sábado, 30 de agosto de 2014

MONTE ROSA Y MAS, UNA SEMANA POR ITALIA (Y 2)

Miércoles 20.
Toda la noche ha discurrido plácida y tranquila. ¿Toda? ¡No! Quien más quien menos (algunos más
que otros) ha sentido los simpáticos efectos de la falta de oxígeno. Estos, básicamente, se traducen en malestar general, dolor de cabeza, estómagos revueltos y falta de sueño que hace que las horas pasen leeeeeeeeentas y la noche sea un continuo dar vueltas y subir y bajar de la cama. Hasta un servidor, que presume de dormir como un ceporro en cualquier circunstancia, ha tenido un sueño ligero, plagado de pesadillas y sueños raros en los que yo era uno de los dobles de Nacho Vidal para las escenas de riesgo extremo.
La cosa es que, por la mañana, los ánimos no están como para tirar cohetes ni para grandes empresas. Eso sí, esperamos el amanecer desde la ventana para ver como el sol emerge sobre un compacto mar de nubes y tiñe de rosa palo y rosa fucsia y rosa rosa las montañas de Suiza. Por cierto, pese a lo que la gente cree, el topónimo del macizo no tiene que ver con estas variedades cromáticas con las que nos obsequia, si no con un idioma franco-provenzal, hablado en las regiones que lo rodean de Francia Italia y Suiza donde rouese, rouja o roisa significa "glaciar". Así pues, estamos en el monte de los glaciares y no en el monte del pink power.
Gabinete de crisis mientras el desayuno se atasca en la garganta (otro de los síntomas del MAM).
Hace un día completamente despejado, brillante, magnífico pero frío, muy frío y ventoso de cojones.
Tenemos una noche más reservada en Margarita pero decidimos cambiarla y bajar a Gnifetti cosa que decimos al guarda y que amablemente nos gestiona.
Vuelta otra vez al ritual de colocar hierros, punchos, arneses, cuerdas y demás artilugios ¡Kankel! ¡Que te vas a ahorcar con esa cuerda! ¡Que así no se lleva!
Salimos al exterior. El golpe es brutal. Un helador viento nos sacude y casi nos arrastra mientras dispara nieve a la cara que se clava como perdigones. Afortunadamente, en el momento que descendemos al collado entre la Signalkuppe, donde está el refugio, y el Zumsteinpitze, disminuye ostensiblemente. Of course, en estas condiciones, el Zumstein ni nos lo plantamos. Hay una arista cimera afilada como una navaja y con abismos hacia Suiza e Italia que no nos apetece probar.
Bajamos al gran plateau y vemos que, subiendo al Parrotspitze, hay varias cordadas. Pese al viento que a veces nos zarandea y que incluso hace que perdamos de vista la cordada precedente, iniciamos el ascenso en un ambientazo completamente invernal y alpino.
Con vistas al glaciar de Sesia, muchos metros más abajo, la huella bordea el abismo, se encarama a un mínimo collado e inicia una preciosa arista nevada que nos deja en la cima de 4436 m.
Ni una foto de grupo se puede hacer. Pitando vamos hacia abajo donde cada vez sopla menos el viento.
A la vez que descendemos, los cuerpos se van arreglando y el ánimo aumenta. El siguiente pikachu por donde vamos a pasar será el Ludwingshohe, apenas una colineta de nieve que emerge 300 m. por encima del glaciar. Hemos hecho más de 1200 km para esto ¿no? Vamos al lío.
Nuevamente a soportar el viento y la nieve clavándose en la cara. Pero merece la pena. Como el precedente, el pico éste tiene una preciosa arista de nieve por la que se llega a la cima de 4342 m. de vellón.
Desde allí se ve otro pico... el Corno nero o Cuerno negro, una peña aislada y negruzca con un solo punto débil. Una pala de nieve, empinada como picha de novio, que lleva directamente a una arista y ésta a la cima presidida por una madonna de metal.
Este será el último... pero hay que pensárselo. Así como los otros eran eminencias sin apenas dificultad, este se le ve complicado, con tramos de mixto y una arista afilada donde, un pequeño error, nos llevaría a la primera fila del concierto que van a dar a dúo Peret y Elvis.
Dejamos bajar una cordada e iniciamos el ascenso con cuidado y buena letra.  Cuando estamos llegando arriba, un megaguía con su cliente-perrito nos dan alcance y, sin despeinarse, nos pasan por encima como un tren. Será H*j* de P*t*a!!!! mecaguen D**s!!!! si me ha empujao y todo!!!!
Cabreados dejamos allí al guay, que Dios confunda, con su cliente haciéndose fotos y bajamos otra vez al collado.
Ahora si. De los 8 picos posibles hemos subido 6. El Zumstein se queda para otro año y la Punta Dufour es inviable por esta vertiente a menos que seamos Spiderman. Nos podemos dar por satisfechos.
Ahora solo queda bajar por el glaciar de Lys y llegar al refugio donde nos espera una tarde tranquila de cervezas y conversación mientras vemos como se nubla y empieza a nevar como si estuviéramos en enero.
Jueves 21.
Esta si que ha sido una noche plácida. Hemos dormido todos como lirones. Tanto que ni nos hemos enterado de que la gente a marchado muy pronto y nos hemos quedado solos en la habitación.
En realidad no hay prisa. Hoy tenemos apenas una hora de descenso a la telecabina y otra más hasta el valle. Así que desayunamos tranquilamente, vemos el día espléndido que ha salido y los cientos de personas que suben a donde nosotros hemos bajado (deben manejar unas previsiones meteorológicas distintas a las nuestras) y tras equiparnos y recoger, tomamos el camino de regreso que se hace en un tris. Hemos bajado por otro camino, tallado en la roca y equipado con maromas, que descartamos a la
subida por el peso de las mochilas. El caso es que, disfrutando del día llegamos a la telecabina que cogemos y nos baja a nosotros solos mientras el conductor (¿como se llama un conductor de telecabinas? ¿telecabinero?) nos da conversación y nos dice que ha estado en l'Aspaña varias veces haciendo monte.
Stafal otra vez.
Coche hacia abajo y paramos en Gressoney la Trinité donde vemos ¡que hay una ferrata!
Casualmente hemos traído hierros y artilugios para progresar por estos parajes así que compramos comida (no me dejan comprar vino) y comemos de picnic en una plaza mirando de reojo la pared por donde vamos a subir dentro de poco.
Ferrata delle Guide. Nos metemos en ella con los ojos vendados... metafóricamente hablando. Quizir, no sabemos ni dificultad, ni longitud ni tiempo... y encima, para Roberto es su bautismo en esto  de subir por peldaños y cables.
Pues muy maja, la verdad. Pasos atléticos, algunos quizá demasiado, desnivel, vértigo y resoplidos abundantes para superar los pasos muy bien instalados. El inicio de la vía ya advierte de que no va a ser cualquier cosa y la verdad es que salimos plenamente satisfechos... incluso obviamos el último tramo piu difficile en el que vemos a cuatro tíos penando para superar algunos pasos.... jodo, menos mal que no nos hemos pliplao una botella de vino comiendo que si nooooo....
Así que volvemos a la placidez del valle y la tarde la dedicamos al último acierto del día. Después de mirar en varios sitios, vamos a dormir en Lilianes, un precioso pueblo medieval donde hay un albergue en el que trabaja nuestra madre. Que no es, pero como si lo fuera.
Por un precio más que razonable, la amable hostelera y su marido nos preparan una habitación chachi piruli y nos obsequian para cenar con una variedad de platos valdostanos a cada cual más bueno. Si les hacemos caso, hasta han ido a buscar al monte los arándanos con nata que nos dan de postre aquella misma tarde. Sin duda el Ostello ou Crierel es un sitio a tener en cuenta si volvemos por este valle algún día.
Y ya se han acabado las jornadas de monte, que no la estancia en ese extraordinario lugar. Simplemente deciros que en la ciudad de Aosta disfrutamos como gorrinos en un patatal con los monumentos romanos y medievales perfectamente conservados y ¡de visita gratuita!, que nos comimos pizzas del diámetro de ruedas de carreta acompañadas de buen vino del valle y que Breuil-
Cervinia viene a ser como Formigal pero a lo grande en la base del mítico Cervino (que aquí muestra su cara más desconocida)  y que éste viaje entrará a formar parte y por derecho propio de uno de mis recuerdos imperecederos, comparable al día que me desprecintaron, el que me casé (aquí tengo alguna laguna) o en el que juré derramar hasta la última gota de sangre por defender la legalidad constitucional y sus representantes (Rajoy, Cospedal, el Principito-rey, la elefanta doña Leonor... etc, etc).
El viaje de vuelta, bien... en dos días, durmiendo en la monumental Aviñón y con circulación intensa... por cierto, os habéis fijao que barrancos se descuelgan de esa peña cerca de Grenoble??? ¡Seguro que están instalaos....!!!!
Hala pues....

martes, 26 de agosto de 2014

MONTE ROSA Y MÁS, UNA SEMANA POR ITALIA (1)

Un año. Un año ha costado pergeñar este viaje. Un año de guasaps, cenas, libros, mapas y reseñas de
internete para intentar saber donde nos metíamos y lo que nos íbamos a encontrar. Concretamente fue el 14 de agosto del año pasado cuando, tras hacer el Anayet por la vía del sarrio y borrachos de monte, decidimos que este año debíamos volver a los Alpes. Unos porque sí, porque queríamos volver tras nuestra experiencia de hace un par de años y otros porque querían conocer ese paraíso de hielo y rocas.

Domingo 17 de agosto. Demasiado pronto me vienen a buscar a casa Silvia, J.C. Roberto y Kankel en una furgoneta petada de mochilas, hierros y gente. Los últimos borrachos de las fiestas todavía danzan por las calles mientras cargamos la furgoneta a ritmo del D.J. Mataviejas.
Portalet, primeros intentos del navegador de que no vayamos a donde queremos y autopista hacia Chamonix. 14 horas de viaje con circulación densa a muy densa. A la altura de Narbona y hasta más allá de Montpelier, perdemos casi dos horas en atascos kilométricos. Así que, anochecido ya, llegamos a Chamonix donde pretendemos dormir.
Vuelta por la meca del alpinismo, cena en un garito y dormida en la gîte que ya conocemos de hace dos años y que sigue igual de bien.... mañana nos espera el valle de Aosta, con sol, según las previsiones ¡Cojonudo!

Lunes 18. Sin madrugar. Vuelta otra vez por Chamonix, últimas compras de cosas olvidadas y túnel de Mont-Blanc (52, 90 lereles ida y vuelta, mecagüen...) hasta llegar a Aosta y seguir valle abajo para coger otro valle afluente, el de Gressoney. Si el valle de Aosta impresiona en el de Gressoney se nos caen los buebos al suelo (bueno, a Silvia no...) Quizá sea lo más bucólico, bello, impresionante y espectacular que he visto en mi vida. Decenas de pequeños pueblecitos de arquitectura alpina colgados de las laderas, miles de flores en maceteros que no se hacen servir como ceniceros o papeleras. Ni un solo bloque de apartamentos rompiendo la estética. Bosques cerrados de alerces, piceas y hayas. Ríos caudalosos, cascadas que se despeñan de las laderas y cerrando el horizonte, cumbres nevadas que no conocemos pero a las que vamos directos.
Cuando nos damos cuenta, y limpiándonos la baba unos a otros, llegamos a Stafall, centro invernoestival donde parten las telecabinas que nos van a ahorrar un buen pateo. Comemos, organizamos mochilas y, cargados como mulos, vamos al lío.
Como por arte de magia (y tras montar y desmontar sucesivamente en tres telecabinas) pasamos de la placidez y verdura del valle y sus escasos 1700 m. a los ásperos, secos y rocosos 3200 m.  de la Punta Indren. Pensamos que esto no está bien, que para ser puristas deberíamos haber subido andando pero ello suponía un día más de acceso y otro de descenso de los que no disponemos. Además, pese a ser abiertamente antitelesillas, ya que están, habrá que usarlas... mismamente como el sexo, las drogas y el roncanrol que ya que están, pues habrá que usarlos ¿no?
Nada más salir de la última cabina nos damos de lleno con el menguado glaciar de Endre (Menguado para los Alpes, que comparado con los de aquí, eso es la Antártida.) donde empezamos a tomar contacto ya con ese mundo frío, pedregoso y bellísimo por el que vamos a transitar en los próximos días.
Pues sin ningún problema, cruzamos el glaciar, cogemos un sendero semitallado en la roca en el que hay maromas y clavijas que facilitan el tránsito y en un pis-pas, estamos en el Refugio Mantova desde donde se ve nuestro objetivo por hoy, el refugio Gnifetti, situado a 3647 m. lo que viene a ser, 243 m. más alto que nuestro Aneto.
En este viaje, una de las cosas que nos han quedado claras, es que nos encantan los refugios, hoteles y hostales italianos. Limpios, ordenados, excelente comida a un precio razonable, con guardas y guardesas amabilísimos y dicharacheros y ¡¡¡¡con güifi!!!!.
Como en todo refugio de montaña, confluyen aquí variedad de culturas e idiomas. Italianos, franceses, alemanes, belgas y spañolos que somos nosotros.
Nos asignan una habitación para los cinco, cuatro en litera de persona humana y uno (que soy yo por decir que ronco) en una especie de ratonera-perrera en la que ¡tócate los buebos! se está de maravilla con vistas al infinito.
La tarde la pasamos viendo como se echan las nubes encima y se despejan y se vuelven a echar de forma y manera que poco antes de la cena, nos regalan un anochecer de los de no olvidar acompañados de una inglesa que no deja de repetir algo así como "biutiful, biutiful" que, como supongo que no sabréis idiomas, significa españolito guapo, hazme tuya esta noche que te voy a dar lo tuyo y lo de tu prima.
Ignorando tales requerimientos, nos retiramos a cenar.
Excelente. No cabe otro calificativo. Bueno, abundante y exquisito es lo que nos ofrecen en forma de tres platos y postre de diseño.Como única nota negativa, la presencia en la mesa de dos germanos y una germana (de bastante buen ver, por cierto) que arramplan con las pizzas como si no hubiera un mañana, dejándonos ojipláticos y meditabundos de que, esto que acababa de ocurrir es, mismamente, una metáfora de la situación política actual.
Tras un té a precio de cubata de ginebra buena nos vamos a dormir.

Martes 19.
La noche ha discurrido plácida y calurosa.
Bajamos a desayunar escondiéndoles la mantequilla y las galletas a los german@s. Nos aviamos con cuerdas, hierros pinchudos y demás artefactos necesarios para la progresión en glaciar y nos asomamos a la calle donde reina un silencio sepulcral. No hay nadie preparándose y la niebla nos envuelve. Se han ido todos hacia arriba vista la huella de la que disfrutamos. Así que nos encordamos Silvia y J.C. por un lado y Kankel, Roberto y yo por otro e iniciamos, tranquilamente, la subida por el glaciar de Lys donde se intuyen, entre la niebla, enormes grietas comealpinistas.
No ha pasado una hora de ascensión cuando la niebla se disipa dejándonos disfrutar de un día, frío de cojones, pero de belleza inabarcable. Tanto es así que nos encendemos y alguien propone subir al primer cuatromil de la jornada. Si os digo que es la pirámide de Vicente no parece gran cosa pero si decimos la Vincentpyramid ya parece otra cosa... Pues a ella nos encaminamos a buen paso para coronar, sin demasiado esfuerzo, sus  4215 m. de vellón.
Abrazos, besos y fotografías a tutiplén, vigilados por los agrestes picos de Liskamm, antes de fijarnos que, a tiro de piedra, tenemos otro cuatro mil que, visto desde aquí, más que eso, parece un peñasco en medio de la nada. Allí que nos vamos.
Bajamos al collado y seguimos una huella perfecta que nos sube a otro collado y de allí, por una miniferrata, al Balmenhorn con su Cristo, su vivac y su antena situados a 4167 m. sobre el nivel del mar.
Entramos en el vivac. ¡Qué gozada! Se trata de un casetón abierto para todo el mundo en el que hay una cocinilla con butano, mesas, bancos, camas y mantas. Ni un gramo de basura en el suelo. Igualito que los refugios de aquí donde, cuando se acaba la leña a tres metros a la redonda, se quema el mobiliario y luego las puertas y las ventanas.
Después de echar un bocado volvemos a bajar y encaramos la subida al col de Lys donde, si las previsiones no nos fallan, deberíamos estar cerca del refugio donde pretendemos dormir.
Pues sí. Allí está el refugio, más o menos, a tomarpolculo de donde estamos.
mama mía... hay que bajar mucho a un gigantesco plateau de nieve y luego remontar una ladera que, ahora mismo, se nos antoja interminable. Venga va, paciencia y fuerza... pensar que allí tenemos cama y una galimba que nos va a saber a gloria aunque nos la cobren a precio de Moët Chandon.
Bajar es fácil, pero subir los 600 m. de desnivel que nos quedan hasta el Signalkuppe se hace eterno. Cierto es, llevamos ya tute y, además,  era verdad eso de que, pasados los 4000, falta el aire para algo tan básico como respirar.
Aún así, sin demasiados problemas, llegamos a la cima de 4559 m. donde, sorprendentemente, se asienta el refugio más alto de Europa.
Hay que echarle muchos huevos para construir, en 1883, un refugio aquí arriba. El que vamos a disfrutar es fruto de reformas posteriores que lo convierten en uno de esos sitios que no olvidaremos jamás.
Y no es por su belleza exterior, que parece un contenedor de obra, pero si por la amabilidad de sus guardas, su orden y limpieza, su cena exquisita y ¡¡¡¡¡porque tiene guifi que va como un tiro!!!!!! I fliping in coloring....
Nos registramos, pasamos la tarde entre charradas, galimbas caras pero que entran de maravilla y fotos en todas direcciones mientras llega la cena... y ¿sabeis qué? que nos volvemos a encontrar, en la misma mesa, con los germanos comepizzas que nos piden perdón por haber acabado con toda ayer... si al final van a ser majos y todo.
Poco después de cenar, cambia la luz. Abrigándonos, porque hace un frío de cojones, salimos al exterior para disfrutar de uno de esos espectáculos que solo se viven una vez en la vida. Se ha despejado del todo y vemos como el sol desciende rodando por la arista de los Liskamm para ir a perderse en el Atlántico entre el Cervino y el Dent Blanche.
Creo, que todos en mayor o menor medida, hemos tenido un orgasmo... un té para celebrarlo y a dormir que mañana hay tajo.
Hala pues... continuará

miércoles, 13 de agosto de 2014

BARRANCO RIMALO Y PALA D'OS RAYOS, UNA EN LAS PROFUNDIDADES Y OTRA EN LAS ALTURAS.

Último finde antes de marchar a las lejanas montañas septentrionales de Centroeuropa. Último finde
para entrenar algo y que se va, como todos los demás, al garete por la m*erd* el tiempo de los c*j*n*s. El plan A, de ir a Benasque y hacer la cresta de Literola lo descartamos viendo como el viernes se desploma el cielo sobre nuestras cabezas y, en apenas dos horas, cae el agua que cae en Almería en todo el año. Plan B. Mañana hacemos un barranco, nos vamos a comer, terminamos de cerrar los flecos del viaje y ya si eso, si el domingo el Sumo hacedor tiene a bien concedernos una tregua seca, nos iremos a subir metros y demás.
Así que el sábado sabadete, sin madrugar que no hace falta, nos juntamos en el Puente Oliván Silvia, J.C, Javi, Pol y este que escribe para bajar, una vez más (el que escribe, los demás no lo han bajado aún) el barranco Rimalo.
Pista a Sobrepuerto, parada en el desvío de Ainielle y senda que, en pocos minutos (previa sudada, eso sí) nos deja en la cabecera del tramo más majo del barranco. Claro que no todo iba a ser así de fácil. Nos empeñamos en encontrar una senda fantasma que nos sube un poco más arriba tras perder una hora jabalineando y nos deja a los pies de una cascada larga, que no bajamos. Lo que sí que hacemos son dos rápeles de chichinabo. Si es queeeeee. Bueno, pues almorzamos un poco y al lío.
Dos rápeles cortos y un curioso agujero entre estratos nos dejan en la cabecera d'o salto d'a Oya una cascada donde los de Ainielle decían que vivía una bruja y que hoy encontramos, claro, deshabitado. Hace días que marcharon las brujas de estos parajes.
Después de éste viene lo más espectacular del recorrido. Un tubo de 60 m en flysch donde, la primera vez que lo bajé, me salió una búha real que casi se me come... y todo porque tenía el nido allí con tres pollos que se me miraban con ojos como platos... qué poco hospitalarios son estos bichos, coño.
Bueno, que seguimos. A partir de aquí, el barranco, sin perder interés paisajístico si que pierde verticalidad y deportividad aunque hay algún rápel más y algún resalte que hay que pensar por donde bajarlo...y ya está. Llegamos a la pista y enseguida a los coches. Nos cambiamos en zerocoma y bajamos al Camping Valle de Tena donde se come de cojón a un precio más que razonable. Y eso es lo que dio de sí el domingo... en lo que a deporte se refiere... hubo más, claro, pero eso no lo vamos a contar porque no os interesa.


Domingo. Día despejado, pese a estar en alerta amarilla por tormentas. Después de barajar varias opciones nos decantamos, por eso de las tormentas, por la Pala de los Rayos, último pico de la Sierra de Partacua y el único que me falta de pisar (aunque de esto me enteraré mucho después...).
Madrugón recio, de esos que no nos dejan ni echar café porque está todo cerrado. Hasta Piedrafita y el parquing de Lacuniacha. Ahora, nos tenemos que armar de paciencia pues tenemos más de 10 km de pista que no se hacen especialmente pesados gracias al frescor matutino y a la conversación acalorada. Total, que cuando nos damos cuenta, estamos ya en la curva que nos indica que hemos llegado a la zona del Goluso donde la abandonamos. Ahora hay que ir a buscar la canal del pan que se intuye a nuestra izquierda. Previamente, nos tendremos que comer una pedrera que, a dios gracias, está asentada y con trazas de senda lo que hace que el avance sea más o menos rápido y más o menos cómodo. Al final, la pedrera se acaba y la canal se estrecha hasta convertirse en una trepada entre paredes. ¿Qué porqué canal del pan? pues porque, por aquí, les llegaba el sustento a
los sufridos pastores que pasaban los veranos allá arriba. Llegamos a la planicie donde está el ibón y encontramos a tres personas que han pasado allí la noche. Intercambiamos cuatro palabras con ellos, fotografiamos la mancha que dejó el avión que se estampó en la base de la Punta Bucuesa el 22 de junio de 1940 y que generó una leyenda que ha llegado hasta nuestros días e iniciamos la última parte de la ascensión por la arista noroeste que hemos leído que es fácil y más majo que la vía normal por el sur. Así que aquello se empina como picha de novio pero sin llegar a complicarse demasiado. Alguna vez -pocas- hay que apoyar las manos mientras el idílico ibón va quedando más y más abajo.
Llegamos a una cota intermedia y hay que perder altura por el sur. Allí, la cresta se afila notablemente y resultaría complicado -a la par que peligroso- pasar sin material apropiado. Así que bajamos un poco para descubrir lapiaces y parajes dignos de una película de Tolkien y coger una especie de chimenea herbosa que nos vuelve otra vez a la cresta. A todo esto, no hemos visto ni un puñetero hito, fita o cairn... quizir, que por aquí no pasa ni el Tato... claro, no llega a tresmil metros y está donde Cristo perdió las alpargatas... los que nos decimos montañeros, qué ironía, no nos gusta andar demasiado...
Con estas reflexiones, llegamos a un collado y buscamos paso por la vertiente norte que cae casi a pico hasta los prados de Lana Mayor, 700 m. más abajo. Afortunadamente, la estructura de la montaña, a base de fajas y estratos horizontales, nos permite ir de uno a otro ganando metros sin demasiada complicación. Eso sí, acojonar acojona un rato... una piedra que se ha ido al pisarla, desaparece muchísimos metros más abajo y, al rato, se oye el golpe seco al desintegrarse. Hombre, mi cabeza aguantaría más pero tampoco tengo ganas de comprobarlo. Pues con salud, alegría y alborozo, llegamos arriba en pocos minutos. Fotos, disfrute del paisaje y echar un bocado... para eso subimos. En esas puntas no hay nada más que eso y deleite para el espíritu que debe ser, quiero creer, lo que subimos a buscar tras pegarnos esos madrugones y esas horas de sufrimiento y esfuerzo.
La bajada la vamos a hacer por la cara sur, buscando el collado entre esta peña y Retona. Así conocemos otra ruta a ver cual es más maja.... pues sin duda la de la arista noroeste. Ésta por la que vamos es un caos de rocas, derrubios y karst de muy mal andar de forma que flanqueamos en cuanto podemos para ir a buscar la arista de subida.
Ahora ya nos queda la vuelta por terreno conocido. Bajada por la canal del pan, comida en los manantiales de Goluso y calcetinada larga por la pista, que se hace corta pese a todo, saboreando la conversación y la subida de un hermoso pico que, poco a poco, va desapareciendo en el horizonte. Aquí tenéis el track.
Hala pues... nos vamos a los Alpes.

viernes, 8 de agosto de 2014

TRAVESÍA BALNEARIO DE PANTICOSA-BUJARUELO POR BRAZATO Y VUELTA POR OTAL Y RIPERA

Clásica entre las clásicas, el finde pasado hicimos con Paco y nuestr@s amig@s madrileñ@s la
travesía de dos días desde el Balneario de Panticosa pasando por los ibones de Brazato, barranco de Batanes y Alto Ara para llegar a dormir al refugio de Bujaruelo. Al día siguiente, vuelta por el Valle de Otal, collado de Tendeñera, Ripera a salir a panticosa city.
Solo varios apuntes ya que no tengo tiempo y no me apetece describir el itinerario completo que, por otro lado, no tiene ninguna dificultad si no es la distancia (casi 50 km en dos días) y el desnivel, (más de 2500 m acumulados).
Apunte 1: No hagáis caso a la predicción meteorológica a pies juntillas. Daban malísimo de la muerte y, en realidad, nos llovió encima diez minutos. También tuvimos mucha suerte, cierto, hubo un rato que estábamos rodeaos de tormentas y todas huían de nosotros... ¿será que éramos tan feos que las asustábamos?.
Apunte 2: El valle del Ara y la subida al collado de Tendeñera son muy largos y se hacen eternos, tomarlos con calma disfrutando de los paisajes.
Apunte 3: En el refugio de Bujaruelo se cena de lujo y los picnics del día siguiente son los mejores que he visto hasta ahora en cualquier refugio de este nuestro Piri.
Apunte 4: Si os toca litera en la buhardilla y tenéis un calentón, ducharos con agua fría. Ni se os ocurra copular si no queréis que se enteren hasta en Torla.
Apunte 5 y último: Me han entrado ganas de hacer la transpirenaica. Igual al año que bien le metemos un apretón. Eso de pasar de valle en valle descubriendo paisajes nuevos sin preocuparte de hacer cima también tiene su aquel.
Apunte postúltimo. No hay track del recorrido, aunque no hay pérdida. El GPS se vuelve loco últimamente... yo, pa mi, que nos está invadiendo Marruecos y los militares desvían los satélites para ver los movimientos de tropas en Melilla.
Hala pues...

lunes, 4 de agosto de 2014

PUYARCÓN, 1657 m.

Puyarcon, del latín podium "altura" más un sufijo despectivo (lo que vendría a ser una altorucha, más
o menos) es el primer pico de cierta entidad que encontramos en la izquierda orográfica del Gállego a la altura de Sta. Elena. Forma parte, junto con Zarzinera, Fajalata y Peña Blanca, del skyline septentrional de Biescas y era, como no podía ser de otra manera, uno de los objetivos que llevaba hace días en mente.
Ya hubo un primer intento este otoño que se frustró por malas condiciones atmosféricas y porque, pese a lo que parece, hay más calcetinada de la que aparenta.
Así que el jueves día 31, para celebrar que todavía cobro a fin de mes, voy a intentar encontrar un camino para subir. Me acompaña, claro está, el insustituible, fiel, peludo y siempre dispuesto Yeti.
Biescas, desvío a Hoz y nada más pasar la presa inaugurada por el Generalísimo Pakito, nos sale un desvío a la derecha cerrado con una cadena. Allí dejo el coche.
la pista sube firme, coincide un rato con el Pr que desde Hoz baja a Sta. Elena y se desvía a la
derecha para seguir subiendo ya con pendiente mucho más moderada. Pese a ser una pista, apenas se debe circular por ella y está toda tapizada de una gran variedad de plantas y florecillas ahora en plena época de celo. Como muestra, encuentro, admiro y fotografío amapola amarilla, martagones, azucenas pirenaicas (pasadas) y una enorme población de muguet, pasada también, pero a la que prometo volver cuando estén en pleno apogeo allá para primeros de junio.
El caso que, entre florecitas y la sombra fresca del hayedo, en una hora escasa. me he plantado donde termina la pista muy por encima del fondo del valle y donde tengo una vista poco frecuente del macizo de Telera.
Aquí, justo donde termina la pista, mis amigos los cazadores han colocado una escalera para salvar los tres metros de talud que hay. No deja de ser sorprendente, a la par que curioso, encontrarte eso
allí, pero lo cierto es que facilita bastante subir a nuestra izquierda (al menos a los bípedos, el perro se busca la vida y aparece por encima mío al poco) para coger una canal que es penosa no, lo siguiente. Aquello debe estar muy cerca de los cientocien grados de inclinación. Si a eso unimos que está toda llena de tierra suelta y hojas de haya resbaladizas, tenemos un percal que subimos durante media hora agarrándonos a las raíces y/o árboles con manos, pies y cola como si fuéramos macacos culirubios. En un momento dado, marcado con una piedra en medio de una horcada de un pino, hay que desviarse a la derecha para llegar, por un mínimo sendero, al collado entre Puyarcón y Zarcinera, a 1627 m. de altitud y en medio de la nada.
Pues ya está, le digo al perro, ahora solo tenemos que crestear 30  m. y nos encaramamos al pikachu
en cuestión. Si, pero por los cojones. (para los no fabloparlantes, la anterior expresión significa que no, que es difícil y que va a suponer alguna dificultad subir allá arriba).
La cosa es que, lo mires por donde lo mires, la cima está defendida por abismos por todos lados que se podrían haber subido, claro que si, pero que yo solo (y sin haber dicho a dónde iba) no lo intento ni por asomo, que le tengo mucho aprecio a mis empastes, que quiero vivir alomenos hasta los 123 años y que, sobre todo, quiero conocer quien es el julai que se arrejunta con mi hija y al que le tengo que dejar la herencia.
Más todavía, he trepado por una canal cubierta de buchos y ahora me veo el culo para bajar hasta el collado al que llego no sin alivio. Pues mecaguenla.... no va a ser la última vez... una cuerda, tres fisureros y fierros para rapelar después. Eso es lo que hace falta para llegar arriba y bajar con salud. Y un perro que no te pise los talones y quiera ir a donde vas tu y que se acojone y no sepa bajar después.
Así que, con sabor agridulce, cautivo y desarmado, me retiro sin haber conseguido el último objetivo por apenas 10 m.
La bajada por la canal es peor que la subida pero al final, llego a la escalera y, a partir de allí, disfruto de una bajada en un atardecer plácido entre hayas, fotos a contraluces e insectos zumbando en todas direcciones.
Menos mal de la legión de arañas asesinas que hay por allí. No había visto tanta araña junta en mi vida.
El track, por si alguno se le ocurre subir a meter algún seguro para que subamos algún día los demás es éste.
Hala pues...