jueves, 26 de junio de 2014

PUNTA ESCARRA Y PALA DE IP.

Aprovechando el solsticio, los días largos y caniculares y huyendo de aglomeraciones y biciclistas
cinco valientes montañeros y una aguerrida fémina (montañera también, por supuesto) decidieron hacer algo que llevaban en mente hace muchos días. Nada menos (y algo más) que coronar el conocido como "Cervino del Pirineo" o Punta Escarra para los que gusten de la toponimia tradicional. Pico de singular belleza, lo mires como lo mires, y que atrae las miradas de los miles de ejkiadores que cada año ejkian en Formi y, de paso, nos sacan del hambre y la indigencia a los pobres aldeanos que vivimos en estos valles remotos y retrasados de los adelantos modernos.
Bueno, pues como algún listo ha decidido cortar las carreteras mientras se desarrolla una prueba cicloturista (y de paso dejar colgados y aislados a unos cuantos miles de personas) la madrugada es seria, llegando al puente de los Peregrinos de Canfranc allá las seis y media de la mañana.
Emprendemos camino ya conocido y hollado hace pocos días, aunque la temperatura y el ambiente cuasi amazónico nada tiene que ver con aquella fallida excursión.
Así que sin demorarnos más de lo imprescindible, en escasas tres horas, nos plantificamos, nuevamente, en el refugio de Ip. Hoy está ocupado por Nicolás y Jesús, dos pamploneses que están interesados, a partes iguales, en las truchas del ibón y en las montañas que les rodean. Dejamos parte de los trastos (Roberto y yo vamos a pasar allí la noche), echamos un bocao, intercambiamos cuatro palabras de cortesía e iniciamos la subida hacia la punta Escarra que, desde allí, ni se ve ni se intuye. Llegamos a un nevero en el que apreciamos grandes manchas de color rosado. Pese a lo que pudiera parecer, ni ha habido allí un asesinato ni se trata de un fenómeno extraño producido por agentes extraterrestres. Se trata de la proliferación de un alga microscópica llamada por los que tienen estudios Chlamydomonas nivalis, que medra sobre nieves viejas y que le confiere ese curioso color rosado. Estoy pensando en llevarme un poco, criarla en el congelador de casa y vendérsela este invierno que viene a la flamante familia real para que, cuando se vayan a esquiar a Baqueira con el dinero de todos nosotros, hagan un posado de lo más chic, para las revistas de papel couché. Os imagináis a la futura reina Doña Leonor de Borbón y Ortiz  acompañada de su hermanita ¿Cómo se llama esa cría?  y de la manita de su glamurosa madre y de su apuesto padre enfundados todos en monos de esquiar de Gucci y sobre un fondo de nieve rosa??? Me encaaaaaaanta!!!!! ¡Qué glamur! ¡Qué belleza y campechanía a la vez que porte, distinción y prestancia!!!!! ¡Viva la familia real! ¡Viva! ¡Vivan los Borbones que abandonan al populacho cuando ven la cosa jodida!! ¡¡Vivan!! ¡Viva la nieve rosa! ¡Viva! ¡¡¡¡Viva la Roja que todo lo gana!!! estooooooo, venga va, que se me está yendo de las manos... seguimos subiendo.
La traza, si la hay, se desdibuja aunque la dirección es evidente. hay que dirigirse al noreste del circo que cierra la cubeta del ibón entre praderas primero, canchales después y algún nevero carmesí con tonalidades fucsias.
Sorpresivamente, aparece ante nosotros la cima que pretendemos conquistar. Aún nos queda una buena subida hasta un collado y unas trepadas a la pirámide cimera.
Roberto no se encuentra bien y se da la vuelta allí. Los demás, con paciencia, tranquilidad y poniendo un pie delante del otro nos encaramamos al collado (donde desemboca el famoso corredor norte de Escarra) donde nos aviamos con cascos, arneses y demás artilugios que hemos subido hasta aquí para algo más que llevar peso en las mochilas.
Las trepadas no tiene mayor dificultad que la altura que vamos ganando y que, a cada paso que damos, el abismo crece en todas direcciones.
Me cuesta un rato subir. He descubierto músculos que no conocía y que se contracturan como si les metiera corriente pero, aún así, nos encaramamos todos a esa punta rodeada, ahora mismo, por nubes tormentosas por todos lados.
Dos fotos, un apretón de manos y un beso pa la moza y todos para abajo antes de que se desencadenen los elementos en este pararrayos lítico y natural.
La bajada la hacemos rauda y veloz. Tanto que en apenas hora y media estamos descalzándonos en la puerta del refugio donde nos juntamos con los de Pamplona y con Roberto que, al darse la vuelta, se ha encontrado con unos capullos que había allí y que se iban mangándole un piolet suyo y una camiseta sudada mía que habíamos dejado con el argumento de "como estaban allí...." Pa flipar. Mecaguensuputamadre. Por mierdas como ésta me da asco el género humano. Hace falta ser muy cutre y muy miserable para mangar una camiseta sudada en un refugio de montaña aunque, últimamente, menudean las noticias de este tipo.
Bueno, después de cagarnos en sus muelas, comemos y pasamos el rato charrando con unos y con otros. Silvia, J.C, Pol y Kankel se van hacia el valle, los de Pamplona a pescar y Roberto y yo a echarnos la siesta en las colchonetas del refugio con permiso de las p*t*s moscas.
La tarde discurre plácida, entre siestas, cacerías de monstruos alados, paseos para estirar músculos, conversación y fotos a flores, que está todo que da gusto verlo. Además, las tronadas que han amenazado todo el día, se han disipado y se ha quedado una tarde de lujo.
Nicolás se ha empeñado en pescarnos alguna trucha para cenar y hasta prepara fuego y todo en previsión de conseguirla. A todo esto, llega una pareja de madrileños dispuestos a pasar la noche en el refugio también, así que ya estamos todos para charrar un buen rato, ver una apoteósica y solsticial puesta de sol y cenar (sin trucha) hasta cerca de la una de la madrugada.
Dormimos unos mejor que otros. Yo debo tener la conciencia bien tranquila porque no me entero de mis ronquidos pero estos otros dicen que sí... que ronco como un cochín farto coles.
Al día siguiente, cuando nos despertamos, Nicolás nos ha preparado un café... joder macho, gente que ayer a estas horas no conocías de nada y ahora, en apenas unas horas, las consideras más amigos que muchos de tus conocidos de toda la vida. ¡Que placer echarse un café caliente viendo amanecer allá arriba!
Venga va. Hoy vamos a enfilar la Pala de Ip. Y nos va a acompañar Jesús, que está ya un poquito hasta los huevos de que las truchas le toreen.
Así que desayunamos (con café) y emprendemos la subida por prados herbosos y cuajados de flores primero y cascajeras después hasta colocarnos en la base del corredor entre la Pala y la Moleta.
Aquí sacamos los pinchos y en cuatro patadas nos plantamos en el collado donde se amplían los horizontes en todas direcciones.
Parece que ya estamos, pero aún queda una buena tirada primero por la vertiente sur y luego por el mismo filo de la cresta hasta coronar la Pala de Ip un monte de belleza singular, al que ya subimos hace unos años. y que tiene 2779 m. de altura, 26 más que la punta Escarra a la que nos encaramamos ayer y que ahora vemos justo en frente nuestro.
Nos estamos buen rato en la punta. Al contrario que ayer, hace un día espectacular y ni una nube enturbia el cielo. Claro que, al final, hay que bajar y lo hacemos en menos que canta un gallo. Cuando nos damos cuenta estamos otra vez en el refugio.
Nicolás y Jesús comen en un periquete, preparan sus macromochilas donde llevan desde cañas de pescar hasta piolets y/o sartenes y se van a sus feudos.


Nosotros aún perreamos un rato antes de organizar nuestras mochilas y emprender un camino ya conocido que, con el calor que hace, se nos hace eterno. Menos mal de la profusión, variedad, multiplicidad y sorprendente exuberancia de la flora que nos acompaña y que me permite dar un descanso a mis recalentados pieses cada vez que paro a hacer fotos.
Al fin, llegamos al coche y emprendemos la vuelta a casa no sin antes echarnos una macrogalimba en Villanúa. Nos deben ver la cara porque nos la ponen en una jarra helada que hace que se nos salten las lágrimas y que tengamos que contener las ganas de saltar la barra y apretarle un morreo a la camarera, que se lo ha ganado.
Hala pues...

2 comentarios:

Pirene dijo...

¡QUE GUAY! como molan esas noches de refugio con gente maja y montañera.

Tremenda actividad mozé, a ver si conseguimos compartir algo parecido un día de estos.

Salud y orujo a raudales!

silvia dijo...

Qué fin de semana tan majo y qué majo lo cuentas tú todo mocé.
Hay que hacer alguna otra de estas que yo me quedé a mitad y sabe muy mal.
Hasta ya mismo...miedo me da tanta chulla ahora que me estoy cuidando!!
Abrazotes!!