Pues sí, queridos y queridas amiguitos y amiguitas. En nuestro afán de nuevas conquistas territoriales para la corona pirenaica, cada vez nos desplazamos más al sur. Ya no tenemos bastante con el Moncayo que nuestros pasos y anhelos se encaminan todavía más a meridión, nada menos que a la capital del reino opresor. A la ciudad donde emanan las leyes que nos constriñen, nos oprimen y nos coartan. Para eso, quedamos con Paco y Pili a las muypronto de la mañana para coger el AVE que nos llevará al corazón de la gran Urbe donde nos está esperando Jacinto, a la sazón, el que nos va a guiar estos tres días por estos territorios inhóspitos. De lo que hicimos el primer día, como este blog va de salidas por montaña, nada os diré, excepto que nos vimos cara a cara con Miguelón, con las damas de Elche y de Baza, que recorrimos embobados y ojipláticos una parte importante de nuestra historia material. Recorrimos, guiados por Jacinto, la Villa y Corte de cabo a rabo para ver si nos juntábamos con el Exmo. señor Rajoy Brey para presentarle nuestros respetos y darle un afectuoso saludo o, ya puestos, con su alteza Real Don Juan Carlos I, con intención de declararle solemnemente y de forma unilateral la independencia de los territorios Pirenaicos y pedir la mano de la infanta cortita ahora que está soltera, de forma que quedemos exentos, exonerados y aforados para hacer lo que nos venga en gana en el ámbito fiscal y personal. (eso sí, mirando bien por donde cruzábamos no vaya a ser que la exma. Sra. Dña Esperanza Aguirre le de por salir a pasear con el coche). Nada de eso vimos, pero sí la basílica de la Almudena, el templo de Debod y buena parte del Madrid de los Austrias, con sus monumentales monumentos pagados por nuestros tatarabuelos a base de sudor y lágrimas. El día, intensísimo, termina con un relaxing bocata de calamares in the plaza mayor en compañía de Jacinto, Raquel su mujer, Beatriz, Raquel hija, Pepe y Mario.
Al día siguiente suena el despertador a las siete de la mañana. Raudos y veloces desayunamos y nos montamos en el coche que nos va a llevar, tras pasar la M-20, M-30 y M-40 por la carretera del norte, a la sierra de Madrid. Mal día, aparentemente, hemos elegido. Nubes bajas, niebla y a ratos lluvia nos amenizan el viaje hasta llegar al aparcamiento conocido con el poético nombre de Canto Cochino donde nos calzamos mientras llueve suavemente y divagamos sobre si el topónimo procede de un suido con voz melodiosa o de que esto es un lugar comúnmente conocido como picadero donde se viene a hacer lo que habitualmente hacen hombres y mujeres enamorados y/o excitados sexualmente.
Cogemos una senda que empieza a subir suavemente, entre pinos, robles, brezos y rocas de granito de variadas formas, hasta llegar a un collado conocido como el Collado del Cabrón. Nada que decir... De allí parten nada menos que cinco caminos. Cogemos uno en dirección naciente que bordea un barranco profundo cerrado por una muralla de rocas y agujas de formas imposibles. Entre la sorprendente orografía, la vegetación y la niebla, andamos por un paisaje digno de una novela de Tolkien.
Nos desviamos a la izquierda y emprendemos una subida bastante más dura y bastante menos pisada que nos lleva, en no demasiado tiempo, al llamado Puente de los Poyos que, pese a la evidente homofonía y a la toponimia incorrecta de los mapas, nada tiene que ver con ese bicho que nos comemos previo desplume y sí con la voz latina Podium que significa "lugar elevado" y que en nuestras lejanas tierras a dado lugar a todos los Pueyos que conocemos.
Magnífico y monumental lugar éste, a fe mía. Una roca de granito, vomitada por la madre tierra en la lejanísima orogenia hercínica, vuela sobre nuestras cabezas en forma que ni Santiago Calatrava es capaz de diseñar un puente tan bello y que se sostenga así durante miles de años.
Almorzamos allí mientras un sujeto, que ha llegado por otro sitio, despliega toda una colección de ferralla, fierros y ferrunchones e inicia una lenta y atlética escalada artificial.
La vuelta la hacemos por el mismo sitio hasta el collado del cornúpeta y un poco más abajo, cogemos una nueva senda que, enseguida, nos deja a orillas del río Manzanares que hoy baja bien furo.
Enseguida tomamos una pista que nos llevaría, a la izquierda, al aparcamiento y al coche pero Jacinto, que se conoce esto como la palma de la mano, nos tiene reservada otra excursión. ¿Qué es esto de irse ya pacasa? ¿No me subiste tú a Góriz por la senda de las flores? Pues ahora te vas a cagar!!!. La cosa es que seguimos por la pista y en el llamado puente de los franceses cogemos una senda que, paralela al Manzanares, va a buscar su nacimiento, en los conocidos como Chorros del Manzanares. A ellos llegamos en continua subida por una senda que, sin ser demasiado pronunciada, no da tregua en ningún momento.
Habíamos pensado en echar un bocado aquí pero queda casi la mitad de la subida hasta otro puente, por el que cruzaremos el río y que nos llevará, por una pista que recorre todo el cordal, nuevamente al coche. Así que continuamos subiendo. Un afluente del río que se despeña a nuestra derecha, nos hace hacer comedias para cruzarlo ya que baja cargado de agua y un paso en falso, nos haría bajar directamente a una gorga que burbujea a nuestra izquierda y en la que está prohibido bañarse (hoy, además de bañarte, te ahogarías, con lo que te ahorrarías la multa por practicar barranquismo, deporte prohibido en ese paraje si hacemos caso a los carteles).
Un movimiento nos llama la atención. Casi a nuestro lado, pacen tranquilamente un rebaño de cabras monteses. Son todo machos, con lo que deducimos que, o bien no es época de celo o bien las hembras se han quedado en casa con los cabritillos mientras los machos, como siempre en muchas especies porten o no cuernos, se han ido con los amigotes a dar un rulo por ahí. El caso es que saco la cámara, les hago abundantes fotos y en una de éstas se me resbala de las manos y cae rebotando en un pedregal en modo atomarpolculobicicleta. Of course, los cápridos desaparecen como por ensalmo asustados por mis imprecaciones, mis palabras malsonantes y mis blasfemias y la cámara no funciona. Cojonudo tú...
Hala, seguimos. Subimos más a enlazar con una pista y cruzamos el río por el puente de los manchegos, punto más alto de la ruta. Paramos a comer, ahora sí, teniendo en frente la Maliciosa, pikachu de 2227 m. de vellón y que hoy se muestra cubierta de nieblas, nieves y lluvias que....por cierto, tienen toda la pinta de echársenos encima. Después del bocado rápido iniciamos un flanqueo hasta el llamado Collado de los Pastores, extraordinario mirador desde donde se puede observar prácticamente toda la sierra y los números pueblos, villas y ciudades que se extienden a meridión, incluida, claro está, Madrid y sus torres y/o rascacielos.
Ahora si...empieza a llover como si no lo hubiera hecho nunca. Esto y que ya va siendo hora de terminar nos hace acelerar el paso por la pista que baja sin compasión y durante muchos kilómetros hasta un primer aparcamiento y poco después al coche.
Jodo petaca.... más de 27 km y más de 1500 m. de desnivel positivo...bastante más que la subida a Collarada desde la Espata, por decir algo... Aquí tenéis el track por si os apetece...
Bueno, nos hemos ganao una galimba ¿no? ¡Pues claro que sí!. La cerveza nos la echamos en Moralzarzal, pueblo de topónimo obvio y cristalino que, siendo, en palabras de Jacinto, "un pueblo pequeño de la sierra" censa más de 10.000 almas...prácticamente como todos los habitantes de Villacloro y Biescas juntos tú...
Vuelta a Madrid, ducha y cena y a dormir, que nos lo hemos ganado.
El domingo amanece en la capital despejado y limpio como pocas veces (o eso dicen nuestros anfitriones) así que lo dedicamos a pasear por el Retiro, por el jardín Botánico y por el petadísimo, heterogéneo y multicultural rastro haciendo tiempo para coger el tren que nos llevará, nuevamente, a nuestras queridas, salvajes y añoradas montañas.
Hala pues...
martes, 8 de abril de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
6 comentarios:
Hola JM,
Un fin de semana bien aprovechado, desde luego.
¡Espero que puedas reparar la cámara ! Saludos.
Bonito, sí señor! No pensaba yo que se pudieran hacer esos desniveles en la sierra de Madrid. No sé porqué siempre se la imagina uno llena de gente... Pero tiene buena pinta, sí señor! Si uno se lo curra, hasta en Madrid se lo puede pasar bien... ;-)
Ala maño que cada día os vais más lejos, lo de visitar Madrid no os envidio, eso sí, la próxima que vayais le dais un recado de mi parte a toda esa banda burguesa que nombras, jaja. En cuanto a la Pedriza te alavo el gusto, que la tengo pendiente desde hace muchos años, eso sí, más cortita, que jodo un poco más y no os hace falta coger el AVE. Saludos
Buen rulo, sí señor!! y hasta por la capi, como tiene que ser!!
Nos encantó La Pedriza, tanto que siempre hemos dicho que volveríamos a la cara Norte, que se nos quedó pendiente.
Me alegro un montón de que al final el tiempo os dejará continuar con el viaje, que veo que mereció un montón la pena.
Ta lué!!
Asi que explorando nuevos horizontes no?? Bueno... me alegro que el mini viaje fuera placentero. Un gustazo volver por aquí y por tu blog. Creo que después de éste paréntesis, pronto estaré de vuelta también por el mío. Saludos!!!
Bueno bueno! a que a pesar de todo es maja la capi?? a mí no deja de gustarme oyes que también hay que contemplar paisaje urbano de vez en cuando.
Oyes que me ha picado la curiosidad con la Pedriza (nombre que no me extraña vistas las bellísimas formaciones que has fotografiado).
El año pasado estuvimos con Bonito por Gredos y también nos encantó aunque era semana santa y se dejó explorar muy poco.
Ando un poco perdida últimamente, más que nada por ocupada con los preparativos y jodidilla con los efectos secundarios de las vacunas.
En fin, no sé si sacaré tiempo ni para despedirme pero te mantendré puntualmente informado.
¡Salud y orujo que corran a raudales!
Publicar un comentario