Efectivamente, como bien apunta Elales en la anterior entrada, la religiosidad popular se apropia de los espacios sagrados, los hace suyos y mezcla, magistralmente, lo transcendente y lo profano. La ermita de Erata en cuestión no iba a ser menos y, una vez cumplida y perdida en la memoria la misión primigenia por la que se construyó, pasa a ser un lugar de referencia para los pueblos cercanos. Desde allí, aparentemente llegaban las tronadas a Otal. En un mundo donde no existían seguros agrarios y una granizada te aseguraba hambre para todo el año, las únicas formas de luchar contra los elementos eran la religión y la magia (las dos cosas, en esencia, son lo mismo). Los de Otal subían el 11 de julio en romería desde el pueblo (casi 1000 m. de desnivel) y depositaban pequeñas botellas con agua bendecida en su interior con la intención que los protegieran. Allí cuentan, aunque también lo cuentan de otros lugares, que llegó una mujer ya entrada en años y, viendo el panorama que se divisaba y siendo como era la primera vez que salía del entorno inmediato del pueblo exclamó ¡Haivá! ¡¡¡¡Pues si hay más mundo!!!!.
Cuando empezamos a restaurarla, tuvimos ocasión de hablar con algunas personas que, de una u otra manera, habían estado vinculados con ese espacio. Nos contaron historias de tronadas capeadas, como podían, dentro de la ermita, y una que a mí, personalmente, me impresionó. Durante la guerra civil la posición fue ocupada por un grupo de soldados (igual da el bando, todos hicieron atrocidades sin cuento) y un par de ellos bajaron a Otal. A punta de fusil hicieron entrar dos mulas dentro de la iglesia y con una soga tirar el retablo de la iglesia. Después hicieron subir a las mulas cargadas con el retablo hasta la ermita. Una la mataron, ante la desesperación de su dueño, la despellejaron y la asaron con las tablas del retablo. A la hora de hincarle el diente no pudieron hacerlo ya que, las pinturas de las tablas, habían pasado a la carne haciéndola incomestible.
En esencia, un lugar que nos habla de cultos paganos, cristianos, de historias casi olvidadas y otras para olvidar. Por eso tallé una imagen en la que se ve un monje que trata de ser San Benito de Nursia, flanqueado por el sol y la luna. Paganismo y cristianismo unidos. Aunque, sin perder de vista para qué fue construida, y por respeto a la gente que allí depositó rezos y esperanzas, también Mosen Ricardo subió hasta allí y la volvió a bendecir como debió hacer algún monje benedictino allá por el siglo X.
Hala pues...
2 comentarios:
Cagüenla!! Si es que me he adelantado y no te había dejado terminar.
Muy buenas estas historias!
No tenía intención de continuar pero ya que has sacado el tema...Para escribir chorradas siempre se está a tiempo. Estas tardes largas, oscuras y frías se prestan a estas cosas.
Saludos!!!
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