jueves, 12 de noviembre de 2015

PICO E IBONES DE AYOUS... UNA VUELTA POR EL PARAÍSO.

Bellísimo y extraordinario recorrido, todo un clásico que cualquier pirenista que se precie debería realizar una vez. Actividad equiparable al cercano tour del Midí, la subida a la Cola de Caballo en Ordesa o que te rescate la Pichiné en el Formiga con traumatismo leve y te de un rulo en el molinillo a cargo del erario público.
Así pues, aprovechando el anticiclón que nos envía San Martín, varios sujetos y sujetas, enamorados del Pirineo sin importarnos fronteras, nos juntamos en Biescas para realizarlo. De los límites meridionales del reino viene Pirene y Josu, Helena, Cheles y David. De de la tierra media Ro y Kankel y de septentrión, el que esto (con mayor o menor acierto) escribe.
En dos vehículos nos llegamos hasta Bious Artigues donde aparcamos rodeados de franceses que también han querido venir a disfrutar, en este lugar privilegiado del planeta, de los días magníficos que nos regala este extraño otoño.
Hay que aparcar en el parquing de abajo de forma que, para llegar a la presa, te comes, de entrada, 100 empinados metros de balde pa ir calentando.
Una vez allí, la senda continúa sin pendientes apreciables bordeando el ibón represado hasta llegar a la cola y continuar valle arriba, ahora sí, con pendientes moderadas tirando a fuertes..
Justo cuando se llega al umbral de un precioso valle glaciar, la senda nos desvía a la derecha para seguir subiendo por medio de un hayedo hasta un claro donde nos coge el sol y nos acaricia con unos rayos y unas temperaturas impropias de la época.
Un esfuerzo más y llegamos al primero de los ibones, llamado Lac Roumassot. Aquí vamos a almorzar en un idílico tascal rodeado de picos, con la intimidante y omnipresente silueta del Midí, mientras vemos como gente de toda índole y condición suben y bajan por la senda.
Continuamos. Ahora debemos superar una pequeña pendiente por sendero bien trazado que nos lleva a orillas del pequeño Lac du Miey y poco más adelante y sin ganar apenas altura al enorme Lac Gentau en cuyas orillas se asienta el refugio de Ayous.
La vuelta continuaría yendo a buscar el refugio y, por detrás, avanzando hacia el sur. Sin embargo, nosotros abandonamos momentáneamente el chêmin para encaramarnos al Col d'Ayous, donde los horizontes se abren hacia poniente regalándonos una vista de prácticamente todo el sector occidental y central del Piri. Un esfuerzo más y nos encaramamos, pisando areniscas del permotrías (250 m.a. día arriba, día abajo), al pikachu que porta sus buenos 2260 m. sobre el nivel del mar en Hondarribia.
Parabienes, fotos, tragazos a la bota, más tragazos a la bota, risas, buen rollo.... joder tú, que día más majo, que gente más maja y que bien se está aquí!!!!
Después de buen rato de lectura del paisaje y de encontrarnos cada uno con lo que hayamos ido a buscar allá arriba, emprendemos la bajada por el mismo camino para retomar la senda que nos lleva, en unos minutos al refugio.
Trabajar y vivir en este paraje, ver pasar las estaciones desde el mirador donde está ubicado, debe ser lo más parecido a hacerlo en el paraíso. Cerca pero lejos, no demasiado alto como para que aquello sea inhóspito ni muy bajo como para que te lleguen hordas de domingueros.... Después de mi inminente empadronamiento en la France, quizá busque trabajo aquí... aunque sea para dar de comer a las marmotas....
Con estos pensamientos, o más bien masturbaciones mentales, emprendemos una leve subida que nos lleva a otro de los grandes ibones, el Bersau donde buscamos una calita para comer y, lujo supremo y placer orgásmico, remojar nuestros abotargados, recalentados y dilatados pies en el agua fría lo que reactiva -o no- la circulación hasta el punto que mientras unas partes del cuerpo se dilatan o ereccionan otras se comprimen y relajan.
Contentos y contentas, satisfechos y satisfechas en nuestras necesidades básicas, emprendemos una mínima subida que nos lleva al collado que forma la cubeta del ibón con el cercano, majestuoso y erecto Pic Casterau. De repente, me entran unas ganas enormes de encaramarme a ese peñasco que se yergue orgulloso y desafiante delante nuestro.... ante mi entusiasmo e insistencia solo encuentro
indiferencia, evasivas y miradas huidizas.... que no tienen putas ganas de subir, vamos.... así que no insisto más y me lo apunto en pendientes para cuando trabaje en el refugio o para mi próxima vida en la que me pienso reencarnar en  algún bicho que vuele (tordo culirojo, por ejemplo...).
El último ibón que encontramos es el de Casterau donde el Midí se refleja majestuoso y soberbio dándonos la foto típica que todo el mundo debe hacer cuando pasa por aquí.
Ya en descenso, cada vez más pronunciado, bajamos al fondo del valle, pasamos por la cabecera del barranco de Cap de Pount, de grato recuerdo y continuamos valle abajo sin prisa y conversando tranquilamente mientras el sol declina y nos deja una tarde de esas que solo se dan en otoño y en lugares como éste. Atmósfera cristalina, sol bajo y tangencial que alarga sombras y temperatura suave sin un ápice de viento hacen que el regreso sea un auténtico placer.
Sin darnos cuenta, y casi de noches, llegamos a los coches.
Un único pero en esta jornada perfecta. Josu tiene prisa y el grupo meridional no nos acompaña a echar la galimba que nos hemos ganado todos. El grupo de la tierra media y el septentrional, sin embargo, paran en la frontière donde se apretan una hermosa jarra entre conversación que se alarga y miradas poco amistosas de los camareros que deben tener ganas de cerrar pues la noche ha caído, como dice la canción, serena y silenciosa.
El track de un día magnífico aquí.
Hala pues...

1 comentario:

Eduardo Pardo dijo...

Buena vuelta es esa, yo prefiero hacerla al revés, las fotos salen mejor, y el refugio te cae de vuelta, y puede disfrutar de una cerveza mientras disfrutas de una gran panorámica.

Un saludo.