jueves, 2 de enero de 2014

BARRANCO DE SAN MARTÍN DE LA BAL D'ONSERA

Tantos días de fiesta seguidos, tantas actividades, tantas comilonas y tantas resacas postfestivas que, al final, se nos amontona el "trabajo" este de actualizar el blog.
23 de diciembre. Lunes previo al festeje del nacimiento de nuestro señor Jesucristo, o de Nuestro Señor el Sol, o de nuestro Salvador Mitra, o de las Saturnales, cada uno que escoja lo que más le convenga. Mis navidades se parecen, cada vez más, a unas saturnalias...por las orgías y eso....Ah!!, no, que esas eran otras...las bacanales creo...bueno, en fin, a lo que íbamos...que nos fuimos a bajar, con Vicente y Úrbez, un clásico de la Sierra de Guara. De los que primero se exploraron. Este, además, en vez de descenderse se ascendió por esos pioneros que nos los descubrieron a los que vinimos detrás.
Bueno, pues si no me fallan los papeles, será la sexta vez que lo baje. Fue donde me desprecinté en esto de bajar barrancos. Lo hicimos, con la que entonces era mi novia, el 3 de mayo de 1989, en bañador, con una cuerda de escalar dinámica que nos dejaron y con arneses hechos con cinturones de coche cosidos por el zapatero del pueblo. Lamentablemente no conservo ni fotos, ni los arneses, ni la novia pero debíamos estar para vernos.
Sin madrugar, nos llegamos a San Julián y al aparcamiento donde empezamos a andar.
La última vez que pasé por aquí, fue en abril, cuando hicimos la San Urbeciana. Aquel día habíamos dormido en la ermita y nos había nevado. Hoy, por contra, la temperatura es ideal.
Por camino conocido, nos llegamos al paso de la Viñeta y al collado de San Salvador donde vemos los abismos en los que aquella gente construyó un monasterio que ha llegado a nosotros en forma de ermita. Una bajada corta pero intensa, muy pedregosa y protegida por sirgas recientemente puestas a modo de pasamanos, nos deja en el fondo del barranco y pocos minutos después en lo que queda del antiguo cenobio donde subían reyes y condes a pedir descendencia masculina (la femenina "no era útil" y donde, según la tradición, San Úrbez vivió y fue ordenado sacerdote.
Pese a las veces que he estado allí, no deja de producirme estupor el paisaje absolutamente irreal que nos rodea. Es uno de esos lugares que no tienen otro destino que ser sagrados, que debemos conocer y respetar y que, sobre todo, deben permanecer en el tiempo igual que lo han hecho durante siglos. Pues allí, empapándonos de energías sutiles, de agua desprendida de la cascada y de vino almorzamos y nos preparamos.
El barranco en sí no tiene ningún problema ni misterio. Rápeles limpios, cortos y alguno volado al ser, la mayoría, sobre bloques empotrados.
El agua anima pero no molesta, aunque algunas pozas cubren hasta la cintura y el agua está francamente fría. Que se lo cuenten a  Úrbez que se ha dejao el peto en casa y baja todo el barranco con el pantalón de chándal con el consiguiente cachondeo cada vez que el agua le rebasa la altura de las gónadas.
Sin problemas, salimos a soleada confluencia del barranco con el de Lenases y poco después al camino de acceso donde se da por concluido un descenso sencillo, majo y muy apropiado para esta época (si no te olvidas el neopreno, claro...).
Cuatro horas justas entre subir, almorzar y bajar.
La vuelta, en vez de hacerla por Loporzano, nos vamos de excursión por Apies y Barluenga para acabar comiéndonos un hermoso bocata en un restaurante de Arguis.
Bueno, ya estamos preparados para los días que se nos vienen encima.
Hala pues...

2 comentarios:

Eduardo Pardo dijo...

Solo he realizado la ruta clásica de la ermita, y nos gusto mucho, ahora quiero empezar a realizar algún barranco sencillo, y este según cuentas tiene buena pinta ¿de cuanto es el rapel más largo?. Un saludo, y feliz año

J. M. N. dijo...

Eduardo te gustará, sin duda. Necesitarás un peto de neopreno (al final te mojas sí o sí) y cuerdas para rápeles de 15 m. Está muy bien equipado. Todo a base de químicos y parabolt de 10 mm.
Bueno, que lo disfrutes, ya nos contarás.