domingo, 9 de noviembre de 2014

MALLOS DE LECHERÍN, DESDE AISA

Domingo 2 de noviembre. Último día de veroño. Último día, si hacemos caso a las previsiones, que nos queda de subir por
encima de los 2000 m. sin que el elemento blanco (como dicen los guays) suba de dificultad todos los recorridos. Y lo vamos a hacer a lo grande, en un recorrido precioso, sorprendente, de dificultad moderada pero que aúna todos los ingredientes para volver a casa, como vulgarmente se dice, como una craba recién buquida.
Madrugando, pues el marrón entra a partir de medio día, nos juntamos en Villa Lindano Silvia y JC por un lado y Lolo y Ale por otro. Yo, como no me quiere nadie, (en el monte, se entiende) y el perro no está para subir por esos parajes me voy solo.
Carretera a Aisa donde llegamos con un día otoñal magnífico. Aparcamos en el final de la carretera y arreamos valle arriba, como si fuéramos a subir al Aspe.
Muy pronto hay que desviarse por el Valle de Riguelo y encarar la subida por tasca y coronada por el pico de Lecherín, al que subimos hace unos años, los mallos, a donde vamos, y el escarpado y preciso pico Riguelo que, desde aquí, presenta una cara impresionante y acongojante.
Plácida subida por tasca y piedras. Almorza os a la vera de un gigantesco bloque errático y continuamos hacia arriba, en busca del collado entre el lecherín y los Mallos por sendero cada vez más empinado y más pedregoso hasta que, en apenas dos horas, llegamos a la base de los mallos que, vistos desde aquí, parecen inexpugnables.
Hay que rodearlos por el este para buscar un punto débil en la muralla situado al sureste. Trepamos por terrazas y bloques sueltos hasta situarnos al pie de una chimenea muy evidente. Aquí nos aviamos con cascos, arneses, hierros y demás aditamentos necesarios para que esto sea un placer y no un sufrimiento y vamos al lío previo tragazo de vino para coger fuerzas.
La roca es buena, las botas agarran bien y la dificultad no pasa de IIIº en algún paso puntual así que hasta un espondilítico como yo llega sin ningún problema a la primera reunión situada al lado de una cueva y continuamos hacia arriba con otro largo de cuerda que nos deja, sin apenas darnos cuenta, en la cima de los mallos.
Sorprendente. No hay otro calificativo. Imaginaos un taco de madera rajado en cuatro partes perpendiculares... pues eso son los mallos de Lecherín. Cuatro torres separadas por profundos tajos  a los que hay que destrepar para recorrerlos todos. Alguno de esos pasillos, en ascenso y con roca suelta, terminan en un abismo que acojona al más pintao... más cuando ves que las piedras que tiras sin querer bajan rodando y desaparecen para desintegrarse muchísimos metros más abajo... glup!
Tan entusiasmados estamos recorriendo lo que parecen las ruinas de una fortaleza que no vemos que, en apenas unos minutos, se ha nublado completamente, empiezan a condensarse nieblas en los picos cercanos y la temperatura ha bajado escandalosamente.
Si nos pilla un marrón de granizo, rayos, truenos y viento huracanado, (Kortatu dixit) que nos pille más abajo del collado. Vamos para abajo echando leches.
Dos rápeles sin misterio, aunque largos como un día sin pan, nos dejan, nuevamente, en la base de la chimenea y en terreno seguro.
Ahora ya puede llover, aunque sería preferible que no lo hiciera... Y oye, que nuestros ruegos fueron gratos al sumo hacedor y no solo no nos llovió, si no que nos permitió llegar secos al coche después de haber dado cuenta de nuestras viandas y disfrutar de la placidez de una tarde otoñal en la que ya se ven indicios más que evidentes de que esto, amigos míos, se acaba. A partir de ahora, el invierno va a entrar en nuestras vidas y en nuestras almas igual que entró Olga María Henao Cárdenas en la vida y en las almas de los PePeros que, como bucos buquideros, dejaron vidas y haciendas por un momento de relax y placer... mira, igual que nos ha pasado a nosotros hoy....
Hala pues...

2 comentarios:

Pirene dijo...

Ea! ¡toma triunfada!.

Estoy últimamente picada con esta zona, me falta un montón por hacer, entre ellos el pico lecherín. A ver qué tal se da el invierno pues.

Salud!!

David Naval dijo...

Oye, que chulo! Yo pensaba que los Mallos exigían escalada de V o más! Pues igual los meto en mi lista de "pendientes si me atrevo".
Saludos