Como siempre, se apuntan Silvia y Juan Carlos para darle un tiento aprovechando este miniverano otoñal que estábamos disfrutando. De agua bajará bien... lo malo son las horas de luz que vamos a ir muy justos. Pues eso se soluciona con una madrugada indecente.
A las siete y media estamos de camino, tres con dos coches. Uno lo dejamos en el balneario de les Eaux Chaudes y con el otro retrocedemos hasta la minipoblación de Goust.
Aparcamos, nos cambiamos y constatamos que, a las nueve de la mañana del día de difuntos de 2014,
hace una temperatura primaveral tirando a veraniega... pa flipar...
Arrancamos hacia arriba y, en cinco minutos estamos sudando como gorrinos, por la temperatura y porque el camino sube a saco por una ladera sin un minuto de descanso. Afortunadamente, en poco más de media hora, estamos en el plateau de Besse, una preciosa campa llana y cubierta de helechos. Abajo, ya se intuye el barranco.
Un descenso a media ladera por un camino poco marcado, nos deja a orillas de lo que que ahora es un curso de agua en medio de un hayedo.
Agua lleva como para que sepamos que es un barranco pero va a resultar escasa para nuestros fines... y tanto, al poco de empezar a destrepar, se filtra toda en un gigantesco caos de roca y desaparece.
Joder, ni tanto ni tan calvo... una cosa es que no de problemas y otra esto... pero ya que estamos... al lío.
Destrepamos algún bloque, pasamos algún nudo de troncos y, de repente, aquello se cierra a la vez que vuelve a salir el agua ¡Bien! poca baja, pero al menos encontraremos las pozas limpias.
Seguimos rapelando. En las reseñas señalan más de una treintena y ya hace ratos que hemos perdido la cuenta de los que llevamos. Alguno se destrepa pero la mayoría, de tamaño pequeño y medio, los vamos haciendo coordinándonos un@s y otr@s de forma que la cosa va muy rápida... tanto que, cuando nos damos cuenta, estamos ya en una minirepresa que marca un poco más de la mitad del barranco y desde la que, en caso de emergencia, podemos escapar por senda. Vistazo al reloj.... No pué ser... llevamos dos horas y media y estamos a 10 rápeles de acabar... de hecho, ya se ve la carretera allá abajo.
Y llegados a este punto, hay que hacer balance. ¿Merece la pena el barranquillo en cuestión? Si, sin duda alguna. Se trata de un señor descenso, deportivo, largo y técnico si lo pillamos con agua.
¿Ha merecido la pena la madrugada? Pues sí. Quizá no sea la mejor época, aunque tiene su punto este color otoñal. A éste hay que venir en junio y con un día despejado de forma que te garantizarás días largos y, a poder ser, despejados, que hay trozos muy estrechos y muy sombríos.
Pues nada... vuelta a Goust a buscar el coche, comida allí mismo mientras dejamos que los últimos rayos de sol nos acaricien, y a casa, a echar una galimba que nos la hemos ganado (como siempre).
Por si os apetece darle un tiento, aquí tenéis el track de acceso.
Hala pues...
Un barrancazo, poco conocido para su gran valor, hay que estar al loro para cogerlo con el caudal apropiado, pues pasa de ir en carga a secarse en pocos días.
ResponderEliminarSupongo que mirarías el que te pasé :))
Buena pinta ¡si señor!, así sin más faena que rapelar ya apetece ya.
ResponderEliminarAle pues!