lunes, 16 de junio de 2014

BARRANCO DE FAGO

23 años. 23 años, que se dice pronto, hacía que no entraba en este agujero. Y no a sido porque le falte
belleza al paraje, ni por lejanía, ni por nada en concreto...simplemente que no se habían alineado los astros aún como para volver a este barranco del que solo me acordaba que era muy majo.
Y la oportunidad se produjo este finde después de muchos días de sequía barranquil. Claro que, entre orquídeas y brujas, llevaba unos fines de semana que, sin ser propiamente deportivos, han sido bien montaraces y entretenidos.
El caso es que Celia y Mamen me hacen partícipe de un extraordinario descubrimiento botánico (al menos para ellas y para mi) en Fago y, aprovechando la coyuntura, para allí que nos vamos el domingo Pol, Javi y yo.
Lo primero que hacemos es visitar a nuestras amigas que nos enseñan una extraordinaria colonia de Himantoglossum hircinum, conocida por los profanos como orquídea de lengua de lagarto. Salpicadas en torno a ellas, hay miles de Anacamptis pyramidalis, muchísimas Ophrys apifera y algunas especies más. Es decir, al lado del pueblo, hay un paraíso para estas plantas del que disfrutamos un buen rato. No hay prisa para meternos en el agua, que baja muy fría.
Al final se acaba la visita y Mamen nos acompaña en su coche de forma que nos evitamos la aproximación y/o el regreso andando. Jodo vaya deportistas de chichinabo.
La cosa ye que, cuando llegamos al aparcamiento de inicio (sí, hay aparcamiento y todo) éste está petao de furgonetas, coches y autocaravanas. Sin saberlo hemos cambiado de país y/o de región si atendemos al idioma que se habla allí. Excepto nosotros, que charramos en la lengua de cervantes aderezada con gotitas de fabla, solo se oye algo así como eskaralakakatúa y andestámiguitarrá.
Nos cambiamos tranquilamente, dejamos que marchen y entramos. Este barranquillo dicen que es difícil cogerlo con agua y lo cierto es que yo lo recordaba seco como el ojo un tuerto. Hoy no, hoy corre agua fresca y las primeras pozas nos reciben en su regazo entre exclamaciones más bien procaces por la temperatura del agua.
En el primer rápel cogemos al grupo precedente. Con la agilidad, limpieza y habilidad que nos caracteriza los adelantamos sin rozarnos siquiera con ellos.
El barranco se hunde entre grandes paredes, pulidas y panzudas mostrándonos toda su belleza, que la tiene. Multitud de puentes naturales de roca lo adornan. Nos devanamos los sesos imaginando como se han formado y no alcanzamos a entenderlo. Si alguien sabe como se han podido formar, por pura curiosidad, estaríamos muy interesados en saberlo.
Pasado un primer estrecho, el barranco se abre pero continúa entre grandes paredes. Hasta entra el sol de forma que el juego de luces es espectacular.
Otro rápel nos vuelve a hundir en las entrañas de la Gran Madre. Éstas, con la particularidad que después de dos o tres saltos llegamos a una poza donde, aparentemente, no hay continuidad. Se trata de un sifón negro como mi alma y que la única opción que te deja es trepar por una cadena puesta al efecto para superarlo. Recuerdo perfectamente este sitio hace 23 años. Fue el único sitio donde había agua y el sifón se podía pasar con un mínimo buceo que hoy ni nos planteamos.
Antes del último rápel adelantamos a otro grupo numeroso. Acabamos en una glera llena de cantos rodados que habremos de seguir durante un buen trecho hasta encontrar un hito a la derecha que nos indica un camino que nos sube, previa sudada corta, a la carretera donde volvemos a oír el idioma prerromano que nos ha acompañado durante todo el descenso.
Nos cambiamos y cogemos carretera hasta el pueblo de Majones donde buscamos una sombra para comer.
Damos, mientras se calientan las judías, una vuelta en torno a la extraña iglesia románica. Triabsidial, con aditamentos posteriores que le confieren una estructura rara. Apetece verla por dentro aunque el maestro Omedes nos hace una  muy buena visita virtual en su página inexcusable para los amigos de las piedras viejas.
Falta algo para que le día sea perfecto. Y, como no hay bar en este pueblo, lo vamos a buscar un poco más abajo, en la Canal de Berdún.
Las galimbas (grandes) caen sin tocar. Venga va, a ver si no tardo otros 23 años en repetir este agujero.
Hala pues...

2 comentarios:

Eduardo Pardo dijo...

Majo barranco se ve por las fotos, lo que si que es raro, es que un pueblo no tenga bar, jeje, saludos

Bruno dijo...

Como bien dices es un barranco dificil de coger con agua, yo lo hice hace 15 años por estas fechas con agua corriente y una semana mas tarde ya estaba con el agua estancada. Sin duda es un barranco para repetir.
Saludos.