sábado, 3 de noviembre de 2012

DE BERGUA A CILLAS Y DE ALLÍ A BASARÁN. OTRA VUELTA POR EL SOBREPUERTO

¿No querías agua? ¡Pues toma agua! Ayer, con el otoño en pleno apogeo y el monte rezumando agua por todos sus poros y manantiales y paules  y barrancos y pochancos fui otra vez a Bergua con intención de continuar el libro que llevamos enre manos del Sobrepuerto. La primera intención era ir de Bergua a Escartín y de allí a Otal por Matils pero las nubes bajas, la inminencia aparente de la lluvia y el ir solo (que uno ya no tiene edad de quedarse a dormir llegado el caso -Dios no lo quiera- con el perro en el monte) me convencieron de buscar objetivos más asequibles y menos comprometidos. Me falta recorrer el camino Bergua-Cillas. Una vez en ese pueblo, el de mi abuela, ya veremos como se desarrolla el día y ya veremos hacia donde tiro. Así pues, salgo de Bergua por un camino precioso, pero difícil de coger al principio, que va paralelo a la pista que lleva a Sasa. Salgo a la pista, ando 50 m. por ella y vuelvo a coger otra senda a la derecha marcada con un poste sin señal. Ésta, lamentablemente, se anda poco y está bastante vestida aunque no es difícil de seguir una vez encontrada. Bajo a cruzar el barranco d'a Valle Cortillas que hoy parece el Duero. Para cruzarlo hay unas pasaderas a las que les faltan tablas y están húmedas y resbaladizas. Hombre, si me caigo matarme no me voy a matar pero la hostia va a ser acojonante. Además, con el mangazo que baja, adios cámara y móvil.
Como soy muy buena persona, mando primero al perro para que compruebe la solidez y/o estabilidad de la infraestructura en cuestión.  Pasa sin problemas y yo detrás aunque no las tengo todas...A partir de allí el camino circula por un solano -O Solán d'as Ras- perfectamente marcado y empedrado en numerosos puntos. Aquí y allá surgen casetas, fajas y paretazos comidos poco a poco por un incipiente pero pujante bosque de caxicos. En la ladera de enfrente, un espectáculo multicolor de hayas, abedules, chopos temblones, arces, abetos y pinos hacen que el andar por allí sea más un continuo orgasmo cromático que una excursión normal y corriente. Supongo que, en cualquier valle del Piri, hoy por hoy, la experiencia será la misma. No hace falta entender de carotenoides y antiocianinas. Solo hace falta un mínimo de sensibilidad.
El camino sigue subiendo y cruza un barranco (O barranco Arnitio) que hoy baja también cargado de agua. Hay una gorga bien maja justo debajo del camino. Me asomo e investigo un poco por allí. No se ve ni un cordino ni una instalación...igual es de los pocos barrancos vírgenes que quedan en el Piri.
Cuando la pendiente disminuye ostensiblemente, aparece a nuestra derecha lo que aparenta ser una borda. Sin embargo, mirándola con detenimiento, vemos que las bordas, que se sepa, no tenía ábside semicircular ni sepulturas en torno a ellas, como se aprecia aquí. En efecto, amiguitos y amiguitas, estamos ante la ermita de San Bartolomé (o San Bertolo, como le decía mi abuela), templo residual de un poblado indocumentado y desaparecido y que estas gentes que vivieron aquí, una vez arruinado, lo reconvirtieron en borda. Almuerzo allí, en un lugar sagrado hace siglos, sentado en una sepultura (Para eso ayer era día de difuntos) mientras medito sobre la futilidad e insignificancia del ser humano y sus obras. Si alguno de los que nos está jodiendo en estos tiempos se parara a pensar que va a acabar, sí o sí, como el hombre o mujer que hay aquí enterrada y de la que asoman los huesos por el talud, nos iría mejor a todos. De todas formas, para mí esto también es un consuelo. El Yeti ha desaparecido persiguiendo una liebre que estaba encamada a menos de cinco metros de donde estábamos. Me voy, ya llegará.
 Queda ya muy poco hasta Cillas a la que se entra tras pasar al lado de la ermita de San Vicente, calcada a la de la Virgen de Basarán, y por debajo de la iglesia.
Ruinas por doquier. El pueblo es imposible cruzarlo por las calles. Hay que saltar tapias y escombros para salir hacia el norte y coger la pista que va a Basarán. Por ella ando un rato hasta que me desvío a la derecha sin senda para llegar al gigantesco y arruinado edificio que albergaba la fuente del pueblo. ¡Cuántas historias debieron ver estas piedras! La fuente fue el único edificio público durante siglos. Allí se articulaba la vida del pueblo, donde se vivía, donde se abrevaban los animales mientras se seducía y cortejaba a las mozas que bajaban a hacer la colada, de donde salía un elemento vital para la vida...Ahora ese mundo y esa sociedad que levantó estos edificios y esas creencias se han ido a tomarpolculo arrollados, respectivamente por los expoliadores y el ejército epañó unos y por la Cocacola y Jolliwod otras. Si cualquiera de los que aquí vivieron hubieran visto ayer mismo cualquier calle de cualquier pueblo y los críos disfrazaos por el puto Jalogüin les hubiera dado un chungo...joder, esto de ir solo al monte no pué ser bueno. Me pone trascendental y melancólico.
Cruzo el pueblo, cojo la senda que baja al barranco y disfruto de otro orgasmo cromático en la ladera del barranco Abé. Decido bajar al Puen d'as Crabas en vez de continuar por el hayedo. Este es otro de los sitios mágicos de estas montañas. El barranco Forcos se hunde en una garganta estrecha y sinuosa mediante una cascada de 7 o 8 metros en un rincón donde se conjuga a la perfección el agua, la roca y la vegetación, lo que Mircea Eliade llamó la trilogía hierofánica. No fue éste un lugar sacralizado, pero podría haberlo sido. Cruzo el barranco de un salto (largo) y voy a coger la senda que por la orilla izquierda me bajará otra vez a las pasarelas de Bergua. Me junto con dos vaqueros que están recogiendo ya los bichos. Las que están paridas y algunas jovenachas, me dicen. De allí a las pasarelas es un paseo sin apenas desnivel. Solo queda la subida hasta el pueblo.
Cuando cruzo el pueblo veo que, en una casa concreta, sale fumo por a chaminera (no, no sale humo por las chimeneas, aquí sale fumo por as chamineras) y llamo. De esta casa es quien publica este precioso blog y me apetece conocerlo. Él no está, pero sí su familia. La tradicional, y casi legendaria, hospitalidad montañesa tiene aquí su más exquisita representanción. Se presenta un tío en casa, lleno de barro, con barbas, con un perro grande y negro y no solo no me echan a los perros (si los tuvieran o tuviesen) si no que me invitan a pasar y me ofrecen todo tipo de manjares y bebidas. Un rato charrando hace aflorar sentimientos y familiares conocidos y/o comunes. Al final, ya lo decía yaya Vitoria, os de Sobrepuerto semos toz familia...
Con una agradable sensación, recorro el pueblo, entro un momento en la iglesia para fotografiar con detalle el magnífico crismón que guarda, y emprendo la vuelta a casa que, con la nueva carretera, es un paseo. Hoy ni cerveza ni nada. El Yeti es abstemio (lo que le faltaría que encima se diera a la bebida) y a mi no me apetece ir a un bar solo a echarme un lamparazo.
Bueno, pues nada...a disfrutar del puente lluvioso. Aquí tenéis el track de la ruta.
Hala pues...             

Estooooo, ejem. Que lo del barranco Arnitio de virgen nada. Que ya está bajao. Me lo acaba de decir uno de los autores de este libro que, al parecer, es como Dios que está o ha estado en todos estos sitios.  
También colabora en el libro de Sobrepuerto y en él nos descubrirá seguramente alguna más de estas joyas  aparentemente desconocidas y escondidas. Pos eso, cuerda de 40 m. o dos de 20.