La primera, y más abundante, es la quitameriendas, flor de no merendar o espantaveraneantes que de las tres formas se llama. Su nombre científico (Merendera montana) alude también, igual que los dos nombres comunes, al hecho de florecer en ésta época, cuando las tardes se hacen cortas y ya no hay que merendar (el tercero, más moderno supongo, se refiere a la desbandada de turistas que se produce en los valles pirenaicos a primeros de septiembre). Planta bulbosa, de la familia de las liliáceas, la podemos encontrar en campos, prados y jardines a mediana altura siendo, en algunos lugares, extraordinariamente abundante.
1000-1500 m), es el crocus nudiflorus. De la familia de las iridádeas (la misma que los lirios o los gladiolos) alegra prados y pastizales alpinos. No confundir cualquiera de las dos especies, como hace mucha gente, con azafrán silvestre ya que ambas poseen principios tóxicos que harían que se nos empachara la paella o el plato de nouvelle cuisine con el que pretendemos obsequiar a la parienta (¡Pa una vez que te decides a hacer de comer y todos al hospital!, ¡Le voy a decir a la enfermera que te haga el lavado gástrico con gasoil, Inútil!). Claro que eso no es nada comparado con otra especie muy parecida, que florece también en esta época en los valles del Piri, (aunque es bastante más rara) y cuyo nombre, Colchicum autumnale, alude a una región situada a orillas del mar negro famosa por sus venenos y el uso que les daban las gentes que la habitaban. La hierba en cuestión posee un compuesto químico, al colchicina, que, a dosis muy bajas, (2 gr, aprox de sustancia activa, lo que equivaldría a un par de plantas) nos mandaría directamente a la primera fila del próximo concierto que van a dar, conjuntamente, Michael Jackson y Elvis Preysler.
Hala pues....
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