miércoles, 8 de mayo de 2013

TRAVESÍA DE SAN ÚRBEZ 6 Y 7. NOCITO-SAN MARTÍN DE LA BAL D'ONSERA Y SAN MARTÍN DE LA BAL D'ONSERA-HUESCA

Viernes 26 de abril, San Pascasio

El día amanece nuboso o muy nuboso, con chubascos dispersos más probables en la Ibérica y Pirineos, con vientos flojos de componente suroeste...es decir, que amanece nublado y amenazando lluvia después de haber estado lloviendo casi toda la tarde anterior y toda la noche. Desayunamos e iniciamos el camino. Hoy se a unido Guillermo, de Nocito, que nos acompañará ya hasta el final.
La senda, en principio, coincide en su totalidad con el recorrido que hicimos hace poco con Pirene, Josu, Pol y Luisa hasta el mesón de Sescún. Es decir, pasamos por la orilla del Guatizalema, por el dolmen del Palomar (aunque aquí mis acompañantes oriundos de Nocito aseguran que fue el hombre y su amiga la dinamita los que volaron la cubierta del dolmen y no la ira de las Potencias celestiales como había leído en algún sitio) y por el cuello Salillas hasta llegar al arruinado mesón de Santolaria. Hasta aquí era terreno conocido y recordado y el tiempo, aunque muy nublado, aguanta.
Seguimos hacia el sur, como las grullas, para coger una pista que nos lleva a un nuevo collado. Ésta, viene desde Cuello Bail y por ella nos acercamos hacia el entorno de Vadiello. La abandonamos, cogemos otra en descenso y, al final, retomamos la senda, destrozada por las repoblaciones forestales que nos lleva, por un pedregoso collado de cuyo nombre no puedo acordarme, a la vertiente sur de la Sierra y, por tanto, a la Hoya de Huesca (Plana de Uesca pa los fabloparlantes).
Desgraciadamente, el entorno de Vadiello, los mallos de a Liana, los barrancos de San Chinés, Foratata y Escomentué o la zona de Isarre no los vemos debido a una persistente y pertinaz boira que nos lleva acompañando hace ratos. Lástima. Algunos de los que vamos conocemos el sitio y lo hemos visto en otras ocasiones pero otros tendrán que volver cuando esté despejado para disfrutar de ese mundo rocoso, fracturado y erosionado digno de ver y conocer.
De allí, volvemos a retomar la pista donde nos espera José Luis, el que lleva el coche de apoyo, que nos ha traído hasta aquí la comida y cena con la que subsistir este día y mañana.
De cuello Bail bajamos a los conocidos como Campos de Ziano  para coger una senda que nos introduce en la Bal d'Onsera. Ahora estamos recorriendo el camino de los de Santolaria a la ermita de San Martín y éste discurre por una ingente, inestable y espectacular pedrera. A decir de los que ya lo conocen, tenemos un abismo a nuestros pies, abismo que se adivina cuando, de vez en cuando, se aclara la niebla (u boira) que nos envuelve. Se anda lento, disfrutando a cada paso de la soledad y el silencio roto solo por algún patinazo en las piedras de los que me preceden y anteceden. Sorprendentemente, en este mundo mineral e inestable, crecen árboles dispersos, como si esto fuera un jardín zen. También, de vez en cuando, aparecen de la niebla, como si fueran el mismísimo Belcebú, cabras asilvestradas que se nos quedan mirando como si no hubieran visto nunca a un humano.
La senda en cuestión pierde altura y luego sube a cuchillo por medio de un espeso carrascal hasta dejarnos en el camino normal de acceso a la ermita, justo donde una placa recuerda a un mozo de Barluenga que "murió de desgracia" en 1843. De allí se coge el conocido como Paso de la Viñeta, un aéreo sendero con escalones tallados y una barandilla de hierro que, más que seguridad, da miedo. Afortunadamente (o no, pues le quita todo el encanto) se han colocado unas largas, brillantes y aceradas sirgas a modo de pasamanos que, al menos hoy, con todo mojado y resbaloso, se agradecen.
En el collado de San Salvador nos reagrupamos para bajar al fondo del barranco donde está la ermita.
También la bajada, que discurre por una ladera pedregosa, está equipada con metros y metros de sirga que facilitan el descenso.
Oscar se adelanta, sube casi corriendo los últimos metros, y empieza a tocar la campana anunciando que llegan peregrinos al que fue monasterio de San Martín.
San Martín de la Bal d'Onsera es otro de esos lugares de belleza indescriptible donde, desde tiempos inmemoriales, el hombre encontró la trascendencia. Al menos desde el siglo IX hubo una comunidad monástica allí. Primero fue masculina y después femenina. Las tradición asegura que San Úrbez fue allí ordenado sacerdote y la historia nos cuenta como reyes y duques acudieron al lugar en busca de descendencia, masculina a poder ser. Que el lugar esté advocado a San Martín y que allí se pida descendencia, no es casualidad, ni mucho menos...pero tampoco me voy a extender en explicarlo.
Llegamos a la ermita como llevamos todo el día, envueltos en niebla y con el sonido de la campana rebotando en las paredes del cañón lo que provoca un efecto casi mágico e irreal.
Lo primero que hay que hacer es secarse. Y los organizadores, en previsión de ello, no dejaron nada al azar. Nada menos que 80 kg de leña de carrasca se subieron en la chepa (dos horas cuesta a buen paso desde San Julián de Banzo) esta pasada Semana Santa para llegar hoy aquí y encender fuego para secarnos y cenar.
En el suelo de la ermita, que fue consolidada hace unos años, para evitar la humedad se echó una generosa capa de grava sobre la que vamos a dormir. Además, para el día de la romería, hay varias docenas de tablones que van a servir para aislarnos todavía más del suelo y para prepararnos una mesa y bancos en los que cenar.
Poco más hay que hacer que reunirnos en torno al fuego, charrar mientras secamos camisetas, botas y pantalones, mientras hacemos hora para dar buena cuenta de chorizos, longanizas y chullas asadas. ¡Ah, se me olvidaba!, también subieron varias botellas de vino a las que, por supuesto, no hacemos ningún asco.
La noche discurre plácida (para algunos más que para otros) entre ronquidos, piedras que caen del techo y piedras que se levantan del suelo mientras afuera llueve mansamente.
El track del día aquí.

Sábado 27 de abril, Santa Zita de Lucca y último día de travesía.

He dormido como si me hubieran drogao. Solo me he despertado una vez, (no como otros que, acostumbrados a camas mullidas y limpias, le echan la culpa a mi suave y acompasado respirar el no poder dormir...) Decía que solo me he despertao una vez, no recuerdo que hora era, y al mirar hacia afuera he visto que estaba nevando ¡¡¡¿¿¿¿Que está nevando?????!!! ¡¡¡No pué ser!!!! ¡Si estamos en abril y en Guara y en el fondo de un barranco y a apenas a 1000 m. de altitud!!...Pues sí, queridos y queridas amiguitos y amiguitas, emprendemos el último día de travesía rodeados de
nieve. Tampoco mucha, pero la suficiente como para añadir más belleza si cabe al paraje donde hemos dormido.
Subimos al collado y bajamos, en vez  de por el Paso de la Viñeta que estará francamente divertido, por la senda de los burros propia y diseñada para estos mamíferos solípedos y, hoy, para nosotros.
Conforme vamos bajando el día mejora notablemente, tanto que cuando llegamos a la puerta del Cierzo hace sol y empieza a soplar viento que se lleva las nubes.
El último tramo de camino, el que coincide con el cauce casi siempre seco del barranco, mira por donde, hoy no estaba seco. Bajan casi cuatro dedos de agua que nos hacen hacer pasos de equilibrismo y de contorsionismo  como si fuéramos, mismamente, artistas del Cirque du Soleil (eso sí, bastante más gordos...). Nos viene a recibir Pedro, uno de los que nos acompañó el primer día. Es curioso, recuerdo el primer día de la travesía como si hubiera sido hace meses... metros antes de llegar al parking, vemos que el camino está cortado con cinta de peligro y un cartel advierte que el camino está cortado por desprendimientos en la ermita...anda queeeeeee....y nosotros durmiendo dentro, claro que San Úrbez algo tendrá que decir y hacer ¿no?.
Llegamos al aparcamiento, donde luce un sol esplédido, echamos un bocao y cogemos la pista que nos lleva, en pocos minutos, a San Julián de Banzo. Muy cerca, cada vez más, vemos la Muy Noble, Leal, Invicta y dos veces vencedora Ciudad de Huesca (o Güeskonsin, pa los amigos).
De San Julián a Chibluco se transita por una fértil vallonada, entre huertos, acequias y areniscas meteorizadas...el sueño de cualquier musulmán de la Waska medieval.
En Chibluco, mientras me doy una vuelta, visito su iglesia románica y divago sobre el significado de los misteriosos grabados que hay en su puerta, alguien nos invita a cervezas. Lo cierto es que, durante estos días y si había cobertura, nos llamaban de Radio Huesca para que les contáramos como se iba desarrollando la ruta y debe haber mucha gente que sabe lo que estamos haciendo. Éste debe ser el caso, alguien que ha seguido la progresión de la travesía y que ahora nos tiene en la puerta de su casa, como el melonero de Villaconejos, que también te los lleva (los melones) a la puerta de su casa, señora.
De Chibluco cogemos una pista larga y recta entre campos que, después de pasar por un chinebro milenario, nos deja en la carretera del embalse de Montearagón. Cruzamos por allí y llegamos al  collado Ortialla donde, bajo la sombra de unos chopos, José Luis nos está esperando con la última comida de la  travesía. Le acompañan una pareja (no recuerdo los nombres, ya lo siento) que nos va a
acompañar hasta Huesca. Jamón, empanadas de varias razas, tortilla, croquetas...como viene siendo habitual, nos quedamos con hambre.
Del cuello Ortialla parte una senda, antigua calzada romana, que nos baja, entre campos de cereal y vigilados en todo momento por el Gigante de Guara, a la entrada de los polígonos industriales de Huesca.
Callejeando por entre naves industriales, desiertas a estas horas, llegamos a un parque, al lado de la zona deportiva donde nos tumbamos en la hierba y nos aseamos (si eso es posible) antes de llegar al extraordinario templo de  San Pedro el Viejo donde terminará la travesía.
Pues por la puerteta que nos franquea el paso de la muralla y por la calle de los Santos Justo y Pastor (hasta esto lo tienen controlado esta gente), llegamos a la plaza de San Pedro el Viejo donde se acaba de celebrar un bautizo o una boda y nos están esperando nuestras familias. Quizir, que en la plaza hay gente vestida de magno evento (tacones altos, maquillajes, vestidos de Vittorio y Luchino, o como se escriba...), y familiares y amigos que nos vienen a recibir. Y en medio de todos ellos nosotros, cubiertos de porvo del camino ¡arsa, mi arma! y oliendo, quien más, quien menos, a choto y/o cabritilla.
Caluroso recibimiento de la gente a la que queremos, presentaciones y un rato de charla antes de entrar en el templo, hacernos la foto de rigor en la capilla dedicada a San Úrbez y escuchar una misa oficiada por el párroco en la que nos felicita, nos abraza y nos exime de todos nuestros pecados...bueno esto último creo que no fue así, pero yo no tengo pecaos ¿no? ¿acomodarte las gónadas con la mano es cometer actos impuros?. Pues entonces no tengo pecaos, seguro...
Al final, nos hacen pasar a todos a la sacristía donde, entre galletas y vino, firmamos en el libro de romeros. Aún queda algo más...como colofón hay reservada una cena (a decir de los organizadores más y mejor que las precedentes) en un afamado restaurante de la capital. Lamentablemente (mi hígado, sin embargo, salta de alegría) yo no puedo acudir pues al día siguiente tengo que currar  así que me despido de todos y todas con el firme propósito de volver el año que viene, de juntarnos algún día para hacer monte y degustar la gastronomía del valle donde vivo y me marcho a casa con la sensación agridulce de haber acabado una cosa que no debería haber acabado aún. De haber conocido una gente extraordinaria y haberlo hecho por unos parajes y en un ambiente
inmejorable... sin duda alguna, ha sido una experiencia que nunca olvidaré.
Gracias a todos y a todas por haberlo hecho posible...veis, cuando quiero yo también soy tierno y sensible como un osito panda....
El último track de la ruta aquí.
Hala pues...


7 comentarios:

Chabier Lozano dijo...

Envidia cochina. Cuento que habré a fer ixe camín pa que me perdonen es pecatos, que en tiengo mutos e cuento que el de la envidia ye d'es piors :-)

Pirene dijo...

Joer! snif! que casi se me han saltado las lágrimas ¡ains! que hago pucheros y todo oyes!.

¡Magnifica experiencia muchacho!, no he podido evitar recordar los tiempos en que nos íbamos en pandilleta a recorrer la GR11 con aquellos mochilones de 15kg. el que menos, cargados con todo lo necesario para pasar hasta 1 semana apartados del mundo... ¡ahí sí que se forjan amistades y personalidades!.

Ains que tontita me pongo!

¡Enhorabuena campeón!

J. M. N. dijo...

Hola Pirene!!
je, je, si que ha sido una experiencia enriquecedora, sí...y casi con seguridad, el inicio de una buena amistad con gente excepcional.
pues eso, que ha estado muy, pero que muy bien...
Hala, maja, nos vemos...

Karlos dijo...

Bonita ruta si señor y con buena compañía mucho mejor, gracias por compartirla.
Un abrazo

silvia dijo...

Hijo, casi nos haces llorar y todo.
Realmente tuvo que ser una experiencia chulísima, no me extraña que quieras repetir, y además, rodeado de gente tan maja, con más razón.
Saludos desde el llano.

David Naval dijo...

Pues que acabo de leer el último capítulo y me ha encantado esta "saga", oye.
En estos tiempos de crisis y tanta tontada se agradecen estos relatos y te hacen reconciliarte un poco con la insulsez y ordinariez que tanto abunda.
Saludos y que sigas disfrutando muchos años de tan vívidas experiencias como estas.

J. M. N. dijo...

Gracias Karlos, Silvia y David. No hay nada como hacer lo que te gusta y con gente que merece la pena conocer y disfrutar de su amistad. Así, cualquiera es medianamente feliz en esta mierda de mundo (porque algunos se empeñan en corromperlo, no porque no merezca la pena, ni mucho menos) que nos ha tocado vivir.
Pues eso, que gracias por pasaros, leer las chapas que escribo y encima comentarlas.
Saludos a tod@s