Como el tiempo está inestable vamos a bajar al sur, como las grullas. La putada a sido que, en el sur, en plena Sierra de Guara, también estaba el tiempo chungo. A sido un día desapacible (a ratos hasta cabrón). Aún así, a las nueve estamos aparcando debajo del pueblo abandonado de Lúsera, donde hace unos años se organizó una capullada llamada Villamarchosa y que, afortunadamente, no se ha repetido. El camino, bien indicado en todo momento, toma la orilla izquierda orográfica del río Flumen. Va paralelo a la orilla del embalse de Belsué y, posteriormente, por el de Zienfuens. Al principio es llano, en
algunos lugares incluso baja un poco hasta que nos colocamos en la vertical del barranco de las Paúles. Allí empieza a subir con ganas. En frente tenemos las majestuosas paredes de Zienfuens, donde se abren, entre otras, la Cueva del Toro, la de la Artica o la sima Esteban Felipe. La mañana está fresca, casi fría. Hay una niebla que tapa todos los montes circundantes y sospechamos que, como así ha sido, nos va a joder las vistas desde la punta. En una hora y poco llegamos al collado de las Paules. Es un inmenso llano cubierto de hierba y erizones. Buscamos un resguardo del viento y echamos un bocao. Debemos dejar la dirección que llevábamos para coger otra senda, menos marcada, que en subida constante nos lleva a una primera cota donde nos coje la niebla. La temperatura ha bajado alarmantemente. Está todo cubierto po
r la cencellada. Que??? Ah!!! ¿que no sabéis lo que es?, hala, mirar aquí. De repente, hemos dejado el colorín y se ha puesto todo el paisaje en gris y blanco, como si lo vieras a través de una tele de los años 70. Por supuesto, no vemos nada del magnífico paisaje que se debe ver desde allí. Desde esa primera cota, llamada Pico de las Paúles, seguimos una senda, que ya no deja la cuerda de la loma, hasta otra cota llamada Pico de la Luna (que nombre más majo ¿verdad?). En continuos sube y bajas llegamos a otro collado en el que está indicado el camino directo a Lúsera, que usaremos para bajar. No se ve nada. No sabemos cuanto nos queda pero, según el mapa, tenemos todavía por delante un buen trozo de arista que, efectivamente, se hace larga de cojones. Entre que no se ve paisaje, el viento que te
pega lateral, el frío y las piedras heladas que resbalan que da gusto, lo que debería ser la parte más maja del recorrido se está convirtiendo en algo pesao y aburrido. A veces parece que se quiere abrir. Hasta vemos el sol y el paisaje desolado que nos separa del valle del Guatizalema, pero no, enseguida se cierra otra vez dejándonos en medio de ese paisaje gris y blanco. Al final, llegamos arriba. ¡Tres horas y media para un monte de 1700 m!. Para que aprendas a menospreciar según que "montañuchas". Nos hemos comido cerca de 1000 metros de desnivel acumulado y hemos andando, hasta aquí, 15 km. Para un monte de estas características, ya está bien. En la cima no se puede estar (y, además, ¿pa qué? ¡si no se ve nada...!) Así que emprendemos la bajada hasta llegar al desvío del camino que baja directo. Menos mal que hay flechas indicándolo porque, si no, seguro que nos lo pasábamos. Un momento que se abre la niebla vemos, mu
chos metros más abajo, la iglesia del despoblado medieval de Sescún , una de las joyas patrimoniales de la provincia, perdida en medio de la nada y la construcción más meridional y más alejada del foco original del llamado círculo Larredense.
El camino baja sin compasión. Dejamos atrás la niebla, y como suele pasar otras veces, cuando volvemos la vista hacia el pico, vemos que ya no hay niebla, incluso le llega a pegar el sol algún rato. Cagonputa....pues ya no volvemos. En una hora y poco estamos otra vez en la carretera que une Belsué con Nocito y, andando por ella a la izquierda, en pocos minutos, estamos en el coche. Aquí hay sol, aunque no hace nada de calor. Son las tres de la tarde así que vamos a comer al lado de la iglesia de Sta. María de Belsué, que he leído en algún lado que merece la pena verla.
Dejamos el coche en el desvío señalizado y en cinco minutos, despues de cruzar un barranco dos veces, llegamos al exigüo caserío. Se trata de una iglesia del siglo XI, con decoración lombarda pero que, extrañaLa última actividad antes de que concluya el 2011 ha estado bien. No ha acompañado el tiempo, pero la andada y los paisajes (cuando se nos han dejado ver) han merecido la pena.
Bueno, queridos y queridas lectores y lectoras de este y esta blog y bloga, que acabéis bien el año (a poder ser con mucho sexo, un poco de drogas y mucho rocanrol) y que lo empecéis mejor si es que el FMI, el banco de España, los mercados, los especuladores, los Mayas y los recortes del PP tienen a bien darnos un respiro.
Hala pues...