lunes, 18 de enero de 2016

PASARELAS DE MONFALCÓ. UN FINDE POR LA RIBAGORZA.

Ya hacía días. Ya hacía días que me iba por la cabeza visitar la magna obra que supusieron las
pasarelas de Montfalcó más que nada para poder criticar (o no) con conocimiento de causa el famoso "camino natural" dentro del que se enclavan. Ya habíamos visitado tramos de este camino en el piedemonte de Guara y habíamos flipao con la desmesura, hiperequipamiento y sinsentido de alguna de las instalaciones que lo componen.
Así pues, una vez pasada con creces la prueba de carga y antes de que la falta de mantenimiento las hagan intransitables (que pasará, ya lo veréis...) nos juntamos en Huesca un grupo de conocidos y otros que no lo son (para mi) hasta conformar una cuadrilla compuesta por Pirene y Josu, Alberto y  Mónica e Izarbe y Miguel, más el que esto escribe, seguro servidor para lo que gusten mandar que acude, como siempre, sin pareja.
Nos organizamos en coches y furgonetas y arreamos a la Ribagorza profunda. Y digo profunda porque, tras pasar por Barbastro, Benabarre y Viacamp, todavía nos quedan 15 km de pista que nos llevan al albergue de Montfalcó, único edificio superviviente de la aldea homónima y convertido por la FAM en un albergue/refugio de montaña.
Alberto conoce a la pareja de guardias y éstos nos reciben como si fuéramos de la familia.
Nos instalamos, echamos un bocao rápido y nos vamos a lo que hemos venido.
La senda, como cabía esperar, perfectamente señalizada, parte de la misma plaza delante del albergue, baja a la fuente y continúa en busca de un barranco para situarnos ya a la altura de las paredes en las que se construyó un primer tramo de pasarelas grapadas a la roca.
Hay que subir por una pared que cae a pico al pantano que tenemos debajo y del que solo nos separa cinco centímetros de madera bajo nuestros pies. Perfectamente instaladas y protegidas, el recorrido es una delicia para notar el vértigo sin consecuencias y sin peligro. No opinan lo mismo algunas de mis acompañantes que lo pasan francamente mal en este primer tramo... no hay más que verles la cara y las manos agarrotadas en los pasamanos, para darse cuenta de que prefieren estar pisando roca y no madera.
Un poco de senda bien trazada y pisada y otras pasarelas, estas mucho más espectaculares que las precedentes. Se salvan más de 100 m. y, a cada paso, se amplían los horizontes y se acrecienta la sensación de vacío mientras subimos cada revuelta.

Al final se llega a una cota que domina todo el entorno, para alivio de alguna del grupo, antes de bajar en picado a buscar la orilla del pantano en el único sitio donde era posible construir un puente que constituye, además, la frontera entre la república de Catalunya  y el glorioso, invicto, leal e imperial Reyno de Aragón, Mallorca, Valencia, Sicilia, Córcega, Cerdeña y Nápoles, amén de los ducados de Atenas y Neopatria.
Sin visado y sin mosus d'escuadra que controlen nuestros pasaportes, cruzamos el puente temblón y nos preparamos a realizar la segunda parte del trayecto, el llamado congost de Monrebei. Ya había estado aquí hace unos años, desde el pueblo de Corça, pero me sigue pareciendo un recorrido imprescindible y que todo y toda senderista y senderisto deberían realizar.
Lo recorremos sin prisa, recreándonos, haciendo fotos y saludando a mucha gente a que nos encontramos. Al final, cuando el terreno se abre, damos por finalizada la mitad de la excursión, buscamos un sitio para comer y nos solazamos un rato entre tragos de vino y viandas compartidas.
La vuelta es igual pero al revés... quizir, que no hay forma de hacer una circular y, por tanto, volvemos por el mismo recorrido disfrutando otra vez de las vistas y del vértigo hasta llegar al albergue justo para ver un atardecer que hace arder las paredes del Montsec en un espectáculo que nos deja boquipláticos y ojiabiertos. Solo por este rato, ha merecido llegar hasta aquí.
Ya en el albergue, tenemos tiempo para echar alguna cerveza, ducharnos y charrar un rato mientras esperamos la cena.
Cena, por otro lado, exquisita y abundante, que nos da pie a valorar el día y conversar largo rato.
No se exactamente que es lo que esperaba encontrar pero, francamente, a mi me ha resultado muy interesante la excursión. No es que la obra esté integrada, que no lo está, pero, como bien dice aquí mis nuevos amig@s y sobre todo los guardas del refugio, se ha puesto en valor una zona que, de otra manera, no iría ni Dios. ¿la recomendaría? Pues si. Pero, además de hacer senderismo, hacer como nosotros y disfrutar de una noche en el albergue. La hospitalidad, la comida, el edificio y el entorno merecen la pena.
Y para redondear el ya de por si redondo finde, domingo visitando románico. El colgado del abismo en la ermita de Santa Quiteria y San Bonifacio del Montfalcó y el idílico pueblo de Montañana sacado, desde cualquier sitio que lo mires, de un decorado de película de Ridley Scott.
Hala pues.... No hay track. Las paredes del congost no dejan triangular satélites pero no hay pérdida

3 comentarios:

David Naval dijo...

Pues le comenté a Elena lo de ir y estaba perezosa para andar, se cree que le vamos a meter paliza, pero estoy seguro que hubiera hecho la ruta tranquilamente.
Tendré que ir a conocer las famosas pasarelas yo también! Y más pronto que tarde no me vaya a tocar el día que el primer tramo falle y me pille encima.
Salud!

Pirene dijo...

Sí DAVID yo te corroboro que a Elena le hubiera encantado.

Y qué decirte JM que no sepas ya. Yo también me lo pasé genial, hicimos buen grupo, sí señor! Y el sitio, para volver.

Salud!

Eduardo Pardo dijo...

Hola J.M.

Veo que te gusto el recorrido, porque has hecho una extensa y detallada crónica de él.

La verdad que es una pasada, aunque las pasarelas como bien dices no están integradas, seguro que se podría haber echo mejor, pero oye, ya que las han hecho, habrá que disfrutarlas, que a fin de cuentas las perricas para construirlas, han salido de nuestro bolsillo.

Por cierto, si que se puede hacer un recorrido circular, haciendo la vuelta por el Montsec, es bastante larga, pero hacer, se puede hacer circular, además los del albergue la conocen, porque en tiempos, la tenían colgada en su página web.

Un saludo.