miércoles, 13 de agosto de 2014

BARRANCO RIMALO Y PALA D'OS RAYOS, UNA EN LAS PROFUNDIDADES Y OTRA EN LAS ALTURAS.

Último finde antes de marchar a las lejanas montañas septentrionales de Centroeuropa. Último finde
para entrenar algo y que se va, como todos los demás, al garete por la m*erd* el tiempo de los c*j*n*s. El plan A, de ir a Benasque y hacer la cresta de Literola lo descartamos viendo como el viernes se desploma el cielo sobre nuestras cabezas y, en apenas dos horas, cae el agua que cae en Almería en todo el año. Plan B. Mañana hacemos un barranco, nos vamos a comer, terminamos de cerrar los flecos del viaje y ya si eso, si el domingo el Sumo hacedor tiene a bien concedernos una tregua seca, nos iremos a subir metros y demás.
Así que el sábado sabadete, sin madrugar que no hace falta, nos juntamos en el Puente Oliván Silvia, J.C, Javi, Pol y este que escribe para bajar, una vez más (el que escribe, los demás no lo han bajado aún) el barranco Rimalo.
Pista a Sobrepuerto, parada en el desvío de Ainielle y senda que, en pocos minutos (previa sudada, eso sí) nos deja en la cabecera del tramo más majo del barranco. Claro que no todo iba a ser así de fácil. Nos empeñamos en encontrar una senda fantasma que nos sube un poco más arriba tras perder una hora jabalineando y nos deja a los pies de una cascada larga, que no bajamos. Lo que sí que hacemos son dos rápeles de chichinabo. Si es queeeeee. Bueno, pues almorzamos un poco y al lío.
Dos rápeles cortos y un curioso agujero entre estratos nos dejan en la cabecera d'o salto d'a Oya una cascada donde los de Ainielle decían que vivía una bruja y que hoy encontramos, claro, deshabitado. Hace días que marcharon las brujas de estos parajes.
Después de éste viene lo más espectacular del recorrido. Un tubo de 60 m en flysch donde, la primera vez que lo bajé, me salió una búha real que casi se me come... y todo porque tenía el nido allí con tres pollos que se me miraban con ojos como platos... qué poco hospitalarios son estos bichos, coño.
Bueno, que seguimos. A partir de aquí, el barranco, sin perder interés paisajístico si que pierde verticalidad y deportividad aunque hay algún rápel más y algún resalte que hay que pensar por donde bajarlo...y ya está. Llegamos a la pista y enseguida a los coches. Nos cambiamos en zerocoma y bajamos al Camping Valle de Tena donde se come de cojón a un precio más que razonable. Y eso es lo que dio de sí el domingo... en lo que a deporte se refiere... hubo más, claro, pero eso no lo vamos a contar porque no os interesa.


Domingo. Día despejado, pese a estar en alerta amarilla por tormentas. Después de barajar varias opciones nos decantamos, por eso de las tormentas, por la Pala de los Rayos, último pico de la Sierra de Partacua y el único que me falta de pisar (aunque de esto me enteraré mucho después...).
Madrugón recio, de esos que no nos dejan ni echar café porque está todo cerrado. Hasta Piedrafita y el parquing de Lacuniacha. Ahora, nos tenemos que armar de paciencia pues tenemos más de 10 km de pista que no se hacen especialmente pesados gracias al frescor matutino y a la conversación acalorada. Total, que cuando nos damos cuenta, estamos ya en la curva que nos indica que hemos llegado a la zona del Goluso donde la abandonamos. Ahora hay que ir a buscar la canal del pan que se intuye a nuestra izquierda. Previamente, nos tendremos que comer una pedrera que, a dios gracias, está asentada y con trazas de senda lo que hace que el avance sea más o menos rápido y más o menos cómodo. Al final, la pedrera se acaba y la canal se estrecha hasta convertirse en una trepada entre paredes. ¿Qué porqué canal del pan? pues porque, por aquí, les llegaba el sustento a
los sufridos pastores que pasaban los veranos allá arriba. Llegamos a la planicie donde está el ibón y encontramos a tres personas que han pasado allí la noche. Intercambiamos cuatro palabras con ellos, fotografiamos la mancha que dejó el avión que se estampó en la base de la Punta Bucuesa el 22 de junio de 1940 y que generó una leyenda que ha llegado hasta nuestros días e iniciamos la última parte de la ascensión por la arista noroeste que hemos leído que es fácil y más majo que la vía normal por el sur. Así que aquello se empina como picha de novio pero sin llegar a complicarse demasiado. Alguna vez -pocas- hay que apoyar las manos mientras el idílico ibón va quedando más y más abajo.
Llegamos a una cota intermedia y hay que perder altura por el sur. Allí, la cresta se afila notablemente y resultaría complicado -a la par que peligroso- pasar sin material apropiado. Así que bajamos un poco para descubrir lapiaces y parajes dignos de una película de Tolkien y coger una especie de chimenea herbosa que nos vuelve otra vez a la cresta. A todo esto, no hemos visto ni un puñetero hito, fita o cairn... quizir, que por aquí no pasa ni el Tato... claro, no llega a tresmil metros y está donde Cristo perdió las alpargatas... los que nos decimos montañeros, qué ironía, no nos gusta andar demasiado...
Con estas reflexiones, llegamos a un collado y buscamos paso por la vertiente norte que cae casi a pico hasta los prados de Lana Mayor, 700 m. más abajo. Afortunadamente, la estructura de la montaña, a base de fajas y estratos horizontales, nos permite ir de uno a otro ganando metros sin demasiada complicación. Eso sí, acojonar acojona un rato... una piedra que se ha ido al pisarla, desaparece muchísimos metros más abajo y, al rato, se oye el golpe seco al desintegrarse. Hombre, mi cabeza aguantaría más pero tampoco tengo ganas de comprobarlo. Pues con salud, alegría y alborozo, llegamos arriba en pocos minutos. Fotos, disfrute del paisaje y echar un bocado... para eso subimos. En esas puntas no hay nada más que eso y deleite para el espíritu que debe ser, quiero creer, lo que subimos a buscar tras pegarnos esos madrugones y esas horas de sufrimiento y esfuerzo.
La bajada la vamos a hacer por la cara sur, buscando el collado entre esta peña y Retona. Así conocemos otra ruta a ver cual es más maja.... pues sin duda la de la arista noroeste. Ésta por la que vamos es un caos de rocas, derrubios y karst de muy mal andar de forma que flanqueamos en cuanto podemos para ir a buscar la arista de subida.
Ahora ya nos queda la vuelta por terreno conocido. Bajada por la canal del pan, comida en los manantiales de Goluso y calcetinada larga por la pista, que se hace corta pese a todo, saboreando la conversación y la subida de un hermoso pico que, poco a poco, va desapareciendo en el horizonte. Aquí tenéis el track.
Hala pues... nos vamos a los Alpes.

4 comentarios:

Mariano Antonio Javierre Lacasta dijo...

Tengo que hacerla. La empecé hace muchos años con la cria y la dejé en el primer rellano bajo los escalones.
Tenías un descenso más directo desde la oeste por la Canal del Ganado y otro un poco más largo por la Canal de Armenuso y así no tenías que repetir la del Pan.
¡Que vaya bueno por allá lantizas!

Chabier Lozano dijo...

Psatz-lo bien per Alpes. Quan veiga a bell güelo le pregunto ixo qu eme diciores.
Salut.

trimbolera dijo...

Que hermosas las flores de nieve. Tengo que comentar esta vez, aunque paso por tu blog sin decir ni pío ... Los del termo vinieron a vermeeee !!!!

Arturo Gonzalez dijo...

Abrazo jabali. Arturo.