Bergua desde el camino a la Isuala |
A las nueve estamos aparcando en Bergua Pol, Chaime, Bizén el perro y yo. (Bueno, aparcar, aparcar...aparco yo, que soy el que conduzco...) Nos calzamos, echamos un vistazo al cielo y bajamos por enésima vez a la confluencia del Forcos y el Pera. La última vez que estuve allí (la semana pasada, sin ir más lejos) me pareció que el otoño no daría más de sí en ese rincón mágico del Pirineo. Sin embargo, me equivocaba. Hoy los colores todavía son más vivos, más brillantes. Pocos lugares tienen esa belleza tan sencilla y a la vez tan cautivadora. Me diréis, queridos y queridas amiguitos y amiguitas, que Ordesa, Añisclo o cualquier valle más septentrional son mucho más bonitos en otoño. Para mí esos lugares son mucho más barrocos, más recargados y más inabarcables de puro grandiosos. Este rincón es sencillo, antrópico...y precioso. Bueno, hala, que es un sitio bien majo y ya está, que me estoy poniendo en plan moñas.
Forcos más abajo de las pasarelas. |
Una vez cruzado el Forcos, nos desviamos a la derecha y cogemos el camino que, por un espeso caxicar y sin un desnivel apreciable nos va a llevar a otro de los pueblos abandonados del Sobrepuerto, Ayerbe de Broto. Nos ha costado sobre dos horas tomándonoslo con mucha calma. Durante mucho trozo la senda va flanqueada por grandes paredes de piedra salpicadas aquí y allá por casetas y bordas, algunas de ellas todavía en buen uso. Ya cerca del pueblo desembocamos en una pista que seguimos para cruzar el barranco de San Pedro y volver a tomar la senda que nos deja en las primeras casas del pueblo.
Ayerbe, iglesia y Casa o Yerno |
Recuerdo este pueblo como uno de los que mejor conservados estaban. De hecho, la primera vez que llegué por estos andurriales debía tener 16 o 17 años y todavía vivía gente en una casa. No había pista por la que pudieran acceder expoliadores y ladrones y las casas estaban abiertas pero intactas. Me llamó mucho la atención ver en una cocina la vajilla como si sus habitantes fueran a volver en cualquier momento. El pueblo, al final, lo compró un ganadero del valle, hizo una pista para subir en coche y abrió la veda para que cualquier cabrón subiera a llevarse lo que pudiera arrastrar. Hoy, como todos los demás pueblos del entorno, se arruina a marchas forzadas. Damos una vuelta, visitamos la iglesia, comemos arañones que los hay gordos como mi cabeza y almorzamos en la puerta de Casa o Yerno. El día aguanta aunque de vez en cuando caen gotas.
Vamos a intentar subir a la Isuala, un despoblado medieval situado a poniente del pueblo. Ya estuvimos allí una vez hace bastantes años y no nos acordamos ni por dónde se coge el camino (si es que lo hay). Tirando de intuición, pasamos la fuente, cruzamos el barranco de San Pedro y cogemos una senda aparentemente trillada por bichos, que nos lleva en la buena dirección. Llegamos a un punto en que hay una balsa donde se bañan los jabalíes. Pero eso no es un bañadero como otros muchos que hay a orillas de los caminos...aquello es un auténtico spa jabalineril. Allí se deben reunir todas las noches, por como está el entorno y la propia forma de la balsa, cientos de bichos de esos a retozar, bañarse y rascarse en los árboles adyacentes. Y resulta que el camino que veníamos siguiendo debía ser la interestatal que llevaba hasta el spa porque, a partír de allí, desaparece. Ya que estamos, por no desandar lo recorrido, subimos por una loma cubierta de caxicos y arizones durante buen rato. Los críos cada vez están más cansados, petaos, más bien hasta que llegamos a un sendero más claro que lleva la dirección correcta. Pa mí que es éste...pero se nos ha hecho tarde y estos críos, si pudieran, nos tirarían piedras y mentarían a nuestros muertos...Me voy yo con el Yeti y Pol se vuelve con ellos hacia Bergua, que todavía les queda una buena tirada. Así que sigo la senda recién encontrada, paso por debajo de Las Peñas Blancas, paso al lado del abrigo llamado "a cueba os palomos" (ahora si que se que voy bien) y me planto en el despoblado de la Isuala.
Antigua casa de la Isuala |
La Isuala fue un pueblo de dos casas al menos desde 1475 año del que tenemos las primeras noticias documentales. Sin embargo, estudiosos como A. Castán hablan de poblamiento ya en el S. VIII momento en que oleadas de montañeses tuvieron que huir de los valles, fértiles y mejor comunicados, a las zonas más recónditas para evitar las razzias musulmanas. Lo que hoy se ve en la Isuala son inmensos espedregales que un día fueron casas (algunas de ellos, como el de la foto, todavía conservan lienzos de paredes con ventanas aspilleradas), las ruinas arrasadas de una iglesia románica y otra del S. XVII que en el siglo XIX la convirtieron en borda.
Pedregales donde antes había casas |
Me rula por la cabeza lo que leí en algún lado. En 1674 vivían en ese paraje, absolutamente recóndito y dejado de la mano de Dios, dos familias. Los cabeza de familia eran hermanos, Pedro Acín y Jaime Acín. El primero, casado con Ana Escartín tuvo cuatro hijas; María Benita, Juana, Gracia y Orosia. El segundo, casado con Gracia Ferrer, no tuvieron hijos haciendo heredera de sus menguados bienes a su sobrina María Benita. La pobreza extrema les obligó a pedir dinero prestado, dinero que no pudieron devolver. Muriendo Ana en 1690 de fiebres, Pedro se casó en 1692, en segundas nupcias, con María de Bergua. Fallecería ese mismo año. (Ambos deben estar enterrados muy cerca de donde ahora mismo estoy) María y las cuatro hijas del matrimonio anterior aguantaron en la Isuala hasta 1693 en que abandonan definitivamente ese lugar.
De repente se me ha echado la niebla encima y hace frío. Una intensa sensación de soledad y abandono me envuelve. Me imagino a esas cinco pobres mujeres viviendo en ese paraje, completamente desamparadas, un día como hoy y no puedo menos que agradecer lo que tenemos y maldecir a los que pretenden desmantelar esta sociedad y retrotraernos, otra vez, al siglo XVII.
Casi a tientas y gracias al Gipiese, vuelvo sobre mis pasos a coger el camino que, ahora sí, sigo sin problemas hasta Ayerbe. Me ha costado una hora bajar de la Isuala hasta el pueblo envuelto en un silencio denso. Las vacas que había, de repente, se han quedado todas quietas y no suena ni una esquilla...joder, casi da escalofríos esto.
Valle del Ara desde el camino de Oto a Ayerbe |
Aprovechando que Pol está en Bergua con el coche, voy a recorrer y documentar otro sendero de los que accedían a Sobrepuerto. Así, desde la parte alta de Ayerbe se coge un camino precioso que, a media ladera, nos baja por la falda Gabalos con preciosas vistas hacia el valle del Ara. En poco más de una hora estoy a orillas del río y sigo una pista hacia el norte que nos lleva, en otra hora más, hasta Oto.
Estoy viendo ya el pueblo, sus torres defensivas y su pinta de pueblo medieval, cuand me llama Pol y me dice que están ya en Oto. Me recogen justo cuando el sol empieza ya a declinar y el día se está empezando a poner francamente gris y triste.
Paramos en Broto donde nos echamos una cerveza mientras los críos comen (son las cuatro y media de la tarde). La verdad es que ha sido un día intenso. Para ser que no pensábamos hacer nada ha cundido. Tres nuevos senderos trillados y descritos...ya queda menos. Aquí tenéis el recorrido Bergua-Ayerbe-Oto y aquí el de Ayerbe-La Isuala.
Hala pues...
4 comentarios:
Precioso. Unas fotos estupendas, pero destacaría la segunda.
Muy buena salida.
Saludos
Gracias Jonatan.
Me alegro que te guste. Es fácil hacer fotos buenas en esos parajes.
Saludos y bienvenido.
Madre mía cómo cunde el Sobrepuerto!!
Maja ruta, nos la apuntamos también que tiene muy buena pinta y no la conocemos.
Saludos majo!
Y tanto, maja...
Cada vez me va quedando menos pero aún quedan sitios que visitar. Además, con el tiempo que nos está haciendo ¿dónde vamos a ir mejor que aquí? bueeeno, se me ocurre el Picón de mediodía en Guara....;-)
Salud y recuerdos apra los de allá abajo.
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