Se apuntan también Teo, Úrbez y Javi Campillo. Entre tanto guide titulao y tanto bombero es imposible que pase nada.
Salimos de Biescas a las cuatro después de currar y en poco más de dos horas estamos aparcando en la Besurta. Media hora después, llegamos al refugio de la Renclusa. Nos da tiempo de cambiarnos, echar alguna galimba e instalarnos en una habitación pa nosotros solos.
Salimos de Biescas a las cuatro después de currar y en poco más de dos horas estamos aparcando en la Besurta. Media hora después, llegamos al refugio de la Renclusa. Nos da tiempo de cambiarnos, echar alguna galimba e instalarnos en una habitación pa nosotros solos.
La cena la dan a las siete y media. Como pa una boda, tú. Sopa, ensalada, carne guisada con patatas y cuajada. Todo esto regado con vino y agua. El refugio está bien. Amplio, bien arreglado y bien atendido. Dormí aquí hace muchísimos años, cuando subí al Aneto en el año 91. Debe haber habido reformas después porque no lo recordaba tan amplio. Hacemos sobremesa, echamos cafeses y nos vamos a dormir a las 10 de la noche.
A las siete, suena el despertador. Bajamos a desayunar y a las ocho en punto emprendemos la marcha. A estas horas hace frío, pero se prevee un día cojonudo. Ni una nube en el cielo. Bajamos un poco, cruzamos el río que baja del glaciar de la Maladeta y subimos por el barranco de Paderna. Cuando llegamos a donde están los ibones y las balsas de Paderna, el sol ya pega en los picos más altos. El valle es una preciosidad. Durante un rato se mantiene completamente llano, con el agua culebreando por su fondo y enormes y puntiagudos picos cerrándolo por el oeste.
El camino se desvía a la izquierda y nos metemos de lleno en lo que va a ser la tónica del día. Un sube-baja continuo por enormes piedras de granito. Había trozos que eran como mares de piedras. Ni una brizna de hierba, ni un bicho, ni una flor...nada. Solo piedras y más piedras, combinadas con cantales, zaborros, peñascos y bolos de los más diversos diámetros y/o formas. Nosotros vamos medio bien. La progresión se hace saltando de una a otra (afortunadamente no se mueven y la bota agarra de maravilla en ese granito rugoso lleno de liquenes) pero los críos...tienen que subir y bajar de muchas de ellas porque no les da la pierna como para pegar una zancada. Pol, a no tardar, estos críos te odiarán, seguro.
El camino se desvía a la izquierda y nos metemos de lleno en lo que va a ser la tónica del día. Un sube-baja continuo por enormes piedras de granito. Había trozos que eran como mares de piedras. Ni una brizna de hierba, ni un bicho, ni una flor...nada. Solo piedras y más piedras, combinadas con cantales, zaborros, peñascos y bolos de los más diversos diámetros y/o formas. Nosotros vamos medio bien. La progresión se hace saltando de una a otra (afortunadamente no se mueven y la bota agarra de maravilla en ese granito rugoso lleno de liquenes) pero los críos...tienen que subir y bajar de muchas de ellas porque no les da la pierna como para pegar una zancada. Pol, a no tardar, estos críos te odiarán, seguro.
Cruzamos el collado inferior de Alba y por otro mar de piedras ya vemos hacia dónde nos tenemos que dirigir. Hay un collado en forma de "V" al que se accede mediante una, aparentemente, fácil trepada por un corredor de piedra suelta. Arriba, justo en el collado, se adivina un hito muy grande. Tiene que ser por aquí. Subo primero para ver que hay al otro lado y para testar la dificultad para los críos. Iº escaso, muchas y buenas presas aunque hay piedra y tierra sueltas. Al final, sin ningún problema, subimos todos y nos metemos en la vertiente de Alba. Ahora queda una ladera larga de piedras gordas que nos la merendamos en 30 min. Antecima del Pico de Alba. Hay un hito y banderolas de oración tibetanas que, ultimamente, proliferan en todos los picos. Para pasar a la cima principal, apenas medio metro más alta, hay que cruzar una arista estrecha y expuesta. Pese a que no tiene ninguna dificultad, pasamos los críos uno a uno hasta juntarnos todos en la cima. 3118 m. menos de cuatro horas y unas vistas alucinantes hacia el norte, sur y oeste. Hacia el este, nos tapan la visión los picos Mir, Cordier y Sayó. De fondo la Maladeta nos impide ver el Aneto aunque lo debemos tener apenas a dos km en línea recta. Después de buen rato (se está muy bien arriba, no corre viento y hasta pica el sol) iniciamos la bajada por el mismo sitio. En algún sitio hemos leído la existencia de otro tresmil, allí mismo, llamado Gendarme de Alba y al que cuesta muy poco subir. Vamos a intentarlo Teo, Urbez, Pol y yo. Chaime y Bizén se quedan con Javi esperándonos en el sol.
Bajamos hacia la vertiente de Alba, nos salta una perdiz blanca al lado, y llegamos al collado que individualiza ese monte de el resto de la arista. Hombre, tanto como tresmil, esto es una mierda de peñasco que se eleva un poco más que el resto. Y encima, el acceso no se ve nada claro. Hay un corredor de piedra suelta que, como te vayas por ahí, amaneces pinchao en el pararrayos del Balneario de Benasque. Llegamos a la conclusión que no merece la pena jugársela por encaramarte ahí y marcar otra x en nuestra particular (y en cierto modo estúpida) lista de picos ascendidos. A la montaña se va a disfrutar, con la naturaleza y los compañeros, a superarse física y mentalmente pero, al menos yo, no voy a competir ni contra nadie ni contra mí. Me la pela la Lista oficial de tresmiles y no tengo ningún interés en ascenderlos todos, aunque si que me gustaría visitar todos los macizos. Muchos de ellos son elevaciones sin ninguna relevancia (Pitón Sw del Zilindro, Punta las Escaleras, Frondiella central...). Únicamente, voy a celebrar mi tresmil número 100 (llevo 98 de la lista oficial) con el único fin de cenar y echar buenos tragazos con los colegas que me han acompañado todos estos años. Nosotros hacemos el recorrido a la inversa. Está muy bien indicado con hitos y en una hora bajamos hasta cerca de los ibones donde paramos a comer. De allí al refugio hay un paseo.
Me desvío unos metros para fotografiar la capilla de la Virgen de las Nieves. Construída, según reza una piedra tallada, en 1916, fue erigida en honor de mosen Jaime Oliveras, José Sayó y dos alemanes que murieron una semana antes de la inauguración del refugio alcanzados por un rayo en el Paso de Mahoma del Aneto. Mientras yo doy vueltas por ahí, los demás ya han pagado la estancia y están esperándome haciendo amistad con dos burros que hay sueltos y que están empeñados en comerse las correas de las mochilas.
La bajada hasta la Besurta, sorprendentemente, resulta un agradable paseo sin agujetas ni dolores, con una temperatura ideal y con el sol poniéndose tras los montes.
De donde tenemos los coches, en pocos minutos, nos plantamos en Benasque, donde echamos una cerveza y de allí, en apenas dos horas, en casa. Si algún día abren la Yebra-Fiscal, ir a Benasque resultará un paseo de una hora y poco...jodo anda que no nos queda hacer monte por este valle...
Hala pues...
2 comentarios:
Que guapo es el valle de Benasque también. Lo de Yebra-Fiscal, sería un puntazo que lo abrieran algún día pero bueno... habrá que esperar. Bonita travesía. Un saludo
Hola Marian!!!
Bienvenida...hace días que no te dejabas ver por aquí...
Si es cierto, el Valle de Benasque (La Ball de Benás, mejor dicho) es otra de esas zonas magníficas de nuestro Pirineo que, si no fallan los pronósticos, la tendremos más cerca a partir de esta primavera que es cuando, dicen y prometen, van a abrir la Yebra-Fiscal. Un puntazo para los que nos movemos por estos valles y, sobre todo, para la gente de Sobrarbe a los que se les va a abrir una puerta acojonante hacia occidente.
Saludicos y bienvenida
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