Así pues, aprovechando que Roberto sigue de vacaciones y que Kankel estaba libre, salimos a las siete de Biescas y nos encaminamos, otra vez, al valle d'Ossau. Pocos km más abajo del pueblo de Gabás, sale una pista, ya conocida, que nos lleva a la entrada de las Gorges du Bitet. (Por cierto, este año todavía no las hemos bajado...) Dejamos allí la furgoneta y empezamos a andar pista arriba hasta la presa del Bitet. Allí termina y comienza un sendero que sube de forma criminal por un hayedo precioso. Salimos del bosque después de una hora larga. Nos damos de narices con una ladera, todavía más pita que por la que hemos subido, cubierta completamente de Epilobium angustifolium, Sambucus racemosa y millones de matas de frambuesa (chordoneras pa los fabloparlantes), arándanos (anayones para los fabloparlantes) con los frutos maduros. El sueño del onso laminero. Con paciencia, con mucha paciencia, subimos hasta el umbral rocoso que represa el lac d'Isabe para darnos de bruces con un lugar espectacular. De lo mejorcito que se puede ver en el Piri. Un enorme ibón natural, sin represas ni gaitas, rodeado por un circo rocoso por el que se descuelga una cascada. Arriba, todavía muy arriba, se ven, por primera vez, el Pic de Sesques, el de Isabe y el de la Ténèbre. Almorzamos a orillas del lago, mientras Yeti se baña, y le espanta las truchas a algún pescador que hay por ahí. Una vez almorzaos, con fuerzas renovadas, iniciamos una subida igual de fuerte que las anteriores hasta colocarnos en la repisa superior desde la que se domina el lac y se tiene una idea de por donde continuar. Hay que dirigirse a un collado, situado al oeste, para luego recorrer toda la cresta hasta la punta. No nos cuesta mucho llegar a las cercanías del collado. Una vez debajo, los hitos se desvía a nuestra izquierda para subir por una ladera que nos deja directamente en la antecima del pico. Una arista, muy fácil pero muy llamativa, nos lleva en pocos minutos a la cima horriblemente mancillada por antenas y repetidores. Hombre, por lo menos, según pone en un cartel, son repetidores usados por los gendarmes, les pompiers, les bergers y demás habitantes del valle para trabajar y facilitar su vida cotidiana y no son de Orange o Vodafone para hacer dinero. Estamos muy poco rato en la cima. El paisaje cojonudo que se debe ver desde ahí un día claro está ensombrecido por nubes negras como mi conciencia hacia el sur y el este. Es cuestión de minutos que llueva. De hecho, en la zona del Lurién y el Palas está cayendo una buena ahora mismo. En varias reseñas que hemos leído pone que la bajada guapa es por el vallón del Caperán completando así una circular preciosa. Sin embargo, la inminencia de la tronada y el no verlo nada claro desde la cima nos hacen dudar. Kankel, al final, nos convence para hacerlo. Total, nos vamos a mojar igual... Asi que emprendemos una bajada vertiginosa y sin senda hasta el Col de Sesques. Destrepes guarros sobre tierra suelta y resbaladiza, laderas empinadísimas de hierba nos llevan a coger una senda de ganado que, sorteando escarpes, nos baja hasta el fondo del valle. Este a sido el peor tramo de todo el día. Pasamos por debajo del Caperán de Sesques, una aguja caliza, escalada por primera vez en 1922 y que, vista desde aquí, constituye una curiosidad geológica para unos pocos y un enorme, largo y pétreo falo, erecto hacia el cielo brumoso y tormentoso, para la mayoría. (Sí, ya lo sé, soy un poeta muy sensible, qué le vamos ha hacer.)
Se vuelve a perder la senda, pero el camino ahora ya, es evidente. Hay llegar a aquella mallata que se ve allá a bajo. En ella estamos y está habitada. Cuando nos acercamos a preguntar por el camino hacia el Bitet nos sale le berger, sa femme et ses deux enfants que, amablemente nos indican. De todas formas, el camino ahora no tiene pérdida. Está completamente trillao y cagao de ovejas, vacas y caballos. Sigue tronando, el cielo está cada vez más negro pero, de momento, no ha caído ni una gota. ¿Será posible que tengamos tanta suerte? El sendero que serpentea por dentro de un hayedo, es un auténtico romperodillas. Baja en picao sorteando árboles y pequeños cursos de agua hasta llegar a un prado llano, donde hay otra mallata, y volver a introducirse en el bosque donde vuelve a bajar en picao. Al final, se oye el barranco a cuyas orillas hemos dejado el coche esta mañana. Siete horas y media justas cuando llegamos al coche. Sigue tronando. Al fondo se ven cortinas de agua pero no nos ha caído ni una gota. Comemos al lado de la furgoneta, nos cambiamos y cogemos carretera. Las primeras gotas caen cuando ya estamos en la frontera disfrutando de una galimba bien merecida. Jodo que día más majo, jodo que sobo nos hemos pretao, jodo que bien voy a dormir hoy, jodo como pasa esta cerveza, jodo como llueve, jodo si nos llega a pillar por allá arriba...
Hala pues...
4 comentarios:
Joder, por mucho desnivel que patearas solo por ver esas vistas que nos muestras en las fotos merece la pena.
Y me dices que yo no paro...
como haya algún terremoto en Biescas en fin de semana tranquilo que a ti no te pillara, jejeje.
Cuídate.
Hola Cristian:
El terremoto, de 5,3 grados en la escala del Richar, para pillarme debería ser de 15 a 16 h. entre semana (que es cuando estoy comiendo) o de 23 a 6 (que es cuando duermo). El fin de semana, es verdad, lo tiene jodido...alguno tendremos que quedar pa simiente ¿no?...
Cuidate tú también.
Muy guapo el sitio, las fotos geniales. Me alegro que fuera un dia de esos que no se olvidan.
saludos
Creo que me acuerdo de todas las excursiones que he hecho....no no es verdad....pero me acuerdo de muchísimas de hace la tira de tiempo...todos los lugares te dejan algún recuerdo, bueno o malo y este ha sido de los buenos. Incluso el ir pendiente de me llueve no me llueve tiene su punto...
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