El sábado amanece medio despejado después de llover toda la noche. Ni me lo pienso. Voy a darme una vuelta que hace días que tengo en mente.
Había estado en la Pardina San Juste hace muchos años, en bicicleta desde Ipies. Hoy voy a ir desde Allué, por unas sendas que limpiaron hace un tiempo un grupo de abuelos de Sabiñánigo y a los que nunca les agradeceremos suficiente la labor que hicieron y que todavía hacen.
A las nueve estoy aparcando en Allue, pueblo donde lo primero que encontramos es una preciosa iglesia románica, abierta y perfectamente restaurada, advocada a San Chuan. Este pueblo es uno de los que han renacido de sus cenizas. Recuerdo perfectamente, hace ya muchos años, que en un cursillo de fotografía que hice, vinimos aquí andando desde Sabiñánigo a poner en práctica lo aprendido. Bueno, pues aquel día todas las casas estaban abiertas de par en par y abandonadas. Hoy, afortunadamente, están todas
restauradas o en proceso de.
Cruzo el pueblo, donde solo veo un perro aunque hay varios coches aparcados y emprendo un camino dirección sur. Al poco, un desvío señalizado a la izquierda me invita a ir dirección Sandiás, otro pueblo, este si que si, abandonado y prácticamente arrasado.
El camino cruza un barranco, sube muy fuerte al principio pero enseguida coge altura y hace una media ladera con pendientes muy suaves. Mires a donde mires solo ves monte. Ni rastro de presencia humana. Este territorio, el interfluvio entre el Basa y el Guarga, es uno de los más desconocidos de la comarca. Por aquí solo vienen cazadores (pocos porque hay que andar y muchos de los que conozco llegan hasta donde llegan los todoterrenos) algún senderista perdido y algún pirao en bicicleta. No hay picos importantes, no hay barrancos descendibles...solo hay naturaleza. De esto último mucha...paso al lado de enormes y añosos quejigos, por lugares que, dependiendo la orientación, se alternan en pocos metros arbolitos de marcada querencia mediterránea como las encinas y otros propios de oscuros y umbríos bosques septentrionales como las hayas. El camino también va esquivando o atraviesa numerosos estratos verticalizados. Son lugares donde abundan las rapaces y demás pajaritos que salen chillando cuando nos ven...si claro, voy con el perro.
Lástima de no poder perder demasiado tiempo. Me apetecería ir a ver la flora asociada a esos estratos y darme una vuelta por su base.
Pero se está nublando a toda hostia, así que, si quiero completar la circular sin mojarme, ya puedo darme prisa.
Llego a un cruce de sendas, cojo la que va hacia el sur. Hay un par de trozos donde han puesto hasta cadenas para evitar caerte barranco abajo en algún lugar donde aflora la roca inclinada o donde se ha caído un trozo de camino por la erosión.
Sigue la misma tónica. senda ancha, perfectamente limpia y con un desnivel moderado. En un momento dado, el track me manda dejar la senda principal y coger una jabalinera que va paralela a otro barranco. De allí, una subida sin senda ni nada a una pequeña prominencia cubierta de erizones y tengo debajo mío la pardina de San Juste.
San Juste está documentada desde el año 1404 y nunca pasó de un fuego. Se encuentra en uno de los lugares más desolados, mas aislados y más perdidos de estas montañas. Puesto allí, imagínate una familia sola, en medio de una tormenta o una nevada en esos días de inverno que se hace de noche a las cuatro de la tarde y te haces idea de porqué se conservaron, hasta bien entrado el siglo XX, costumbres que arrancan en la prehistoria, creencias en brujas y malos espíritus...no era superstición,
era que aquella gente jamás salió de la edad media.
Me habían dicho que había una piedra con una inscripción. Efectivamente, en una esquinera hay grabadas las siglas U.G.T., un recuerdo de la guerra civil de 1936.
La vuelta la voy a hacer por otra senda así que tiro hacia sol poniente por una tiradera de madera convertida, hoy por hoy, en un barranco. No se si se es consciente, cuando se hace, de lo que supone abrir una pista en el monte. En lugares como este, con fuerte pendiente, si no se mantienen se convierten en regueros que a la vez se convierten en barrancos provocando erosiones brutales. Ahora mismo, esa pista no sirve ni para acceder con un todoterreno en caso de incendio.
Bueno pues tras varios km de pista sale, por fin, una senda a la derecha que me bajará nuevamente a Allué. Igual que por la que he subido, es una senda perfectamente trazada, que busca con habilidad los puntos débiles de la montaña y que atraviesa bosques y parajes realmente majos.
Lo que si que es cierto, es que estoy andando por sendas que ya las transitaron hombres en el neolítico. probablemente, estas que van de norte a sur y que comunican valles transversales, coinciden con antiguas rutas de emigración de herbívoros y de los cazadores que los seguían para
luego convertirse en rutas trashumantes. Acojona imaginar lo que han visto pasar esas piedras.
Con estas divagaciones llego a Allué justo cuando empiezan a caer las primeras gotas. Aún me doy un paseo por el pueblo acompañado de cuatro perros pesaos de cojones y entro en la iglesia donde rezar no rezo pero admiro la perfección de su bóveda de horno, me entretengo fotografiando murciélagos y disfruto en soledad de ese ambiente único que se respira solo en las viejas iglesias medievales.
Pues no se...mañana habíamos quedao pa bajar barrancos y mira como se está poniendo este cielo.
Bueno, aquí tenéis el track de un recorrido muy recomendable para días que no se puede hacer nada por arriba.
Hala pues...