El día sale cojonudo. En Zaragoza despejao y sin gota de aire. Bien, bien. Total que, tras una hora y poco estamos en el párking de haya seca, el último de los que hay subiendo hacia el santuario del Moncayo. Ni un coche en todo el camino y nadie en el párking. Buena temperatura para andar Las 11 y media de la mañana. En 5 min. nos plantamos en el santuario que, desde el siglo XII, ha sufrido multitud de reformas hasta quedar convertido en algo parecido al hotel de la película "El resplandor". Cogemos un camino hacia el sur que enseguida se bifurca. El de la derecha es el de subida directo a la punta y, el de la izquierda que seguimos, nos lleva hasta el collado Bellido dando un hermoso, largo y aburrido rodeo. Una hora y media y llegamos al collado. Los Piris, que hace un rato se veían desde allí, (El macizo de Monte Perdido, el Posets, Bisaurín, Tendeñera...) se acaban de nublar y empiezan a llegar nubes altas. Aún así, se anda bien de manga corta. Dejamos el camino que sigue hacia el sur y empezamos a subir por una larga cresta, muy suave y cubierta de hierba y brezo. Una boira acaba de tapar la punta. Vaaaaa. passa naaa! el frente que entra el domingo que empieza ha hacerse notar. En la primera cota de más de 2000 m. que pasamos, la punta Lobera (2226 m. ), ya no se ve a un metro delante y empieza a soplar un viento que, en la escala de Beaufort, se califica como de fuerza 8 sobre 12. Casi nos damos de morros con el vértice geodésico. Cambiamos el modelito de verano por el de invierno. De allí se baja por una amplia loma (en la que lo único que hacíamos era intentar no perder los hitos) y se vuelve a subir hacia el pico Morca (2283 m.s.n.m en Alicante) -9ºC en el termómetro. ¿Esto está bien???? No pué ser....ah! no! que se ha vuelto tonto, solo hay -5º. Lo cierto es que el sudor, tal como salía de la ropa se nos helaba. A Pol se le empiezan a helar las greñas y llega un momento que es igual que el Yeti, el de verdad, no mi perro. Seguimos subiendo y desde allí y en unos minutos llegamos a la punta. Lo adivinamos porque eso ya no sube más y porque hay un montón de cruces, santos y demás chorradas que acostumbra a colocar la gente en las puntas de los montes porque verse, lo que se dice verse, no se ve una mierda (2316 m.s.n.m.) Hala, a buscar un sitio pa montar la tienda. Tres en punto de la tarde. -4ºC, viento de + - 60 km /h. Windchild de -14ºC. Pa los que no tengáis estudios esto se traduce en mecagüenlaputaquefriiiotengochelaushastalosgüebos. Hay un gran vivac redondo. Aquí vamos a dormir. Al intentar montar la tienda parecemos a los de Locomía con los abanicos. Imposible montarla y, por si fuera poco, el suelo está completamente helado. La ataremos con piedras que están también pegadas al suelo por el hielo. Me quito los guantes ¡pero qué listo eres José Miguel! en dos minutos no noto las manos. Me las meto en la entrepierna pa calentarlas y constato que se me ha caido la chorra. ¡ah, no!, ¡está aquí! pero del tamaño de la de un click de famobil. En la única parte del cerebro en la que no debíamos tener cristalitos de hielo, se nos enciende una bombilla. Si hoy a las tres de la tarde hace este orache y pa mañana dan peor ¿Tú crees que vamos a poder pasar aquí la noche? Nos van a encontrar como a la momia del Similaun. Peor aún porque estaremos abrazaos pa darnos calor y toda una vida intachable (sentimentalmente hablando) la echaremos por la borda. Seremos la comidilla en nuestros respectivos pueblos...Los encontraron besándose y con la mano en el paquete del otro...., dirán por la calle. ¡No, no!, que lo han dicho en Radio Sabi. ¡Estaban congelaos en la postura del perrito!...en fín, que panorama más triste. Hala, nos vamos p'abajo echando ostias . Retrocedemos un poco y, siguiendo los hitos, encontramos el camino de subida por el circo de San Miguel. Una hora escasa y llegamos al Santuario. Ni un alma, oscureciendo, boira, un aire que corta...sí, sí nos va a salir Jack Nicholson con un hacha (o astral pa los fabloparlantes) en cualquier momento. Llegamos al coche en cinco minutos. Hemos arrastrao todo el día tienda, sacos, colchonetas, hornillo pa nada. Sigue sin haber un alma por esos parajes. Aún nos ha dado tiempo ha ver, en penumbra, el monasterio de Veruela. Cisterciense, precioso, enorme...hay que volver otro día a verlo despacio. Las dos fotos últimas son el mismo monte, a las 11 de la mañana y a las cinco de la tarde. En la cabeza me da vueltas una canción de la Ronda de Boltaña:
¿Qué pasa con la trompa, zagal?
pa mi que hay truenos que suenan más.
Como el Moncayo sople ¡verás que es soplar!
Hala pues...