Para llegar a Susín hay que dejar el coche en Oliván y seguir andando por la pista de acceso restringido hasta una gran curva a la izquierda. Allí, un cartel de madera, nos invitará a subir por un camino precioso hasta el pueblo. Pese a lo que pudiera parecer, un pueblo con dos casas, sus edificios auxiliares, la iglesia y una ermita tiene mucho que enseñar. Casa Mallau es una casa infanzona, solar de los Villacampas que hace siglos dominaron buena parte de estas montañas. Todavía conserva su escudo heráldico y su monumental chimenea. Casa Ramón es una casa más modesta, prototipo de casa bloque pirenaica, con multitud de reformas recientes y sin elementos dignos de mención. Al norte del pueblo destaca la parroquial de Sta. Eulalia. Prerrománica, igual que muchas de las que hay en el valle, fue sometida a una intensa reforma en el siglo XVII que, entre otras cosas, cambió su orientación, amplió notablemente la nave y construyó una torre escalonada en mitad de la bóveda del ábside. Únicamente queda, del siglo XI, el ábside y parte de los muros norte y sur (éste último con una hermosa ventana geminada y dos arcos de herradura) Esta reforma, lejos de romper su armonía y estética, (como pasa en muchas) ha supuesto que la iglesia de Susín sea una de las más bonitas del valle. Pero aún hay más. En el exterior del ábside, dispersos sin orden aparente, podemos encontrar 31 sillares reaprovechados de una construcción anterior y con una extraña simbología. (Había 32, pero algún imbécil pensó que uno de ellos estaría mejor como pisapapeles en su casa y lo arrancó de una de las lesenas del ábside) Hay algunos con claros símbolos de raíz cristianas (cruces, un crismón, una omega..) pero la gran mayoría son motivos esquemáticos, espirales y ángulos de difícil interpretación. Las espirales, motivo precristiano usado por multitud de pueblos, simbolizan el eterno ciclo de la vida (Nacimiento-vida-muerte-renacimiento), el ciclo lunar y el de las cosechas. Otras culturas han visto en éste arquetipo la representación de la evolución humana, tanto física como mental en sus ciclos de evolución-involución y en otras, por fin, se ha querido figurar la rueda de las reencarnaciones partiendo del exterior hasta llegar a la plenitud interior. Los angulares, podrían asimilarse a espigas, con el mismosimbolismo. Ambos son símbolos femeninos, fecundantes y telúricos. En el dibujo adjunto, robado de la magnifica página de Románico Aragonés, salen todos reflejados. El interior de la iglesia, reformado en multitud de ocasiones, guardaba pinturas románicas en el ábside (actualmente las podemos ver en el Museo Diocesano de Jaca) y pinturas populares del siglo XVII o XVIII en las que destaca una religada. (No deja de ser curioso, pero a la vez, muy común, la presencia de símbolos paganos en el interior de templos cristianos).
Para acabar con la visita, deberíamos bajar a la ermita de la Virgen de las eras, situada al norte del pueblo y visible desde la iglesia. Edificio, probablemente del siglo XVII, que durante muchos años sirvió de cuadra. Angelines quitó el metro largo de estiercol que habia dentro y le devolvió su dignidad. El cabecero de la puerta, además del falso arco labrado en él, que le confiere un aspecto enormemente dinámico, muestra tres signos labrados a puntero dignos de tener en cuenta: una pata de oca en el medio, una cruz de doble travesaño a su derecha y otra de triple a su izquierda.La pata de oca es un signo iniciático, hermético y de peregrinación. Medio crismón, la pata de oca, a la puerta de una iglesia está colocada para llamar la atención de lo que allí hay, sucede o comienza.
La cruz de doble travesaño es la cruz patriarcal, la de triple corresponde sólo al Papa. Ambas cruces, lo mismo la simple de un travesaño, es fácil verlas en los báculos de peregrinos de diversas clases, entre los que destacaría por inmediatez geográfica, los Romeros de Santa Orosia. A la luz de la simbología y viendo la ubicación de Nuestra Señora de las Eras, a la entrada del valle que conduce a Sobrepuerto, no me extrañaría que fuese tomada como Zoque, como inicio de una peregrinación o marcha interior, primero pagana (por lo de la pata de oca) hacia Oturia, la Montaña Sagrada del contorno, y luego cristiana (por lo de las cruces) hacia el santuario del Puerto de Santa Orosia, continuador de dicha tradicion. Pues eso...que no es poco.
Y para terminar, aunque os he dicho el camino más corto para llegar a este pueblo hay otro, precioso, que no deberías dejar de andar. Se trata de ir con el coche a Lárrede. Después de visitar su iglesia subir a la torre que veremos al este (La torraza, siglo XVI sobre una base probablemente del XII y extraordinario mirador del valle) y allí mismo coger una senda marcada como PR que nos lleva, sin pérdida, a Susín. Fijaos en los cajicos que hay. Uno, casi llegando al pueblo, es increible. La vuelta la podemos hacer bajando por la pista que sale de la ermita de las Eras, empalma con la que baja a Oliván y luego, por carretera asfaltada, pasa por San Juan de Busa (No dejéis de visitarla) y nos lleva nuevamente a Lárrede.
Hala, ya os he apañao un día tonto de estos que no sabes que hacer ¿a que sí?
Hala pues...
2 comentarios:
Una magnífica entrada. Conozco bastante bien toda esa zona ya que desde que tengo uso de razon, me muevo habitualmente por alli pero desconocia que hubiera tanto que ver y tanta simbologia(tema que me interesa enormemente) en un sitio tan pequeño. Sin duda la proxima vez que me deje caer por alli, me pasare a ver todo eso. Un saludo
Hola Marian:
Gracias por tu interés. Pues sí. Susín tiene mucho que enseñar aunque sea un pueblo minúsculo. Solo el paisaje ya merece la pena pero si, además, estás interesada en simbología y arquitectura tienes para pasar allí el día entero.
A mi también me interesa mucho la simbología. De hecho, estoy acabando un diccionario de Simbología y Mitología Pirenaicas que, espero, verá la luz a finales del año que viene (si la crisis y la editorial no dicen lo contrario)
Lo dicho, gracias por tu interés. Ya iré subiendo alguna más de éstas.
Saludos.
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