
No fue ayer un buen día para ir al Midí. Y eso que pintaba cojonudo cuando hemos salido a las ocho de la mañana de Biescas con Teo y Urbez. Cuando hemos empezado a andar desde el aparcamiento de Pombie, a eso de las ocho y media, ya hemos visto un montón de grupos que subían. Joder, cada vez hay más gente en el monte los domingos y menos en misa, no sé a dónde vamos a ir a parar. En apenas una hora nos plantamos en el refugio y desde alli vemos un auténtico hormiguero de gente que se dirigen al Col de Suzon y otros que ya suben hacia el pie de la peña. Almorzamos tranquilamente y esperamos que la gente vaya tirando paro no encontrarnos las chimeneas de subida colapsadas. En media hora desde el refugio llegamos al pie de la primera chimenea. Está petada de gente. No me quiero ni imaginar como se debe poner esto en agosto. Subimos intentando esquivar la maraña de piernas, brazos y cuerdas que hay allí montado. Las otras dos que q

uedan se puede ir por varios lados y se supone que habrá menos follón. Después de la primera, el camino hace varias lazadas por medio de pedreras hasta alcanzar la base de la segunda chimena donde, sorprendentemente, no hay nadie. La trepamos, sin problemas, por la derecha, subimos un poco más y nos encaramos con la tercera que no es chimenea ni nada. Simplemente es una ladera más pita que las anteriores en la que hay que apoyar las manos en algún punto para progresar. Pasado este punto, donde nos encontramos un bocazas que contaba, a grito pelao, su viaje a los Alpes y lo chunga que es, comparado con esta mierda, (son palabras textuales) la arista Hornli del Cervino. Los adelantamos (pese a sus proezas no se le ve demasiado suelto y encima lleva tres o cuatro tíos a su cargo) y llegamos a la cruz que marca el inicio del Rein de Pombie, una pedrera larga y pesada que nos lleva a la cima norte, llamada Punta de Francia. Al asomarme me quedo flipao...debe haber cerca de cien personas entre las que suben, bajan y las que se ven en la cima. Empezamos a subir despacio y oigo un grito...solo eso pero como hay tanto bocazas suelto no le presto atención. Baja

un francés y me dice que acaba de haber un accidente, que se acaba de matar un tío. ¡No me jodas!, le respondo (supongo que no me habrá entendido) Seguimos subiendo y, efectivamente, nos encontramos allí con todo el marrón...gente llorando, otros gritando, otros mirando para abajo...es la décima vez que subo a esta peña. He subido en invierno, en verano, por la
fourche, por la arista Peireget... y nunca me había encontrado aquí un marrón de estos. Poco se puede hacer por ese hombre salvo llamar al 112 y que lo vengan a buscar. Seguimos, sin ganas, y en unos minutos llegamos a la cima. Las vistas, como siempre, soberbias y el día sigue siendo cojonudo (meteorológicamente hablando, claro). Estamos muy poco rato y, antes de que se líe la cosa con helicópteros y demas, nos vamos para abajo. Baja mucha gente, muchísima y es triste reconocerlo pero muchos de ellos no deberían estar allí. Gente ¡Que no sabe rapelar!, otros ¡Que no les llega la cuerda en las chimeneas! Oye, ¿me dejas bajar por tu cuerda que la mía no me llega?, tienen la jeta de preguntar. ¡Gente a lo

s que los descuelga un tío que no sabe hacer un nudo dinámico ni montar una reunión! ¡Tu!, que pesas más! sujeta esta baga con el pie que voy a descolgar a este otro ¡¡¡¡¡¡¡!!!!!!!. En mi vida, de verdad, he visto tantas burradas juntas. No se si la gente estaba nerviosa por lo que había pasao es que cada día hay más inútiles en el monte. Cada cual que saque sus propias conclusiones. Solo decir que, lo que nos ha costado subir tres horas, nos cuesta cinco bajar. Al final llegamos, hasta los cojones, al refugio a las cinco y media de la tarde. Echamos un bocao mientras vemos como el helicóptero saca otra pareja, aparente y afortunadamente ilesa, de la arista Peireget. Con sabor agridulce emprendemos la vuelta al coche. No, decididamente, no ha sido éste un buen día para subir al Midí.
Hala pues...