lunes, 1 de abril de 2013

PEÑA DE AMÁN Y PICÓN DE MEDIODÍA

Venga, va. Haciendo balance de la Semana Santa tampoco ha sido tan mala  ¿no? Al final hemos podido ir al monte, estar con la familia y amigos, echar tragazos, ver como los almendr...turistas dan vueltas por el pueblo como las grullas porque arriba hace malo y no pueden subir al norte, procesionar y ver llover ¿qué más queremos ?
Bueno, pues queríamos otra salida, con sol, a poder ser. Y para eso, hay que bajar a Guara donde casi siempre hace bueno. Además teníamos en mente una ruta por esas zonas cercanas y a la vez desconocidas que no te lleva a grandes picos ni a barrancos cañeros. Se trata de una ruta de alto valor ambiental, paisajístico y faunístico ¿los buitres son fauna? Ah! pues entonces sí, de alto valor faunístico. Y también deportivo, jodo, que al final hemos acabao cansaos...
Bueno, el caso es que salimos de Biescas a las ocho y a las nuevemenosalgo estamos aparcando un poco más al norte de San Julián de Banzo. Pero no en el parking que va a San Martín, en otro más al oeste.
La senda baja al barranco de San Martín. Por cualquier regato afluente baja abundante agua y el barranco, que normalmente está seco aquí, lleva más de dos palmos. Lo cruzamos y cogemos una senda indicada a la Peña de Amán. Se trata de uno de los monolitos que conforman el conocido Salto de Roldán, visible desde toda la Hoya de Huesca. Mientras que a la Peña de Sen, o de San
Miguel, se llega en pocos minutos desde la carretera de Santolarieta al embalse de Belsué, para encaramarte a este otro hay que coger el camino que llevamos y que hace un largo flanqueo por laderas completamente cubiertas de coscoja mientras sube suavemente. Llegamos a un pequeño collado y, de repente, nos pega un bofetón el viento que casi nos tira para atrás. A partir de aquí, ya no hay tregua. El viento sopla huracanado meneando las matas de coscoja y algunas encinas haciendo un ruido que casi acojona. Si durante el camino nos ha zarandeao el aire en más de una ocasión, cuando llegamos al collado y damos vista al Flumen muchos metros más abajo, casi hay que ir agachado. No sé yo, pero debimos tener rachas muy por encima de los 100 km/h. El sendero ahora va hacia el sur, con lo que llevamos el aire de espaldas y eso favorece bastante la marcha. Bordeamos la peña por una estrecha faja al oeste, nos encaramamos un poco más y nos encontramos las clavijas que, en condiciones normales, no ofrecerían ningún problema  a no ser que se tenga vértigo. Hoy, sin embargo, con el viento silbando y casi arrastrándote, acojona un pelín trepar y llegar a la cima. Lo hacemos, claro, pero nosotros que habíamos pensado en almorzar allá arriba con vistas a la Heroica, Leal, Invicta y dos veces
Vencedora Ciudad de Huesca, los cojones, nos vamos en fuego para abajo que no hay dios que aguante aquí. Aún así, disfrutamos de vistas preciosas de toda la Plana de Uesca verde-primavera, de la Peña de Sen (llena de gente) y la del Fraile a un paso nuestro, solo separadas por el abismo labrado por el río. La bajada, con mucho más cuidado que la subida, tampoco nos da problemas si exceptuamos el viento que sopla más fuerte que antes y que, pa forro bota, está empezando a llover. Aunque aquí hace un sol radiante, en el Pico el Águila, que se ve en lontananza hacia el norte, está lloviendo y un precioso arco iris atraviesa el Flumen de lado a lado. Más información de este peñasco y de todas las leyendas y escaladas a él asociados aquí.
Casi al trote, cogemos la senda hasta algún lugar protegido donde paramos a echar un bocao.
Bajamos un poco por el sendero plagado en estas fechas de espárragos silvestres (Asparagus acutifolius, para los que tienen estudios). Nosotros que, pese a no tener (estudios, se entiende) somos respetuosos con la normativa del parque no los cogemos ¡faltaría más!.
Justo en la cabecera de un pequeño barranco que nace allí mismo y a la altura de una gran tiña espaldada (para los castellano parlantes la traducción sería "edificio exento y normalmente aislado en el monte destinado a resguardar el ganado ovino y caprino hundido" (-el edificio es el que está hundido, no el ganado-) encontramos un hito que nos indica un camino, mucho menos marcado y bastante más jabalinero, que sube hacia el collado Supialla. La subida es intensa, por senda de jabalises (hay huellas de los bichos estos del tamaño de un puño) con abundante barro resbaloso y gravilla patinadora pero al final, nos plantamos arriba para darnos de 
bruces con el conocido como Picón de Mediodía, un picacho bicéfalo, escarpado y solitario que domina el barranco del Águila como si fuera una proa de barco y que se ve, también, desde buena parte de la Hoya de Huesca. Visto desde aquí parece inaccesible, pero nada más lejos de a realidad, queridos y queridas amiguitos y amiguitas. Solo hace falta ganas de subir a él, un poco de resistencia en las piernas y no tener vértigo para encaramarte a su chepa.
Así pues, la sendeta que llevamos empalma con una senda como dios manda que debe ser la que la mayoría de la gente usa. Bajamos al barranco en un cómodo flanqueo en descenso y empezamos a subir por medio de un carrascal hasta colocarnos al pie de la pared donde, aparentemente, se acaba el camino. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, queridos y queridas amiguitos y amiguitas...una brillante y sólida cadena nos invita a continuar por una vira que nos lleva a una rampa en descenso donde sale una senda que va justo por el centro de la pared sur del pico. La subida es corta pero gorda, como la media. Cuando te das cuenta ya estás arriba. Afortunadamente, el viento parece que amaina y, aunque sigue haciendo y nos tenemos que abrigar, podemos disfrutar del paisaje con bastante más comodidad que en la peña precedente y adyacente.
Acojonante, sorprendente y diferente la vista desde aquí hacia el Salto de Roldán. Incluso, desde una mierdeta de picachu como éste, de apenas 1404 m. podemos ver montañas tan lejanas como Cotiella, Telera o el Bisaurín.
La bajada, sin ningún misterio salvo el tener que andar esquivando erizones, nos deja nuevamente en la cadena y en la senda.
Echamos un bocao en un sitio con sol y sin aire y continuamos hasta el pequeño collado. Allí, seguimos  por  la senda más marcada que nos lleva a cruzar el barranco de la Cobeta donde han puesto una cuerda, a todas luces innecesaria, para subir un descarnado y descender hasta empalmar con el camino de subida de ce matin.
Por todas las sendas que hemos recorrido hoy hemos encontrado abundante metralla. O son de maniobras del glorioso ejército epañó (que antes de que subiera el gasoil y la pólvora hacía maniobras por todas partes) o, lo más probable, son de la guerra civil y aquellas laderas fueron escenario de confrontaciones dada la proximidad de Huesca.
Es curioso a la par que singular el gregarismo del ser humano. Desde donde estamos, vemos el parking para ir a San Martín de la Bal d'Onsera petao de coches y donde lo tenemos nosotros no hay nadie. ¿será cierto que la gente va a contados sitios y hay mucho Pirineo por descubrir? Pues seguramente sí
Pues eso, que enseguida llegamos nuevamente al barranco de San Martín (en el que sigue bajando agua abundante) y de allí en apenas unos minutos al coche solitario, tras pasar por un aprisco rupestre (u mallata)  en el que vemos abundantes muestras de erosión alveolar en areniscas producidas por nuestro nuevo amigo, el viento huracanado.
En la vuelta paramos en Loporzano donde nos han dicho que hay un bar con encanto que, lamentablemente, estaba cerrao. Así que la galimba cae en otro garito donde la vista se recrea con el extraordinario paisaje que contemplamos.
Y colorín colorao, esta tontería y la semana santa se han acabao.
Se me olvidaba el track. Aquí está.
Hala pues...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que maravilla de paisaje. Que tranquilidad.

J. M. N. dijo...

Hola Ivette, bienvenida.
Si, es una maravilla de paisaje. La sierra de Guara tiene rincones espectaculares. Y la tranquilidad está garantizada siempre que sepas buscar las rutas en el momento adecuado.
Saludos!