo de la ruta, nos prepara una cena que ni pa una boda. Si el primer plato estaba bueno, el segundo, mejor. El tercero exquisito y el cuarto insuperable. El quinto, pese a ser y estar espectacular ya empieza a incomodar. Cuando llegamos al decimonoveno consistente en cabrito en conserva con patatas fritas, pimiento y no se qué salsa, le ruego que me lo meta en un tupper y me lo mande a casa que ya me lo comeré algún día de éstos. Nos metemos en el autobús de vuelta...pero esto no acaba aquí. Nos están esperando los de Albella que nos hacen subir a su casa (Casa noble, con base en una torre del XVI), nos meten en un salón de suelo de canto rodado, con muebles de hace cuatro generaciones, nos sacan una perola llena de 15 hectolitros de quemadillo y nos amenazan con no dejarnos marchar hasta que no la acabemos, cosa que hacemos, claro.
Al final, efectivamente, la noche discurre plácida ante la atenta mirada del santo, entre ronquidos, estrellas fugaces y cantos de cárabos lejanos.
Aquí el track de este día.

Martes 23 de abril, San Chorche y San Marolo (que no Manolo) de Milán.

Hoy toca la ruta más dura de todo el recorrido. Debemos dejar la ribera del Ara y llegar a la del Guarga. Y, para eso, debemos subir los más de 1000 m. de desnivel que separan Albella de los puertos donde nace el Alcanadre.
Desayunamos (no pué ser que nos quede sitio, pero sí, nos queda), nos despedimos de los de Albella que salen a desearnos buena ruta e iniciamos un camino limpiado, la primera cuarta parte, por nuestros amigos.
El camino trepa y se retuerce para ganar altura entre barrancos y con vistas cada vez mejores. Tres horas nos cuesta ganar la divisoria, por un camino difícil de seguir a ratos pues la vegetación salvaje del caribe se adueña inmisericorde de él, desde la que obtenemos una vista del Piri en Full HD y tecnicolor. Previamente habíamos pasado por el corral de Sustierrez, el barranco Arasa, la cueva de Espicalaforca, o Grau d'Arzal...topónimos viejos como el mundo pronunciados, por primera vez, mucho antes que el cristianismo llegara a estas montañas.
Paramos en los puertos de Albella a comer. Son las estribaciones orientales del macizo de Canziás y, como tales, formadas por conglomerados deltáicos del oligoceno (30 m.a, día arriba, día abajo). En ellos vemos dolinas, uvalas, manantiales...y sobre todo prados salpicados de buxos que invitan al asueto, al relax y a la molicie tras echar un bocao, cosa que hacemos de buena gana, pues ahora ya, todo lo que nos queda es en bajada y, como sabiamente dice el refrán, ca p'abajo, hasta la mierda corre, maño.
Iniciamos el descenso, pasamos justo por donde nace el río Alcanadre (hay hasta un rústico cartel que lo indica) y cogemos un nuevo camino limpiado recientemente que nos lleva a la vertiente sur de la sierra. Por un paisaje diametralmente opuesto al que hemos recorrido, entre bancales de arenisca  y vegetación rala y paupérrima fruto de la insolación y de incendios seculares,  llegamos al trazado de una línea de alta tensión que seguimos pues coincide con el trazado del camino original hasta volver a coger el camino que, entre tapiales, fajas y jabalises que salen despendolaos delante nuestro, nos lleva a Laguarta, punto final del recorrido de hoy.
En Laguarta nos hospedamos en el albergue "Casa el Señor", una casa palacio fortificada del siglo XVII cuajada de inscripciones, escudos y tallas. Un auténtico lujo ducharnos y dormir (sobre todo ducharnos que ya va siendo hora) en un palacio donde nació, entre otros clérigos y militares, el General Don Pedro Villacampa y Maza de Lizana, azote de franceses en los sitios de Zaragoza
(más le valdría haber adoptado las ideas de les amis françaises y no defender al felón y Borbón (o viceversa) Fernando VII, no estaríamos ahora así... pero eso es otra historia que ahora no viene a cuento...). Bueno el caso es que duchados, aseados y oliendo a persona viva y no a cadáver insepulto, bajamos a tomar unas galimbas y a esperar una cena que, a decir de la pareja de posaderos, será abundante, pa variar.
Pues lo es, abundante, variada y entretenida a más no poder...mientras algunos tomamos digestivos y charramos animadamente y otros juegan al guiñote, alguno tiene que mirarse la tensión con un tensiómetro cedido gentilmente por los mesoneros..(Madre de Dios ¿¿¿¿pero qué dan de comer aquí esta gente que tienen hasta tensiómetros pa dejar a la clientela???) pues nota extraños síntomas achacables, según él, al exceso de grasas animales y al alcohol ingeridos estos días.
No será hoy la luna la que custodie nuestros sueños. Serán, sin duda, los espíritus de los Villacampa los que nos rondarán...joder que yuyu ¿no? Pues no...creo que no recuerdo ni haber apoyado la cabeza en la almohada antes de caer, cautivo y desarmado, en los brazos de Morfeo y Baco, a la sazón, dioses del sueño y de los borrachos respectivamente.
El track del día aquí.
Hala pues...continuará.