No podía ser de otra manera. Después de muchos días andando por Sobrepuerto, la tradicional salida de fin de año tenía que ser por esta zona. Y para la ocasión elegimos una de las rutas estrella. Por bonita, por cómoda, por sencilla y porque aúna como pocas la esencia de esa zona del Pirineo. Aunque, al final, no sale todo exactamente como la teníamos previsto, a sido uno de los días más majos de este año que termina.
Para ello nos juntamos a las ocho de la mañana en Villacloro Pol, Luisa, Ana y yo acompañados, como no podía ser de otra manera, de Yeti. Raúl, que tenía previsto venir, sufre una indisposión gastroduodenal bucal y cular que lo ata al baño y le impide aisistir a tan magno evento.
Nos desplazamos con dos coches dejando uno en Fiscal. Con el otro subimos los cuatro a Bergua, población ésta en la que me voy a empadronar al paso que voy. El pueblo empieza a despertarse para recibir el último día del año. Numerosas chamineras fumían a las nueve de la mañana. Creo que lo he comentado alguna vez pero es un auténtico placer oler a leña quemada en estos lugares.

Cogemos el architrillado camino que va dirección Sasa. La primera parte, preciosa, circulamos entre paredes tapizadas de musgo hasta que sale a la pista. La seguimos un rato, cruzamos un primer barranco conocido con el tétrico nombre de O Barranco Oscuro y enseguida llegamos al cauce del barranco A Lata que hemos de cruzar para volver a coger la senda que nos deja, sin pérdida ni dilación, en Sasa. El día no puede ser mejor. Anticiclón de las Azores, cielos limpios como el culito de un bebé, temperatura más próxima al 23 de abril que al 31 de diciembre...llegando al pueblo la vista del macizo de las Treserols es magnífica.

Damos una vuelta pequeña por el pueblo y enseguida cogemos otra senda que nos llevará a uno de los parajes más recónditos, más aislados y más bonitos de Sobrepuerto. Hay que meterse en un vallejo lateral, cabecera del barranco A Lata, y seguirlo hasta su nacimiento donde se enclava la pardina Fenés. Esta pardina, que en época medieval fue un pueblo, la componen hoy por hoy un edificio que hacía las veces de vivienda, fechado en 1929, y las ruinas de la iglesia de San Marcos, situada a poniente y del que se conserva la planta canónicamente orientada (yo la fecharía en el s XVII) y los restos erguidos de una espadaña románica. La primera mención de este poblamiento data de 1279 y se sabe que en 1402 su población pagó la nada despreciable cantidad de 15 sueldos jaqueses con destino a obras que se realizaban en la catedral de Huesca. También aquí se conservó el mito de una población desaparecida por la muerte de todos sus habitantes excepto dos abuelas que sobrevivieron y que recalaron en Fanlillo y Sasa.
Mito éste que hunde sus raíces en la prehistoria y que se repite en la mayoría de los depoblados medievales del Pirineo. En resumen, un lugar absolutamente evocador donde la naturaleza, la historia, la antropología y la mitología se conjugan de forma magistral. Un lugar pues, ideal para celebrar la despedida del año.
Sin embargo no todo sale todo lo bien que se pretende. Pensábamos encender la chaminera de la pardina y hacernos unas buenas chullas acompañadas con cava, vino y poncho. El problema es que la chimenea se ha hundido y nos hemos quedao sin hogar....perdón, decía que a chaminera s'ha espaldato y o fogaril no i-ye.

No pasa nada, afortunadamente, el día tan bueno que hace nos permite preparar un fuego en la calle y dar buena cuenta de las chullas, el jamón, el chorizo, la longaniza, el cava, el vino, el poncho y los mazapanes. Tanto es así que, al final, la conversación ya deriva por derroteros chorras entre risas flojas y buen rollo. Pufff...ahora habría que seguir andando ¿no?. Apagamos escrupulosamente el fuego, lo recogemos todo y continuamos. Hasta la pardina era un camino que ya conocíamos de otras veces pero el que nos disponemos a seguir no lo hemos recorrido nunca. El trazado coincide con uno de esos caminos de toda la vida. De los que se usaron desde la edad media para comunicar valles, en este caso el del Ara con el de Basa. Al principio es una pista cubierta de hielo y nieve en la que hay que extremar las precauciones ya que al resbaloso suelo debemos unir que conducimos con una tasa de alcohol en sangre superior a la permitida. La pista se enfila al este, pasamos al lado de grandes prados con alguna borda y llegamos al collado Fenés donde se amplían los horizontes hacia el este. Enseguida dejamos la pista para coger una senda que baja en picao por una ladera cubierta de centenarios caxicos y pinos. Conforme vamos bajando y nos acercamos a la nueva carretera, sospechamos que igual el camino está cortado por el talud. La sospecha se convierte en certeza cuando llegamos a un punto en el que, para bajar, habría que montar un rápel. MecaguenelministeriodeFomento. Con lo poco que costaría haber habilitado una bajada y una discreta señalización...pues no. Retrocedemos sobre nuestros pasos, bajamos como podemos el talud, cruzamos por dos veces alambradas y, por debajo un viaducto, pasamos al otro lado donde el camino continúa, los primeros metros envuelto en escombros.

Soy de los que pienso que un camino tradicional es un patrimonio a conservar y que, con muy poco mantenimiento, los legaremos a las generaciones venideras como infraestructuras que sirvieron para vertebrar un territorio y como lugares donde disfrutar de la naturaleza, la historia y las tradiciones. Claro que en este país de chichinabo en el que vivimos, donde la gente se escandaliza porque Belén Esteban no se calza al presentador de Corazón de melón y la gente sale a la calle para jalear a los niñatos forraos de pasta de la Roja, muy poca gente se preocupa porque una iglesia como la de Otal se hunda o porque un empresario se cargue uno de los yacimientos neolíticos más importantes de Europa y
se vaya de rositas. Por tanto y lamentablemente, nadie se va a alarmar porque un camino, antiguo camino real de comunicación del Sobrarbe con el resto del mundo, se lo haya cargado una carretera.
Bueno, pues nosotros, al final, retomamos el camino que, en descenso, va a parar a una pista a orillas del barranco de San Salvador. La pista se convierte en carretera asfaltada que nos lleva directos a Fiscal cuando el sol empieza ya a declinar.
Solo nos queda volver a por el otro coche y echarnos una buena galimba mientras nos deseamos feliz y próspera entrada de año y que el que venga sea mejor para todos que éste que se marcha.
Bueno,
aquí tenéis el track. Ir un día a Fenés que ya veréis que paraje más majo. De nada.
Hala pues...