martes, 11 de agosto de 2015

PICO DEL ÁGUILA Y BORREGUIL DE LA CUCA, DESDE CANFRANC

Domingo nueve de agosto. Inicio de las fiestas de Huesca. Mientras riadas de gente acuden a la capital de la provincia a almorzar, con vino, desfilar, con vino, bailar, con vino y beber, vino, otros huyen de aglomeraciones y festejos... que ya habrá días.
Así que, con estas, me llama Ángel -de Huesca- que si me apetece hacer algo de monte... por supuesto que si, de hecho, pensaba marchar solo....
Enseguida nos ponemos de acuerdo. Después de valorar dos o tres opciones y ver como diluviaba el sábado y como me iba a dormir con poca sed y mucho sueño, nos inclinamos por una ruta sin compromiso, a la par que bonita e interesante y lo más importante... ¡¡¡Sin madrugar!!!
Nueve de la mañana en Villacloro. Las lluvias de el sábado han dejado paso a un domingo radiante, fresquete y majo para andar.
En media hora nos plantamos en Canfranc estación donde nos echamos un café para espabilar (yo).
Al final del pueblo, sale una carretera de acceso a una urbanización donde aparcamos y buscamos, muy bien señalizado, el sendero que sube al circo de Estribiellas.
La verdad es que no hay pérdida. Sendero perfectamente trazado, con pendiente moderada que, tras miles de vueltas nos lleva al desvío (señalizado) para el Pico del Águila.
Estos senderos fueron construidos en la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX para realizar las obras de corrección hidráulica y contra aludes que protegieran la estación de Canfranc.
No puedes menos, viendo estas obras, que admirarte con la cojonera que le echaron aquellas gentes. No solo se trataba de hacer pared y de trazar caminos protegidos con muros de piedra perfectamente trabada y trabajada. Es que lo hicieron a más de 2000 m. de altitud, a puro de fuerza humana y  de caballerías, con las mismas herramientas que tuvieron los romanos y, probablemente, subiendo y bajando al tajo todos los días.... eso si que era currar, y no lo que hacemos nosotros.... moñas, que somos unos moñas...
Bueno, pues eso... que merece la pena conocer estos parajes y rendir, si quiera por unos minutos, un sentido homenaje a aquellas personas. Algo de esto se habla en el imprescindible blog de Carlos Tarazona "Esmemoriaus"
Estábamos en el desvío al Pico del Águila. Acostumbrados como estábamos a subir por sendero perfecto e idealdelamuerte, la minisenda que cogemos ahora nos resulta incómoda y hasta peligrosa a ratos. Hay que pasar por laderas descarnadas, cuajadas de fósiles y donde campan manadas de sarrios que ponen al Yeti loco, hasta llegar a un collado donde desemboca el famoso corredor norte del Pico el Águila. Una vez lo subimos, en febrero de 1991, en los que nos pareció entonces, una gesta épica. Me viene a la memoria el compañero de cordada que, lamentablemente, ya no está con nosotros. Fue aquel un día inolvidable. Largo, muy duro y, viéndolo con la perspectiva que dan los años y el conocimiento adquirido, una completa insensatez de la que salimos con bien porque teníamos 21 años, mucha pitera y mucha suerte.
Bueno, pues que, con estos recuerdos, nos encaramamos a la pirámide cimera del pikachu donde sopla viento y hace un frío que pela.
Tiene apenas 1972 m. pero hay un ambientazo alpino que paqué. Además, hay raca en Francia lo que acentúa el viento, el frío y la sensación de altura.
Buscamos un resguardo y echamos algo al cuerpo, que ya va siendo hora.
Una vez alimentados e hidratados, descendemos la pirámide cimera pero, en vez de volver por donde hemos venido, nos buscamos la vida un poco más arriba, por pendientes herbosas muy incómodas, para salir otra vez a la senda chachi y, ya que estamos, acercarnos a otro pico que lo tenemos allí mismo, el Borreguil de la Cuca de 2096 m. de vellón
Este debe ser un clásico. Mientras que en el del Águila no había nadie, aquí hay un montón de peña.
La bajada, ya que estamos, la vamos a hacer circular. Así que, en vez de coger el sendero hacia abajo, buscamos el cordal que separa el barranco por donde hemos subido con la zona de Tortiellas y por senderos mínimos pero sin problemas, ir a buscar un collado donde una especie de repetidor nos indica la zona donde tenemos que darnos la vuelta e ir a buscar una senda que vemos muchísimos
metros más abajo.
Sin ser duro ni peligroso, este tramos es un coñazo. El sendero (cuando lo hay) aparece y desaparece haciéndonos saltar rallas, estratos y muros hasta colocarnos, ahora sí, en la llamada fuente del centenario, buena y sólida obra de cantería situada a 1800 m de altitud.
Ahora lo que nos queda es un trámite. la senda empieza a retorcerse en cientos de lazadas hasta contactar con la de subida. Podríamos haber bajado por otra que dejamos a la derecha pero es que hay que llegar pronto a Biescas. Es la carrera contra el cáncer y hay que hacer acto de presencia aunque creo firmemente que los medios de lucha contra esta y otras enfermedades los deben proveer los gobiernos y no los desgraciados como nosotros con actos simbólicos como este.
Aún así, nos da tiempo a echar una galimba elegante en Villanúa y despedirnos haciendo planes para más pronto que tarde.
Hala pues...