Cuenta su hagiografía que Martín nació en Hungría en el año 316 aunque se educó en Pavia. A los 15 años entró a formar parte de la guardia Imperial romana. Estando acuartelados en la ciudad de Amiens, tuvo lugar el célebre episodio por el que se le recuerda. Era un día frío de invierno y un pobre yacía a los pies de la muralla semidesnudo. Martín bajó de su caballo, partió su capa y con la mitad de ella lo arropó. Aquella noche Jesucristo se le apareció vestido con la capa que le había entregado al mendigo. Años después, cuando Martín era ya oficialmente santo, la capa se depositó en un pequeño santuario dedicado a ella "El santuario de la capilla", de donde procede la palabra que empleamos para referirinos a un pequeño oratorio. Después del episodio del pobre, Martín abandona el ejército, se bautiza como cristiano y llega a ser obispo de Tours. Durante su vida pastoral se dedicó a evangelizar y a perseguir paganos a la vez que obró numerosos milagros, incluída la resurrección de varios muertos.
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Vista de la ermita desde el mirador. Es ese puntito blanco. |
Lo cierto es que sorprende la cantidad de iglesias y pequeñas ermitas dedicadas a este santo galo en esta vertiente del Pirineo. Sabemos que su culto empieza muy pronto, a partir del siglo VI, época en la que preocupa especialmente la evangelización de estas montañas. Muchas de estas ermitas tienen un denominador común, estar situadas en lugares más o menos inaccesibles, con abundancia de rocas, agua y vegetación...lo que Mircea Eliade llamó la "Trilogía hierofánica". (San Martín de Lecina, San Martín de la Bal d'Onsera, San Martín de Zercito, San Martín de Asán...) Lugares éstos donde se practicarían cultos de tipo telúrico fuertemente arraigados y que la iglesia trató de erradicar buscando un santo que "cuadrara" dentro de las prácticas y tradiciones que se llevaban a cabo en aquellos lugares ¿Por qué San Martín?, pues probablemente porque éste hombre también persiguió al paganismo y, sobre todo, porque su hagiografía nos dice que resucitó muertos. Ésta es la máxima expresión del triunfo sobre las divinidades ctónicas . Se les arrebata lo que, una vez ocurrida la muerte de la persona, les pertenece.
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Fajana l'Ordio |
Bueno, pues todo esto viene a cuento porque el sábado volvimos a Guara otra vez, y otra vez a visitar otra ermita y otra vez, como sagazmente habréis deducido, advocada a San Martín. Esta vez, en el río Alcanadre. Para ello nos desplazamos hasta Bierge Pol, los dos críos-sarrio y yo. De este pueblo cogemos la carretera que sube a Rodellar. Antes de llegar a la meca del barranquismo, en lo alto de la Sierra de Rufas, veremos una señal que indica la ermita y una explanada donde aparcar el coche. Bajamos por una pista hasta las ruinas de una tiña o paridera. Allí, una senda nos lleva en pocos minutos hasta el mirador de Alcanadre. Espectacular la vista desde allí del río y de la ermita situada bajo una enorme pared de color naranja. Una vez allí tenemos dos posibilidades. A nuestra derecha el camino de la Fajana l'ordio y a nuestra izquierda el camino de los gradones. Ambos nos bajan al río y ambos están debidamente señalizados con lo que se puede hacer una circular maja. Bajamos por el de la Fajana. La senda desciende buscando los puntos débiles de la pared hasta llegar a un lugar de esos preciosos que Guara esconde de vez en cuando. Una faja, apenas una línea en medio de una pared, que debemos de coger para llegar a orillas del río. Como ya nos lo imaginábamos, después de visitar San Martín de Lecina el otro día, para llegar a la ermita hay que descalzarse y vadear el río en dos o tres ocasiones. Esto en verano no debe tener ningún problema, hasta será divertido y todo. Hoy, sin embargo, baja un buen mangazo de agua y fría de cojones. Como no hay otra, nos descalzamos, nos arremangamos los pantalones y para abajo.
Hay que cruzar el río al menos en cuatro ocasiones. Bizén, como es chicote, lo pasa su padre al hombro recordando más a
San Cristóbal que a San Martín. Después de varios remojones, de trepadas jabalineras y de descolgar a los críos por un pericueto por donde, en época romana o así, iba un camino, llegamos a la llamada badina d'o caxico donde llega el camino de los gradones y donde hay un puente para acceder a la ermita. Ahora solo tenemos que subir por una ladera muy empinada pero con camino perfectamente marcado, para llegar a ella.
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Interior de la cueva |
Por lo que vemos, ha sido recientemente consolidada aunque el interior sigue siendo un lugar donde duermen las cabras. Tampoco hubiera estado mal una puerta. Justo detrás de la ermita, en la pared que le sirve de cobijo, se abre una cueva que debió ser, con toda seguridad, la morada de esa divinidad primitiva a la que vino a destronar San Martín. Hay que subir a pulso por una cuerda por una roca escepcionalmente pulida, para entrar dentro y disfrutar de las mismas vistas que debieron tener esos sacerdotes arcaicos que rendían culto a la Gran Madre justo allí. Acojona solo el pensar lo que habrán visto esas paredes y los cientos de generaciones que habrán entrado allí implorando favores.
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Ermita de San Martín de Alcanadre |
La subida la vamos a hacer por el camino de los Gradones, del latín
gradus "paso" de donde derivó "peldaño" o "escalón". Efectivamente, una vez cruzada la badina d'o caxico (donde hay dos hermosos ejemplares de quercíneas, a saber, un caxico y una carrasca casi juntos) la senda sube por una ladera cubierta de cascajo y piedra suelta hasta llegar a los grados o escalones (equipados con cadenas y alguna clavija que son completamente prescindibles) que nos suben nuevamente al mirador en apenas 45 minutos.
De allí tenemos un paseo hasta el coche mientras vemos como se nubla y empieza a descargar abundante agua en toda la cabecera del Mascún y del Alcanadre.
Trago en Bierge mientras se forma la tormenta perfecta encima de nuestras cabezas...jodo de qué nos hemos librado. En Monrrepós llovía como si no lo hubiera hecho nunca. Si nos llega a pillar ésto mientras descolgábamos estos críos por esa catarra...mañana salimos en el Heraldo procesados como maltratadores infantiles.
Me cago en el puñetero blogger éste o como se llame, que me han cambiao sin permiso la forma de hacer las entradas y me está costando un suplicio. Menos mal que está lloviendo y no hay nada mejor que hacer que si no....
Hala pues....
3 comentarios:
¡JO QUE SUERTE! yo por "cagona" me he quedado "en tierra" este finde y mira que había ¡tres días, tres! para aprovechar, pero viendo esos nubarrones me daba un no sé qué... en fin...
Que ayer se me jodió el plan por no tener ovarios de seguir vuestro ejemplo y descalzarme para cruzar nada más y nada menos que el Guarga, si es queeeee.... ¡pal monte idea!, pero bueno, cuando decidí darme la vuelta empezó a llover, así que igual hice bien y todo.
Total que aún tardaré en tener actividad que contar pues me voy de viaje otra vez (ya lo sé, me lo monto fatal jejeje).
¡Salud y orujo que no falten pues!
las decisiones que se toman en el monte son siempre acertadas (excepto cuando te despeñas). Ya lo decía no sé quien...Todo lo que te pase en la montaña es culpa tuya.
Así que, si decidiste darte la vuelta, bien hecho está.
Creo que, después de lo de la ralla d'as tiñas, tienes venia para dejar de hacer monte un mes o puallí, eso si que es "senderismo alternativo".
Hala pues, a disfrutar.
Me ha encantado tu entrada...el sitio precioso y sobre todo muy interesante. Saludos Jose
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