martes, 15 de noviembre de 2011

BARRANCO DE SAN CHINÉS

Hay una zona de Guara especialmente bonita. Y en esa zona hay unos barranquillos que no tienen parecido a ningún otro de los que nos podemos encontrar en esa sierra. En la zona de Vadiello encontramos una geografía absolutamente quebrada donde la erosión kárstica ha formado un paisaje acojonante en paquetes de conglomerados calizos del Oligoceno. Allí están los Mallos de Ligüerre, la canal del Palomo, las Cuevas de la reina y otra serie de barrancos que, el agua de escorrentía, a labrado aprovechando las líneas de fractura de estos materiales. Como los conglomerados son materiales bastante duros e impermeables, los barrancos son auténticas grietas en los que, en algunos pasos, te haces cábalas de por dónde coño vas a pasar. Lo malo de estos barranquillos es que solo se pueden bajar de julio a noviembre estando el resto del año prohibido. Esto es debido a la multitud de rapaces que anidan por esos pagos y que crían en época invernoprimaveral. En concreto hay abundantes buitres leonados (Gyps fulvus), algunos quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) y el rarísimo mirlo culidorado (Turdus culiaureus). Así pues, teníamos este mes de noviembre para bajar alguno de estos barrancos antes de que estos bichos se pongan a lo suyo y les cortemos, con nuestro paso por allí, el rollo romántico-sexual.
Yo había bajado el de San Chinés en 1992, dos año después de abrirlo. Y en abril, que entonces no había prohibiciones y las rapaces debían criar en verano, o eran más exhibicionistas o vete tú a saber. Bueno, el caso es que me hubiera gustado bajar el de Escomentué, situado al lado pero totalmente diferente. Al final, de cuatro que íbamos a ir nos quedamos en dos (como casi siempre) y nos decidimos por este otro que tiene menos compromiso ya que no está el día para florituras; está muy nublado, hace viento y, en cualquier momento, puede empezar a llover. Tenemos más o menos 9 horas de luz para bajar hasta Vadiello, llegar a la cabecera, bajarlo y volver al coche antes de que las tinieblas nos envuelvan con su manto y nos perdamos por aquellos pericuetos.
Salimos de Sabi cerca de las nueve y a las diez estamos en Vadiello. Hemos bajado con dos coches para acortar todo lo que podamos los tiempos y, de paso, joder un poco más la capa de ozono y engordar los bolsillos de las petroleras, pobrecicas mías...qué mal lo están pasando con esta crisis. Subimos por una pista que sale poco antes de llegar a la presa y dejamos un coche en el primer desvío a la derecha que encontramos. Ya con todos los trastos, subimos con el otro coche hasta donde una valla nos impide el paso. A partir de allí se anda, al principio por la pista, y luego se coje un camino a la derecha, recién limpiado como pudimos comprobar, que nos lleva a las inmediaciones de los mallos d'Aliana, dos enormes monolitos muy visibles. A partir de aquí, el camino se desvía a nuestra izquierda y lo dejamos para seguir una minisenda marcada con algún hito. Los pasamos por el norte y enseguida empezamos a bajar por una ladera muy inclinada de piedra suelta, que hoy resbala que da gusto, hasta llegar a la cabecera del barranco.
Empieza sin contemplaciones. En una ladera completamente pedregosa se ha formado una brecha sombría y honda a la que hay que acceder mediante un primer rápel. Nos recibe un mini bosquete de acebos, higueras, bojes, hiedras y cornejos viviendo todos en buena armonía. A partír de allí, el barranco toma dirección sur y, durante tres horas justas, avanzamos mediante muchísimos destrepes y rápeles. Hay que hacer más oposición que si te presentaras a notario y, en algunos pasos, retorcerte como una culebra para pasar de lo estrecho que es.
La verdad que es muy majo. Sorprendentemente estrecho, sin tiempos muertos y muy continuo. Una vez que te has metido dentro es imposible salir si no es por la desembocadura.
Durante un rato se nubla que parece que se hace de noche. Como le de por caer mucha agua, nos pille en esta ratonera y con el conglomerado impermeable como es...vamos a salir por abajo como un corcho en una botella de champán. Afortunadamente solo caen cuatro gotas gordas pero sigue muy nublado. Al final salimos al barranco de Isarre. La otra vez bajamos por él hasta la carretera de Vadiello pero hoy lo remontamos unos minutos hasta que llegamos bajo las faldas de peña Foratata. Un hito en la orilla izquierda nos invita a salir para llegar, en un momento, a donde está la ermita rupestre de San Chinés.
Estas ermitas rupestres tienen algo que atrae. Debe ser los lugares donde se ubican, los cientos de años que llevan allí esas piedras, los espíritus de los que las construyeron y que todavía pululan por ahí...no se, pero son lugares mágicos, especiales. Esta en concreto se asocia con un despoblado medieval llamado Isarre, del que queda algún documento, y que fue propiedad del monasterio de San Victorian de Sobrarbe. De hecho, una de las leyendas que lo acompañan, dicen que fué el propio santo allá por el siglo V, el que construyó esta ermita. Lo cierto es que por su antiguedad, su valor histórico y antropológico, su ubicación y su arcaica belleza merece mejor futuro que el ser, hoy por hoy, cuadra de cabras. Claro que aquí no nieva y esto del turismo cultural e histórico no atrae más que a cuatro gipis. ¿Vamos a meter dinero aquí, en el culo del mundo, pudiendo hacer un telesilla quintuple desembragable y chipiriflaútica? ¡Amos, no me jodas!
De la ermita hasta el coche nos queda una pateada de una hora que, sin ser demasiado dura, se hace larga. Llevamos ya bastantes horas sin parar, casi sin comer y se está haciendo de noche.
Cuando llegamos a los coches prácticamente ya no hay luz. Nos cambiamos y empezamos a bajar. En una curva nos está esperando la pestañé. Por supuesto nos paran. Cada agente se dirige a un coche y tras el saludo protocolario nos suelta todo seguido y de golpe: Me permite usted sucarnédeidentidadsucarnédeconducirladocumentacióndelvehiculoelresguardodelseguroyelestampillodelmontepíodelasgallinas, por favor ¿De dónde son ustedes? ¿De dónde vienen y a dónde van? Despues de un rato y de las comprobaciones de rigor se convencen de que, pese a las greñas de alguno, las barbas de los dos y el olor barbo que debemos emanar, somos buenas personas y que solo hemos venido a pasar el día por estos parajes. Sin más novedades paramos, como es de rigor, a echar una galimba, que entra como Dios después de todo el día sin beber mas que vino en la bota (manda cojones, no nos llevamos agua para hidratarnos pero vino sí)
Pues eso, que ha estao bien el día.
Hala pues...

2 comentarios:

Marian dijo...

vaya sitio guapo!!! la verdad es que tiene una pinta buenisima. Me alegro de que lo disfrutaras

J. M. N. dijo...

Hola Marian:
Vadiello es un sitio muy majo. Y aunque no vayas a escalar o bajar barrancos, merece la pena ir a darte un rulo. La ermita de San Chinés la tienes a una hora y poco de la carretera (perfectamente indicada). Desde allí también se puede ir a otra iglesia rupestre, la de San Cosme y San Damián. Ésta, además, está perfectamente mantenida, aunque cerrada, claro.
Ves un día, que te sorprenderá
Saludos.