
El sábado marchamos Pol, Urbez, Teo y yo a las ocho de la mañana. Pese a no estar demasiado lejos de donde vivimos, de hecho se ve desde Erata por ejemplo, hay una quilometrada elegante.
Llegamos a Àger (am català suena el nombre como un estornudo, algo así como Atcher), pueblo majo, situado en un valle paralelo a la sierra de Montsenc donde buscamos sitio pa dormir. Una vez solucionado el tema de la intendencia, nos vamos hacia la zona conocida como Pertusa donde, si no nos fallan nuestras informaciones, tenemos hasta 4 ferratas. A ver cuantas sabemos hacer.





Si impresionante es el sitio, más impresionante es el camino tallado en la roca, a base de pistolete, barrena y pico para facilitar el tránsito entre los pueblos del norte y del sur de la comarca. Aquella gente si que curraban... Llegamos a la vista del puente colgante, donde acaba el congost, comemos algo e iniciamos la vuelta otra vez a trote g
orrinero. Nos ha costado 1h y 15 min. A ver si llegamos con luz suficiente al coche. No solo llegamos con luz si no que, el atardecer, nos regala un espectáculo que ríase usted de la ceremonia de entrega de los Oscars de Jolibud. Cogemos el coche, bajamos a Àger, nos duchamos, acicalamos y perfumamos y nos vamos de tragos y a cenar. Llegan Oscar y Erika. Cenamos como pa una boda y a dormir, a ver si mañana aguanta el día. El domingo amanece despejado y ventoso. Más frío que ayer. Vamos a la otra ferrata que nos queda. Ésta está un poco más escondida, en un vallecito lateral. Cuesta llegar a ella media hora por camino cómodo. Se llama Urquiza-Olmo y es la primera que se construyó en este sector. Muy corta. Maja, pero muy corta. Una primera parte vertical, con pocas grapas te deja en una faja por la que hay que andar hasta otra subida equipada con grapas de plástico por una cascada seca y un tramo ligeramente extraplomado y, cuando le estás empezando a coger el gusto...sacabó. Lo malo (o lo bueno según se mire) es que el retorno es muy largo, desproporciona
damente largo si lo comparamos con la duración de la vía. Pero es una excursión preciosa y muy bien señalizada. Te lleva a la cabecera del barranco, de allí a una zona de campos, a pasar por debajo del castillo de Sant Llorenç e inicia un largo flanqueo para ir a buscar el camino que recorrimos ayer para ir a Monrebei. Hay otra opción, más larga pero más entretenida, que es bajar por el barranco seco de Sarah. Pues ya puestos...hala por aquí. Ocho rápeles salen, el más alto de 26 m. Algunos volados por un barranco abierto pero muy bien formado. Lo único malo es un grupo de chulimanguis que llevamos delante pegando gritos y haciendo el capullo como si estuvieran bajando por el Dragon Kan de Port Aventura. No se si solo es cosa mía, pero gritar en el monte (sin motivo, otra cosa es que estés politraumatizao y estés pidiendo socorro o cagándote en el Altísimo) es como hacerlo en un cementerio. Me parece una falta total de respeto a la naturaleza y la gente que va detrás y delante tuyo. Claro que eso es por que soy muy raro, muy insociable y muy misántropo...


Acabado el barranco, vamos a coger el camino de ida a la ferrata y de allí al coche. Ha estado bien, muy bien.
Comemos en el párking y bajamos al pueblo a echar el café y cerveza reglamentarios antes de volver a nuestras respectivas casas, familias y obligaciones.
Como siempre, magnífico fin de semana, con inmejorable compañía (si, Pol, ya lo se, podía haber sido todo compañía femenina pero es lo que hay, te jodes y hueles a testosterona) y cansao, como debe ser. Ya descansaremos en el trabajo, que pa eso está.
Hala pues...