recorrido bien majo por la Guara profunda,que nos hicimos este pasado domingo.
Después de la experiencia mística del barranco de San Cristóbal, el sábado sale un día para disfrutar del sofing, ponernos al día en cuestiones varias y salir a echar tragazos mañana y tarde. En uno de estos, nos juntamos con J.C. y Silvia que están igual de frustraos que yo con esto que venimos llamando mierdatiempodeloscojones. Sin embargo, pal domingo, hay indicios, versiones, previsiones y sospechas de que el tiempo se va a comportar así que no nos vamos a quedar en casa. Al sur, otra vez...y ya van no se cuántas.
Entre trago y trago trazamos una posible ruta por la zona de Bara, allá por la lejana cara norte de Guara. Nos han dicho que hay mucha senda de reciente apertura, muchas posibles combinaciones y mucho monte para patear. Cruce de guachaps y ya está. Al final vamos Silvia y J.C, Pirene y Josu, y el Yeti y yo. (habéis visto...todo parejitas...como se nota que ha sido San Calentín...).
Pues sí, mira. El domingo sale un día radiante, sin una nube hacia el sur, sin viento y con unos 3º sobre 0 que prometen un día de manga corta. ¡Hostí tú, qué ganas teníamos!!
De lo primeo que nos coscamos es que el Alcanadre baja como el Duero y esto nos va a condicionar un poco a donde vamos y a donde no... De momento, se deja cruzar camino de Miz por unas pasaderas en las que hoy da francamente miedo pasar. Para amenizar el trago, el Yeti, se dedica a pasar una y otra vez por entre las piernas de la gente mientras hacemos equilibrios para no irnos a hacer Gorgas negras con el traje de los domingos.
A partir de allí, dejando el molino de Bara a nuestra derecha y en la otra orilla, el camino trepa entre lomas descarnadas de conglomerado y arenisca hasta que, casi sin darnos cuenta, llegamos a Miz. Miz era una aldeucha de apenas dos casas con sus correspondientes edificios auxiliares. Como es de suponer, la propia miseria del entorno obligó a marchar a esas gentes que construyeron una iglesia acorde y a escala de la exigua población a la que tenía que dar consuelo espiritual. En las calles, salvadas porque aquí nunca a llegado una pista, hay un par de magníficas piedras coladeras camino de convertirse en restos arqueológicos.
Después de bien fartos y bien bebidos, emprendemos la marcha hacia el norte para desviarnos enseguida a nuestra izquierda, en dirección a Bibán.
Me gusta pensar que, hace 1008 años, probablemente por esta misma senda, cabalgó el hijo del que fue considerado el Anticristo. Así es, queridos y queridas amiguitos y amiguitas. Abd al-Malik ibn Abi Amir al Muzaffar, digno sucesor de su padre, el que fue considerado el anticristo que habría de llegar en torno al año 1000, Abu ʿAmir Muhammad ben Abi ʿAmir al-Maʿafirí (Almanzor, pa los amigos) cabalgó por estos parajes en el verano del 1006 hostigando el Castillo de Buil y arrasando las poblaciones de Bibán (hacia donde nos dirigimos) y el monasterio de San Juan de Matidero, situado para algunos en la actual pardina de San Juan, al lado de la carretera de la Guarguera, y para otros, en la actual Pardineta de Bibán, lugar interesante por donde no vamos a pasar hoy pero que prometemos pasar cualquier día de éstos.
Al final, entre espesos bosques de pino y cajico, amplias leneras y monte bajo llegamos a Bibán. Lo encontramos como si Abd al-Malik acabara de pasar hace dos horas. Ruinas por doquier, casas arrasadas e iglesia completamente hundida. Hasta los gigantescos olmos que debió haber en su día están muertos. Aún así, en una de las casas, se conserva una piedra que hacía días que buscaba en otros pueblos. Aparentemente, es una losa situada a la derecha de la ventana sin mayor interés. ¿Qué para qué servía? Pues unos dicen que para poner allí el puchero y que se enfriara, otros que para colocar una maceta. Echar un vistazo a éste artículo y cada uno que piense lo que quiera...allí está, y es de las pocas que quedan.
Vistazo rápido por el pueblo (por donde nos dejan las barzas) y retomamos camino hacia el este en dirección a el último pueblo de este periplo, Alastrué al que llegamos siguiendo la misma tónica de paisajes áridos salpicados de bosquetes.
Dos casas con los bajos abovedados, los pajares, yerberos y bordas y la iglesia que aguanta con dignidad separada del pueblo, es lo que queda de un lugar que, como los demás, está abocado a ser, dentro de muy poco, un mero topónimo y un yacimiento arqueológico para que lo estudien generaciones venideras (eso si este gobierno del Partido Podrido no se ha cargado la universidad, nos ha vuelto a todos analfabetos y/o seguidores incondicionales de Paquirrín, la Esteban y la Eurocopa).
Casa Bara, la de más empaque, es la que sirve de portada para el libro de mi amigo Arturo González titulado "La montaña Olvidada" extraordinaria guía, imprescindible para moverte y saber más de estos parajes.
Pues una vuelta por el pueblo y continuamos senda que se ha nublado y se ha levantado viento. Amago de rebelión. Unas quieren comer aquí y otros preferimos continuar un poco. Al final pensamos que mejor comer un poco tarde y asegurar el tiempo que, ahora mismo, no pinta demasiado bien pese a las previsiones que prometían sol todo el día.
El camino continúa paralelo al barranco Foroñón que, de repente y para salvar una imponente muralla de conglomerado, se despeña en una cascada de unos 30 m sin instalación. ¿Será posible, que a estas alturas del siglo XXI haya todavía ¡¡Y en Guara!! barrancos sin descender?? Pues mira, parece que sí.
Prometiéndonos volver cuando seamos más mayores y hayamos visto y hecho en esto del monte todo lo que queremos y pergeñamos, continuamos senda hasta llegar a un collado donde, ahora sí, decidimos echar un bocao. Bocao que cae rápido, que hace un frío que pela y no apetece nada estar allí parados.
Conforme comemos vemos que, como nacida de la nada, se ha formado una borrasca justo en frente y que está nevando con ganas en el Tozal de Guara y en la zona de Nocito-Belsué. Temiéndonos lo peor, aceleramos el paso y llegamos, esta vez por el este, otra vez a Miz.
Ahora lo que queda ya lo conocemos. Vuelta a cruzar un Alcanadre embrutecido y vuelta hacia Bara a donde llegamos cuando la borrasca, igual que se ha formado, desaparece y hasta luce un sol tibio de febrero.
Nos cambiamos, cogemos carretera y llegamos a Nocito donde esperamos encontrar algún garito abierto para echarnos una galimba o un café, cada un@ lo que le pida el cuerpo. No solo está abierta casa Ortas si no que está Alfredo, de casa Molinero (con el que tuve el privilegio de recorrer el camino de San Úrbez) y nos reciben como si fuéramos familia. Largo rato de tertulia al fuego nos hace salir, habiendo ya anochecido, con una sonrisa de oreja a oreja y con la sensación de que, por días de éstos, nos gusta tanto salir al monte. No hacen falta barrancos adrenalínicos ni pikachus con pasos de V+ (aunque si llegan tampoco les haremos ascos). Lo que hace falta para un inolvidable día de monte es buena compañía y paisajes que aúnen naturaleza, historia y un poco de esfuerzo para recorrerlos. Pues eso....que seáis muy felices (si os dejan) y que aquí tenéis el track del recorrido.
Hala pues...